Páginas

miércoles, 5 de noviembre de 2014

LAS FURIAS: DE TIZIANO A RIBERA. ALEGORÍA POLÍTICA Y DESAFÍO ARTÍSTICO.

Desde el 21 de enero y hasta el 4 de mayo de 2014, el Museo del Prado ofrece la exposición "Las furias: de Tiziano a Ribera. Alegoría política y desafío artístico". La exposición no es muy extensa, ya que sólo se compone de 27 obras -dos dibujos, ocho grabados, una medalla y 16 pinturas- que se exponen en torno a una copia del Laoconte. Sin embargo, es una exposición con distintos niveles de lectura donde asistimos al nacimiento, desarrollo y desaparición de un tema mitológico que tuvo un alcance paneuropeo, que interesó por igual a católicos y a protestantes, en monarquías absolutas y en repúblicas. Y un tema que en el fondo, tal y como ha sido expuesto en el montaje, con todas las obras dialogando entre sí y todas ellas en torno al Laoconte, nos permita también reflexionar sobre nociones fundamentales para el arte de la época como eran las de imitación, las de emulación o las de originalidad.


El tema mitológico.

En realidad, las Furias eran unos personajes femeninos, personificación del castigo y la venganza, encargados de velar que los condenados en el Hades cumplieran sus castigos, pero en España, desde el siglo XVI, se conoció con este nombre a los lienzos que Tiziano dedicó a cuatro personajes que se atrevieron a desafiar a los dioses del Olimpo: TicioIxiónTántalo y Sísifo. El error se perpetuó y desde entonces se utiliza el termino Furias para designar esta temática que cuenta las desventuras en el Hades greco-latino de estos cuatro personajes mitológicos.

Tiziano. Sísifo, 1548-1549. Óleo sobre lienzo, 237 x 216 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado.


En las Metamorfosis, el poeta romano Ovidio narra el sufrimiento eterno de estos cuatro desgraciados personajes que osaron desafiar a los dioses:
  • Ticio, por intentar violar a una amante de Zeus, había sido condenado a que un buitre devorara su hígado, que se regeneraba una y otra vez.
  • Ixión, progenitor de la raza de los centauros, intentó suplantar a Zeus en el lecho de Hera, por lo que fue castigado a dar vueltas sin fin en una rueda.
  • Tántalo, por servir a su hijo de festín a los dioses, fue castigado a procurarse en vano alimento.
  • - El delito de Sísifo fue haber delatado las infidelidades de Zeus y haber engañado a los dioses. por lo que fue castigado a portar cuesta arriba una enorme piedra que siempre caía antes de llegar a la cima y que debía de nuevo eternamente cargar.
    A lo largo de un siglo y medio, desde mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XVII, el tema gozó de una gran popularidad en Europa y asumieron otros significados.

    El tema de las Furias. El mensaje político inicial.

    El tema de las Furias, como conjunto, fue concebido en 1548 como una alegoría de índole política. Ese año, María de Hungría encargó a Tiziano cuatro grandes lienzos con cada uno de estos personajes para su residencia, el palacio de Binche en las afueras de Bruselas, en la actual Bélgica. Su idea era que lucieran junto con otros para exaltar la monarquía de su hermano, el emperador Carlos V. Los condenados y castigados en el Hades por desafiar a los dioses, serían el símbolo que encarnaría a los príncipes alemanes que habían sido derrotados por su hermano en la batalla de Mülhberg ese mismo año. De paso serían una advertencia del destino que les esperaba a aquellos que osasen desafiar el poder imperial. Al elegir estos cuatro personajes como motivo de esos lienzos, estaba creando una alegoría política de carácter totalmente novedoso. Puesto que ni en la Antigüedad ni en la baja Edad Media, ni tampoco en las primeras décadas del Renacimiento, estos cuatro personajes habían tenido un significado político. Desde entonces y en las siguientes décadas, los gobernantes de Europa eligieron el tema de las Furias como mensaje simbólico-político, como un aviso para quien osara desafiar al poder establecido.

    Cornelisz van Haarlem. Ixión, 1588. Óleo sobre lienzo, 192 x 152 cm. Rotterdam, Museum Boijmans van Beuningen.


    Representar estas figuras mitológicas que habían tenido un protagonismo muy secundario durante la Antigüedad fue, por dos razones, un reto para Tiziano. Conceptualmente, porque fue el primer encargo imperial que no era un retrato y su primera incursión en la alegoría política. Y formalmente, porque necesitaba crear eran cuadros de una sola figura que exigían una monumentalidad y un pathos dramático que impresionaran. No tuvo duda de que ante esta problemática sus referentes obligados  debían ser la escultura clásica y Miguel Ángel, máxime tras haber estado en Roma recientemente, entre 1545-46, y haber conocido de primera mano obras claves de la Antigüedad como el Laoconte y estar todavía fresco el Juicio Final de la Capilla Sixtina.

    Giulio Sanuto. Tántalo, 1565. Grabado, 44.2 x 34.1 cm. Budapest, Szépművészeti Múzeum.



    Además, antes de 1548, cuando Tiziano empezó a pintar las Furias, sólo Ticio contaba con un precedente de prestigio: el dibujo que Miguel Ángel regaló en 1532 a Tommaso de Cavalieri. Este modelo, que está en el exposición, explicaría porqué Tiziano mostró un águila devorando el hígado de Ticio, cuando las fuentes antiguas aluden a un buitre. Pero es que además necesitaba el dramatismo, la terribilitá y la monumentalidad de las figuras miguelangelescas.

    Miguel Ángel Buonarroti. El castigo de Ticio, 1532. Carbón y tiza negra sobre papel, 33 x 19 cm. Windsor Castle, Londres, Royal Collection Trust.


    Tanto Miguel Ángel como Tiziano, acudieron al Laoconte, presente en la exposición a través de una réplica del siglo XIX, para la representación del movimiento y del pathos. El Laoconte era una escultura helenística de la escuela de Rodas que, tras ser descubierta en Roma en 1506, se convirtió en lo que llamaron el ejemplo máximo. Ya, desde la antigüedad, Plinio la había considerado la obra de arte suprema, superior a cualquier otra pintura y escultura. Y que ninguna otra consiguió representar de forma más perfecta el dolor en el arte.

    Laoconte y sus hijos, vaciado en yeso del siglo XIX, procede del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Al fondo el Ixión y el Ticio de Ribera.


    En cuanto a las Furias pintadas por Tiziano permanecieron en Binche hasta la destrucción del palacio por tropas francesas en 1554. En 1558 María de Hungría las legó a Felipe II, que las destinó al Alcázar de Madrid, donde se las conoció con el equívoco nombre. Allí permanecieron hasta el incendio de 1734, cuando ardieron IxiónTántaloPor tanto, el Museo del Prado, sólo conserva hoy dos obras del pintor veneciano: Ticio, que en realidad es una copia hecha por el mismo autor, y Sísifo, el único superviviente del conjunto.

    Tiziano. Ticio, 1565 (es una copia del taller de Tiziano, el original debió ser hecho en 1548). Óleo sobre lienzo, 253 cm x 217 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado.


    En el modo de representar los episodios de los dos cuadros que quedan de Tiziano se advierte la traslación de elementos de iconografía cristiana a la mitología. Para visualizar el Hades, el pintor recurrió a fuegos, mientras el carácter negativo de los personajes se sugiere, por ejemplo, acompañándolos de serpientes, elementos no descritos por Ovidio. Las obras están concebidas para contemplarse en alto, con figuras de monumentales anatomías, a menudo desnudas, que crean el espacio en lugar de estar dentro de él. En cuanto al colorido, a distancia producen el efecto de falsa monocromía, de estar pintadas con una gama muy reducida con predominio de tonos marrones o verde oliva que, al acercarse, revelan una extraordinaria variedad que incluye vibrantes toques en rojo y amarillo.


    Las Furias como "Exemplum artis et doloris".

    Durante los años posteriores al encargo de María de Hungría a Tiziano, en el Manierismo y en el Barroco, el tema de las Furias disfrutó de notable fortuna entre los pintores, pero por otra razón distinta de la política inicial. Se consideró que este asunto era idóneo para que los grandes artistas demostraran su talento, ya que no sólo era un tema que permitía recrearse en el desnudo, en el virtuosismo anatómico en movimiento y en el sentimiento, sino que también permitía visualizar la estética del horror que recorría entonces Europa. Podía ser el nuevo "Exemplum artis et doloris".

    Cornelisz van Haarlem. Ticio, 1588. Tinta sobre papel, 36 x 26.8 cm. Vienna, Albertina.


    El tema servía para demostrar la pericia de los artistas en representar desnudos, en escorzos inverosímiles y en variedad de actitudes y movimientos. También había una dificultad expresiva en la medida que había que representar el dolor, el más difícil de los "affetti" o estados de ánimo. Pero es que además a lo largo de estos años fue abriéndose paso entre los pintores la idea de que una obra de arte podía visualizar un asunto desagradable de modo atractivo y que la representación habilidosa y con talento de estas escenas compensaba su efecto angustioso.

    Las Furias y su influencia en los Países Bajos.

    Aunque las Furias de Tiziano llegaron a España en 1558, fue en los Países Bajos donde tuvieron un impacto más temprano, tanto en artistas que pudieron estudiarlas in situ en los cinco años que permanecieron expuestas en el palacio de Binche (como Michael Coxcie y Maarten van Heemskerck), como a través de grabados, algunos realizados por holandeses como Cornelis Cort bajo la supervisión de Tiziano. Todo ello cristalizó en la ciudad de Haarlem en la década de 1580 en torno a su Academia, cuyos principales promotores fueron Van ManderGoltzius Cornelisz van Haarlem. El ideario de esta institución combinaba una interpretación extrema de Miguel Ángel, consistente en anatomías hipertrofiadas y escorzos inverosímiles sin caer mucho en lo truculento.

    Goltzius. Ticio, 1613. Óleo sobre lienzo, 125 x 105 cm. Haarlem, Frans Hals Museum.

    Se exponen en la muestra 4 grabados con forma de tondo que son buenos ejemplos de esta desmesura. El nexo común de ellos es que los cuatro personajes representados sufren caídas por su arrogancia ante los dioses, aunque en este caso se sustituyen a Sísifo y Ticio por Faetón e Ícaro. Las obras son fruto de la breve colaboración entre Goltzius y Cornelisz van Haarlem y muestran algunas de las escenas más atrevidas de escorzos y tensión muscular.

    Cornelisz van Haarlem y Goltzius, Heindrick. Tántalo, 1588. Grabado, 31 cm diámetro. Amsterdam, Rijksmuseum.


    Cornelisz van Haarlem/ Goltzius, Heindrick. 1562 - 1638. Arriba a al izquierda. Tántalo. Grabado, 31 cm diámetro. Arriba derecha, Faetón. Grabado, 33,5 cm de diámetro. Abajo a la izquierda, Ícaro. Grabado, 34,2 cm diámetro. Abajo derecha, Ixión. Grabado, 33 cm diámetro. Ámsterdam, Rijksmuseum.


    La frontera política y religiosa no impidió contactos artísticos entre Haarlem y Amberes, como ejemplifica la influencia mutua entre Goltizus y Rubens. Éste volvió en 1608 de Italia con un lenguaje que fusionaba intereses anticuarios, la monumentalidad de Miguel Ángel y el color veneciano, síntesis que visualizó admirablemente en su Prometeo. Este cuadro también se exhibe, aunque también excede la temática de las FuriasPrometeo es elTitán amigo de los mortales que robó el fuego de los dioses para darlo a los hombres y que será castigado porZeus que le encadenará y, como a Ticio, un águila le devorará todos los días el hígado.

    Pedro Pablo Rubens y Frans Snyders. Prometeo encadenado, alrededor de 1611. Óleo sobre lienzo, 242,6 x 209,5 cm. Filadelfia, Philadelphia Museum of Art.


    Las Furias y su influencia en Italia.

    Caravaggio no pintó nunca una Furia, pero fue determinante en el desarrollo espectacular del tema. Su uso de la luz tenebrista y del énfasis en la expresión dolorosa, en el grito; así como el uso de cuadros de gran tamaño donde los personajes aún parecen no caber, forjaron la expresividad de muchos pintores italianos que vieron en este tema de dramático desenlace una oportunidad para impactar al espectador. La fascinación por el tema alcanzó su ápice en Nápoles entre 1630 y 1660, pudiendo hablarse de una "estética del horror" en cuya formulación fue decisivo el poeta Giambattista MarinoMarino defendía el horror no como estrategia para transmitir un mensaje, sino como el mensaje en sí. Fue, sin embargo, José de Ribera quien convirtió las Furias en el epítome del horror en la pintura e hizo de Nápoles la ciudad donde disfrutaron de mayor predicamento. En la obra de Ribera no era necesario ver derramada mucha sangre para conseguir impresionar al espectador. Con sólo un certero picotazo en el costado de Ticio y el despojo colgante que se lleva el ave es suficiente para provocar el grito de horror.

    José de Ribera. Ticio, 1632. Óleo sobre lienzo, 227 x 301 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado. Detalle.



    José de Ribera. Ticio, 1632. Óleo sobre lienzo, 227 x 301 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado.


    Podemos ver en la exposición cómo los pintores se sirvieron de una serie de estrategias para abrumar al espectador y transmitirle esta estética del horror. La técnica tenebrista, caravaggiesca, ayudó a ello: figuras en primer plano, fuertemente iluminadas que se recortan sobre fondos prácticamente oscuros, por lo que parece que se precipitan sobre el espectador. En la obra de Ribera los rostros se vislumbran entre las sombras del Tártaro. La violenta imagen del condenado Ixión, boca abajo, acentúa la tensión de la dramática la luz, de la monumentalidad de las figuras, de las forzadas anatomías y de la expresividad gestual. Estos pintores hicieron hincapié cada vez más en los aspectos más truculentos de los castigos de los personajes. Es a partir de este momento en el que vamos a ver las heridas más sangrantes y las expresiones completamente desgarradas.

    José de Ribera. Ixión, 1632. Óleo sobre lienzo, 220 x 301 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado.




    Desde Nápoles las Furias se extendieron por Italia a través de obras de Ribera y los viajes de pintores próximos a él, como Salvator Rosa, que en 1639 eligió un Ticio para presentarse en Roma. Éste llevó esta estética del horror al paroxismo, casi a la casquería, como se puede apreciar en su Prometeo del palacio Corsini en Roma. Hay que señalar que Prometeo no es una de las Furias pero se le asocia con ellas debido a que sufrió el mismo castigo que Ticio, aunque moralmente no tenían nada que ver, ya que éste era un violador y aquél un benefactor que robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres.

    Salvator Rosa. Prometeo, 1648 – 1650. Óleo sobre lienzo, 344 x 214 cm. Galleria Nazionale dÁrte Antica di Palazzo Corsini.


    En Génova, sin embargo, el aporte napolitano se sobrepuso a un interés local por las Furias desde inicios del siglo XVII, ligado al tratamiento monumental de la anatomía en pintores como Luciano Borzone y a patronos como Giovan Carlo Doria, amigo de Marino, coleccionista de Rubens y propietario de varias Furias, cuyo palacio acogió una "Accademia dei nudi". En este ambiente se educó Asseretto, quien confirmaría su interés por las Furias tras visitar Roma un año después del triunfo allí de Rosa con su Ticio.

    Antonio Zanchi. Sísifo, 1660 - 1665. Óleo sobre lienzo, 110,4 x 119,8 cm. La Haya, Mauritshuis.


    Las Furias tuvieron su postrer momento de esplendor en Venecia, de nuevo gracias al arribo de obras napolitanas y de pintores como Luca Giordano, que difundieron tanto la temática como la estética del horror de la que participaban. Su principal cultor fue el genovés Langetti, quien combinó ecos de Asseretto con un conocimiento profundo de Ribera. Llegado a Venecia en 1655, Langetti fue el principal representante de los "tenebrosi", pintores que encontraron en el tenebrismo de raíz caravaggesco-riberesca la opción estética adecuada para expresar su agitado estado interior.

    Giovanni Battista Langetti. Ixión. Óleo sobre lienzo, 193,6 x 258,4 cm. Puerto Rico, Museo de Arte de Ponce, Puerto Rico.


    Las Furias desde el siglo XVIII.

    Hacia 1700 el tema se ha agotado y después de esa fecha ya no encontramos a ningún pintor que las pinte de forma conjunta. Tal vez, por los excesos cometidos al rozar los límites de la casquería o tal vez porque el barroco agonizante pensó que era mejor renovar sus metáforas.

    Aun así, de forma individual, estos personajes han seguido captando el interés de escritores, de artistas, de pensadores aunque no siempre de forma homogénea. El siglo XX por ejemplo fue el gran siglo de Sísifo que sirvió de inspiración a pintores, pero también a políticos como Rosa Luxemburgo que asimiló los trabajos de Sísifo con la lucha del proletariado autor del famoso "Mito de Sísifo" donde comparó las desventuras de este gigante con el absurdo del hombre contemporáneo.

    Theodoor Rombouts. Prometeo, Óleo sobre lienzo, 154 x 222,5 cm. Bruselas, Royal Museum of Fines Arts of Belgium. Detalle.



    1 comentario: