martes, 21 de octubre de 2014

LOS VASOS CANOPOS. LA BELLEZA DE LA MUERTE. EL MISTERIO DEL VASO DE KIYA DE LA TUMBA KV55.

Los vasos canopos pueden ser unas de las obras de arte más bellas que tallaron los antiguos egipcios. Por la delicadeza de algunos de estos objetos parece increíble que los dedicaran para ser enterrados en las tumbas y para que nunca fueran contemplados por nadie. De hecho, la finalidad de estos jarrones era contener las vísceras de los individuos extraídas durante el proceso de momificación y que se introdujeran en una cavidad excavada en la pared o en el suelo o que fueran incluidos dentro de una caja, como la encontrada en la tumba de Tuthankamon.

La tumba de Tutankamon nos ofrece un completo ajuar funerario, de una época cercana a la obra principal que analizaremos. En la imagen, el cofre de alabastro con los cuatro vasos canopos de la tumba de Tutankamon. Detrás el templete de oro que los contenía.

Los cuatro órganos humanos que se lavaban, embalsamaban y guardaban en estos frascos fueron identificados con deidades específicas: el hígado se identificaba con Imsety (hombre), uno de los cuatro hijos de Horus bajo la protección de la diosa Isis; los pulmones con Hapy (babuino), el segundo hijo de Horus y la diosa Neftis;  el estómago con Duamutef (chacal), tercer hijo de Horus y la diosa Neith; y los intestinos estaban asociados con Kebehsenuef (halcón), el cuarto hijo de Horus y Selket. Curiosamente, el corazón nunca se eliminaba del cuerpo durante el proceso de momificación.

Vasos canopos de las dinastía XXI-.XXII, entre el 1070-712 A.C. Altura 48.3 cm. Founders Society Purchase, Bernard and Theresa Shulman Foundation.

Hasta el Primer Periodo Intermedio los  frascos eran simples, con tan sólo una inscripción del difunto, pero desde entonces  se empezó a darle forma humana. Será en el Imperio Nuevo cuando se ponga de moda que la tapa adopte la imagen idealizada del rostro del difunto. El paso siguiente fue a finales de este periodo, cuando se convierten en cabezas de los cuatro genios protectores.

Tapones de los vasos canopos de Tutankamon con su rostro idealizado.

Los vasos podían estar hechos de barro, madera, piedra común o alabastro.

El vaso canopo con figura femenina como tapa.

El vaso canopo que vamos a analizar procede de la tumba KV55, en el Valle de los Reyes, Tebas, y se encuentra actualmente en el Museo Metropolitano de Nueva York.

Cronología. Datado entre el 1352 y 1336 a. C. Imperio Nuevo. Período de Amarna. Dinastía XVIII. Reinado de Akenatón.

Materiales. Alabastro, vidrio azul, obsidiana y piedra no identificada.

Dimensiones. La tapa mide 18,2 cm de altura y  16,3 cm. de diámetro. El  tarro 52,1 cm de alto.

Aunque este frasco canopo fue pensado para un contexto funerario, la cara de la tapa fue tallada por un maestro con la habilidad y el cuidado que uno podría esperar en un retrato más público. Porque, sin duda alguna, es un retrato idealizado de una dama de la familia real. Cualquiera que fuese la edad de la propietaria a su muerte, se le dio un rostro juvenil para la vida eterna. La forma de la cara, con su nariz larga y delgada, los ojos azules oscuros y la boca sensual identifican la obra como un producto de la última mitad del período de Amarna. Inicialmente el objeto estaría identificado con una inscripción pero tanto el frasco, como la tapa, se alteraron en la antigüedad, por lo que es muy difícil identificar a la propietaria original.

La talla de la tapa del vaso representa una de las mujeres reales de Amarna. Su peinado de rizos superpuestos, conocida como peluca nubia, era usado sólo por personas adultas y era popular entre los miembros femeninos de la familia de Akhenatón. El agujero en el centro de la frente era el lugar donde iría una cobra o uraeus, cuya cola se apoyaría sobre la parte superior de la peluca. Este era un símbolo protector que era usado exclusivamente por reyes y reinas. Este símbolo fue arrancado.

Desde que el vaso fue descubierto en 1907, la cara ha sido identificada como perteneciente a la de la reina Tiye, madre de Akenatón; a la de la reina Nefertiti, su esposa principal; a la de la reina Kiya, una esposa secundaria; y a la de la princesa Merytaten, su hija mayor. Hasta durante un tiempo se le identificó con el mismo Akhenatón. Esta confusión es comprensible, ya que la inscripción del tarro que identifica a la propietaria fue casi completamente borrada. Se han distinguidos débiles  trazos de jeroglíficos que indican que la jarra se inscribió originalmente para Kiya, y la peluca nubia se asocia más frecuentemente con esta reina. Sin embargo, el rostro se asemeja a los rasgos y al estilo de las representaciones de Tiye, y es posible que la tapa originalmente perteneciera a su ajuar funerario y se colocara después en el jarro canopo de Kiya, dado que tapón y vaso no encajan bien.

El hipogeo KV 55.

La tumba en la que se encontró el frasco, la KV 55 en el Valle de los Reyes, es probablemente la más polémica de todas las tumbas egipcias. Si pincháis sobre el título os llevará a más pormenores sobre la misma.
Fue descubierta el 6 de enero de 1907 por Theodore M. Davis, un millonario americano aficionado a la arqueología, y por su joven arqueólogo,el inglés Edward R. Ayrton. Está ubicada a muy pocos metros de la entrada de la tumba de Tutankhamón (KV 62), descubierta años después por Carter (1922). Desde el comienzo entendieron que la tumba era poco común en el Valle de los Reyes, por el tamaño que no parecía propio de alguien de la familia real y por el revoltijo de enseres encontrado.

Una escaleras nos descienden a una puerta que da acceso a un pasillo de unos 10 metros de longitud y apenas 2 metros de ancho. Tras eliminar los cascotes que cubrían gran parte del corto corredor, los arqueólogos se toparon con una habitación no muy grande de 5 por 7 metros, la cámara funeraria, con muros únicamente enyesados, sin ningún tipo de decoración. El interior era caótico. Sobre el suelo se amontonaban decenas de objetos, muchos de ellos rotos. La causa de aquel desbarajuste debió de ser el deterioro producido seguramente alguna filtración de agua y posiblemente a la acción de los ladrones de tumbas en la antigüedad. Aunque una vez examinado mejor el lugar se llegaría a la conclusión que los objetos habían sido hacinados con precipitación y abandono y que nadie se tomó jamás la molestia en montarlos. También se especula que pudiera haber sido destruida intencionadamente para borrar la memoria del enterrado, lo que parece más creíble, dado que se conservaban algunos objetos de oro que los saqueadores no hubieran dejado pasar.

En la cámara se encontraban las partes desmanteladas de un santuario ajuar funerario inscrito para la reina Tiye, la esposa de Amenofis III y madre de Akenatón; ladrillos mágicos con el nombre de Akenatón; en un nicho lateral cuatro vasos canopos de estilo amarniense (incluido éste que estudiamos en el artículo, más los otros tres que se conservan en el Museo Egipcio de El Cairo); y y un ataúd de madera con incrustaciones que casi seguro se hizo para Kiya, una esposa segunda de Akenatón, con una momia anónima en su interior, que claramente no era femenina.
La explicación más plausible hoy en día es la siguiente. Puede ser que Tutankamón mandara trasladar este material a esta tumba tebana desde la de Akhenatón en Amarna, que parece haber sido saqueada poco después de la muerte del faraón. Los frascos y el ataúd de Kiya pudieron haber sido reutilizados en ese momento para el entierro de otro miembro de la familia real.

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