En 1874 fue descubierta en la colina Esquilina de Roma una estatua de un desnudo femenino, que se identificó con el de Venus, y que inmediatamente pasó al acervo iconográfico del mundo clásico y a ejercer una notable influencia sobre la pintura de final de siglo.
Cuatro vistas de la Venus Esquilina.
El descubrimiento arqueológico. La "Venus".
La obra fue encontrada en un lugar que se supone fue uno de los jardines imperiales, los Horti Lamiani, que ya había sido un gran yacimiento arqueológico desde el siglo XVI. Aquí se sacó a la luz también una variante del Laoconte y del Discóbolo y el busto de Cómodo con los atributos de Hércules. La escultura pasó a la colección del Museo Capitolino donde se exhibe hoy en día.
La Venus Esquilina en todo su esplendor.
Sus brazos no se han encontrado, aunque los restos de la mano izquierda en la cabeza sugieren que tenía los brazos alzados y estaba atándose una cinta.
Por el estilo se puede datar entre el siglo II o I a. C., siendo ésta una copia romana de un original griego neoático. En el helenismo se difunde este tipo de figura erótica femenina: curva praxiteliana, torso musculado, pechos pequeños y muslos apretados. Una estatua sin cabeza y sin parte de las piernas, que se conserva en el Louvre, confirma que era un prototipo habitual de desnudo femenino de la escultura griega.
Venus del tipo Esquilina del Museo del Louvre.
Se desconoce con exactitud a quien representa, aunque existen varias teorías:
- La diosa romana Venus, posiblemente en forma de Venus Anadiómena o saliendo del mar.
- Una simple bañista mortal en actitud de atarse una cinta la cabello.
- La imagen idealizada de Cleopatra VII, la última de los soberanos de Egipto.
Venus como inspiración desde el Renacimiento.
Por todos es sabido que el Renacimiento y el Neoclasicismo buscaron la inspiración, cuando no la imitación del mundo clásico. A falta de referencias de calidad en pintura, la escultura se convirtió en la clave para encontrar la esencia grecorromana. En la obra de Ghiberti, Botticelli o de Miguel Ángel palpitan los hallazgos arqueológicos del momento, aquellas piezas que sus mecenas atesoraban como coleccionistas. El descubrimiento de Pompeya y Herculano en el siglo XVIII volvió a impulsar la emulación de estas obras.
Detalles del Nacimiento de Venus de Botticelli y de la Venus Capitolina.
La diosa Venus fue la representación más inspiradora desde el Renacimiento, tal vez porque era la excusa perfecta para la representación de un desnudo femenino en tiempos en los que éste era tabú. Desnudos bellísimos de Botticelli, Tiziano, Correggio, Rubens, Velázquez, Ingres... causaron escándalo, pero se toleraron al fin y al cabo, porque se trataba de recrear la belleza de una diosa de la Antigüedad.
Jean Auguste Dominique Ingres. Venus Anadyomene, 1848.
Lo que no se conoce tanto es que a finales del siglo XIX, coincidiendo con un nuevo empuje científico de la arqueología que puso al descubierto ciudades míticas en Grecia, Italia y Egipto, también hizo crecer el interés de los pintores por el mundo Antiguo y, por tanto, se produjo un nuevo renacer. Pero la sociedad comenzaba a transformarse y los pintores se hacían cada vez más atrevidos. Una buena prueba es la actitud provocadora de Eduard Manet al presentar en la década de los 60 dos cuadros de desnudos, Desayuno en la hierba y Olimpia, inspirados en cuadros del siglo XVI.
La Venus Esquilina y la pintura de finales de siglo XIX.
Como ya he comentado al comienzo, en 1874 se produjo el descubrimiento de la que conocemos como Venus Esquilina e inmediatamente tuvo una repercusión muy directa en los pintores.
Los pintores más académicos como William Adolphe Bouguereau interpretaron el tema en clave mitológica, como el Nacimiento de Venus (1879). La belleza y sensualidad de la diosa se perdona al amparo del tema y de la tradición. Esta obra triunfa en los Salones Académicos de París porque no pretendían representar una mujer "real".
William Adolphe Bouguereau, Nacimiento de Venus (1879).
Sin embargo, otros pintores también de técnica académica que la recrearon no tuvieron tanto reconocimiento e incluso les fue difícil vender su obra. La razón es que interpretaron la obra en clave humana.
Lawrence Alma Tadema, que fue el primero de los pintores en ver la obra en directo (invierno de 1875/76) y en pasarla al lienzo (1877), la concibió como una modelo que posa mientras que el escultor la contempla intentando captar su belleza. La obra provocó una célebre respuesta del obispo de Carlisle y de numerosas cartas a la prensa de rechazo, cuando la obra se exhibió en Líverpool en 1878. Estas son las palabras del obispo que reflejan la hipocresía de la sociedad victoriana del momento: "que un artista vivo exponga una representación de tamaño natural y casi fotográfica de una hermosa mujer desnuda es algo que golpea mi conciencia no artística como un acto malicioso".
Lawrence Alma-Tadema. La modelo de un escultor, 1877.
Edward Poynter tampoco tuvo mucha suerte cuando utilizó la misma estatua como prototipo para el desnudo femenino de Diadumene (1884), la versión femenina de la obra griega masculina de la conocida obra de Policleto, en la que un atleta masculino se ataba una cinta en torno a la cabeza. La polémica contra el desnudo volvió a desatarse en las cartas al director de The Times de Londres, aunque el pintor argumentara que sólo pretendía rendir un homenaje arqueológico a Policleto y a Praxiteles. En 1893 Poynter se vio obligado a cubrir la Diadumene, seguramente porque no encontraba comprador para la versión desnuda.
Edward Poynter, Diadumene (1884).
Creo que también pudo influir en la obra de Goya: Saturno devorando a sus hijos.
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