martes, 26 de noviembre de 2024

LA DAMA DE GALERA. EL MEDITERRÁNEO ORIENTAL EN LA PENÍNSULA IBÉRICA.

La Dama de Galera, descubierta en 1916 en la tumba 20 de Tútugi (Galera, Granada), es una de las piezas más destacadas de la arqueología de la península ibérica durante la Edad del Hierro. Se trata de un vaso litúrgico de alabastro que representa a una diosa entronizada entre dos esfinges. No era una estatua de culto, sino una estatua funcional, ya que estaba diseñada para que el líquido derramado sobre su cabeza fluyera por sus pechos y se depositara en el recipiente que sostiene en su regazo.


Su descubrimiento es tan intrigante como su autoríaiconografía


Descubrimiento e historia de la Dama.

La estatuilla fue hallada en una tumba de una de las necrópolis de la ciudad ibero-romana de Tútugi (actual Galera, Granada). Formaba parte del ajuar funerario de un príncipe ibérico de finales del siglo V a.C. El conjunto incluía objetos como vasos griegos, cerámica pintada y ungüentarios de pasta vítrea. 

Ajuar de la tumba 20 de Galera. En la imagen se puede apreciar la pequeña dama entre las vasijas de barro. A sus pies, 2 ungüentarios vítreos.

La tumba no apareció en una excavación arqueológica regular, sino que en 1916 fue saqueada por buscadoras de tesoros. La escultura y otros objetos relacionados con la tumba fueron vendidos a un colaborador del arqueólogo Enrique Siret, ingresando posteriormente en el Museo Arqueológico Nacional tras la donación de la colección Siret. En 1918, el arqueólogo Juan Cabré Aguiló dirigió unas excavaciones en Galera, pero sin que aportaran mucho más al contexto de los hallazgos. Entre 2006 y 2007 la arqueóloga M.ª Oliva Rodríguez Ariza volvió a reexcavar la tumba y los secretos de ésta fueron desvelados. Hoy se puede visitar el yacimiento en Galera y ver la tumba reconstruida.

Mapa topográfico con la localización de la ciudad ibero-romana de Tútugi (Cerro del Real), junto al actual pueblo de Galera, y sus tres necrópolis. La Tumba 20, donde se encontró la Dama de Galera, se encuentra al otro lado del río Orce (Rodríguez Ariza).


Los hallazgos publicados en 2008 revelaron que la tumba era muy singular, ya que tenía un corredor de entrada y una cámara cuadrangular excavada en roca, con un pilar-altar central. Estuvo cubierta por un túmulo y posiblemente fue la sepultura fundacional de la necrópolis. Se supone que además tuvo un carácter cultual específico desde su origen y tal vez para esa función se utilizó a la dama.

Tumba 20 de la necrópolis zona I. Reconstrucción y planta (Rodríguez Ariza).


Autoría y datación. Escultura fenicia en torno a los siglos VIII y VII a. C.

La Dama de Galera es un objeto fascinante que se cree fue fabricado en talleres fenicios o de la costa norte de Siria entre los siglos VIII a VII a. C. Esta atribución se fundamenta en aspectos técnicos, epigráficos y estilísticos.

1. Sobre el material y la habilidad técnica. 

La calidad de la Dama revela un alto nivel de destreza artesanal, que no se daba en la península ibérica de la época. La atención al detalle refleja una tradición artística refinada, únicamente posible en los talleres fenicios. Aunque en esta cultura eran más común el trabajo en marfil, también sus talleres también tenían la capacidad de trabajar el alabastro y otras rocas. 

Respecto el alabastro, es importante señalar que era una roca muy apreciada en Egipto por su belleza y facilidad para ser horadada, lo que la hacía ideal para crear vasos canopos y recipientes ceremoniales destinados a almacenar vino o ungüentos de alta calidad. Los fenicios pronto los comenzaron a comercializar y a imitarlos para exportarlos por todo el Mediterráneo. En la Península Ibérica, se han hallado muchos objetos de alabastro tanto en yacimientos fenicios como indígenas. Aquí, los recipientes que llegaron obtuvieron otra función: convertirse en urnas para cenizas de individuos de alto status social. Usados de este modo, destacan por su cantidad y calidad los 22 recipientes encontrados en la necrópolis fenicia de Laurita (Sexi, Almuñécar, Granada). Las urnas cinerarias de este yacimiento son manufacturas genuinamente egipcias, fabricadas probablemente en el propio Menfis en el siglo IX a. C. Sin embargo, las tumbas donde se encontraron datan de mediados del siglo VII a. C., lo que indica que estos objetos fueron considerados de prestigio social y que se amortizaron con al menos un siglo de diferencia. 

Dos vasijas de alabastro de calcita, alto 45/51 cm x diámetro 32,5/25,5 cm. necrópolis de Laurita, tumba 17 Siglo VIII a.C., Dinastía 22, reinado de Osorkon II (874-850 в.с.) Museo Arqueológico de Granada.

Las obras figurativas en alabastro, como la Dama de Galera, son objetos más excepcionales en los yacimientos peninsulares. Pero eran objetos aún más admirados por la destreza empleada en realizar una obra de tan excelente acabado y, evidentemente, exigía el talento de un escultor con mucha experiencia

Pensemos en cómo podría haber sido el proceso de creación de nuestra Dama. En primer lugar, el escultor esbozaría un diseño propio de lo que quería realizar y luego lo trasladaría al bloque de alabastro, desbrozando la piedra y respetando las proporciones y la funcionalidad que se requería. A continuación, se pasaría al trabajo fino a través de incisiones de las que surgiría los precisos detalles del relieve. Para ello se usarían instrumentos como compases que trasladaran dimensiones hasta obtener una figura simétrica; plantillas para conseguir que los ornamentos repetitivos que se observan en toda la pieza tuvieran un ritmo exacto; y raspadores, punzones y buriles diversos para obtener las sutiles incisiones. 

Detalle de las manos de la dama de Galera, pero también podemos apreciar las molduras del cuenco que portan.  

Y, por último, la escultura se pulimentaría y, si acaso, ¿se pintaría y engalanaría con joyas? El acabado final revelaría, en una estatuilla de tan sólo 18,5 cm de altura, detalles tan asombrosos y minuciosos como unos primorosos plisados de apenas milímetros en el vestido de la dama; o delicadas borlas del velo que caen sobre los hombros; o las joyas y las plumas de las esfinges... 

Los dedos delicados de las manos que sostienen la gran vasija. Los dedos-garras de las esfinges y el trenzado de su cola de león... son de una minuciosidad asombrosa. 

El nivel de detalle y acabado plasmado en esta estatuilla de alabastro evidencia una calidad técnica propia sólo de un taller áulico y sólo comparable, en esta época, al trabajo de los talleres fenicios sobre el marfil. La principal diferencia entre el trabajo del alabastro y el del marfil, es el condicionante de la forma curva y las menores dimensiones del colmillo. Por eso, se destinaba el marfil a obtener objetos de menor tamaño (peines, agujas, cubiertos y esbeltas estatuillas) o placas decorativas con las que revestir muebles (asientos, camas, cofres y arcones).

Esta esfinge de marfil que revestía, con otros, supuestamente un trono de madera es un buen ejemplo de calidad y minuciosidad. Placa fenicia encontrada en Nimrud (Irak). Siglos IX-VII a. C. Bagdad, Museo Nacional de Irak (Museo Arqueológico). He seleccionado este ejemplo entre los existentes con esta temática porque nos permite ver, además de la calidad y detallismo de la obra, que la esfinge porta una doble corona de cierto paralelismo con la de la dama de Galera.

Es probable que algunos elementos de nuestra escultura se hayan perdido, restando opulencia a la obra. Por ejemplo, se ha descubierto que en una de las alas y en la parte inferior del recipiente se conservan pigmentos rojos, lo que indican que originalmente estuvo pintada. El color resaltaría y daría profundidad a los detalles, que hoy solo son percibidos si se hace un gran zoom sobre ellos. 

Pequeños rastros de color en las alas.

Además, es posible que estuviera adornada con decoraciones de oro como collares y pendientes, porque sorprende que una diosa esté extrañamente desprovista de ellos. También podría haber tenido asas metálicas, que partían del cuenco y que se insinúan en agujeros laterales. 

En la imagen se puede ver detalles de la diadema y el velo de la Dama, así como los pequeños agujeros para aplicarle asas. 

El mismo pedestal o peana con molduras descendentes, que se ve mejor al darle la vuelta a la figura,  nos indica que estaría apoyado sobre una peana en piedra u otro material, elevando a la escultura del suelo al menos hasta la altura de las manos de una persona. 

Todo ello habría creado un impacto visual muy lujoso y llamativo. 


Otra evidencia técnica notable que denota la habilidad de un artista de primer nivel esta oculta en el interior de la figura. El casquete de la cabeza de la Dama está horadado y la mitad de su cuerpo ha sido ahuecada para conseguir que los líquidos o aceites utilizados se recojan en su interior. 

A través de sutiles perforaciones, las sustancias empleadas podrían brotar por sus pechos y llenar el cuenco. Este mecanismo formaba parte de un mensaje simbólico que enfatizaba el mito de la diosa como madre nutriente. En lo que no nos paramos a pensar es que el sistema para que esto funcionara requería una pericia técnica y una planificación de diseño sutil y delicada, sólo al alcance de muy pocos artesanos. 

A la izquierda, la Dama desde un ángulo que revela el orificio superior en su cabeza y que resalta los agujeros de los pechos, justo por encima del borde de la vasija o ungüentario. En la radiografía de la derecha, se puede apreciar el canal vertical interior que conecta el interior de la figura con los pequeños agujeros de los pechos.

2. La evidencia epigráfica.

Recientemente se ha descubierto una letra fenicia incisa en la mejilla de la Dama: una aleph fenicia (𐤀‏), que equivale a nuestra "A" grecorromana, lo que refuerza la hipótesis de su origen. Esta inscripción podría ser la inicial de un propietario, lo que sugeriría que la escultura tenía un significado personal, o, más probablemente, el nombre de la diosa representada (la 𐤀‏ de Astartet o de Anat).

La marca es apenas un rasguño de 2,5 mm y requiere para ser vista una observación muy cuidadosa. En la imagen de la izquierda se rotula en azul la letra, y en el detalle de la derecha se indica la zona del rostro donde está inscrita la aleph.

3. El estilo artístico ecléctico.

Tomemos como referencia cronológica el año 700 a. C. -más o menos- para nuestra Dama, y pensemos que en esa fecha las sociedades avanzadas del Mediterráneo estaban interconectadas a través de una red de puertos y ciudades fenicias, desde Tiro hasta el Estrecho de Gibraltar. Los avances en la navegación y en el comercio de los fenicios unieron a élites urbanas panmediterráneas y del Próximo Oriente, no sólo económicamente, sino también culturalmente a través de modelos visuales y estéticos que no eran específicamente suyos, sino de un sincretismo del Cercano Oriente.

Relieve en el que se representa una expedición naval fenicia transportando madera a lo largo de la costa fenicia. Representación de un barco fenicio con una sola fila de remeros. Bajorrelieve de Khorsabad, siglo VIII a.C. Período neoasirio, Mesopotamia. Museo del Louvre.

Si hay un sello distintivo del arte fenicio es el eclecticismo. Este se manifiesta en las inusuales combinaciones y adaptaciones de motivos y símbolos provenientes de diversos estilos del Mediterráneo Oriental (Egipto, Grecia, Siria, Asiria y Caldea). Se puede decir que los fenicios recogían ideas de todas estas culturas, las combinaban y fabricaban productos a gusto de sus clientes. Además, el enfoque ecléctico de los fenicios era singular porque, a diferencia de las otras culturas y tradiciones, eran libres de representar estos motivos fuera del contexto de una determinada religión o creencia política.

Las regiones culturales de donde el pueblo fenicio se nutría de influjos culturales. Desde los más cercanos: estados sirio hititas al norte, Judea y Filistea al sur y la isla de Chipre. A los más lejanos y potentes de la Hélade continental y del Asia Menor; Cilicia y Frigia en Anatolia; Armenia y Urartu en el remoto Cáucaso; Asiria, Babilonia y Caldea en Mesopotamia; Elam y Media en Persia; y, por supuesto, Egipto.

Los fenicios crearon la primera koiné del mediterráneo. Ellos exportaron e importaron junto, con sus productos materiales, otros inmateriales que dotaron a este mar con el primer marco cultural común:

  • Un alfabeto, al que poder transcribir los idiomas mediterráneos. 
  • Unas tecnologías en alfarería, en tallado en marfil, en esculpido en piedra y en orfebrería (grabado, filigrana y granulación).
  • Unas ideas-símbolos y estéticas decorativas que se hicieron comunes como: flores de loto, rosetones, el árbol de la vida, esfinges/grifos, leonas, figuras de Señora/Maestra de los animales... Y unas imágenes religiosas de uso votivo especialmente de figuras femeninas de tipo Ashtart/Astarté, que es lo que se considera más comúnmente representa esta estatuilla.


La iconografía de la Dama.

El hecho de que se la relacione con la diosa Astarté no está del todo demostrado. Se debate si la figura representa a ésta, o a Anat (diosa de Ugarit en la costa norte de Siria y de Chipre, relacionada con la fertilidad, de la caza y la guerra) o alguna otra deidad próximo-oriental relacionada con la fertilidad y la soberanía. El que no haya consenso se debe a que no hay un modelo iconográfico similar en todo el territorio de influencia fenicia, pese a que se ha querido forzadamente relacionarla con alguno.

Lo que es cierto es que la escultura es una representación femenina sentada en un trono, flanqueada por esfinges con doble tiara egipcia que le sirven de reposa brazos. Analicemos los tres elementos esenciales de la obra -trono, esfinges y la propia diosa- para llegar a una conclusión sobre nuestra misteriosa Dama. 

Vista derecha lateral derecha e izquierda de la Dama de Galera y sus esfinges.

- El trono, o más apropiadamente el asiento, puesto que realmente no tiene respaldo y responde más a una categoría de taburete. Esto es una anomalía para atribuir la iconografía a Astarté, puesto que en las representaciones habituales de esta diosa el trono adquiere un protagonismo tan destacado, que a veces se convierte en el símbolo de la diosa. Tradicionalmente, los tronos han de tener respaldo y apoyabrazos y son símbolos ceremoniales del poder de la diosa. En este caso, el taburete sólo se aprecia desde una vista posterior, ya que por delante está cubierto por el ropaje y piernas de la diosa y, por los lados, por las esfinges. Su forma casi cuadrada recuerda a los asientos simples egipcios con cojín y patas curvas. Tiene una decoración de molduras y travesaños que recuerda un dintel con gola e, incluso llevando la interpretación al extremo, podría parecerse a una puerta al otro mundo.

Por lo descrito, este asiento difiere bastante de los llamados tronos de Astarté, encontrados en numerosos yacimientos de la costa fenicia, que son asientos con respaldo alto y esfinges como pasamanos. En ellos, la imagen física de la diosa no aparece, pero su presencia se hace evidente a través de la palmeta o de un betilo o una estela de piedra, que simbolizan la divinidad. Las esfinges suelen portar la doble corona egipcia. 

Trono de Astarté, procedente de Ayn Baal, cerca de Tiro, Fenicia. Actualmente en el Museo Arqueológico de Beirut (Líbano).

- Las esfinges son el segundo motivo a analizar. Estos seres híbridos fueron creados por la imaginería egipcia desde el III milenio a. C. y se popularizaron en la Edad del Hierro a lo largo del Mediterráneo y Oriente Próximo gracias a los fenicios. Las esfinges de nuestra diosa poseen cuerpo de león, alas de pájaro y cabeza humana. Se encuentran tumbadas y relajadas junto a la imagen femenina. Esta postura tan sumisa ayuda a identificar al personaje como una diosa, pues en la tradición oriental, este animal mitológico no podría ser dominado por un simple mortal. 

Aún así también se han encontrado en la tradición cultural Fenicia, referencias en las que el trono con esfinges no sólo son símbolos de poder temporal, sino también de divinización de los soberanos que buscan asegurarse el paso a la otra vida. De hecho, una de las primeras obras en las que aparece escritura fenicia, el sarcófago del rey fenicio Ahiram de Biblos, tiene un relieve que puede responder a esta interpretación. Hay historiadores que dicen que Ahiram aparece divinizado en el otro mundo, sentado en su trono de respaldo alto y esfinges, ante una mesa repleta de banquetes. El rey Ahiram sostiene una flor de loto colgante, que simboliza la muerte, y recibe ofrendas de los miembros de su corte, encabezados por su hijo. Sin embargo, otras hipótesis descartan esta interpretación y plantean que el personaje sedente es el dios Moth, el dios cananeo de la muerte y el inframundo, lo que implicaría que Ahiram sería el primero de los oferentes. 

Sarcófago del rey Ahiram, Biblos. Actualmente en el Museo Nacional de Beirut. Al igual que la interpretación del relieve, la fecha de su creación es muy discutida. El mayor consenso en su datación es alrededor del  1000 a. C., pero hay historiadores que lo retrotraen al siglo XIII a.C. y otros que lo acercan al siglo VIII a.C.  

En nuestro caso, parece que las esfinges no tienen el significado de divinización de una reina o personaje aristocrático, pues su clara función de vasija dispensadora de líquidos rituales le aleja de ser una imagen de culto o de buscar este tipo de narrativa. Sin embargo, es más probable que las esfinges no sólo sean símbolos del poder de una diosa sino que, en contextos funerarios, también cumplan una función protectora para los difuntos. 

En la península ibérica, a partir de la importación fenicia desde el siglo VIII a. C., esta iconografía comenzó a aparecer en objetos rituales vinculados a los muertos como símbolos de vida y resurrección. El mejor ejemplo encontrado en España es el de la esfinge en bronce hallada en la sepultura de la necrópolis de los Higuerones de Torrubia (Cástulo), que se data en el siglo VII a. C. y que se atribuye a un taller fenicio del sur de Hispania. También debió ser un objeto suntuoso y una reliquia exótica introducida en una tumba ibérica como parte del ajuar funerario de un noble íbero. La esfinge estaba apoyada sobre una placa rectangular y podía ser parte decorativa o simplemente asa de un cofre usado para incienso en los rituales funerarios. al comparar esta esfinge con las de la Dama, se observa que ambas presentan una postura tumbada y que las plumas de las alas están trabajadas con gran esmero. E incluso, se podría argumentar que las tres ciñen la doble corona de Egipto, el símbolo del poder de los faraones de la unidad territorial del reino del Nilo: la corona blanca o tiara apuntada del Alto Egipto y la corona roja del Bajo Egipto. 

Esfinge en bronce de la necrópolis de los Higuerones de Torrubia (Cástulo), Jaén. Dimensiones, 11 cm de longitud por 5 cm de ancho.

Ahora bien, si nos fijamos detenidamente, las esfinges de la Dama de Galera poseen unas dobles coronas extrañas; en realidad, estas coronas no son tal, sino un moño que recoge los cabellos del animal. El artesano que labró la pieza en alabastro no quiso representar exactamente el símbolo, sino crear una imagen reconocible, despojándola del significado político que podía tener en Egipto. Por tanto, lo que le interesó realmente es representar a ese ser híbrido, mezcla de humano y animal, por su carácter de monstruo dominado por la diosa y por el potencial decorativo que le ofrecía. Las alas, el cabello, la cola y los collares son de un detallismo de filigrana brillante, lo que convierte a la pieza en un artículo lujoso y deseable.

Esfinge izquierda de la Dama de Galera. Alabastro. 12 centímetros de longitud.

En período íbero (siglos VI y V a. C. en adelante), el motivo de la esfinge se utilizó más en el exterior como guardianes de tumbas, ya fuera como remates escultóricos exentos de una torre funeraria o como relieve de sillar esquinero de la misma. 

Esfinges en piedra de Agost (Alicante) y Bogarra (Albacete) y reconstrucciones hipotéticas del contexto monumental funerario en el que podían situarse. Las dos datadas entre los siglos VI y V a. C.

En definitiva, nuestras esfinges aportan este simbolismo de seres que protegen a la diosa-dama, pero que, a su vez, están sometidas a ella. Por lo que, en mi opinión, son figuras del séquito de la figura femenina y no del difunto. Es decir, nuestras esfinges tienen un valor más de símbolo identificativo de una diosa capaz de dominar a seres sobrenaturales.


- La Dama. Como ya hemos ido diciendo, lo más probable es que la figura de Galera en cuestión sea la diosa Astarté. Pero, ¿Quién es Astarté? Astarté es una diosa fenicia-cananea que se asoció con deidades mesopotámicas como la sumeria Inanna, o la Isthar de los acadios y asirios. En el mediterráneo oriental, los israelitas la conocían como Astarot, los ugaritas de la costa Siria como Attart y los chipriotas desde el siglo IX a. C. como Astart. Los egipcios la identificaron con Hathor e Isis, mientras que los griegos la asimilaron con Afrodita y los cartagineses con Tanit. Era, en definitiva, la representación de un culto universal a la madre naturaleza, a la vida y a la fertilidad, así como la exaltación del amor y los placeres carnales. Pero también podía ser diosa de la guerra o de la navegación. Una diosa versátil y adaptable a cualquier otro culto previo y parecido que se diera allí donde llegaban los fenicios.

Mapa de la expansión fenicia y sus áreas de influencia, desde el siglo XI al siglo VII a.C.

Astarté en la península ibérica.

Hay constancia arqueológica de que los fenicios introdujeron el culto de Astarté en el sur y este de la península ibérica a partir del siglo IX a. C. Y, desde entonces, Astarté se convirtió posiblemente en la diosa más icónica del mundo íbero, asimilándose a deidades indígenas con atributos similares relacionados con la feminidad y la fertilidad. Los arqueólogos de la protohistoria hispana han atestiguado varios santuarios que podrían haber estado dedicados a la misma diosa entre los siglos IX a VI a. C., tanto en el contexto tartésico del bajo Guadalquivir (Carambolo, Coria del Río, Setefilla o Carmona en Sevilla), como en las factorías costeras mediterráneas, especialmente, en la desembocadura del río Segura (El Oral o Guardamar del Segura, en Alicante). 

Yacimientos fenicios en el sur y sureste de la península ibérica desde el siglo IX al siglo III a. C. Mapa de la revista Desperta Ferro.

Además se han encontrado evidencias cerámicas y escultóricas, tanto en bronce como en terracota, de la diosa Astarté en la península en yacimientos de la Edad del Hierro, fundamentalmente en contextos de ajuares funerarios. Nos interesaremos por los más importantes para ver su relación con nuestra Dama. Los clasificaremos a través de modelos iconográficos que reflejan inspiraciones en distintas regiones. 

- Se han encontrado algunas esculturas, que se han denominado como Astarté, que habían adoptado la iconografía de la diosa egipcia Hathor con matices fenicios. La identificación de Astarté con la diosa egipcia es muy evidente en las estatuillas de bronce de El Carambolo (Sevilla) o el timiaterio de la Quéjola (Albacete).

  • La estatuilla de Astarté de atribución más segura fue encontrada en el santuario de la diosa en El Carambolo (Sevilla). Realmente esta obra es la única que atestigua por si misma ser la diosa Astarté, pues posee una inscripción fenicia donde hace referencia a ser ella misma en su peana. Es una figura femenina sedente y desnuda que lleva una peluca de estilo egipcio recogida detrás de las orejas y que le cae hasta los hombros. El trono ha desaparecido. La desnudez es una característica ajena a la iconografía egipcia, pero sí encuentra paralelos en las representaciones del panteón siro-fenicio. Los rasgos faciales, con los ojos almendrados, también delatan su origen oriental.

La diosa fenicia Astarté,  bronce, 16,5 x 4 x 11 cm. 16,60cm. Montada sobre un escabel de 3cm. Finales del siglo VIII-primera mitad del siglo VII a.C. El Carambolo, Camas (Sevilla). Presenta inscripción votiva (Este trono han hecho Ba`lyaton hijo de Dommilk y Abdba´l hijo de Dommilk hijo de Ysh´al para Astarte-Hor, nuestra señora, porque ha escuchado la voz de sus palabras). Museo Arqueológico de Sevilla.

  • El quemaperfumes (timiaterio) del poblado de La Quéjola (San Pedro, Albacete) es un objeto ritual fenicio de carácter regio amortizado como ajuar en una tumba de un príncipe ibérico, como nuestra Dama. Su presencia allí nos permite corroborar, que éstas reliquias fenicias eran empleadas como símbolos de status social y como artefacto litúrgico en un posible rito funerario. De nuevo, la peluca nos lo relaciona con el modelo egipcio de Hathor, así como el tímido paso ritual que da. Pero, la desnudez de la figura y los ojos almendrados nos acercan a la producción fenicia u oriental.

Quemaperfumes (timiaterio) del poblado de La Quéjola (San Pedro, Albacete). Bronce, 26,2 cm. Finales del siglo VI a. C. Los rasgos de la imagen y el símbolo de la paloma que lleva en la mano hacen que se asocien con la diosa fenicia Astarté, aunque también hay interpretaciones de que se trataría de una hetera o sacerdotisa de Astarté.  Falta la parte inferior del quemaperfumes donde se apoyarían los pies.

- Por otro lado, existen representaciones menos numerosas que adoptan la forma de la Astarté-Afrodita, la cual posee un marcado simbolismo sexual y se presenta como diosa de la fecundidad, caracterizándose por sujetarse o resaltar los senos. Estas imágenes han sido documentadas en sitios como Ibiza y Cabezo de San Pedro (Huelva). Asimismo, se han propuesto como representaciones de Astarté-Tanit las imágenes de diosas aladas que, acompañadas de signos astrales, animales y vegetales, aparecen con frecuencia en las cerámicas ibéricas del Levante, objetos funerarios de bronce y piedra en la meseta y en terracotas de Ibiza.

Los bronces del Berrueco y el bronce Carriazo son contemporáneos de la Dama de Galera y atestiguan su contexto cultural.


Astarté en el resto del Mediterráneo y comparación/contraste con nuestra Dama.

La amalgama ecléctica de Astarté de diversas culturas desde el Oriente Próximo hasta el Mediterráneo Occidental hicieron que la iconografía de la diosa fuese muy diversa. Hemos encontrado en este periodo y contexto geográfico detalles en muchas obras relacionadas con esta diosa que pueden servirnos para entender a nuestra Dama.

- Hay veces que a la diosa se la representa desnuda y sensual, porque se quería recalcar aspectos de su adoración como pueden ser la fertilidad y la sexualidad. En estas esculturas de Astarté se resaltan sus caderas, vientre, sexo y, sobre todo, pechos. La mayoría de las estatuillas hacen el ademán de exprimir  estos últimos como si amamantaran a un niño. He seleccionado, para comparar con nuestra Dama, tres estatuillas posiblemente de Astarté, que tienen en común el desnudo y el señalamiento de los atributos sexuales de la diosa. Las tres sostienen y exponen sus senos con una clara alusión a ser una diosa madre nutricia. Los rostros reflejan grandes ojos almendrados, mirada hierática y sonrisa arcaica.

No hay consenso entre los historiadores de si este tipo de imágenes son representaciones de la misma diosa o de sacerdotisas o mujeres que simplemente a modo de exvoto le ofrecían la estatuilla para atraer sobres sí la concepción o la protección durante el embarazo y el parto. En los ejemplos expuestos debajo hay claras diferencias de estilos, desde las que portan un gorro cilíndrico, más o menos alto, a las que llevan peluca egipcia. La procedencia de donde fueron halladas es tan dispar como Iraq, Cerdeña o Turquía.

Esta última característica de madre amamantadora es la que nos hace pensar en nuestra Dama, que fue diseñada para que de sus pechos manara el líquido de la ofrenda. También el rostro se asemeja a las estatuillas expuestas, aunque es realmente un estereotipo arcaico común. 

- Pero también la diosa puede aparecer vestida y sedente. En un modelo claramente griego de representar a la diosa. En estos casos aparece con ropajes largos hasta los pies (peplo), más o menos sencillos, y gorro cilíndrico alto (Khalatos) o bajo (polo), cubierto por un velo o manto que cae sobre sus hombros (himation). Estos detalles de su vestidura enfatizan su dignidad como diosa. También hay representaciones de pie, pero son más frecuentes los modelos sedentes sobre trono, porque es un símbolo más para acentuar su autoridad y estatus divino. Este modelo majestuoso es el más extendido en muchos santuarios fenicios o con contacto directo con ellos a lo largo del Mediterráneo. Destaca por su parecido con nuestra Dama los hallados en las islas y costa del Asia Menor, Creta, Chipre, Sicilia y Cerdeña.

El modelo sedente de Astarté-Afrodita, con gorro cilíndrico, se encuentra extendido en Asia Menor (Rodas, Cos, Mileto) y colonias del Mediterráneo central durante la época arcaica. Estilísticamente encontramos desde figurillas muy simples y con notables desproporciones corporales (Louvre y Mileto), a otras un tanto más elaboradas y detallistas (MET). Su función era servir de exvotos de los fieles de los santuarios de Afrodita-Astarté. 

Esculturas de piedra caliza de diosas sentadas con gorro bajo (polo), que posiblemente formaban parte del dintel del Templo A de Prinias, isla de Creta. Siglo VII a.C. La dimensión de las diosas es de 82 cm. Las dos figuras son simétricas y están entronizadas una frente a otra con las manos en las rodillas y llevan tocados de polo, signo de su divinidad.. En la obra se pueden distinguir influencias estilísticas de Oriente Próximo, Egipto y el propio estilo griego arcaico (dedálico). Sus rostros son triangulares, con cejas almendradas y ojos en alto relieve como en Oriente. Lamirada hierática y la rigidez de la postura frontal y de la pose de los brazos que no exponen las extremidades a la rotura son propias de Egipto. Mientras sus prendas y trenzas junto con la concepción geométrica son rasgos típicos del estilo griego de la época dedálica (siglo VII) y que le asemejan a la conocida dama de Auxerre. 

Sin embargo, desde mi punto de vista, la iconografía más cercana a la Dama de Galera son las representaciones chipriotas de Astarté. Especialmente las encontradas en los asentamientos y santuarios de Kition y Amathus en la isla de Chipre y datadas en el siglo VI a. C.

Diosa entronizada (Astarté). 1ª mitad del siglo VI a.C.  Caliza, 81 x. 54 x 43 cm. santuario de Kition, Chipre. Museo Kunsthistorisches de Viena

En el siglo IX a. C., Kition fue colonizada por inmigrantes fenicios que erigieron un lugar sagrado para Astarté, diosa de la abundancia, el amor y la muerte. En esta estatua de piedra caliza de tamaño menor al natural encontramos representada a una mujer sentada es que sería probablemente la imagen de culto de la diosa oriental. Las proporciones de su cuerpo y los rasgos de su rostro son los más cercanos a los de nuestra Dama. Pero lo que le hace más parecida son los brazos del trono, que están sostenidos por esfinges aladas, compañeras de Astarté. Los frentes de la esfinges, en cambio, son muy diferentes, pues se muestran que estas esfinges son figuras masculinas (barbas) y que están completamente vestidas y en pie. La diosa está adornada con trenzas en espiral y una túnica larga que en nada se parecen a nuestra Dama. La pesada cadena del cuello y los artísticos pendientes en forma de perchas forjadas son característicos de Chipre. La diosa entronizada representa una mezcla de estilos artísticos como su cuerpo con forma de bloque, el esquematismo, su frontalismo, su rigidez..., constituyen una buena mezcla de influencias egipcias, orientales y de arquetipos de la antigua Grecia oriental.

Se han encontrado también estatuillas en caliza de menor tamaño y de peor calidad. Véase estas estatuas en la imagen inferior y de paso compárese con la Dama de Galera  que viene a continuación.

Dama de Galera, alabastro. Dimensiones: altura , 18,50 cm; anchura, 12 cm; y grosor, 13 cm. Datación: producción fenicia del s. VII a.C.; amortización en la necrópolis de Tútigi (Galera, Granada) a finales del s. V a.C.

Al volver a echar la mirada sobre la Dama, después de este recorrido por otras obras del ancho Mediterráneo con las que la hemos comparado, nos debería sorprender la calidad de nuestra obra y su reducido tamaño en el que se han plasmado detalles impresionantes. 

Lo primero que me gustaría destacar es que es una verdadera escultura en bulto redondo, es decir, está trabajada en todas sus vistas (también por detrás). Es verdad que la trasera ha sufrido mayor desgaste por roce en las partes sobresalientes, pero aún son visibles los detalles de los ropajes de la diosa, de la esfinge y del asiento. Esto implicaría que su función inicial no fuera la de servir de imagen de culto y de exvoto, donde sólo sería relevante la vista frontal para un potencial fiel. Esta cualidad, de que esté trabajada en su totalidad, me hace concluir que se trataría de un objeto funcional, pero muy decorativo. Un objeto ritual al que se accedería tanto por detrás (para echar el líquido que manara por sus pechos), como por delante para utilizar ese líquido depositado en el cuenco para... ¿ungir una estatua, un fiel, un difunto...?
He dejado para el final las vestiduras y adornos, pues para mi es lo más distintivo de nuestra diosa. En sus detalles se manifiesta no sólo el alto nivel de habilidad de los escultores fenicios, sino también el esmero que pusieron en el diseño de unos objetos muy sofisticados y realistas que merece la pena que analicemos. 

En la cabeza, la figura luce un tocado con adornos. No es un gorro, khalatos o polos,  griego a la manera de la Astarté- Afrodita, ni tampoco es una peluca egipcia con tirabuzones a la manera de Astarté-Hathor. Es probablemente la recreación fiel de una diadema circular o corona de oro. Aunque esta parte de la escultura está algo deteriorada, se puede apreciar que al menos tendría dos aros con cabujones semicirculares. Uno de mayor ancho que el otro, están unidos por molduras sencillas. De esta estructura colgarían unos pétalos sólo sobre la frente y las sienes. Como sabemos que la imagen estaba policromada, es probable que en la escultura estos detalles fueran pintados para que resaltaran más, pero en la diadema que sirvió de modelo real seguramente estuvieran hechos en finas láminas de oro también o en materiales más perecederos como telas o flores. Los pétalos, amplios y redondeados, se asemejan a los de la flor del loto, lo que aportarían una evidencia más para asociar la imagen al culto de la diosa Astarté-Hathor. Los semicírculos y granulados recuerdan los trabajos de orfebrería fenicio-tartésicos de esta época, como son los brazaletes del tesoro de Carambolo, donde también podemos ver una figuración floral. 

Elementos de comparación con la diadema de la dama de Galera.  el brazalete pertenece al Tesoro del Carambolo. Oro, 10,80 cm de alto x 11,10 cm de diámetro.  Finales s. VII a. C. a primera mitad s. VI a. C. El cuerpo cilíndrico está formado por una gruesa lámina de oro con nueve láminas soldadas en su cara externa. Se alternan láminas de hemiesferas o cabujones lisos y láminas con flores de once pétalos troqueladas, insertas en doble círculo sogueado. Debajo del brazalete hay una flor de loto, flor que en Egipto era símbolo de resurrección y vida eterna porque por la noche la flor se cierra y desaparece y al llegar el día sale del agua y se abre.

La Dama porta también una especie de prenda a modo de tocado que oculta el pelo y que podría estar sostenida por la diadema. No llega ser del tamaño del velo del himantion griego, puesto que apenas al caer sobre sus hombros y espalda se abren sus tres picos en un acabado remate en borlas. El cuarto pico del mantito se ocultaría debajo de la corona (a la altura del agujero de la cabeza). El relieve de la prenda nos ofrece una textura tejida o de urdimbre, lo que sugiere un material distinto al delicado vestido talar que tiene un acanalado plisado uniforme. Bien podría ser de lana. Este material da la sensación de que pesa porque se tensa. La explicación a esa sensación podría ser el ribete contorneando los bordes que remite al mismo motivo decorativo hemisférico de corona y vestido y a la terminación en sus picos en pesadas borlas. Desgraciadamente, no he sabido encontrar una representación gráfica de esta prenda  en la iconografía del siglo VI a. C. que pueda utilizar como elemento comparativo, aunque sí de las borlas de los picos. Estas podrían ser joyas en oro, que actuarían como motivo decorativo y como tensor funcional del pañuelo al dotarle peso. Su forma se parece muchísimo a modelos de colgantes encontrados por todo el Mediterráneo en la Edad del Hierro. Un punto de anclaje de cordones trenzados que se abren a modo de racimo y de los que cuelgan una forma acampanada que podrían ser flores de papiro como los aretes del tesoro de Príamo, que añadimos a la composición fotográfica de abajo, o pequeñas anforitas como lleva la Dama de Elche.

Por último, la diosa lleva una túnica larga plisada que le cubre todo el cuerpo. Parece una sola pieza, que bien se introduciría por la cabeza o más posiblemente que se abrocharía por delante (a la altura del ribete vertical). Los pliegues son muy ligeros y preciosistas para el tamaño de la escultura. Caen elegantemente verticales en espalda, pecho y piernas, pero se adaptan y toman la forma femenina de la cadera y senos o los brazos, proporcionando a la pieza la sensación de volumen. Los plisados son tan realistas que nos hacen identificar  hasta la tela de esta vestimenta. Es una túnica de lino plisada de manufactura egipcia. Los egipcios habían desarrollado la técnica compleja de plisar el tejido del lino y, desde el Imperio Nuevo, habían obtenido telas para vestidos femeninos muy elegantes, como podemos ver en las esculturas y pinturas funerarias de este periodo. El tejido obtenido era tan fino que casi transparentaba las formas del cuerpo de las mujeres egipcias de la aristocracia.

Dos ejemplos de esculturas funerarias femeninas del Imperio Nuevo (dinastía XVIII) llevando vestidos lino plisado. A la izquierda, la estatua sedente de la cantora Nehy, c. 1250-1230 a. C. Procedente de Saqqara. Caliza, 132 x 45,1 x 87,8 cm  Actualmente se encuentra en el Museo de Arte Walters. A la derecha,  la estatua de la esposa de Nakhtmin, ca. 1332-1323 a. C. Museo de Sharm El Sheikh. Debajo, detalle del vestido de la Dama de Galera.

Competir con el genial y sensual escultor que realizó la escultura de la esposa de Nakhtmin es difícil. Sin embargo, salvando las diferencias de tamaño, el artista que realizó los pliegues del vestido de nuestra Dama no se queda muy lejos de los pliegues realizados para otras obras, lo que nos demuestra que no es un aficionado y que puede compararse en habilidad técnica con los escultores egipcios. 

Detalle de la estatua de de la esposa de Nakhtmin que denota hasta qué punto se podía hacer transparente la tela de lino.




Si contrastamos los vestidos plisados de Egipto, como el de más arriba, y el de nuestra Dama encontramos algunas diferencias. Los egipcios claramente cruzaban la tela por delante del cuerpo para cerrarse creando un efecto diagonal a la altura del pecho. El de nuestra Dama no parece hacerlo así y, aunque crea un escote triangular donde hipotéticamente se juntaran los extremos de la tela, los pliegues caen verticales. Por otro lado, los vestidos de lino egipcios son simples, es decir, se limitan a usar únicamente esta tela liviana y, en cambio, el de la Dama la prenda es reforzada por una cinta decorativa que bordea toda la pieza. Este ribete ancho repite los motivos semicirculares de diadema y manto. No sería disparatado, por ello, creer que este motivo en el vestido real fuera cosido en un material diferente (¿finas láminas de oro?) y que sirviera para abrochar de alguna manera el vestido.

Por otro lado, al indagar sobre la estatuaria egipcia con vestidos plisados de lino, no deja de llamarme la atención que casi todas las mujeres representadas sostiene en su mano izquierda un sistro o sonajero o objetos relacionados con el culto de la diosa Hathor. La diosa que se relaciona con Astarté.


++++++-------++++++

Agradezco  el magnífico trabajo realizado por el  CMPLab, el Laboratorio de Captura de Datos, Modelado Virtual y Producción (Centro Universitario de Mérida, Universidad de Extremadura) por obtener en 3d con fotografías de alta definición a nuestra Dama de Galera, puesto que me ha permitido acercarnos a la pieza de una forma que hubiera sido imposible de otra manera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario