Tassili es un área montañosa en pleno desierto del Sahara, en el sudeste argelino. Su configuración geológica de areniscas y la acción erosiva del desierto ha creado un paisaje único declarado Reserva de la Biosfera.
También recibió en 1982 el título de la Unesco de "Patrimonio Mundial de la Humanidad" por el conjunto de pinturas y grabados rupestres que se han encontrado en una extensión de cerca 72.000 kilómetros cuadrados. Se calcula que sobre sus rocas existen más de 15.000 representaciones figurativas, por lo que estamos, sin duda alguna, ante una de las más importantes y ricas manifestaciones artísticas procedentes de la prehistoria. El territorio todavía esta siendo catalogado puesto que, aunque se conocían desde 1933, hasta 1956 no merecieron un estudio en profundidad.
En ellas se reproducen las idas y venidas de muchos pueblos y animales que habitaron la zona hace miles de años, cuando el clima del Sahara era otro. Los grabados más antiguos de Tassili pueden datarse hacia el 12.000 a.de J.C., lo que coincidiría con el magdaleniense europeo. Mientras que las pinturas son posteriores (mesolítico y neolítico) y datan varios milenios entre ellas. Algunos arqueólogos se han atrevido a clasificarlas según la actividad del ser humano y la figura animal predominante:
- La etapa del Cazador (6000 a4000 a.C.), en la que la especie animal más representada es un antílope extinguido. Aparecen también hipopótamos, elefantes y jirafas. El hombre aparece cazando.
- La etapa del Pastor (4000 a1500 a.C.), caracterizada por representaciones muy abundantes de bóvidos, escenas de vida pastoril y de recolección de frutos.
- La etapa del Caballo (1500 a600 a.C.). En las pinturas aparecen caballos, carros de dos ruedas y escenas bélicas. Podrían ser escenas que representaran al mítico pueblo de los garomantes que, según Herodoto, controlaba una antigua vía de comercio a través del Sahara, desde Tripolitania (en la costa de la actual de Libia) hasta el río Níger.
- La etapa del Camello (a partir del 600 a.C.). El avance del desierto hizo que el camello tomase el relevo al caballo como único animal que resiste los desplazamientos en la zona. La figuración de esta época es la más escasa y no es de extrañar porque sólo en pequeños oasis es posible la vida.
Algunos investigadores han relacionado estas manifestaciones artísticas con las pinturas del mesolítico y del neolítico del levante y sur español por las grandes similitudes estilísticas y temáticas que guardan.
Figuras humanas y animales convertidas en siluetas, rellenas de colores monocromos en gamas de ocres.
Yuxtaposición de las figuras y gran dinamismo.
Composiciones formando escenas de caza, de guerra, de pastoreo, de recolección, de ritos religiosos o de danza que evolucionan desde un estilo más realista, las más antiguas, hasta unas representaciones estilizadas y esquemáticas, las más recientes.
Como punto de comparación ofrezco la siguiente imagen tomada en un abrigo del levante español a miles de kilómetros de allí. Danza ritual de mujeres en torno a un hombre. Cogull, Lérida.
Durante el Neolítico final y el Calcolítico (IV y III milenio) se generalizan a lo largo de la Península ibérica, pero especialmente en su mitad meridional, unas pequeñas figuras sobre materiales diversos que sugieren representaciones humanas a las que se han denominado genéricamente como ídolos, aunque posiblemente no todos lo fueran. Artísticamente hablando hay que relacionarlas con la figuración mobiliar aparecida desde el paleolítico superior, con las figuritas de «venus» que simbolizan la fecundidad. En el Neolítico, surgen las “Diosas Madre”, asociadas a la fertilidad. Y con el tiempo, aparecen representaciones antropomorfas vinculadas al megalitismo, caracterizadas por su contenido simbólico y su relación con contextos funerarios. El esquematismo con el que están concebidas aporta una contemporaneidad a su diseño, que les hace comparable a la obra de artistas del siglo XX como Brancusi.
Distintos tipos de "ídolos" encontrados en la península ibérica entre el IV y III milenio. Composición tomada del artículo de Víctor Hurtado, Ídolos, estilos y territorios de los primeros campesinos en el sur peninsular.
En la foto superior podemos observar algunos de los tipos más usuales encontrados a lo largo de nuestra geografía durante este periodo. Hay varias hipótesis a cerca de qué función tenían, pero ninguna de ellas concluyente. Lo que sí se puede asegurar es que no eran simples objetos de uso común sino que constituían un modo de expresión cuyo simbolismo estaba relacionado con la esfera ideológico-religiosa. Al haberse encontrado la mayoría de estas piezas fuera de un contexto arqueológico su datación además no puede ser muy precisa.
Distintos ídolos antropomórficos realizados en distintos materiales (barro, marfil, hueso y piedra). Encontrados en yacimientos de España y Portugal.
Existen diferentes tipos estilísticos que vamos a analizar en este artículo.
Los "ídolos placa".
Son los más numerosos y antiguos porque se datan en un ancho espacio temporal que abarcaría desde el IV al II milenio a.C. Los materiales habituales en que se realizaron fueron la pizarra, el esquisto y la cuarcita, rocas que permiten obtener láminas muy finas (placas) y trabajarlas para obtener una forma trapezoidal. La pieza resultante puede mantener rasgos antropomorfos esquemáticos como los ojos, los hombros o la cabeza, aunque los hay puramente geométricos. El resto del "cuerpo" estaría grabado con bandas lisas, reticuladas y en zig-zag. Suelen tener una o dos perforaciones en el extremo superior que podrían servir para llevar la pieza colgada del cuello por medio de una cuerda.
Ídolo placa de Granja de Céspedes (Badajoz). Calcolítico, 3600-2500 a.C. Pizarra. Forma rectangular. MAN.
Se han encontrado fundamentalmente en un contexto funerario (dólmenes y tholoi) en yacimientos del Suroeste peninsular, desde el Alentejo portugués y el Algarve hasta las provincias españolas de Cáceres, Badajoz, Huelva y Sevilla, donde el número de placas es más reducido. Son notables los encontrados en Granja de Céspedes (Badajoz), hoy pertenecientes al Museo Arqueológico Nacional.
Ídolo placa de Granja de Céspedes (Badajoz). Calcolítico, 3600-2500 a.C. Pizarra. Forma oval. MAN.
Si bien se ha considerado hasta hace décadas que podrían ser representaciones de la Diosa madre que se venía adorando desde el Paleolítico (unas "venus"), recientes estudios interpretan que serían indicadores de grupos familiares o del linaje de los individuos allí enterrados. Tendrían, por tanto, una función heráldica que identificase a una comunidad humana espacio-temporal en el que se incluirían tanto a los vivos como a los muertos. Los motivos geométricos grabados son diferentes unos de otros. Son signos que mostrarían la identidad familiar del difunto y el grado de parentesco respecto al antepasado fundador del grupo. Es decir, cada uno de ellos representaría un clan o linaje diferente.
Ídolo placa de Granja de Céspedes (Badajoz). Calcolítico, 3600-2500 a.C. Pizarra. Forma antropomórfica con simulación de cabeza y óculos. MAN.
Los ídolos cilíndricos oculados.
Corresponden cronológicamente al III milenio a.C., por tanto, algo más recientes, pero también coincidentes, con los ídolos placas. Se caracterizan por ser piezas cilíndricas sobre piedra o hueso donde la representación antropomórfica se limita a grandes ojos-soles circulares y cejas o tatuajes faciales de trazos curvos sencillos sobre los ojos. Bajo ellos se marcan líneas paralelas curvadas que se interpretan como un tatuaje facial. En la parte superior y trasera poseen líneas en zig-zag a modo de cabello. La nariz se representa ocasionalmente, mientras que la boca es poco común.
Ídolos oculados sobre hueso. El de la izquierda de Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) y el de la derecha de la Cova de la Pastora (Alcoy, Alicante). Eneolítico: entre 2700 y 2200 años a.C.
Los ojos, a menudo, aparecen en otros soportes como vasijas y arte rupestre. Alrededor de los ojos pueden aparecer líneas curvas que se interpretan como cejas .
Oculado de Cabeçó d’Or, Relleu, Alicante.
La mayoría de estas piezas han sido halladas en poblados en el interior de cabañas, en un contexto, por tanto, bien distinto al de las placas y posiblemente con una función también diferente. Pese a tratarse de representaciones asexuadas, se han relacionado con divinidades femeninas al encontrarse en un ámbito habitacional y se han relacionado con creencias centradas en el culto a la fertilidad y vinculadas a sociedades agrarias.
Ídolo oculado (llamado "de Extremadura"). Alabastro, altura de 19 cm y diámetro máximo de 7 cm. Posiblemente procede del valle del Guadalquivir, hoy en el Museo Arqueológico Nacional de España, en Madrid.. Calcolítico (tercer milenio a.C.).
Los ídolos cilindro están documentados fundamentalmente en Extremadura, en el Valle del Guadalquivir y en la Comunidad Valenciana, donde constituyen uno de los elementos característicos del Calcolítico local.
Ídolos tritriangulares.
Un grupo morfológico distinto son los conocidos como “ídolos almerienses”. Básicamente la forma humana se consigue al enlazar tres triángulos, correspondiendo el superior a la cabeza, el central al torso y el inferior a las piernas. En algunos ejemplares de piedra se marcan los hombros o los brazos alzados, creando un aspecto cruciforme.
Algunos ejemplares de ídolos tritriangulares o cruciformes se han encontrado además de en yacimientos de Almería en Portugal, Granada, Murcia y Alicante. Los de abajo son de Perdigoes, Portugal. Son seis, todos ellos de hueso y procedentes de contextos no funerarios del Neolítico Tardío.
Los ídolos antropomorfos.
Serían la última manifestación de este proceso de representación simbólica y se relaciona con la aparición de las élites y los primeros indicios claros de jerarquización que darán paso a la Edad del Bronce. Es la manifestación simbólica menos numerosa y la que requiere una mayor dedicación en tiempo y habilidad para su elaboración de todas las conocidas entre los milenios IV y III a.C. Podrían tratarse de representaciones masculinas con la función de identificar la posición preeminente de ciertos individuos en su grupo social y ante otros grupos paralelos de poder. Sería la forma de legitimar y sacralizar su estatus elevándolos a la categoría religiosa, como intermediarios entre la sociedad y las creencias míticas.
Izquierda. Ídolo antropomorfo de Valencina, Sevilla. Hueso. Altura, 15,3 cm. Derecha (falta la parte superior), ídolo de Cúllar, Granada. Calcolítico, 3000-2100 a.C.
Estas figuras que pueden estar desnudas o vestidas con pinturas que no se han conservado. Tiene el cabello en zigzag en el pecho y la espalda, y los brazos cruzados sobre el sexo. Las piernas son erguidas, aunque muchas están fracturadas por debajo de las rodillas, lo que sugiere que podrían estar sobre un soporte. Algunos ídolos carecen de cabeza, lo que permite la posibilidad de intercambiar rostros entre las figuritas. Además, algunas imágenes masculinas sostienen objetos en las manos.
Más raras son las figuras antropomorfas femeninas.
Ídolos femenino y masculino procedentes de Marroquíes Altos, Jaén.
Entre otros ejemplares conocidos en el sur de la Península Ibérica pueden citarse el de Valencina en Sevilla, el del Museo de Jaén -procedente del asentamiento de la Edad del Cobre de "Marroquíes Altos"-, y el del Museo Arqueológico de Granada, hallado en el poblado fortificado de "El Malagón" (Cúllar, Granada).
Ídolos en Portugal. Yacimiento de Perdigões.
También son muy interesantes las figurillas encontradas en el Alentejo portugués, muy relacionados con los extremeños, sobre todo en el yacimiento de Perdigões (Évora, Reguengos de Monsaraz) que se viene excavando desde comienzos del siglo XXI de forma sistemática y que ha dado lugar a un complejo megalítico y un catálogo amplio de figurillas de entre finales del Neolítico y el Calcolítico (IV y III milenio). Se han encontrado desde betilos de mármol hasta figurillas más realistas de marfil. El contexto de su hallazgo, en tumbas de cremación, confirma que pudieron tener una función funeraria.
Localización de ídolos oculados y antropomorfos en la Cuenca Media del Guadiana, desde Perdigoes hasta Trujillanos. Los puntos amarillos indican los poblados en llano; los puntos rojos los poblados fortificados. Composición tomada del artículo de Víctor Hurtado, Ídolos, estilos y territorios de los primeros campesinos en el sur peninsular.
Betilo del Pozo 40 de Perdigões, que contenía restos humanos cremados. Mármol, posiblemente originario de 30/40 km al norte del yacimiento, en la zona de Borba / Vila Viçosa. Está decorado con los ojos radiales, las cejas, los tatuajes faciales y, en la espalda, el pelo en zigzag. Fechado a mediados del III milenio antes de Cristo.
Figurillas antropomorfas de marfil de Perdigões. El ser de marfil parece demostrar que a mediados del III Milenio a.C ya existían rutas comerciales de productos exóticos que se conectaban con la Península Ibérica. La mayoría han aparecido quemadas y fragmentadas, lo que sugiere que fueron sometidas al fuego con los restos humanos (así como con otros materiales). Destacan los grandes ojos de algunas de estas figurillas, que podían tener incrustaciones de pequeñas piedras (cuarzo) fijadas con una “arcilla blanca” para dar una expresión más dramática a los rostros.En algunos de los ejemplos presentan líneas en zigzag, que pueden interpretase como tatuajes. En otros casos, mantienen un objeto, de difícil interpretación. Unos pocos indican el sexo.
Figura ocular sobre hueso de Perdigões. Mediados / tercer cuarto del tercer milenio antes de Cristo. Ojos como rayos, cejas, tatuajes faciales y cabello por la espalda.
Otras figurillas antropomórficas de las que hay decenas de ejemplos en Perdigões so las hechas con falanges de ciervo o caballo, a las que se les han tallado "decoración simbólica" como la que aparece en las vasijas cocidas (ojos, tatuajes faciales, cabello en zig-zag, brazos, cinturones, etc...). Su aspecto son muy similares a algunas falanges decoradas de La Pijotilla (Badajoz, España).
Entre el IV y el III milenio a. C. las sociedades de la Península experimentaron una serie de cambios que, en el registro arqueológico, se manifiestan con mayor claridad en el sureste peninsular, en el curso bajo y medio del Guadiana y en el estuario del Tajo. Ese es el periodo que definimos entre el Neolítico final y la primera Edad de los metales, el Calcolítico o Edad del Cobre.
Poblados fortificados calcolíticos en la Península ibérica.
Los rasgos materiales que caracterizaron a estas sociedades desde el punto de vista arqueológico y artístico fueron:
1.- La creación de asentamientos más grandes y permanentes con viviendas de diversos tipos y espacios comunales, controlando territorios por su valor estratégico en rutas comerciales o por sus recursos agrarios o mineros.
2.- Un sistema de defensa complejo, que contaba con complejas murallas de piedray, a veces, con una serie de fortificaciones que acentuaban el control territorial.
3.- La utilización de enterramientos megalíticos como manifestación de la riqueza y de la pertenencia a un linaje.
4.- El empleo como ajuar funerario de elementos de prestigio social como objetos de cobre y vasijas decoradas y elementos simbólicos como idolillos oculados.
Sin ninguna duda en este contexto destacan los yacimientos almerienses por encima de todos como los más importantes de Europa.
Localización de los yacimientos almerienses de El Argar y Los Millares.
La cultura de Los Millares, Almería .
La colonización neolíticade las tierras bajas del sureste peninsular se inició entre el VI y V milenio a. C. mediante pequeños asentamientos como Cabecicos Negros-El Pajarraco, en la Cuenca de Vera. A partir del IV milenio a. C., Neolítico reciente, se produjo un proceso de concentración del poblamiento en las tierras aluviales de mayor potencial agrícola, con la aparición de aldeas (El Garcel, Tres Cabezos, Churuletas...) asociadas a pequeñas sepulturas de cámara redonda o cuadrangular sin corredor y con escaso número de individuos inhumados.
Contraste entre lo que sucede en el sureste-cultura de Los Millares y el resto de la península ibérica entre los años 4.000 y 2.200 a.C.
Pero es en la Edad de Cobre, el Calcolítico, cuando se levantaron grandes asentamientos como el de Almizaraque, en el bajo Almanzora, o el de Los Millares, en el bajo Andarax, que contaban con complejas murallas y necrópolis de Tholoi. Tales núcleos se convirtieron en lugares centrales en torno a los que se vertebró un extenso territorio. El de Los Millares, fue, sin duda, el de más recorrido cronológico, ya que estuvo habitado entre el 3100 a.C., momento en que empezó a configurarse, y el 2200 a.C. aproximadamente, cuando fue abandonado. También fue el de mayor importancia, ya que sus modelos urbanísticos y rituales se repitieron en otros poblados posiblemente por ser dependientes de él.
Reconstrucción in situ de un grupo de cabañas de Los Millares para recreo de los turistas.
El yacimiento de Los Millares (Santa Fe de Mondújar, Almería).
Fue descubierto a finales del siglo XIX por el ingeniero belga Luis Siret durante la construcción de una vía férrea y excavado por su capataz, Pedro Flórez, que documentó los restos que fue encontrando. La meseta de Los Millares presenta una longitud de 1.5 Km en su eje mayor (este-oeste) y una superficie de 19 hectáreas, de las que 6 corresponden al poblado y las restantes a la necrópolis.
Localización y contexto ecológico. El poblado estaba situado estratégicamente próximo a las minas de cobre de la sierra de Gádor, emplazado sobre un espolón amesetado, en la confluencia del río Andarax con la rambla del Huéchar. Actualmente este emplazamiento dista unos 20 Kms de la costa almeriense, pero en la Edad del Cobre el estuario del Andarax aún no se había colmatado y el río era navegable hasta el asentamiento. También la climatología era más propicia para una corriente fluvial estable.
El yacimiento. En blanco la ubicación de los espacios arqueológicos más importantes y en color los ríos y ramblas que le rodean, así como el ferrocarril que lo atraviesa bajo un túnel. Debajo la rambla del Huéchar y el puente del ferrocarril.
Gracias al registro obtenido en las excavaciones arqueológicas se puede saber que Los Millares gozaba de unas condiciones ecológicas más favorables que las actuales durante la Edad del Cobre. Por las faldas de las serranías vecinas descendía una densa cobertura vegetal compuesta por bosques de encina y matorral mediterráneo. Por encima de los 600 u 800 metros de altura dominaban los pinares, mientras las riberas del Río Andarax mantenían bosques de galería, compuestos por alisos, fresnos, álamos, sauces, tarayes, saúcos y cañas, que exigían un curso continuo de agua. Hoy eso parece imposible, puesto que estamos ante una de las zonas más áridas de España.
Reconstrucción del poblado de los Millares.
El poblado. Se estima que podía contar con una población de unas 1500 personas. El interior del asentamiento muestra una distribución organizada del espacio, en el que las viviendas compuestas por cabañas de planta circular con zócalos de mampostería, alcanzan distintas dimensiones en cada área del poblado. También se han descubierto varias estructuras de planta rectangular, como un taller metalúrgico y un gran edificio de carácter público que dominaba la zona central del poblado. Completan las instalaciones de carácter comunal una gran cisterna situada en la "ciudadela" y una conducción de agua, documentada ya por Siret, que cruzaba la meseta donde se asienta la necrópolis y, tras atravesar las murallas, alcanzaba la zona interna del asentamiento.
La secuencia estratigráfica del asentamiento muestra el desarrollo del hábitat a través de varias fases de construcción durante el Cobre Antiguo (3200 al 2800 a.C.), cuando se construyen las tres murallas interiores, Cobre Pleno (2800 al 2450 a.C.), fase en la que se desmantela la tercera muralla y se construye la muralla exterior y la mayoría de los fortines, y Cobre Tardío (2450 al 2250 a.C.), cuando aparecen los primeros vasos campaniformes que después se producen masivamente en el poblado. El abandono de Los Millares tuvo lugar aproximadamente hacia el 2200 a.C., cuando comienzan a fundarse en los alrededores los primeros establecimientos de la Cultura de El Algar.
Las murallas. El poblado de Los Millares llegó a poseer hasta tres líneas de murallas concéntricas, que cerraban y segmentaban un asentamiento de unas 4/5 ha. de superficie. Una cuarta fortificación, a modo de "ciudadela" cuadrangular, se sitúa en el extremo del espolón. La muralla exterior, construida tras una ampliación del asentamiento, cerraba un perímetro de unos 400 m de longitud y presenta a intervalos regulares 17 bastiones y torres, a los que hay que sumar dos barbacanas o puertas fortificadas, que protegen las entradas al recinto. Sus murallas sufrieron diversas reconstrucciones motivadas por continuos cambios en las estrategias defensivas: bastiones y barbacanas piriformes muy salientes; cuerpos de mampostería y pasillos que estrechan los accesos a las distintas áreas del hábitat; angostas aspilleras que pudieron ser usadas como saeteras, etc.
Barbacana de entrada al recinto más externo.
Los fortines. La defensa del perímetro.
En ambas márgenes de la rambla de Huéchar, hacia el sur, se alzan alineaciones de colinas en cuyas cotas más prominentes se asientan hasta 13 fortines, que controlaron el territorio próximo a Los Millares y el acceso al asentamiento.
A tenor de su complejidad estructural cabe distinguir entre torres circulares simples, pequeños recintos con bastión adosados y recintos amurallados dobles de mayores dimensiones. El Fortín I es el más amplio, con unos 50 m de diámetro. Consta de dos líneas concéntricas de muralla, circular la exterior y poligonal la interior, a las que se adosan bastiones, barbacanas y profundos fosos. En sus recintos interiores se han localizado cabañas con talleres para la producción de puntas de flecha de sílex, un gran espacio colectivo dedicado a la molienda y zonas de almacenamiento.
Fortines sobre el Huéchar y planta del fortín I.
La necrópolis.
Junto al poblado se extienda la necrópolis, compuesta por unas 80 tumbas megalíticas de corredor con cámaras circulares y cubiertas planas de madera o de falsa cúpula de mampostería (Tholoi) creando una estructura tumular que era cubierta con arena. La falsa cúpula era una técnica constructiva de piedra que permitía techar las cámaras funerarias mediante el acercamiento progresivo de las hiladas, sin necesidad de recurrir al arco.
El conjunto era una verdadera ciudad de los muertos, cuya dimensiones era tres veces superior a las del hábitat fortificado.
Recientes dataciones por carbono14 de restos de las tumbas, parecen demostrar que la necrópolis megalítica precedió en 200 años al poblado de Los Millares, lo que indica que se trataba de un lugar sagrado y funerario, que atrajo a diferentes grupos humanos a establecerse en sus inmediaciones. Los primeros enterramientos se realizaron entre el 3220−3125 antes de Cristo (hace unos 5200 años) y los últimos entre el 2390−2295 a. C.; por lo tanto la necrópolis estuvo en uso casi un milenio.
Éstos dólmenes de corredor son uno de los elementos más característicos de la cultura calcolítica de Los Millares. Existen paralelos en otras culturas o civilizaciones, como las posteriores tumbas micénicas; sin embargo, ello no implica la existencia de relaciones o vínculos entre las comunidades donde aparecen estas construcciones.
Reconstrucción de un tholos o sepulcro comunitario de Los Millares. La foto de abajo es una reconstrucción en el Museo de Almería.
La monumentalidad de los diversos tholoi pone de manifiesto que se trata de estructuras funerarias de especial trascendencia en el mundo de los vivos. Probablemente cada tholos correspondía a un linaje o grupo familiar, que manifestaba su preeminencia a través de la complejidad y envergadura de esta construcción. El conjunto de la necrópolis de Los Millares, constituida por decenas de estructuras de este tipo, representaba, más allá del estricto paisaje funerario, una parte esencial del paisaje social de aquella comunidad. El sepulcro, como testimonio monumental de cada linaje o clan preeminente, era un lugar de culto y recuerdo de los orígenes del grupo, en el que se desarrollaban rituales que fomentaban la cohesión social.
El anillo exterior de losas o mampostería se abría en la entrada a la sepultura formando un vestíbulo donde tuvieron lugar ceremonias especiales, a juzgar por el hallazgo en este lugar de numerosos betilos de piedra, que posiblemente representaban a los difuntos.
Destacan en el corredor, las losas perforadas, que parecen representar el umbral entre los dos mundos, el terrenal y ultraterreno, las etapas de paso que se deben recorrer en el tránsito del uno al otro, y que, además, pudieron simbolizar el acceso restringido a la tumba para una parte de la comunidad.
Posiblemente los inhumados en el sepulcro eran miembros del mismo linaje o grupo familiar. Se trataba de inhumaciones primarias realizadas de manera individual, aunque la necesidad de ubicar los nuevos fallecidos obligaba a mover y arrinconar los restos. El resultado final era un sepulcro colectivo, donde los ajuares funerarios (que mostraban la riqueza diferenciada de cada personaje y grupo) se entremezclaban con restos humanos masculinos y femeninos. Algunas cámaras presentan individuos inhumados de forma diferenciada. La especial inhumación de los individuos infantiles puede deberse a que comenzaban a ser considerados individuos de pleno derecho.
Los ajuares. Los ajuares funerarios son muy diversos: puntas de flecha, cuchillos, útiles de metal (cobre), recipientes cerámicos, vasos de alabastro, pequeños ídolos de piedra o hueso, peines de marfil, etc. De la indumentaria, sólo se conservan algunos objetos de adorno personal, principalmente cuentas de collar realizadas en piedra, concha, hueso, marfil e incluso azabache. No todos los miembros de la comunidad eran enterrados a su muerte en estas tumbas colectivas. Este hecho, asociado a las diferencias constructivas y de ajuar indicaría la existencia de una sociedad que empezaba a diferenciarse. La relevancia ideológica de determinados productos como las cerámicas "simbólicas", los idolillos, las estatuillas antropomorfas y objetos votivos de piedra, marfil y hueso, y, más tarde, la cerámica campaniforme, actuaban como símbolos del poder.
En los monumentos funerarios, se han encontrado piezas de marfil procedente de Asia y África, huevos de avestruz y ámbar. Esto demuestra que era una sociedad que mantenía contactos a gran escala a través del Mediterráneo, aunque curiosamente en su dieta la presencia de proteínas marinas es casi inexistente.
Ajuares de las tumbas nº 15 y 40.
El hinterland. Más al sur, sobre las lomas y terrazas situadas en el piedemonte de la sierra de Gádor y separada de los Los Millares por la línea de fortines, se extiende una importante agrupación de necrópolis dolménicas asociadas a varios poblados de pequeñas dimensiones. Las prospecciones realizadas en el bajo y medio Andarax han mostrado la articulación de los pequeños poblados y necrópolis dolménicas del valle respecto al yacimiento de Los Millares.
El arte es una creación exclusivamente humana. Es una forma de expresar a través de un lenguaje simbólico pensamientos, sensaciones, sentimientos, miedos… Como podemos comprobar en la siguiente presentación su origen está ligado a una forma mágica de canalizar las preocupaciones del hombre, de intentar dominar aquello que no comprende o que desea de la naturaleza. A través de la figuración el hombre creerá que puede conjurar de alguna forma a esas fuerzas para que hagan su voluntad o le favorezcan.
Aunque la humanidad se remonta a millones de años de antigüedad, las representaciones figurativas no comienzan hasta la aparición de nuestra especie, el Homo Sapiens Sapiens. Somos los primeros “Homos” capacitados para crear ese lenguaje simbólico.
CARACTERÍSTICAS TEMÁTICAS.
Las preocupaciones que nos trasmite el hombre prehistórico del Paleolítico a través de la figuración son muy primarias: asegurar la supervivencia de su clan tanto en el corto plazo (la subsistencia alimenticia del día a día), como en el medio y en el largo plazo (la descendencia).
- El primero de los temas iconográficos surgido en el periodo auriñaciense es el relacionado con la reproducción. Las pequeñas estatuillas en piedra que llamamos venus representan a mujeres con sus atributos sexuales exageradamente marcados y se suponen diosas madre o ídolos de fecundidad. Las más conocidas son las francesas de Brasempouy, Lespugue y Laussel, la italiana de Grimaldi y la austriaca de Willendorff, pero hay muchas otras, demostrando una especie de culto o idea común a los clanes que habitaban desde Rusia a la península ibérica. En este culto a la fertilidad el hombre tiene un protagonismo menor y, tal vez, las mujeres danzantes en torno a un hombre de Cogull (Lérida), ya en el periodo Mesolítico, sea unas de las pocas representaciones que podemos ligar a este tema.
Las Venus de Renancourt son estatuillas del Paleolítico superior descubiertas entre 2014 y 2019 en Amiens, Francia . En realidad, se trata de una serie de 15 estatuillas descubiertas desde el inicio de las excavaciones en 2014 hasta 2019. Caliza, de 4 a 15 cm de altura. 23.000 a. C.
- El otro gran tema del paleolítico, que no aparece hasta el magdaleniense, es el de la representación animalística. La mayor parte de los animales representados son grandes herbívoros, que el ser humano se había especializado en cazar y que seguía hasta las frías praderas subglaciares. Entre ellos destacan los caballos, los bisontes, los renos, los ciervos y los bóvidos que podemos ver representados en objetos de hueso y de piedra o en paredes del interior de aquellas cuevas que el hombre podía utilizar como refugio temporal. Estas pinturas rupestres están situadas en lugares de difícil acceso, lo que nos indica que su representación no se debía a un capricho sino a un rito mágico que necesitaba oscuridad y misterio. Comparaciones antropológicas nos permiten suponer que servían para realizar un conjuro que aseguraba a los clanes la existencia de estos animales y, por tanto, su caza y su seguro de subsistencia.
Mujer del magdaleniense pintando el techo de la cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria), según ilustración de Arturo Asensio e idea de Enrique Baquedano.
Las cuevas/santuarios en donde se han encontrado más restos pictóricos de esta época son las situadas en la región franco-cantábrica: en Francia en Lascaux, Chauvet, Font de Gaume, Les Combarelles o Trois Frères; y, en España, en Altamira, la Pasiega, Tito Bustillo, El Castillo, Ekaín y Atxurra. Durante miles de años un grupo humano de cazadores, no muy numeroso, habitaría y dejaría constancia de sus creencias en ellas. Dos caballos grabados en la cueva de Atxurra, Vizcaya. Las siluetas estaban delimitadas además con pigmentos negros que aún se conservan en parte. En este caso, descubierto en 2015, se puede ver el vandalismo de algunos otros homo "sapiens" posteriores que dejaron sus iniciales a modo de grafiti (JMN) sobre los grabados.
A partir del mesolítico y, sobre todo, del neolítico los alimentos se consiguen no sólo por la caza (cacería de ciervos, Valltorta, Castellón), sino también por la recolección, la agricultura y la ganadería. Las pinturas rupestres de Tassili (Argelia) son un buen ejemplo de cómo el hombre evoluciona en la obtención de sus recursos alimenticios. Ver también de Tassili.
- Cuando a partir del neolítico el ser humano tenga más asegurados los recursos y, por tanto, la vida más fácil, ampliará la representación figurativa para dar una explicación “mágica” a otros misterios naturales que le rodean: la alternancia entre el día y la noche; las estaciones del año; la vida y la muerte; los astros; la masculinidad y la feminidad; etc. En la presentación he introducido algunos ejemplos de lo que fueron ídolos relacionados con estos misterios naturales. Los más curiosos, datado en la edad del Bronce, son el carro solar de Trundhold, encontrado en Seeland (Dinamarca), y los betilos, encontrados en España, extrañas piezas de piedra de forma cilíndrica o de placa, que parecen representar seres humanos. En éstos últimos sólo se reconocen una especie de cabeza con grandes ojos, que por el contexto arqueológico pueden estar relacionados con el culto a los difuntos.
- En pintura también es motivo de representación el propio ser humano realizando acciones. En el Paleolítico no son frecuentes las escenas narrativas. Son reseñables por su excepcionalidad la escena de Lascaux donde un hombre-pájaro aparece derribado por un bisonte destripado, que es interpretada como la imagen más antigua de una lucha tribal, o la imagen de un hechicero portando una piel y cuernos de reno de Trois Frères. En el Mesolítico, sin embargo, el hombre protagoniza las más de las representaciones apareciendo claramente danzando, cazando, luchando o en escenas domésticas. Los ejemplos más interesantes son los de Cogull en Lérida, Alpera en Albacete, Cueva de la Araña en Valencia y Valltorta en Castellón.
- Desde el Paleolítico el hombre también ha intentado trasmitir ideas a través de signos mágicos. Según Leroy-Gourhan los puntos y rayas encontrados en las cuevas son símbolos relacionados con la sexualidad y responden a un lenguaje primitivo. En el Neolítico los signos casi sustituirán a la figuración, en un paso previo a la creación de la escritura. También los trazos servirán para crear los más primitivos motivos decorativos y repetitivos con los que se adornarán objetos como las cerámicas.
CARACTERÍSTICAS ARTÍSTICAS
A lo largo de la prehistoria el hombre interpreta de distintas maneras la figuración:
- En el Auriñaciense y Gravetiense podemos ver que la forma humana de las venus está geometrizada en torno al rombo y a la esfera. La simplicidad es total, los detalles desaparecen y únicamente queda la idea que se quiere transmitir: la fecundidad y la mujer.
- En el periodo Magdaleniense, sin embargo, se busca modelar con realismo a los animales: se proporcionan los cuerpos; se detallan sus pieles, sus ojos y sus pezuñas; se crea sensación volumétrica con el color; o se les muestra en movimiento.
- Desde el Mesolítico se tiende de nuevo a la esquematización de las figuras, llegando en el Neolítico a un nivel tal que la figura animal o humana es reducida a dos o tres trazos.
El soporte material donde o con lo que se representa también evoluciona. En escultura, la piedra, el barro y el hueso son complementados por los metales como el oro, la plata y el bronce principalmente. En pintura, por su parte, al llegar el Neolítico se añade al soporte parietal el de la vasija cerámica.