Bajo estas líneas podemos ver una imagen con las cuatro caras del cipo de Coimbra de Barranco Ancho (Jumilla, Murcia), que me pusieron sobre la pista de este artículo. Pertenece al monumento de tipo Pilar-estela de los Jinetes, de la primera mitad del s. IV a. C. (350-320 a.C.).
El monumento funerario de piedra caliza coronaría alguna de las dos tumbas principescas, número 22 ó 70, de la necrópolis del Poblado del yacimiento ibérico de Coimbra del Barranco Ancho en Jumilla. El cipo fue descubierto volcado entre ellas durante las excavaciones de julio del año 1981.
Foto de 1981 pocos días después del descubrimiento. Podemos distinguir tumbada la cara del cipo que representa la gran figura sedente. La fotografía es significativa porque nos podemos hacer perfectamente la idea del tamaño de la gran pieza labrada en sus cuatro caras largas y del peso de la misma, 305 kilos. Esto dificultó la extracción del lugar donde se encontró a los arqueólogos, que en la foto parecen sopesar cómo trasladarla. También debió ser un problema para aquellos que la colocaron en el monumento, que tuvieron que recurrir a horadar el sillar para ayudarse de cuerdas o puntos de apoyo. El encontrarse volcada en esta posición determinó el grado de conservación de los relieves de cada cara: el peor conservado es el que quedó boca arriba, por estar más expuesto a la erosión y el mejor fue el que quedó boca abajo, contra el suelo; los de los laterales tienen un deterioro medio.
Esta pieza encontrada en una de las necrópolis de Coimbra nos corrobora que una de las señas de identidad de los pueblos ibéricos del sureste peninsular -oretanos, contestanos y bastetanos- fue el uso, en contextos religioso-funerarios, de monumentos en los que se combinaba la escultura y la arquitectura. En otros artículos de este blog ya hemos destacado la importancia que tuvo la representación escultórica entre las élites ibéricas de la zona:
- - A través del estudio que hice sobre el Heroon de Obulco (Porcuna, Jaén), vimos como desde el siglo V la escultura ya fue utilizada como una forma de exaltación de un grupo dominante que quería imponerse sobre el resto de la sociedad a través de un monumento funerario. Tal ostentación de poder pudo ser la causa de la destrucción de estos monumentos en algún momento.
- - Cuando analicé los exvotos escultóricos, en piedra o bronce que se depositaban en los santuarios, vimos cómo estas pequeñas obras se utilizaron para expresar la religiosidad y para contactar con las fuerzas divinas. Por su tamaño y su carácter mágico han sido las esculturas que en mayor número nos han llegado. Entre Jaén, Albacete, Granada, Murcia y Alicante encontramos decenas de santuarios con miles de exvotos en terracota o bronce.
- - Y, por último, también hemos visto en este blog, cómo las obras más bellas y mejor conservadas, como es el caso de las damas de Elche (Alicante) o de Baza (Grananda), fueron concebidas para ser acompañantes del difunto y protectoras en el más allá en algunos enterramientos de la aristocracia.
Ejemplos de esculturas ibéricas analizadas en este blog; una de las escenas de combate entre guerreros de Porcuna (izq.); figurillas de bronce de santuarios de Sierra Morena (centr.); y la gran Dama de Baza (der.).
En este artículo, vuelvo sobre la escultura ibérica con el objetivo de divulgar la obra de Coimbra del Barranco Ancho de Jumilla, que a mi juicio es excepcional, por su calidad y porque nos permite hacer nuevas reflexiones sobre la escultura ibérica.
El poblado de Coimbra de Barranco Ancho en Jumilla.
A 4,5 kms al sur-suroeste de la ciudad de Jumilla y a una altitud entre los 700 y 825 metros se levantó el poblado ibérico del que se desconoce su nombre. Su ubicación le permitía controlar el paso entre la cuenca del Segura y del Vinalopó y el suroeste de la Meseta Sur. Lo que hasta ahora se sabe de su historia es que fue ocupado entre los siglos V y II a. C. y que presumiblemente fue destruido por la ocupación romana en torno al año 190 a. C..
Mapa de la zona de presencia segura de los contestanos (naranja oscuro) y de influencia (naranja). El yacimiento de Coimbra de Jumilla (Murcia) estaría a medio camino entre las zonas de influencia de oretanos, bastetanos y contestanos.
Del poblado, parcialmente excavado, se conserva un amplio recinto fortificado con murallas y puerta con torres, que delimita una extensión de 54 hectáreas. Las viviendas excavadas nos muestran edificios de planta rectangular que se disponen aterrazadas en una ladera bastante pronunciada. Se han descubierto hasta ahora tres necrópolis de cremación (Barranco, Senda y Poblado), siendo la más importante la conocida como del Poblado, por la cercanía al asentamiento urbano.
Este es un ejemplo de pebetero, posiblemente una imitación de artesanos locales de pebeteros helénicos.
De los materiales procedentes de sus tres necrópolis destacan los ricos ajuares de algunas tumbas, donde se han encontrado distintos objetos de hierro y cerámicas locales y de importación griega muy bellas.
Destacan especialmente los ajuares principescos encontrados en las tumbas 70 y 22 de la necrópolis del Poblado, donde además podría haberse levantado el monumento tipo pilar-estela, conocido como de los Jinetes, que hoy se puede ver en el Museo Arqueológico Municipal Jerónimo Molina de Jumilla. Este excepcional monumento empezó a sacarse a la luz en 1981 con el descubrimiento del cipo con relieves y desde entonces hasta acá han ido apareciendo nuevas partes que han permitido hacer una reconstrucción del conjunto (véase fotografía inferior).
Reconstrucción hipotética del monumento de Coimbra del Barranco Ancho de Jumilla, Murcia. Según García Cano.
Los monumentos funerarios ibéricos de pilar-estela.
El modelo. Inspiración en el mundo mediterráneo.
El monumento de Coimbra no es original como arquetipo, pues se trata de un modelo que proviene de una tradición del mundo griego y oriental, en donde era frecuente distinguir los enterramientos de los notables con una piedra grabada o estela e incluso, si la categoría del personaje enterado lo exigía, con una construcción turriforme. En ambos casos, era frecuente que la estructura se rematara con un animal exento. Veamos algunos ejemplos griegos.
Estela ática turriforme posiblemente coronada con una esfinge, procede de Lamptrae, Grecia. Reconstrucción según Boardmann y Winter. Mármol pentélico, hacia el 500 a. C. Altura, sin podium ni esfinge, de 73,5 cm. Con el podium de tres escalones alcanzaría aproximadamente el metro. Museo arqueológico de Atenas. La estela representa a un jinete en la parte ancha y la despedida de un hoplita con la bendición, posiblemente de su padre, en los lados cortos. El capitel posee un equino con un motivo decorativo que recuerda una gola egipcia y un ábaco rectangular con motivos de rosetas. Destacamos esta estela especialmente por la semejanza de la temática de la estela.
El monumento sería la coronación del enterramiento sobre el lugar donde se había practicado la incineración. En este caso el monumento no sobre saldría gran cosa en altura puesto que estamos ante el espíritu griego de medidas humanas, sin embargo, en el caso de Coimbra resaltaría más porque su tamaño sería mayor y además se elevaría sobre un túmulo cuadrado encachado con piedra perimetral y rellenado con tierra, piedra y adobe. Esta circunstancia nos indica que hay una intención muy evidente de hacer resaltar la obra sobre todas las de su entorno y, por tanto, que estamos ante una tumba principesca de un personaje sobresaliente en su comunidad.
Salvando las distancias geográficas y de tamaño, al otro lado del Mediterráneo tenemos un ejemplo colosal, único y de descubrimiento muy reciente, de este tipo de enterramiento con túmulo (circular en este caso) y monumento/torre en su ápice en la tumba de Anfípolis. El muro delimita un perímetro de casi 500 metros y estaría coronado por una estructura turriforme sobre cuyo ápice aparecería la figura de un león. Evidentemente las dimensiones nos indican que estamos ante la tumba de un soberano que destacó sobre todos y que merecería pasar a la eternidad histórica, por lo que se especula que pudiera ser hecha para el mismo Alejandro Magno.
Reconstrucción ideal de la tumba de Anfípolis. Muros y torre con león hechos en mármol de Tasos, hacia el último cuarto del siglo IV a. C.
Se ha comprobado que las necrópolis más importantes de los poblados ibéricos de la zona del sureste peninsular podían tener más de uno de estos monumentos pertenecientes a las élites locales, con distintas variantes, sobre todo en la figura del remate, animal o ser mitológico ("bichas", en el lenguaje popular de la zona). Estos debían actuar como protectores de las tumbas, aunque algunos investigadores opinan que también podía tratarse de los emblemas de linajes familiares o que simplemente fueran símbolos de fuerza, prestigio y poder personal.
Reconstrucción ideal de una necrópolis de Corral del Saus de Mogente (Valencia) a comienzos del siglo IV a. C., según Miquel Herero. Distintos tipos de estela y de remates (grifo, sirena, esfinge, toro...). La imagen no es muy veraz desde el punto de vista arqueológico, aunque sí muy didáctica de cómo serían estos monumentos. El principal problema para conocer la realidad de estos pilares es que la mayor parte de ellos han aparecido muy destruidos, descontextualizados y reutilizados en estructuras posteriores.
Ejemplos de construcción funeraria turriforme, sólo tenemos en nuestra zona la de Pozo Moro (Albacete), siendo más abundantes, las monumentos funerarios de pilar-estela. Como podemos ver en la representación superior, existen distintos modelos que, al menos, poseían las siguientes partes comunes: un pódium escalonado; un pilar de distinta anchura y altura que podía estar decorado con relieves (estela) o ser liso; un capitel o estructura que remataba el pilar con decoración vegetal o figurativa; y una estatua animal o de ser mitológico como remate.
Esquema ideal de monumento ibérico de tipo pilar-estela turriforme.
El animal exento de remate. Aunque el toro era un motivo típico en la región de la Contestania, no era el único animal que protagonizaba los pilares y las torres funerarias, también era frecuente el león. Veamos los principales ejemplos que se han podido reconstruir de esta zona y dejamos para otro momento el torito de Porcuna (Jaén) o el león de Nueva Carteya (Córdoba) y de Pozo Moro (Albacete).
Toro sobre pilar-estela de Monforte del Cid, Alicante. Siglo V a. C. En el Museo Arqueológico de Elche se ha reconstruido cómo sería alguno de los monumentos principescos de la antigua ciudad ibérica. En Monforte han aparecido unos doce toros desde 1974 hasta 2010, todos ellos elaborados en piedra, erguidos o tumbados. Parece, según las últimas mediciones, que el toro que correspondería exactamente con la estela-pilar no se encontraría en la reconstrucción del museo de Elche, sino en el museo arqueológico de Monforte. El toro mide 65 cm de altura, 127 cm de longitud y 30 cm de grosor (mediciones máximas de lo conservado). Su estilo es detallado y claramente inspirado en la estatuaria griega arcaica. El capitel, en cambio, recuerda una gola egipcia con remate en ovas. Mide 46 cm de altura, 170 cm de longitud y 82 cm de grosor. El pilar tiene un relieve rehundido que imita una falsa puerta egipcia. Mide 74 cm de altura y 88 cm de longitud. Esta clara influencia de estilo oriental vendría a través de su contacto con fenicios y cartagineses.
León de Coy de Lorca, Murcia. Monumento funerario del tipo pilar estela, formado por un capitel con pequeñas volutas y una escultura que remataría el monumento, que representaba a un león con rasgos de influencia de la estatuaria griega arcaica. Se data a finales del siglo V o comienzos del siglo IV a. C. Se conserva en el Museo Arqueológico de Murcia (MAM). El león tiene 72 cm de largo, por 62 cm de alto y 25 cm de grosor.
También los seres fantásticos o mitológicos eran representaciones habituales de escultura en bulto redondo que se utilizaban para coronar los pilares-estelas. Veamos algunos de los más conocidos en la zona de la Contestania.
En Corral de Saus de Mogente (Valencia) tenemos atestiguados grifos y sirenas como remates de algunos monumentos.
Reconstrucción del pilar-estela de la "Damitas" de Corral de Saus de Mogente, Valencia, según Almagro (1987). Mediados del siglo VI a. C. Museo arqueológico de Valencia. Dimensiones teóricas calculadas: altura del animal de remate con su pedestal ca. 50-100 cm (no es seguro que la sirena encontrada perteneciera al mismo conjunto); gola de las "Damitas" 52 cm; pilar ca. 150-200 cm; base escalonada ca. 50 cm. Altura total ca. 300-400 cm.
La esfinge, animal híbrido con cuerpo de león, alas y cabeza femenina, es una figura mitológica de amplia tradición desde Egipto hasta Grecia, pasando por el mundo fenicio, que servía de protector del difunto y de su tumba. Los ejemplos más admirables se han encontrado en Agost (Alicante).
Las dos esfinges de Agost fueron encontradas en 1893 y hoy se encuentran separadas por cientos de kilómetros, la primera en Saint Germain en Laye de Francia y la segunda en el MAN de Madrid. Se les atribuye una datación de finales del siglo VI a. C. Altura de la que posee la cabeza de 80 cms.
El pilar-estela de Coimbra de Barranco Ancho de Jumilla, Murcia.
Dibujo en el que se reconstruye el pilar-estela de Coimbra. Se calcula que desde la base del pódium hasta la nacela podría alcanzar una altura de 1,74 cm y que llegaría hasta los 3,06 con la escultura del toro. Además recibiría una sobreelevación por el túmulo sobre el que descansaría la estructura.
Nuestro monumento se componía de estos cuatro elementos dispuestos verticalmente uno sobre otro:
- Poseería una basa cuadrangular de piedra escalonada, terminada en un pequeño resalte en su parte superior. Sólo se conservan una cuarta parte de los sillares que la componían. Estos sillares son de caliza-arenisca y estarían unidos con grapas de plomo entre sí.
- Por encima del pedestal se levantaría el cipo o pilar, de 45 cm en su base por 90 de alto, con relieves narrativos de los jinetes y la escena de despedida que a continuación trataremos con más detenimiento.
Esta es la cara del cipo mejor conservada. Fuera de la descripción artística e iconográfica, en la imagen podemos observar dos elementos formales que tienen que ver con el mecanismo de transporte y colocación en el monumento de una pieza tan pesada. Por un lado, una enmarcación cuadrangular que deja parte del relieve rehundido y que no formaría parte de la composición de la obra, puesto que es sobrepasada por los personajes Y, por otro, unos agujeros en todas las caras del cipo. Los de la parte superior e inferior servirían para el encaje con las otras piezas del monumento y los de las caras laterales, sin afectar a las figuras, para transportar y elevar la pieza. En la foto vemos que debajo del vientre del caballo hay un boquete que los mismos escultores taponaron con yeso. En las otras caras, el tapón de yeso se ha perdido.
- El pilar se remataría con un capitel dividido en dos partes: una moldura vegetal y una especie de gola o nacela, que sería el capitel propiamente dicho. La moldura sirve de nexo entre el cipo y la nacela. Es de forma troncopiramidal y está decorada con motivos vegetales esquemáticos de los que se distingue una granada de la que parten tallos vegetales terminados en caulículos espirales. Únicamente se conserva un fragmento de un ángulo. Sobre ella aparecería una especia de capitel de gran tamaño (90 centímetros de lado, actualmente, pero que podría llegar hasta 140), muy deteriorado, donde estarían representadas cuatro figuras yacentes. Dos de ellas pertenecen con seguridad a guerreros, la tercera es una figura yacente con túnica larga de sexo indeterminado y la última falta en su totalidad. Del guerrero mejor conservado se puede apreciar la parte inferior del torso hasta la cintura, ceñida con ancho cinturón atado con un gran broche típicamente ibérico.
La nacela recuerda por los relieves en altorrelieve de figuras humanas al del pilar estela que ya hemos mencionado conocido como de las "Damitas" en Corral de Saus de Mogente.
Damitas de Corral de Saus de mogente, Valencia. El capital con las figuras recuperadas de las "damitas ibéricas" se ha interpretado por las largas trenzas que les llegan a la cintura como las plañideras que acompañaban en el ritual de despedida del difunto.
- Coronando el monumento se levantaría una escultura zoomorfa en bulto redondo, posiblemente un toro, del que han llegado sólo cuatro trozos. Su posición sería erguida y su parte más detallada sería la de la cabeza con morro redondeado. E
La iconografía del cipo. Descripción
El cipo es el elemento principal del monumento funerario. Consta de cuatro caras, en tres de ellas se representa a jinetes y en la cuarta, una escena de despedida. Esta última debía ser la escena principal. Representa una figura sedente, quizás una diosa femenina o quizá el difunto, sobre esto los investigadores discrepan, que posa su mano sobre la frente de un joven (en un tamaño muy inferior) que está de pie en actitud de despedida. Se interpreta como el último adiós dado por la divinidad al difunto o, si la figura principal se tratara de un hombre, de la despedida del difunto de su hijo. El protagonista está sentado sobre un taburete de tijera muy común en las representaciones de vasos griegos y etruscos de la segunda mitad del siglo IV a. C. Este dato comparativo y el ajuar de las tumbas han permitido datar la obra. Se sienta sobre un gran almohadón y reposa sus pies sobre un escabel.
A mi juicio, la imagen deja pocas dudas de que la figura sedente es la de un varón adulto y que la figura de pie y de menor tamaño es la de un joven. Esta segunda figura no es necesariamente la de un niño, sino la aplicación de la jerarquía de tamaño para destacar un rango inferior de autoridad de éste frente al que bendice o acoge (un dios, su padre o el genio familiar).
Las otras tres caras serían: o bien el mismo personaje enterrado en tres momentos; o bien los compañeros del difunto que participan en el cortejo fúnebre que acompañó el cadáver hasta el lugar de incineración (ustrintim) o del banquete funerario en su honor.
- La primera posibilidad responde a la representación de un personaje heroizado sin sus armas, lo que recuerda a los jinetes encontrado exentos en otras necrópolis como los de Los Villares (Hoya Gonzalo, Albacete).
Jinete de Los Villares, Albacete. Museo arqueológico de Albacete.
- La segunda posibilidad nos remite a una ceremonia común entre los griegos y otros pueblos mediterráneos, que hemos podido ver en este blog en los frescos de la tumba de Agios Athanasios. Los caballos y los jinetes van ataviados con sus mejores galas y realizan una procesión de caballeros, tal vez miembros de una misma familia, que muestran su poder y solidaridad ante la muerte. Los caballos van lujosamente enjaezados con pretal y collera decorados, gamarra de doble correa, crines, testero, trenza y un gran bocado. Los jinetes con túnicas, brazaletes y pendientes.
En la cara mejor conservada destacamos un caballo que sobrepasa el marco de encuadre. Las dos patas derechas se adelantan y pisan con sus cascos una cabeza humana, la delantera, y una figura de ave, la trasera. El jinete se sienta sobre una manta plegada y viste una túnica de escote triangular y mangas cortas y sobre ella lleva un pesado manto terciado, que se sujeta sobre en el hombro derecho y pasa por debajo del brazo izquierdo, cubriéndole hasta los tobillos formando amplios y bien estudiados pliegues. La mano izquierda sujeta las riendas, mientras que la derecha sostiene un báculo de cabeza bífida. La cabeza, en escorzo, es de cara ancha y algo grande en proporción al cuerpo, con las facciones cuidadosamente tratadas. El peinado parece como si se hubiera tonsurado.
En otra de las caras el caballo, enjaezado de forma idéntica a la anterior, se encuentra pisando un conejo con su pata trasera. El jinete también es semejante al primero. Y en la cara peor conservada se muestra al jinete con la mano derecha en la frente en señal de dolor, acción típica de lamento funerario.
La iconografía del cipo. El contexto y valoración final.
Estos elementos iconográficos sirven para reflejar determinados aspectos religiosos y creencias en la vida de ultratumba de los que aún se nos escapan muchos datos. También era una forma de que, a través de mantener vivo el recuerdo del difunto como un héroe, la familia o el grupo al que perteneció reforzase su papel dominante en esa sociedad. Por tanto, un pilar-estela era un elemento propagandístico de primer orden para reflejar aspectos religiosos, de rango social y de ideología del poder en una sociedad fuertemente jerarquizada como la ibérica. No hemos sido capaces de descifrar todavía ciertos símbolos como la evidente la ausencia de armas y el significado de pisar con el casco de los caballos un conejo, un pájaro y una cabeza cortada.
El reducido número de ejemplares de cipos/estelas que hemos encontrado y el breve periodo de tiempo en el que se erigieron —desde fines del siglo V hasta mediados del siglo IV a.C.— hace pensar que estuvieron relacionadas con el dominio de unos grupos aristocráticos que decayeron. La razón de porqué no se erigieron más desde entonces o incluso de porque fueron destruidos los existentes, tal vez tiene que ver con revueltas contra los poderosos... ; o quizás con que pasaron de moda estos monumento o, simplemente, se extinguieron los artesanos itinerantes que pasarían por los poblados de la zona ofreciendo sus servicios a las mencionadas élites sin que fueran reemplazados por otra generación de escultores.
Pero, sea cual fuere la razón, la realidad patente es que hacia finales del siglo IV este modelo de monumento funerario, o el de las figuras exentas, desaparece definitivamente del paisaje de las necrópolis ibéricas del sureste peninsular y, por tanto, también de Coimbra del Barranco Ancho.
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Para más información sobre los monumentos funerarios ibéricos de pilar-estela el monográfíco de Isabel Izquierdo Peraile.
Otros artículos sobre arte ibérico en este blog.
Excelente comentario de la obra, muy instructivo, me ha encantado Alfredo. Un saludo.
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