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viernes, 10 de octubre de 2014

ORIENTALISMO EN EL SIGLO XIX. LA FASCINACIÓN POR ORIENTE DE LOS PINTORES OCCIDENTALES.

El término orientalismo se usa para describir las obras de arte producidas en Europa durante el siglo XIX que parecían representar precisas imágenes del África mediterránea así como de Oriente Próximo.

El porqué del orientalismo.
  • Razones históricas. 
  1. La razón del interés por pintar imágenes de esta zona del mundo ya venía de antiguo. Venecia había sido un emporio comercial desde la Edad Media y había traído consigo el gusto por lo exótico y por ese mundo lejano. Pero cuando se vuelve a poner de moda en el siglo XIX es en parte como consecuencia de la Revolución francesa y de las rivalidades entre Gran Bretaña y Francia. En concreto, Oriente se puso en la palestra política con la invasión de Egipto y Siria que llevó a cabo Napoleón Bonaparte entre 1798 y 1801. Esta expedición redescubrió las antiguas civilizaciones de hace miles de años con sus colosales construcciones y obras figurativas. El imaginario occidental se llenó de las glorias de imperios perdidos que podían ser comparados con los nuevos creados en Occidente. El interés arqueológico se multiplicó con el desciframiento del jeroglífico y el cuneiforme, pero también se reavivó el interés por las costumbres de los pueblos que actualmente habitaban en ese lugar.
Jean-Léon Gérôme. Napoleón ante la esfinge, 1886.

  1. Años más tarde, acontecimientos acaecidos en el Imperio Turco como la independencia de Grecia en la década de los 20 impulsaron aún más a artistas y literatos románticos a conocer o fantasear sobre ese mundo exótico y lejano. 
  2. Con la invención del ferrocarril y del barco de vapor las distancias se acortaron y se abarataron los viajes. Muchos más artistas pudieron desplazarse a países como Turquía, Marruecos, Egipto o la península Arábiga y pintar de primera mano.
David Roberts. Una vista de El Cairo, 1840.

  1. Por último, desde los años 60 las potencias europeas intervinieron cada vez  más en la zona en su carrera por repartirse el mundo. Abrieron el Canal de Suez  y se convirtieron en ocupantes coloniales.

    • Razones culturales. 
    1. El neoclasicismo fue la primera gran corriente pictórica que tocó el tema, aunque lo hizo a mayor gloria de las conquistas de Napoleón y como medio propagandístico de la grandeza del Imperio.
    2. En el romanticismo, la seducción por el oriente cumplió el mismo papel de alejamiento de la realidad que el historicismo medievalista. Oriente sería un lugar donde se vivían aventuras que no se vivían en el propio país, era un paraíso exótico lleno de misterios. Además la ubicación de una escena en esta localización del mundo permitía al pintor y a sus compradores expresar sus deseos ocultos o ilícitos como el erotismo que estarían mal vistos si fuesen trasladados a sus ambientes cotidianos occidentales.
    Bernard Debat-Ponsan, El masaje, 1883.

    1. El academicismo consagró este género a mediados del siglo XIX cuando Jean Auguste Dominique Ingres, presidente de la Academia francesa, pintó sus escenas de baños turcos y odaliscas. Fue en ese momento cuando se convirtió en un género más de la pintura donde ensayar, fundamentalmente, el desnudo, el color, la luz  y los tipos populares.
    Mariano Fortuny. Marroquí. 1869. Acuarela.

    1. Hacia finales del siglo XIX, la popularidad del orientalismo como movimiento artístico empezó a decaer, aunque las imágenes y los temas siguieron siendo influyentes hasta bien entrado el siglo XX e inspiraron todavía los viajes y las obras de Pierre-Aguste RenoirHenri Matisse y Paul Klee.
    Temática.

    Del norte de África y Oriente Medio les interesaba todo. 
    • tanto los paisajes de  luz deslumbrante, como los interiores tenebrosos;
    • las complejas vistas urbanas como los insondables desiertos; 
    • los colores fantásticos de los ropajes como las encarnaciones en todos los tonos, del negro al blanco nacarado, pasando por el moreno; 
    • los tipos populares cubiertos de harapos como los grandes sultanes lujosamente vestidos; 
    • las tapadas y sumisas mujeres de los mercados como los voluptuosos desnudos de las mismas en los baños; 
    • la violencia de sus combates a espada como la tranquilidad y reposo sensual de los harenes;
    • los temas escabrosos como el esclavismo y la vida cotidiana de la gente en la calle.
    John Frederick Lewis. La comida de al medio día, El Cairo, 1875.

    El estilo realista con el que se pintan estos temas confiere una sensación de fidelidad topográfica y etnográfica a las obras, tanto si son en realidad retratos exactos como si no. En realidad, algunas de las pinturas estaban basadas en ideas preconcebidas sobre Oriente y ponen de manifiesto claros prejuicios en las historias que narran.

    Algunos pintores y cuadros.

    Los artistas que trabajaron en el estilo orientalista eran predominantemente franceses y británicos, aunque también los hubo de todos los países occidentales: italianos, austriacos, norteamericanos y españoles. Veamos el tratamiento de algunos de ellos de distinta época.

    El orientalismo en Francia.

    Aunque la obra de Jean Auguste Dominique Ingres incluye motivos exóticos y sensuales desnudos desde 1814 con La Gran Odalisca, nunca viajó a Oriente. La pintura de El baño turco (1862) que podemos ver en este artículo es, por tanto, pura invención. Es un estudio más de los que realizó sobre la belleza femenina. Una composición densa y llena de voluptuosos desnudos. La forma circular de la pintura trasmite la impresión de que las mujeres están siendo observadas desde una mirilla y que la pintura fue creada para el placer del observador. El tono erótico de sus atractivos desnudos tendrá su continuación en su discípulo Theodore Chasseriau y en la pintura académica de pintores franceses de generaciones siguientes como Jean-Léon Gérôme.

    Jean Auguste Dominique Ingres. El baño turco, 1862.


    Jean-Léon Gérôme fue uno de los pintores franceses que más se interesó por los temas orientales. A partir de 1853 empezó a viajar regularmente a Turquía, Egipto y Asia Menor y sus pinturas de Oriente Próximo le dieron  renombre. Le interesaban los temas sensuales de los baños públicos y de los harenes, pero también las costumbres de los devotos musulmanes. En Plegaria pública en la mezquita de Amr, El Cairo (1870), retrata a la perfección el acto cotidiano de la oración con gran viso de autenticidad. Cuando Gérôme la visitó en 1868 durante su viaje a Egipto, la mezquita ya estaba en desuso. Es probable que esta pintura esté basada en varios dibujos y fotografías realizados durante sus viajes. Gerome manejaba con tal precisión el pincel y obtenía unos acabados tan suaves que muchas des sus pinturas dan lugar a superficies casi fotográficas. El efecto espectacular creado por las columnas confiere un ritmo a la composición que precipita la vista hacia la pared lisa del fondo. En la escena busca contrastar la pobreza del hombre santo, sólo vestido con un taparrabos y con el pelo al aire, con el hombre rico del primer plano que viste túnica roja y dorada al que acompañan unos criados. La atmósfera solemne y religiosa de la mezquita se ve interrumpida únicamente por el detalle realista de las palomas que revolotean y comen.

    Jean-León Géròme. Plegaria pública en la mezquita de Amr, El Cairo, 1870.


    Bien diferente son las obras de Antoine-Jean Gros, autor de grandes escenas históricas. Sus pinturas son magníficas obras épicas destinadas a satisfacer las exigencias del imperialismo; aunque en ellas pueden verse motivos arquitectónicos e indumentarios islámicos, así como una iluminación y unas localizaciones norteafricanas, fueron diseñadas para justificar las campañas de Napoleón en Egipto y ensalzar la figura del Emperador.

    Antoine-Jean Gros. Bonaparte visita a los apestados de Jaffa. 1804.


    Delacroix también prefiere inicialmente el relato histórico, ya sea contextualizándolo en la guerra de la Independencia de Grecia como La matanza de Chios (1824), o ya sea trasladándolo a la antigüedad como La muerte de Sardanápalo (1827). Aunque desde que en 1832 visita Argelia y Marruecos sucumbe ante el exotismo y los temas costumbristas. Estos le permiten desarrollar todo el colorido, el movimiento y la pasión que siente y expresa por su pintura. En Mujeres de Argel (1834) refleja el interior de un harén pero, a diferencia de Ingres, modera la carga sensual de la escena y se centra en captar la penumbra de la sala, las encarnaciones de las pieles y las exóticas ropas.

    Delacroix. Mujeres de Argel, 1834.

    A menudo los cuadros de las últimas etapas se ubican en escenarios norteafricanos y con tipos musulmanes, pero son la excusa temática para realizar cuadros donde desbordar su energía pictórica, como podemos comprobar en este esbozo sobre una cacería de leones que tenemos debajo.

    Delacroix, Eugene. Cacería de leones, 1854. Esbozo.

    Artistas como Eugene Fromentin viajaron a Oriente Próximo y pintaron paisajes, monumentos y escenas contemporáneas que después expusieron como pinturas objetivas y documentales. En la escena callejera pintada por Fromentin, La calle de Bab-El-Gharbi, Laghouat, unos soldados buscan un lugar sombreado para resguardarse del sol. También se pintaban paisajes norteafricanos y arábigos como localizaciones para retratar escenas históricas y bíblicas.

    Eugène Fromentin. Una calle en El-Aghouat, 1859.


    El orientalismo inglés

    Uno de los primeros artistas interesados por obtener de primera mano imágenes de Oriente fue el ilustrador y pintor romántico escocés David Roberts, al que ya he dedicado un artículo en relación con su fascinación por Egipto. Tras su viaje por Egipto y Próximo Oriente ente 1838-39 se convirtió en el difusor de la gran civilización de los faraones rescatando paisajes arqueológicos bellísimos, pero también trajo consigo vistas de las ciudades musulmanas y de sus tipos que causaron conmoción en Inglaterra por su viveza y exotismo.

    Roberts, David. Abus Simbel enterrado.1838.


    El prerrafaelista Holmant Hunt visitó Oriente Próximo en tres ocasiones desde la década de los 50 para conferir un escenario real, lleno de detalles autóctonos, a sus obras de temática bíblica. En El chivo expiatorio, comentado en otro artículo, representa a una de las dos cabras que se ofrecían en sacrificio en los rituales celebrados durante el Día de la Expiación, tal y como aparecen descritos en el libro de Levítico y que simboliza al mismo Cristo. Hunt pintó la obra cerca del mar Muerto y recorrió largas distancias hasta encontrar una peculiar cabra blanca que poder representar. Su ambientación de El niño Jesús hallado en el Templo, recrea a la perfección la luz de Palestina y los tipos hebraicos.

    William Holman Hunt. Jesús hallado en el templo, 1860.


    Pero el pintor inglés que mejor recreó los tipos populares fue John Frederick Lewis. Sus imágenes idealizadas de la intimidad de las mujeres de los harenes, de los ricos vestidos, del detalle arquitectónico y del mobiliario causaron honda impresión en la alta sociedad británica que en cierta manera imitó en habitaciones que se decoraron a imagen de estos escenarios.

    John Frederick Lewis. Vida de un Harem en Constantinopla, 1857.


    El orientalismo español. Mariano Fortuny.

    En 1860 estalla un conflicto bélico entre España y el reino de Marruecos. La Diputación de Barcelona decidió enviar a  Mariano Fortuny, hasta ese momento pensionado en Roma, como corresponsal gráfico. Debía realizar la crónica de la guerra en dibujos y pinturas y, principalmente, debía inmortalizar dos importantes batallas: la de Wad Rass y la de Tetuán. En el siguiente enlace podéis ver un artículo sobre la batalla de Tetuán.

    Mariano Fortuny. El café de las golondrinas, 1869.

    Fortuny aunque empieza a recopilar imágenes e información sobre las batallas, pronto se siente subyugado por el ambiente, las costumbres y, sobre todo, por la luz cegadora de África y pospone su proyecto inicial. En poco más de dos meses de estancia en Marruecos se ejercita en la realización de apuntes rápidos que interpretan y expresan el movimiento con toques certeros de color. Son apuntes, dibujos y acuarelas al aire libre, de la vida y costumbres de aquel país africano.

    Mariano Fortuny. El vendedor de tapices, 1870.

    Fortuny volvió dos veces más a Marruecos y cada vez regresó más  cautivado por los efectos puramente plásticos y pictóricos que la luz. Su orientalismo se diferencia del de los otros cultivadores del género no por la temática, sino por su tratamiento a base de pinceladas sueltas, pinceladas de "impresión".

    Algunos enlaces interesantes.


    5 comentarios:

    1. Me enseña mucho tu blog, gracias.

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      1. Me alegro mucho, Sheena, esa es la función del blog: ser didáctico y disfrutar con el arte.
        Gracias a ti, por detenerte a comentar.

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    2. Me ha servido de mucho y me ha parecido muy interesante. Un saludo ;)

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    3. Muy interesante, siempre aporta un extra a mis propios conocimientos. Muy buena la selección de obras. Muy útil encontrar el autor, nombre de las obras y el año de creación (sugiero agregar más datos de ser posible). Felicitaciones!!!!

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    4. Excelente resumen.Las obras seleccionadas son perfectas.Gracias,el blog es sumamente útil.Saludos

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