Egipto forma un oasis fluvial en el desierto.
La pluviosidad en Egipto es insignificante, ni siquiera en el delta se superan los 200 milímetros al año. En zonas como Asuam, muy en el interior, se registran 0 mm. De no ser por el Nilo la agricultura y la vida serían imposibles.
Pero también gracias al desierto que le rodea el país estuvo aislado de sus vecinos, manteniendo sus tradiciones sin contaminar durante milenios y evitando invasiones a gran escala hasta el siglo XIII a. C.
Las condiciones del delta y del valle no han experimentado cambios fundamentales en los últimos 5.000 años. Recorramos Egipto a través de esta presentación.
- Primero sobrevolaremos el Delta o Bajo Egipto, que destaca por su potencia agraria desde la antigüedad. Su extensión de tierras aprovechables supone dos veces más que las del valle. Aún así hay zonas de dunas y de pantanos cerca de su desembocadura. Las pirámides de Gizeh asomarán a través de las alas de nuestro avión y nos avisan que nos acercamos al valle.
- El Valle o Alto Egipto son cientos de kilómetros entre acantilados que delimitan el desierto y la franja cultivable donde hay vida. Muy al sur encontramos Luxor, la antigua Tebas, capital de esta región y buen sitio donde retomar el viaje en barco a través del Nilo. Río arriba llegaremos a Asuam y a los encantadores templos de Filé. La presa construida para regular las crecidas del río estuvo a punto de engullir multitud de templos, que la UNESCO salvó en unas campañas arqueológicas fulgurantes en los años 60 y 70. Los colosos de Abu Simbel elevados del nivel de las aguas nos reciben para dar acabado nuestro recorrido.
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