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domingo, 12 de octubre de 2014

JUAN BAUTISTA NIETO. PINTOR HIPERREALISTA.

Tengo el placer de presentaros la obra pictórica de Juan Bautista Nieto, nacido en Lora del Río, Sevilla, en 1963.

Juan Bautista Nieto. La habitación, 2009. Detalle.

Su estilo es inconfundible.

1.- Técnicamente. Parte del hiperrrealismo fotográfico, pero en blanco y negro. Lo que me asombra de su trabajo es que con sólo las distintas tonalidades del gris sea capaz de transmitir tanta emoción a cada uno de sus cuadros. La mayor parte de su obra la realiza con una base de pintura acrílica sobre tabla preparada a la que aplica tinta, grafito y acuarela para conseguir los distintos tonos. El efecto final es una obra entre la fotografía en blanco y negro y el dibujo. En el vídeo se puede comprender cómo trabaja con estos materiales.

2.- Luego, por su puesto, está la calidad en reproducir hasta el más mínimo detalle, con una meticulosidad y un amor propio de un pintor flamenco del siglo XV. Se  podría decir que su intención es introducirse en el objeto para compartir su esencia y mostrarnos la perfección en su simplicidad. Él nos demuestra que una simple taza o una aceitera puede ser bella si somos capaces de contemplarla con amor.

3.- Su temática no es muy variada, se concentra básicamente en dos aspectos:
  • Las naturalezas muertas de objetos simples o frutas (peras, granadas y melón) a las que a veces "da vida" con unas manos que las manipulan o las señalan dándoles un significado simbólico. Son manos de magos que juegan con nuestra imaginación al visto y no visto.
  • La mujer es su otra dedicación. Mujeres que posan solitarias y  a las que el pintor contempla

El cuadro se llama "Culpa" y es una de sus últimos trabajos. si queréis saber más de su obra. Podéis ir a su web.
Allí encontraréis mujeres cocinadas a fuego lento, ensimismadas, en cuarto creciente, pilladas en su intimidad, recortadas por un silencio espeso. Mujeres que son una joya mal guardada, expuestas, sin rostro ni necesidad de la concreción pagana de una boca. Niñas que son una y a la vez son todas, pero, eso sí, sin color ni mirada. Cuerpos generosos, vestidos con ecos de surrealismo, ofrecidos en poses que son meditación sobre el acto mismo de pintar. Cuerpos carnales que gustan y reclaman manos. Cuerpos para el pecado, la curiosidad y la gula: curvas resucitadoras. Cuerpos que, de tan luminosos, no necesitan espíritu que los anime. Y el espejo, como dijo Roque Dalton, para los vampiros.

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