El hecho de que Augusto hubiese nacido en la colina Palatina marcó el destino de este monte y la denominación de la vivienda imperial. El lugar también tenía su simbolismo, según la leyenda, era donde Rómulo y Remo fueron acogidos por la Loba (Lupercalia) y donde el primero de los hermanos, el fundador de Roma, instaló su cabaña (de las que los romanos conservaron restos). Por todo ello, cuando Augusto consiguió el poder compró al senador Hortensio una domus típica republicana al suroeste de la colina, que amplió en años sucesivos con otras vecinas. Su idea era que, al instalarse allí el nuevo soberano, se recuperara el sitio y el culto a los orígenes del espíritu romano. La casa de Augusto fue, por tanto, un modesto recinto residencial ampliado en medio de un barrio aristocrático. Sus sucesores también eligieron este lugar para su vivienda por legitimar su poder, pero además lo ampliaron considerablemente hasta hacerse con la totalidad de la colina, creando los verdaderos palacios imperiales.
El Palatino con todas sus construcciones palaciales hacia el siglo IV d. C.
Entre el siglo I y III d. C. surgieron los palacios de Tiberio (ampliado por Calígula); el de Nerón (la Domus Transitoria y la Domus Áurea que llegaba hasta allí); el de los Flavios (la Domus Flavia y la Domus Augustana); y el de Septimio Severo. A finales de la época imperial, el conjunto era un único e inmenso edificio denominado Palatium (Palatino), como la colina.
La casa de Livia y la Casa de Augusto.
Al noroeste de la colina (en el Germalus) hay un espacio ocupado por un grupo de casas de fines de la República (casa de Livia y casa de Augusto), que nunca fueron destruidas para dar lugar a los palacios imperiales. Este hecho insólito, junto con las descripciones que se hicieron de la casa de Octavio Augusto, ha hecho pensar que ésta fue su residencia. Se conservan habitaciones de dimensiones modestas decoradas con frescos del estilo segundo.
Casa de Augusto. Habitación de las máscaras.
El modelo no difería mucho de las viviendas de cualquier noble de la época, si no fuera por los espacios sagrados dependientes del sector público de su casa: la gruta donde la loba amamantó a los gemelos o Lupercal, la cabaña de Rómulo, el templo de la Gran Madre (Cibeles) y el templo de Apolo. Recientemente se ha descubierto el Lupercal y han sido restaurados y reabiertos para su visita pública los frescos de cuatro habitaciones de la Casa de Augusto.
En el círculo rojo dependencias públicas y privadas de la casa de Augusto y Livia. 1.- Palacio de Tiberio. 2.- Domus Flavia. 3.- Casa de Livia. 4.- Casa de Augusto. 5.- Templo de la Gran Madre. 6.- Templo de Apolo. 7.- Supuesto Lupercale.
La Domus Tiberiana y la Domus Transitoria.
Tiberio construyó el primero de los palacios imperiales, en la esquina noroeste del Palatino, y luego Calígula lo amplió hacia el foro. Domiciano con un criterio monumental lo reconstruyó por completo al mismo tiempo que la Domus Augustana. Desgraciadamente todo lo que se puede ver hoy día son los cimientos entre los jardines Farnesio.
Domus Tiberiana.
La Domus Transitoria fue diseñada como parte previa del majestuoso proyecto de la Domus Áurea. Fue destruida, como gran parte de la ciudad, por el gran incendio que arrasó Roma el año 64 d. C. Era ya un conjunto que unía la Domus Tiberiana con el monte Esquilino a través de jardines, columnatas y pabellones.
La Domus Áurea.
Tras el incendio, ya mencionado, Nerón encargó a sus arquitectos Severus y Celer la construcción de un palacio-villa aún mayor y más lujoso, la Domus Áurea. Esta construcción no llegó a acabarse, sin embargo se sabe que pretendía tener un frente de más de 1500 metros de largo y 50 hectáreas de extensión. Sólo fue utilizada durante unos pocos años, puesto que los Flavios renunciaron a esta residencia en favor de construir otra en el Palatino. Además fue afectada por el incendio del año 104, por lo que se inutilizó y rellenó parte de ella con escombros para servir de cimentación a las Termas de Trajano. Esta circunstancia la preservó en parte de los ladrones de materiales de construcción y no fue redescubierta hasta el Renacimiento.
El Palatino de mediados del siglo I d. C. y la Domus Áurea a los pies.
Hoy podemos reconstruir algunas dependencias e incluso visitarlas. En el vídeo podrás ver salas abovedadas, decoradas con frescos del IV estilo sobre fondos dorados, blancos y negros. Se recrean estilizados motivos vegetales y fantásticos, que inspiraron en el Renacimiento la decoración conocida como grutescos (sacada de la gruta). También vemos la estatua de 36 metros de Nerón como Apolo (el Coloso) y un lago artificial rodeado por una serie de pórticos. El templo del Divino Claudio en el monte Celio fue transformado en un monumental ninfeo, que también sirvió de fachada escénica para los jardines de la villa.
Del sector este son otras habitaciones cuyo principal interés es una sala octogonal cubierta con una cúpula de hormigón y óculo central, que precede temporalmente a la del Panteón de Agripa- Adriano. Con toda posibilidad debió ser el gran comedor circular que rotaba y del que hablaba Suetonio. Poseía además de un mecanismo que permitía derramar flores y perfumes desde agujeros aplicados en las placas móviles de marfil que recubrían la cúpula.
El palacio de Domiciano en el Palatino. La Domus Flavia y la Domus Augustana.
Después del gran incendio del 80 d. C., Domiciano encargó al arquitecto Rabirius que realizase sobre la cima sur de la colina Palatina, junto a la Domus de Augusto y de Tiberio, un nuevo complejo para servir como residencia imperial y lugar de dirección gubernamental. La concepción es totalmente nueva puesto que se crean dos edificios paralelos y a la vez unidos: la Domus Flavia, al Norte, como palacio representativo y público, y la Domus Augustana, al sur, como palacio residencial. Ambos se construyen según el principio del peristilo.
A la Domus Flavia se accedía por el norte mediante un pórtico columnado sobre podium que dominaba una vasta zona. Tras atravesar un vestíbulo espacioso se pasaba a un peristilo central en torno al cual se abrían cuatro secciones.
- El ala este debió ser espectacular. Se componía de tres salas: el Aula Regia un espacio sin compartimentar de 30 metros de ancho, ideal para los actos oficiales, con magnífica decoración de nichos con estatuas y columnas de mármol pavonazzetto contra los muros laterales y en el fondo un amplio ábside para el trono. En el lado derecho tendría la basílica del palacio destinada a las audiencias y al Consejo de Domiciano. de nuevo un ábside servía para delimitar el espacio del soberano y que la atención arquitectónica se centrara en este lugar. En el lado izquierdo estaría el Lararium o capilla donde se da culto a los dioses de la casa imperial.
Interior del Aula Regia de la Domus Flavia.
- El ala oeste se levantaba la gran sala de banquetes, la Coenatio Jovis, entre dos patios con fuentes o ninfeos. Era un triclinio dotado de un hipocaustum bajo el suelo que calentaba la habitación en invierno.
- De las dos alas de comunicación, la septentrional servía para dar entrada a la zona pública de la antigua domus de Augusto (templos y bibliotecas), y la meridional era el acceso al peristilo de la Domus Agustana o residencial.
La parte oriental del palacio, la Domus Augustana, estaba exclusivamente reservada para la familia imperial. Tenía dos niveles y, por lo general muchas habitaciones y de tamaño más pequeño
- En la terraza superior, los cubículos se abrían a otro peristilo columnado con un estanque y un pequeño templo en el centro, quizá dedicado a Minerva.
- El otro nivel estaba situado 12 metros por debajo. Aquí también las habitaciones estaban organizadas en torno a un amplio peristilo rodeado por pórticos a dos niveles. En el centro había una gran fuente decorada con un motivo de peltas.
- Al oeste el edificio se arqueaba formando una fachada cóncava que miraba hacia el Circo Máximo. Se trataba de una gran exedra semicircular y columnata detrás de la cual todavía se pueden ver restos de varias habitaciones con un extraño diseño.
- El cuarto sector de la Domus Augustana es el conocido como Estadio. En realidad se trataba de un rectángulo oblongo de unos 88 metros porticado en dos plantas. La función del mismo sería quizás de jardín y de picadero a la vez.
El peristilo inferior de la Domus Augustana. Reconstrucción y estado actual.
La exedra era un palco abierto sobre el Circo Máximo.
Estadio de la domus Augustana.
Septimio Severo ampliará el palacio hacia la fachada del Circo Máximo con termas y el famoso Septizodium , que era un fachada ninfea de unos 90 metros de largo con varios niveles sobre la vía Apia. Este edificio aún se conservaba en parte en el siglo XVI, momento en que fue demolido por orden de Sixto V par emplear los materiales recuperados para diversas obras.
El palacio de Domiciano permanecerá como centro oficial del Imperio hasta la reforma de Diocleciano en 293/297.
Hay otras construcciones palaciegas fuera de Roma, pero las veremos en otros artículos.
El palacio de Diocleciano en Split. Arquitectura palatina en el Bajo Imperio.
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