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sábado, 27 de septiembre de 2014

LA PINTURA IMPRESIONISTA FRANCESA. CARACTERÍSTICAS TEMÁTICAS Y ARTÍSTICAS.



La historia del movimiento impresionista es la de una reacción contra el arte oficial  y  contra el estilo naturalista que venía desarrollándose, el que preconizaba unos valores temáticos y estéticos instaurados desde el Renacimiento. Es un estilo realista, pero a su manera. El pintor tiene que pintar lo que ve. Es decir, en vez de representar la realidad de una forma inmutable, los pintores impresionistas la representan como un devenir, intentando captar el instante.

Contempla esta presentación y luego lee el texto que la acompaña.


CARACTERÍSTICAS TEMÁTICAS.


El pintor impresionista se desliga de la realidad temática al gusto de la clientela oficial, en cierto modo, el tema pasa para él a segundo plano:
- No le interesan los temas trascendentes del academicismo (religiosos, mitológicos, políticos, literarios o históricos) que hasta ese momento había demandado mecenas como la Iglesia, la Monarquía absoluta o el nuevo Estado liberal.
- Sí les interesan los temas decorativos o pintorescos (costumbrismo, paisaje, retrato o bodegón ) que había empezado a demandar muy recientemente (desde el siglo XVII, por ejemplo, en Holanda) la burguesía o una nobleza aburguesada y que practicaba el realismo. Este es el segmento social al que dedican su pintura, una clase con capacidad económica suficiente para consumir arte de pequeño formato, a través de las galerías de arte, un nuevo mecanismo de venta. Los temas, por tanto, son intrascendentes, ordinarios, sacados de la vida cotidiana y de la sociedad en la que vive el pintor.
  • El paisaje campestre. El pintor impresionista se siente atraído por la naturaleza porque en ella es posible demostrar sus teorías sobre el tiempo y la luz y porque es bella en sí y desde su libertad quieren disfrutar de la misma. Tampoco es despreciable el motivo económico, ya que se dan cuenta que esta temática tiene gran aceptación en el mercado burgués. Realmente continúan una tradición iconográfica ya iniciada en el barroco y continuada en el siglo XIX por pintores del romanticismo como Constable, Turner o Friedrich o por pintores realistas como Corot o Rousseau.
Monet. Campo de amapolas en Argenteuil, 1873




  • El paisaje urbano. La ciudad de París es el ámbito en el que viven los pintores impresionistas y, por tanto, lo pintan. Pretenden trasmitir el ritmo nervioso de la gran ciudad y su cotidianeidad.
  • La vida burguesa. Como miembros de esta clase social, los pintores reflejan su propia vida.
La intimidad de sus casas. Se reflejan sus viviendas y sus intrascendentes actos del día a día como peinarse, lavarse, mirarse al espejo, disfrutar de la lectura o de una taza de té. En esta subcategoría temática destacan las mujeres impresionistas.

Degas. En la tina, 1886.



Su ocio. Los pintores impresionistas disfrutan del tiempo libre y lo muestran: paseando por el parque o por el jardín; asistiendo a la ópera, al circo, al teatro, al ballet, a las carreras de caballos; bailando en las fiestas populares; tomando una copa en los cafés; descansando en la playa; pescando; nadando; regateando…

  • Retratos. No es un tema novedoso, ya que desde los primitivos flamencos en el siglo XV había ido adquiriendo importancia siglo a siglo. Los impresionistas no realizan  retratos oficiales, ámbito que tenían vetado por la pintura academicista. Son retratos de sus clientes burgueses, de sus amigos, de sus familiares y de ellos mismos. Lo importante en un retrato no es reflejar fielmente los rasgos ni la personalidad del modelo sino, de nuevo, ensayar sobre figuras humanas los presupuestos técnicos.
  • Bodegones. Es un tema no muy usual en los primeros impresionistas porque es de interior y prefieren el aire libre, pero cundo lo realizan es para ensayar su técnica de aplicación del color o de construcción de formas. No les interesa captar la calidad del objeto.
En definitiva, los temas son sencillos y no importan tanto como la forma en que se presentan.


CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS.

Al desprenderse del mecenazgo el pintor es más libre y pone su atención en otras preocupaciones artísticas.
  • Los pintores impresionistas NO quieren representar la realidad como algo racional y objetivo recreado en el taller. Esa era la realidad académica que debía adaptarse a unos criterios de belleza o perfección establecidos, basados en técnicas que proporcionaban sensaciones de verismo como: la proporción o canon figurativo; la gradación de colores y el uso correcto de las luces y las sombras para conseguir la sensación de volumen; los estudios de perspectiva geométrica para conseguir la captación de profundidad; la utilización del color más objetivo a la realidad, pero al mismo tiempo más armonioso; la pincelada invisible; el dibujo correcto…
  • Los pintores impresionistas quieren captar la realidad tal como la ven en el momento y directamente sobre la naturaleza. Intentan incluir en la pintura el tiempo, el instante o, si queremos llamarlo así, la “impresión”. Este intento de captar la cuarta dimensión pictórica ya lo intentó el barroco al insistir en mostrar movimiento o fuerza, como expresión burda de captar el instante. Los impresionistas apuestan por el color y la pincelada para obtener ese momento fugaz. Sus series sobre el mismo tema (La catedral de Ruan de Monet, por ejemplo) buscan  demostrar que no hay un momento igual, que cada instante es distinto al anterior. De ahí que el pintor tenga que trabajar con pinceladas rápidas y al aire libre para no dejar escapar el instante.


  • La paleta de colores que emplean es clara, tal y como corresponde a la representación de escenas al aire libre, iluminadas por la luz del sol. La oscuridad de los fondos de las escenas de interior pasa al olvido. El negro es un color desterrado por el movimiento, porque hasta las sombras son coloreadas. Apuestan por las nuevas teorías científicas del color  y la luz por las cuales nuestro cerebro es quien mezcla los colores que percibe nuestra retina, por lo que el pintor si quiere mostrar un  naranja deberá aplicar un amarillo y un rojo puros en el cuadro y no mezclarlo previamente en la paleta. Van aún más lejos, llegan a concluir que el color objetivo no existe, porque cuando la luz ilumina los objetos se convierte en un montón de matices. Es decir, una hoja objetivamente verde, si le da la luz del sol puede reflejar amarillo en su zona más expuesta y el color complementario más oscuro en las sombras. Los neoimpresionistas serán los que lleven a sus últimas consecuencias estas ideas.
  • La pincelada se acomoda a la temática. Si se busca representar la incidencia del sol sobre un objeto en un momento determinado, las pinceladas han de ser vibrantes, cortas y yuxtapuestas, para que el artista pueda captar la fugacidad del instante. Los trazos dejan de ser minuciosos y dan sensación de abocetamiento, como descuidados; muchos cuadros muestran incluso zonas del lienzo al descubierto. Otra técnica muy utilizada es diluir el óleo hasta alcanzar una fluidez semejante a la acuarela.  Esta rapidez le da la cuadro un aspecto de inconcreción que busca que el espectador que lo contempla se mueva, se aleje o se acerque,. Si se acerca contempla una multitud de pinceladas aparentemente sin sentido, si se distancia el conjunto toma coherencia. En cada espectador, por tanto, se ha provocado una impresión distinta.
Detalle de cuadro de Monet. Pinceladas y firma


  • En cuanto  a la composición, sustituyen el equilibrio geométrico del Renacimiento por una nueva concepción del espacio cercana al encuadre fotográfico, donde el tema central desaparece o las figuras pueden aparecer incompletas al quedar cortadas por los bordes del cuadro.

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