martes, 14 de octubre de 2014

LA DOMUS ÁUREA. EL PALACIO IMPERIAL DE NERÓN A MANERA DE VILLA SUBURBANA. Primera parte.

A finales del Quattrocento tuvo lugar uno de los descubrimientos arqueológicos más interesantes en la ciudad de Roma y que inmediatamente repercutió sobre las artes del siglo XVI en Italia y en el resto de Europa. Me estoy refiriendo a las "grutas" que aparecieron en el monte Oppio (una de las estribaciones de la colina Esquilina) bajo las ruinas de las termas de Trajano. Las tales grutas no eran otra cosa que unas excavaciones que sacaron a la luz grandes salas abovedadas con una decoración pictórica desconocida hasta ese momento, que dio por llamarse "grutesco" por provenir de la gruta. Artistas como Rafael Giovanni de Udine asimilaron este estilo y lo aplicaron en construcciones como la Loggia de la Stufetta del Cardinal Bibbiena en el Vaticano o a la Villa Madama, persiguiendo la completa imitación de lo antiguo.

Decoración de la bóveda de la Sala de Héctor y Andrómaca. Detalles de tritones, vegetación, grutescos y amorcillos. Abajo, Héctor se despide de Andrómaca (sala 119).

Durante décadas las salas fueron visitadas por numerosos artistas y desenterradas y expoliadas por codiciosos coleccionistas de antigüedades y de materiales lujosos de construcción. Sin embargo, sólo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, con el impulso de los amantes del neoclasicismo, se empezó a investigar sobre los restos y se atribuyeron aquellas dependencias con certeza a la legendaria Domus Áurea de Nerón. Aún así, en 1778, cuando el anticuario Ludovico Mirri elaboró los primeros planos de lo que hoy conocemos como ala occidental del palacio residencial y el abad Giuseppe Carletti y los pintores Vicenzo Brenna y Franciszek Smuglewicz ilustraron sus decoraciones en 60 láminas, todavía se conocían las grutas con el nombre erróneo de Termas de Tito. Las imágenes que nos aporta Vestigia delle Terme di Tito (1776–8) son claves para reconstruir las decoraciones de los espacios, puesto que por entonces todavía quedaban restos suficientes para interpretar las pinturas de paredes y bóvedas.

Ludovico Mirri patrocinó Vestigia delle Terme di Tito de 1776–8, el libro del abad Giuseppe Carletti y los pintores Vicenzo Brenna y Franciszek Smuglewicz en el que se recogieron los principales vestigios pictóricos que se podían ver. En la foto vemos la visita a las ruinas de damas y caballeros interesados por el arte antiguo.

Las excavaciones rigurosas y el interés por los espacios arquitectónicos no vendrían hasta el siglo XX, cuando Antonio Muñoz liberó de escombros nuevas salas del patio pentagonal entre 1912-14 y tras la Segunda Guerra Mundial hasta nuestra época en que se continuaron las excavaciones en la zona oriental. Desde los años 80 se ha reactivado las excavaciones en otras zonas del complejo y muy recientemente ha habido grandes descubrimientos en la zona entre el Coliseo y el Palatino.

¿Pero qué fue la Domus Áurea?

La Domus Áurea fue un mítico proyecto de Nerón para transformar Roma y convertirla en una nueva ciudad (Nerópolis)  según planes helenísticos que la hicieran más habitable y sobre todo una residencia más digna para el soberano de tan gran Imperio. La idea corría por su mente desde que ascendió al trono y quiso ponerla en marcha aprovechando el incendio que arrasó Roma el año 64 d. C. Sin entrar en si fue él responsable de ese incendio o no, el caso es que expropió los solares destruidos comprendidos entre el Palatino, el Esquilino y el Celio y comenzó su proyecto megalómano en esas cerca de 120 ha. Su asesinato en el año 68 frenó las obras, que iban bastante avanzadas tras 4 años, y en los reinados posteriores desapareció casi todo aquello que llegó a levantar.

Terreno de Roma que pudo expropiar Nerón el año 64 d. C.

Su idea era crear una ciudad de plano ortogonal a la manera de Alejandría con anchas calles rectilíneas y plazas, pero, sobre todo, erigir una gran residencia-palacio que por su tamaño y lujo fuera en armonía con el poder de un monarca absoluto. En el fondo, subyacía la misma ideología que llevó al emperador Adriano 60 años después a levantar la gigantesca Villa Tiburina, pero con la diferencia de que éste último lo hizo en Tívoli, a 30 kilómetros de Roma, y Nerón quiso hacerlo en el mismo centro de la Urbs.

Domus Aúrea. Reconstrucción vista aérea del complejo dentro de la ciudad, según Katatexilux para la exposición en Roma sobre Nerón, abril-sep 2011. Al fondo el Tíber.

Una nueva concepción de palacio.

Nerón encargó los planos de su proyecto a los arquitectos Severo y Celer que diseñaron un original y, para entonces, desconcertante complejo palaciego donde los edificios quedarían claramente separados entre sí y en sus funciones. Su concepción arquitectónica se contrapondrá al modelo cerrado de construcciones agrupadas que se había hecho en el Palatino bajo los emperadores julio-claudios o al que haría Domiciano pocos años después. Se distinguiría claramente entre el palacio representativo o público, el de las recepciones oficiales y la administración que seguiría sobre el Palatino, y el palacio residencial o Domus privada y de recreo del emperador que abarcaría el resto de la zona expropiada. Pero tan novedoso como el diseño abierto y extenso era la concepción paisajística del proyecto y que existieran grandes espacios ajardinados entre las construcciones. Era una visión muy moderna, hoy diríamos ecológica, que pretendía armonizar paisaje natural y arquitectura.

Fresco de Stabiae con imagen de Villa junto al mar, probablemente del siglo I a. C.  25 x 25 cm.

El palacio como escenario. En menor escala, ya existían precedentes de villas de particulares en Campania o en el Lacio donde sus propietarios habían buscado integrarse en el paisaje y aprovechar el terreno para realizar espectaculares construcciones. Las frescos de Pompeya, Herculano y Stabiae nos ofrecen sugerentes villas aristocráticas de recreo que se asoman al mar con columnatas a manera de miradores, como la que podemos ver en la fotografía superior. También algunos santuarios levantados a finales de la República habían sido diseñados con un plan escenográfico, siguiendo modelos helenísticos como la acrópolis de Pérgamo, para realzar la belleza y conmocionar al fiel, reafirmando el carácter mágico del lugar.

Santuario de la Fortuna Primigenia en Palestrina, s. I a. C.

El palacio de Nerón debía superar por tamaño y fastuosidad a los ejemplos anteriores, puesto que debía ser el escaparate donde mostrar su poder y dignidad ante sus súbditos. Los edificios estaban diseñados para ser contemplados desde la distancia, entre la vegetación, como un escenario arquitectónico teatral y, a su vez, cuando estabas en ellos, eran palcos privilegiados desde donde contemplar otros espacios. Así, por ejemplo, la parte del palacio privado, o Domus Áurea como es propiamente conocida hoy en día, se disponía horizontal y escalonadamente aprovechando la vertiente de la solana del monte Esquilino, como podemos ver en la imagen de abajo. Y desde allí mismo se tenía una vista espectacular del valle y de las construcciones del  resto del recinto: el foro y el estanque en el collado de la Velia (entre El Esquilino y el Palatino); el ninfeo del templo de Claudio sobre el monte Celio; y el nuevo Palacio imperial representativo sobre el Palatino.
    Reconstrucción del palacio residencial, según Katatexilux para la  exposición sobre Nerón de abril-sep 2011 en Roma.

    Domus Aúrea. Reconstrucción (Altair4 Multimedia) de la zona palaciega residencial del Esquilino con los jardines. En la esquina superior izquierda el estanque porticado y el foro porticado con el Coloso. Por encima las construcciones del Palatino o palacio representativo.

    El palacio como parque. Por otro lado, la idea de rodearse de una naturaleza entre salvaje y domesticada también venía de Oriente. Los soberanos Aqueménidas de Persia, y luego los helenísticos, trataron de recrear un "paraíso" o jardín del Edén donde la belleza emanara de la síntesis de esa contraposición. El resultado tenía el componente práctico del gozo y disfrute de las vistas, pero también el componente simbólico de que el soberano dominaba sobre todo lo creado. Para lograr este paraíso se combinaban: los bosques frondosos con las zonas ajardinadas de caminos ordenados; las  plantas de especies raras con huertos y cultivos arbóreos y arbustivos como olivos y vides; los animales sueltos con los pórticos, los pabellones, las estatuas y las fuentes.
      Los edificios del complejo palaciego de Nerón.

      El acceso. Se planificó que la vía Sacra, la vía más importante y ceremonial de Roma, que procedía del cercano foro republicano, se convirtiera en la forma de acceso al recinto. Se rediseñó para ello una ancha avenida rectilínea flanqueada de edificios públicos y templos, que desembocaría en un foro o plaza porticada que hiciera a modo de vestíbulo de entrada a este parque/palacio maravilloso. La calle, ligeramente empinada por el collado de la Velia, creaba un efecto de perspectiva ascendente hacia las dependencias palaciegas de las que sobresalía en altura la estatua de Nerón como dios Helios.

      Acceso a través de la vía Sacra al complejo palaciego desde el foro republicano. Reconstrucción por Altair4 Multimedia.

      La estatua imitaba a la del Coloso de Rodas y era otra forma más de exaltación del soberano como monarca absoluto y como ser divino. Paradójicamente, éste fue el objeto que sobrevivió más años de todo el complejo puesto que todavía existía en el siglo IV, eso sí, ligeramente desplazado de su emplazamiento original. Su tamaño colosal dio nombre por extensión indirecta al Anfiteatro Flavio o Coliseo, que se haría en tiempos de Vespasiano como forma de devolver al "pueblo" romano los espacios expropiados por el emperador megalómano.

      El estanque del recinto palaciego según Altair4.

        El estanque. Tras el vestíbulo o foro de ingreso, Nerón quiso que se construyera un gran estanque rodeado de edificios. El agua que lo alimentaba procedía del acueducto Claudio, que además abastecía a otros recintos del complejo. Poco más sabemos del mismo puesto que fue destruido para levantar en su solar en tiempos de Vespasiano el Anfiteatro Flavio o Coliseo. No es extraño, pues, que sea el ámbito que ofrece más diferencias en las distintas reconstrucciones que se han hecho al efecto. Posiblemente, sus infraestructuras hidráulicas fueran todavía utilizadas hasta el tiempo de Domiciano para poder celebrar las naumaquias que se dice tuvieron lugar en el Coliseo y que serían del todo punto imposibles una vez construidos los actuales subterráneos que discurrían bajo la arena.

        El estanque según Katatexilux.

        El palacio representativo. El espacio para las recepciones oficiales y para todo aquello que tuviese que ver con los actos de gobierno se encontraba sobre el monte Palatino. El área fue elegida por Octavio Augusto por ser el lugar de su residencia patrimonial, siendo en su época apenas una domus ampliada. Los emperadores que vinieron detrás de él, Tiberio y Calígula especialmente, se encargaron de ensanchar la vivienda. El mismo Nerón había añadido unos nuevos ámbitos al palacio Julio-Claudio, conocidos como la Domus Transitoria, es decir, "la casa de paso" o de enlace entre el Palatino y sus nuevos edificios de residencia.

        En la esquina inferior izquierda los edificios y patios conocidos como Domus Transitoria que conectaban el palacio antiguo de Augusto a Calígula con los nuevos edificios: el atrio con la escultura del Coloso, el estanque y al fondo las termas y la Domus Áurea.

        La Domus Transitoria la componían una serie de pórticos, terrazas, criptopórticos y salas que se disponían hacia la Velia. Fue uno de los edificios incendiados el año 64, aunque fue en gran parte reconstruido en los años siguientes por el mismo Nerón, puesto que debía de actuar de nexo entre su palacio privado y las antiguas dependencias del palacio de Tiberio. Actualmente se pueden ver algunos restos de un criptopórtico abovedado y se han hecho reconstrucciones muy vistosas de su decoración y de su aspecto con motivo de una exposición que hubo el año 2011. Ricos mármoles, mosaicos y frescos decoraban sus paredes. Domiciano debió incorporar parte de las infraestructuras creadas por Nerón al nuevo Palacio Flavio, terminado el año 92 d. C. 
          Reconstrucción de Katatexilux de algunas de las dependencias de la Domus Transitoria, repletas de mármoles de diversos colores, mosaicos, frescos y columnas.

          La "coenatio" de la que hablaba Suetonio. Todo en relación con la Domus Áurea está en constante revisión y ampliación. Los últimos trabajos arqueológicos de 2009, por ejemplo, sacaron a la luz una estructura de la época neroniana de después del incendio en la esquina del Palatino junto al Coliseo. Se trataría de una habitación circular, que rotaba día y noche para imitar el movimiento de la Tierra e impresionar a los comensales del emperador.

          Señalado por un círculo naranja el lugar donde se ha encontrado la supuesta Coenatio neronis.

          Loas restos sacados a la luz son los de un gran pilar de cuatro metros de diámetro del que parten unos arcos a modo de palmera. Todo permite suponer que estamos ante la estructura/mecanismo que sustentaba  la mítica sala coenatio o de banquetes. Según Suetonio el suelo rotaba 360º. En el dibujo/esquema de debajo hay algunas hipótesis sobre las que se trabaja hoy en día. Este descubrimiento, si se confirma, daría al traste con todas las versiones que se habían emitido sobre la misma, que la habían ubicado en el gran espacio cupulado del palacio residencial sobre el Esquilino, del que hablaremos en un siguiente artículo.

          El estudio de la Domus Áurea continúa en:

          9 comentarios:

          1. Que completo y fantástico articulo, ya tienes una seguidora más.

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          2. Gracias. Si te gusta Roma en este blog vas a tener donde entretenerte.

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          3. Perfectamente documentado y explicado, ¡gracias por el artículo!

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            1. Gracias a ti por detenerte a dejar tu impresión y más si es elogiosa.

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          4. Muy buena presentación. Muchas gracias por dedicar tu tiempo a divulgar el arte.

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          5. Fascinante. Un artículo para ser re-leído. Y un lugar para volver a visitar por tercera vez.

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