jueves, 31 de octubre de 2024

EL CONJUNTO ESCULTÓRICO DE PORCUNA. Interpretación del "heroon" ibérico de Ipolca.

La localidad jienense de Porcuna es la heredera de la antigua Ipolca oretana, luego llamada Obulco por los romanos. Los restos arqueológicos que se han encontrado aquí nos ilustran que en este lugar existió una ocupación estable al menos desde comienzos de la Edad del Hierro, siendo durante muchos siglos el centro económico del territorio entre las localidades de Cástulo y Córduba.

Arqueológicamente se documenta su existencia al menos hasta el siglo IV d. C.  Se conoce su toponimia a través de las monedas emitidas en época romana republicana y al ser citada como una de las paradas o mansios de la Vía Hercúlea, llamada más tarde vía Augusta.

Oso de Porcuna. Museo Arqueológico de Madrid. Época romana.

Desde antes de los años 70 del siglo XX, el yacimiento arqueológico ya había proporcionado interesantes descubrimientos escultóricos ibéricos como un hermoso toro y un grupo de un animal y una herma conocido como el "Oso de Porcuna". Pero desde 1975 hasta 1979 se descubrieron en el Cerrillo Blanco, a poco más de un kilómetro del pueblo, un depósito de varias toneladas de fragmentos escultóricos que transformarán lo que se conocía hasta entonces a cerca del arte ibérico. Hoy se exhiben, después de los trabajos de estudio y recomposición de González Navarrete y de Negueruela, en el Museo Arqueológico de Jaén en una sala dedicada exclusivamente a este yacimiento.

Sala dedicada a la escultura ibérica de Porcuna en el museo arqueológico de Jaén.

Interpretación del conjunto.

Los restos que tenemos son de más de cuarenta piezas que representan luchas heroicas de hombres entre sí o de hombres con animales, escenas de caza, imágenes de animales fantásticos o de importantes personajes. Debieron pertenecer a algo semejante a un "heroon", un vasto mausoleo dedicado a no sabemos quién o quiénes. Encargado por alguien que podía permitirse el lujo de contratar a unos escultores como el país no los había visto nunca; no provincianos y desmañados como los del sepulcro de Pozo Moro, sino artistas de primera fila. Su calidad no desmerece, por poner un insigne ejemplo coetáneo, de la de los escultores que trabajaron para el templo de la diosa Afaia en Egina. 

Conjunto escultórico del frontón oeste del templo de Afaia en Egina (Grecia). Reconstruido en la Gliptoteca de Múnich (Alemania). Aproximadamente entre el 490 y el 480 a.C.

Para entender aún más la importancia de los restos hay que tener en cuenta de que se trata de un conjunto y no de piezas aisladas como los exvotos que se han encontrado en los santuarios y que evidentemente estaban hechos para ser expuestos y no enterrados en una tumba como  las damas de Baza o de Elche. Por eso todo el mundo coincide en que se trataría de los restos de un monumento dedicado a la memoria heroica de un grupo aristocrático familiar que posiblemente dominaría en la zona hacia mediados del siglo V a. C. en que se datan.

Guerreros de Porcuna, siglo V a. C.

También sabemos que el conjunto fue destruido con saña a comienzos del siglo IV a. C. y que, sobre todo, fueron hechos añicos los rostros y los atributos aristocráticos de los hombres representados. Esta acción nos indica un deseo especial de destruir la memoria de los representados o de lo que suponían, cuando la memoria de quienes lo erigieron estaba aún viva y presente, por lo que trataba probablemente de borrar la historia contada. Con posterioridad a este episodio de destrucción alguien debió reunir los restos y los ocultó piadosamente en una zanja dentro de una antigua necrópolis en desuso desde el siglo VII a. C., exactamente de dos siglos antes, que es donde se han descubierto. 


La deposición final de los restos en el espacio sacro de la necrópolis y bajo losas, muestra la práctica piadosa de mantener su presencia y propiciar su reencuentro bajo la protección de los antepasados. No se ha podido constatar que fuera este cementerio el lugar donde las obras estuvieran expuestas previamente.



Datos técnicos.
  • Todas las esculturas son hechas de la misma piedra, una calcarenisca fina que se obtuvo en las canteras de Santiago de Calatrava, localidad situada al sur de Porcuna.
  • La mayor parte son estatuas de bulto redondo, pero también hay medios altorrelieves, en cuya parte superior la figura queda exenta y el fondo interrumpido.
  • Los tamaños de las figuras difieren, lo que dificulta que sean consideradas todas del mismo conjunto único: las hay de tamaño natural o poco mayor y hay figuras que miden entre 1,20 y 1, 30 cms. No se descarta que todas fueran de un mismo taller porque mantienen un estilo muy definido. 
  • La cronología del conjunto suele situarse entre el 470 al 420 a. C.
Guerrero del caballo. Detalle arma y mano que empuña un escudo.

Principales escenas y personajes.

Nadie se atreve a dar a ciencia cierta una narración coherente del conjunto aunque hay intentos por darles una explicación iconográfica y de agrupar los fragmentos en varios temas, lo que  explica su distribución y exposición en la sala del Museo:
  • Por estilo, por técnica de talla, por tamaño y por tema podemos unir tres altorrelieves: dos de cazadores (uno portando una libre y otro portando dos perdices, ambos acompañados por un perro) y el de los jóvenes púgiles que intentan derribarse mutuamente agarrándose del cinturón. Podemos interpretar que las tres escenas serían manifestaciones de ejercicios de la educación del joven aristócrata. Si los rostros se hubieran conservado, con seguridad, mirarían frontalmente al espectador resaltando su individualidad. En los tres casos predomina el movimiento.
Los altorrelieves de cazadores introducen al efebo en la naturaleza que rodea al oppidum. En ambos se ve el momento triunfal del regreso del joven con la presa en su mano. En el primero de ellos porta una enorme liebre que demuestra la habilidad del cazador y su dominio sobre un bien adiestrado perro. Animal y joven vuelven la cabeza hacia el espectador; la del perro, parcialmente conservada, con las fauces abiertas y jadeante; la del joven, desaparecida, la podemos suponer ajena al esfuerzo, serena. El mastín le pertenece y el joven lo acaricia con la mano. El cazador camina agachado, para llenar mejor el marco cuadrado en el que se inscribiría. Este recurso es el mismo que se realizaba en la arquitectura griega para adaptar los altorrelieves al formato triangular de un frontón o al cuadrado de una metopa. Gracias a ello se comenzó a recrear el movimiento veraz de las figuras.  

Cazador con liebre y perro. 80 cm de alto.

En el segundo relieve el joven vuelve triunfante sosteniendo dos grandes perdices. Le acompaña un cuadrúpedo (¿caballo?), en lugar del mastín, que vuelve la cabeza hacia el cazador.

Cazador con perdices y perro. 80 cm de alto.
En el tercero de los relieves dos varones combaten en una lucha cuerpo a cuerpo que, probablemente, exige la habilidad y las tretas de una cuidada formación y entrenamiento previos. Las piernas de los dos contendientes se entrelazan y uno agarra del cinturón al contrincante tratando de causar su volcamiento o de evitarlo: ardid de la inteligencia práctica, del aprendizaje del aristócrata. Al igual que ocurre con la caza, la lucha es otra actividad formativa del  espíritu aristocrático entre los iberos.

Púgiles o luchadores. 92 cm de alto.






  • Otros dos conjuntos se centran en combates épicos que mantienen, por un lado, dos bandos de guerreros ibéricos y, por otro, unos guerreros contra seres míticos. Es como si asistiéramos a la narración de las hazañas de un pueblo o de un héroe mítico. Las manos sostienen con vigor las armas; las piernas se doblan y avanzan; los pies se apoyan firmes en la tierra, las armaduras reflejan el combate épico... 
Guerreros luchando  y caballos

La lucha es una acumulación de episodios particulares a modo de duelos. Así un guerrero que ha descabalgado de su caballo alancea a su contrincante caído y derrotado en el suelo: la punta de la lanza sale con una crudeza inaudita por su espalda. En otra de las piezas más llamativas del conjunto otro varón lucha sin armas contra un grifo; le agarra con valor de las fauces y de la oreja mientras la fiera se defiende clavando sus garras en el muslo del guerrero. Otros torsos de jóvenes revestidos con pectorales y cinturones con hebillas sobre túnicas cortas  han llegado en peor estado para poder interpretar las escenas que componían.

Guerrero con lanza, caballo y guerrero caído y herido.

Grifomaquia. El hombre va vestido con túnica corta y ceñida con cinturón ancho, cuyo broche y articulaciones metálicas se han esculpido cuidadosamente, pues son signo de prestigio. Agarra la oreja del monstruo con su mano izquierda, para someterlo, y con la diestra neutraliza con firmeza su mandíbula. Este gesto testimonia la valentía del hombre. De las fauces asoma y cuelga una larga lengua, que acentúa la ferocidad y la rabia. La actitud y el movimiento definen a los oponentes: el varón erguido y decidido, dueño de la situación, el cuerpo del grifo gira y envuelve al hombre, en una economía del espacio de la representación. El grifo ha clavado las uñas en el muslo del hombre, mediante este contacto la fuerza del monstruo derrotado se transmite al varón triunfador. No se conserva la cabeza del héroe, erguida sobre el torso recto, pero como aristócrata su expresión tuvo que ser impasible, serena, en contraste con la agitación, rugido y desproporción de la cabeza del monstruo, de largas melenas que se revuelve sobre sí mismo.

Leontomaquia.  Hay otro héroe en lucha con un posible león, del que quedan muy escasos restos. El león apoya casi la totalidad de sus patas en el suelo, quedando éstas un poco elevadas. Por el contrario, las patas traseras del animal están en posición erguida, consiguiendo así que el cuerpo entero del animal esté muy inclinado hacia la cabeza. La identificación del animal como un león se hace a través de la línea que marca el final de la melena. La cola del animal se esconde entre las patas y asoma por la ingle izquierda. En lo que respecta al personaje humano, se ha conservado de él escasos restos. En concreto sus dos pies incompletos y calzados y un trozo de túnica corta.


  • Hay un guerrero que merece la pena describirlo con detalle, puesto que es la imagen más significativa de las expuestas ya que conserva la cabeza y el rostro completo. Es un rostro cuadrado y juvenil, de ojos rasgados, es decir, anchos y poco abiertos y con el globo ocular saliente. Su expresión es serena y noble, como triunfante. Su cuerpo acumula brazaletes y discos de bronce, signos de jerarquía. Lleva un casco de cuero muy complejo con guarniciones metálicas. Posiblemente estuvo coronado por un felino (¿grifo? ¿esfinge?) que lo protegía con sus garras. Dos salientes laterales podían haber servido para ensartar algún añadido sobresaliente como unos cuernos.
  • Otro grupo lo componen personajes masculinos y femeninos estantes y sedentes que podrían ser sacerdotes y sacerdotisas o antepasados porque están en actitud eminentemente ritual. Hay un oferente o dios que llega a portar dos cápridos para el sacrificio. Las figuras que están de pie suelen adelantar un poco una pierna en una solución típica de la estatuaria griega arcaica. Visten túnicas largas muy pegadas al cuerpo. Según Olmos este conjunto de  se ubicaría en la parte superior de la torre. 

El grupo de los "antepasados" o sacerdotes y sacerdotisas o dioses.



  • Animales y seres híbridos de explicación simbólica. Como un novillo de pie de gran tamaño a modo de ser perfecto para una ceremonia de sacrificio. Pero también hay restos de una esfinge, de un león mordiendo el cuello a un cordero y de otro encaramado a una palmeta, de caballos enjaezados....

Una interpretación del monumento.

El conjunto de Cerrillo Blanco tiene los elementos suficientes para representarse como un todo, programado desde su inicio. Un todo que expresa la historia de un linaje a través de las edades del príncipe, lo que puede ser narrado a través de una fórmula de torre escalonada, que se contextualiza en los animales que configuran con su presencia los distintos paisajes de la historia narrada.



La secuencia de edades se realiza de abajo a arriba, por ello los relieves de los jóvenes cazadores y luchadores, constituirían la base de la torre, los duelos conformarían el primer escalón con escultura de bulto redondo y el siguiente escalón debiera conformarse con las dos zoomaquias. En la parte superior de la torre se ubicaría el grupo de los Antepasados y en un nivel algo superior la Potnia de los machos cabríos.

Mientras en el grupo de la caza infantil el príncipe aprende la técnica, la muestra a través de los duelos. Las dos acciones de los relieves de tema efébico, la caza y la lucha, se repiten en la etapa adulta, pero en esta ocasión con un componente trágico añadido a la representación: el sufrimiento, el dolor y la muerte.

En la grifomaquia, el joven adulto, en un verdadero rito de paso, sufre sin duda al sentir la garra del animal sobre su pierna derecha, pero el grifo al sacar la lengua muestra ya los síntomas de asfixia que lo conducirán a la muerte. Del mismo modo el guerrero descabalgado de la lanza (grupo de los duelos) clava mortalmente su arma en el rostro del enemigo y de modo cruel pisa su escudo impidiéndoles cualquier tipo de defensa.

Lucha iniciática en territorio lejano y duelo con muerte entre aristócratas, zoomaquia y monomaquias reproducen las dos actividades que en la representación escultórica de Porcuna más se ajustan al imaginario aristocrático, además se puede leer esta doble actividad en dos edades, en la infantil cuando esta muestra el aprendizaje de ambas actividades en las formas de caza menor y lucha reglada, y en la edad adulta con el componente trágico añadido.



Otros artículos sobre arte ibérico en este blog.



ARTE IBÉRICO. ESCULTURA Y CERÁMICA. CARACTERÍSTICAS E ICONOGRAFÍA.

Después de analizar la arquitectura ibérica analizamos en este artículo la plástica ibérica, que, a mi entender, es la aportación más importante y original de esta cultura. Su apogeo tiene lugar entre los siglos V  y II a. C., siglo al partir del cual Roma ahogó su desarrollo.

Escultura ibérica. Características.

Material. En los yacimientos arqueológicos hemos encontrado figuras y relieves de bronce, barro cocido y piedra. Estos dos últimos materiales solían estar policromados. Se supone que existió una escultura en madera, debido a que el estilo de muchas de las obras en piedra  nos recuerda las tallas de madera, pero no nos ha llegado ninguna.

Bicha de Balazote. Detalle de obra muy arcaica u orientalizante.



Influencias. Se aprecia el influjo de las dos civilizaciones principales que contactaron en la Edad del Hierro con estos pueblos: los fenicios y los griegos.

- Los fenicios influyeron sobre todo en las obras más antiguas de los siglos VI y V a. C.:
  • Los animales mitológicos como grifos, esfinges y bichas se inspiraron en obras que los comerciantes mediterráneos importaban y que reflejaban modelos orientales antropocéfálos utilizados en Mesopotamia y entre los hititas como animales protectores de edificios. Ejemplo de esta producción es la bicha de Balazote (Albacete), de cuerpo de toro y cabeza humana, hecha para ser adaptado a una esquina probablemente de una tumba tipo la de Pozo Moro (Albacete). Se han encontrado también otros animales como osos y leones que también cumplirían esta función.
León del monumento de Pozo Moro.



  • Sus rasgos estilísticos son muy toscos: excesivamente esquemáticos y arcaicos.
- Los griegos ejercieron una mayor influencia en la figuración humana a partir del siglo V a. C.
  • Algunos autores piensan que pudieron trabajar en la península escultores griegos o que alguno ibero llegara a trabajar en talleres focenses o de Sicilia. Para sostener esa afirmación se basan en la notable mejoría de la plástica y en ciertas semejanzas estilísticas.
  • La escultura ibérica, no obstante, no asume como propios los conceptos básicos griegos de proporción y belleza. En el espíritu creativo del escultor ibérico hay un interés mayor por recrearse en el detalle, que por realizar obras perfectas de inspiración matemática.
Guerrero de Porcuna. Ejemplo de influencia griega. Pertenece al conjunto escultórico del Cerrillo Blanco, necrópolis de la antigua ciudad túrdula de Ipolka, la Obulco romana. Porcuna, Jaén. Primera mitad del siglo V a. C. Museo Ibero de Jaén.



Escultura ibérica. Iconografía.

Podemos agrupar las esculturas ibéricas en tres grandes grupos en relación con su funcionalidad: exvotos y ofrendas de los santuarios, esculturas y relieves funerarios y representaciones de divinidades. En todos ellos apreciamos notables diferencias técnicas según la pericia de los autores y el fin a que se destinaban.

Los exvotos.

En los santuarios ibéricos, como los de la Luz (Murcia), Collado de los Jardines (Despeñaperros-Santa Elena (Jaén) y Castellar de Santisteban (Jaén) han aparecido miles de estatuitas de bronce, exvotos dedicados por los habitantes de la zona a sus dioses. Representan a hombres y mujeres de forma muy esquemática. Hay una gran variedad de tipos. Algunas figuras levantan el brazo derecho como signo de adoración. Los guerreros van armados de escudos redondos, lanzas y falcatas (espadas curvas), están firmes o en movimiento, van a pie o a caballo. Las figuras femeninas están vestidas con ropajes que, como en el arte griego, se ciñen al cuerpo.

Exvotos jienenses y Guerrero a caballo de Mogente, Valencia. Bronce.



En los santuarios del Cerro de los Santos y del Llano de la Consolación (Albacete) se encontraron infinidad de obras en piedra de mucha mayor calidad y tamaño. Se trata de figuras oferentes de cuerpo entero, sedentes, bustos y cabezas. La obra más interesante es la  Gran Dama Oferente, de un tamaño algo inferior al natural, viste con una túnica y manto con pliegues en zigzag, típicos del arcaísmo griego. Porta numerosas joyas  y un vaso en actitud oferente. Otras figuras femeninas se cubren con una mitra en forma de capirote o con un peinado alto. Las figuras sedentes responden al modelo griego más arcaico por su rigidez y su hieratismo. Las cabezas masculinas ofrecen un peinado esquematizado, de trazos paralelos.

Exvotos en piedra del Cerro de los Santos, Albacete.


En el santuario de El Cigarralejo (Murcia) aparecen sobre todo exvotos de caballos.

Exvotos de équidos del santuario de El Cigarralejo. Piedra. Museo de Arte Ibérico del Cigarralejo, Murcia.  



Esculturas y relieves funerarios.

Los grupos funerarios ubicados en tumbas turriformes, como el ya citado de Pozo Moro (Albacete), debieron ser un modelo  muy extendido dada la cantidad de animales mitológicos y otros animales parecidos encontrados en distintos lugares de la geografía ibérica: bicha de Balazoteleón de Baena, toro de Osuna, esfinge de Agost... 

Estos seres siempre tendrían una función "mágica" de protección o de acompañamiento a la otra vida. Por ello serían parte de la decoración iconográfica de lugares que cerraban y protegían los poblados como puertas y murallas o de monumentos funerarios y de pilares estelas de necrópolis.

Relieve de león de Cástulo, puerta norte de la muralla. Caliza, 1,20 metros de largo. Siglos II a I a. C. El león clava su zarpa en el cuerpo moribundo de un individuo de rasgos negroides (¿un cartaginés?). El león es símbolo de la fuerza, pero también de protección. Museo arqueológico de Linares en la Casa del Torreón.
En los monumentos y pilares estelas más importantes se encontraba escultura exenta y bajorrelieves de tipo mitológico o guerrero. Este tipo de representaciones parece ligado a la exaltación de una clase guerrera aristocrática que busca reafirmar su prestigio social con este tipo de edificios. Uno de los ejemplos más claros es el pilar estela de Coímbra del Barranco Ancho de Jumilla, Murcia, que analizamos en artículo aparte.

Reconstrucción del pilar estela de Coímbra del Barranco Ancho, Jumilla (Murcia).

Sin embargo, el conjunto más sorprendente y polémico tal vez sea el hallado en la antigua Obulco, actual Porcuna (Jaén) donde se han recuperado fragmentos de gran tamaño y en bulto redondo que representan a guerreros en lucha contra enemigos humanos y animales mitológicos. Estos restos, que se datan en el siglo V a. C., son de tan gran calidad que hay investigadores que los suponen obra de un taller bajo la dirección de una artista griego. (También hay artículo aparte)

Lucha de Guerreros. Porcuna.


 Otra necrópolis, la de los Villares, en Hoya Gonzalo (Albacete), nos ha ofrecido la escultura de un aristócrata a caballo (148 cm de altura) que coronaría supuestamente una tumba hoy desaparecida del siglo V a. C.

Caballero de Villares, Albacete. Caliza, 490 a.C.  


De Osuna (Sevilla) nos han llegado altorrelieves en sillares angulares  con personajes en acciones muy diversas (guerreros luchando, tocadora de flauta, acróbata saltando...) La ejecución es expresiva y podría corresponder a artistas indígenas del periodo romano (s. II a. C.).

Guerreros de Osuna. MAN, Madrid. Proceden de la ibérica Urso. Dos sillares que pertenecieron probablemente a un monumento funerario turriforme sobre una base escalonada. Hacia finales del s. III o principios del II a.C. Entre los relieves destacan los sillares de esquina donde apreciamos en la foto de la izquierda a un guerrero sonando una trompa, sillar del conjunto B. En la derecha un guerrero que porta falcata, un escudo oval de gran tamaño y casco con cimera, sillar del conjunto A. Museo Arqueológico Nacional.







Divinidades femeninas.

Es en este grupo iconográfico donde la escultura ibérica alcanza sus logros más importantes. Las damas ibéricas, que aparecen a partir del siglo IV a.C., son esculturas funerarias que se relacionan más con figuras previas de terracota que con otros tipos de escultura ibérica en piedra. Estas figuras son propias de una etapa en la que la escultura se desliga del exterior y se introduce en el interior de las tumbas y santuarios.

La investigación sobre el significado de estas damas es polémico pues los historiadores no se ponen de acuerdo en si pueden representar diosas, princesas o simples estatuas cinerarias.

Dama de Baza, Dama de Elche y Gran Dama Oferente del Cerro de Los Santos.


Entre ellas se observan rasgos comunes como la rica policromía y los adornos, especialmente collares que simbolizan el poder femenino. Sus rostros ovales presentan ojos almendrados y rasgos faciales bien definidos. Con el tiempo, algunos rasgos evolucionaron, como narices más anchas y ojos redondos, evidentes en la Dama de Baza. 

Dama de Elche. Detalle del rostro.



La Dama de Elche  conjuga el gusto por el detalle, típicamente ibérico, realizado con gran maestría en el tocado, los pliegues del manto y los collares, con la perfección del rostro que nos recuerda a las divinidades griegas de principios del siglo V a. C. Posiblemente se trata de una figura sedente que en algún momento de época ibérica fuera partida por cualquier razón y reutilizada como urna funeraria (tiene una cavidad en la espalda). Su semejanza con la Dama de Baza, encontrada en una tumba -su contexto arqueológico in situ-, nos permite pensar que era una diosa con alguna trascendencia funeraria. Esta última dama aún conserva su policromía.

Dama de Baza.



Cerámica ibérica.

La cerámica ibérica alcanzó una gran calidad. Las urnas ricamente ornamentadas de Peal de Becerro y de Galera son prueba de que ya en el siglo V antes de C. habían alcanzado una notable perfección.
Al principio sólo nos ofrece una decoración geométrica de líneas y fajas horizontales de color vino.

Ajuar funerario de la tumba de la dama de Baza con vasijas muy simples de decoración.



Luego los motivos se animas con círculos concéntricos y otros motivos lineales simples. Sólo entre los siglo III y I a. C. aparecen nuevas formas de vasos y las figuras humanas, animales y vegetales. El estilo es extremadamente estilizado y arcaizante.

Vasija con animal (carnicero). Archena (Murcia).



Destacan los talleres de Oliva y Liria en Valencia, Archena y Verdolay en Murcia, Elche en Alicante...





Otros artículos sobre arte ibérico en este blog:

- Estudio de la Dama de Elche.
- El conjunto escultórico de Porcuna. Interpretación de un "heroon" ibérico.
- Arquitectura ibérica y contexto histórico y geográfico.
- Los monumentos funerarios ibéricos de estela.


miércoles, 30 de octubre de 2024

ARTE IBÉRICO. ARQUITECTURA. CONTEXTO HISTÓRICO Y GEOGRÁFICO. CARACTERÍSTICAS Y PRINCIPALES OBRAS.

Contexto histórico- geográfico.

Iberia, la Hispania de los romanos, fue un nombre geográfico aplicado por los antiguos navegantes a la península occidental mediterránea. A sus habitantes, por tanto, los antiguos escritores los denominaron íberos, tomando seguramente la parte por el todo.

La cultura ibérica y, por tanto, el arte ibérico se desarrolló desde el siglo VII a. C. hasta el s. I d. C. en que la romanización del territorio (iniciada desde comienzo del siglo II a. C.) acabó por aculturizar a este pueblo. Alcanzó su plenitud, no obstante, entre los siglos V y III a. C.

Bajo una aparente unidad cultural subyace un grupo de pueblos que jamás constituyeron un estado unitario ni tuvieron un progreso artístico igual. Su origen es el resultado de un sustrato indígena de pueblos asentados desde la edad del Bronce que estuvieron en contacto desde el comienzo del primer milenio a. C. con pueblos mediterráneos  -griegos y fenicios/cartagineses-  y centroeuropeos. No todos los íberos evolucionaron de igual modo ni, por supuesto, generaron una riqueza artística igual.

Se sabe que tenían una organización social basad en la tribu. A la cabeza un reyezuelo y una aristocracia guerrera con poder económico suficiente como para enterrarse en ricas tumbas y poseer valiosos tesoros.

Los pueblos prerromanos de la península ibérica en el siglo III a. C.



El área que podemos considerar ibérica se extendía por la costa mediterránea y por ciertas zonas del interior de la Península ibérica.
  • Podemos considerar  ibéricos a los pueblos que habitaban desde el sur de Francia hasta el Atlántico andaluz. De este territorio costero debemos destacar a pueblos como indigetes y cesetanos en Cataluña; Edetanos y Contestanos en Valencia y Murcia; y Bastetanos, bastulos y turdetanos en Andalucía.
  • Son pueblos ibéricos del interior los ilergetes y sedetanos del valle del Ebro y los túrdulos y oretanos de las estribaciones orientales de los sistemas béticos y de Sierra Morena.
Reconstrucción de Ullastret sobre un promontorio del golfo de Rosas (Gerona), al fondo la isla donde los griegos fundaron Emporium.


Arquitectura. Características y principales edificios.

Nos han llegado pocos restos en buen estado de edificios significativos además de la tumbas, por lo que tenemos que hacernos una idea un poco vaga de la arquitectura ibérica a través de capiteles, jambas, zapatas y otros detalles sueltos y dispersos que nos proporcionan la arqueología.

Características:

Material. Sus construcciones de la vida diaria (viviendas) estaban hechas en mampostería el zócalo  y en tapial o adobe el resto de la pared. Sus murallas y tumbas, en cambio, siempre se construyeron en piedra.

Reconstrucción de viviendas y muralla en Ullastret el 250 a. C.



Elementos de sostén, sostenidos y decorativos.
- Sus elementos de sostén son el muro y posiblemente columnas de madera, que podían tener algún elemento en piedra.
- La techumbre era adintelada creándose falsos arcos y bóvedas por aproximación de hiladas.
- Algunos edificios como las tumbas de torre podían recibir relieves decorativos.

Tipología de edificios:

- Poblados. Situados en lugares estratégicos, siempre sobre un cerro o colina desde donde dominaban el territorio colindante. No eran muy grandes, siendo defendidas por sólidas murallas apenas 100 viviendas (500 habitantes). Su urbanización era primitiva como podemos ver en el  Azila (Terurel), donde una calle principal reparte casas rectangulares a uno y otro lado.

Cabezo de Azaila, Teruel.
Algunas murallas presentan aparejos poligonales, que demuestran un conocimiento del arte de la defensa de clara influencia helénica (Ullastret).



-Las casas. Eran viviendas unifamiliares pequeñas, raramente sobrepasaban los 30 metros cuadrados. Poseían una sola habitación cuadrada o rectangular, que podía estar a veces compartimentada en pequeñas divisiones para separar el hogar del almacén. En ocasiones se aprecia un segundo piso que pudo ser ocupado para pajar o vivienda.

Reconstrucción de vivienda ibérica. Exterior e interior.



-Los templos santuarios. Se localizan fundamentalmente en el sur y sudeste peninsular. No son interesantes desde el punto de vista arquitectónico, puesto que el templo de adoración no era lo importante en el culto, de hecho, a veces, se trata de santuarios a cielo abierto como el de  Castellar de Santiesteban (Jaén) o el de Collado de los Jardines en Santa Elena (Jaén, Despeñaperros). 

Mapa con los principales santuarios ibéricos.



Los santuarios edificados suelen tener una nave que puede servir de lugar donde realizar la oferta o donde depositarla en él, bajo él o en los alrededores como en el santuario del Cerro de los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete) o en el de El Cigarralejo (Murcia). Podemos encontrar pequeñas columnas normalmente de estilo jónico, que se creen no tenían función arquitectónica sino de servir de pedestal a alguna estatua oferente.

Santuario de El Cigarralejo, Murcia. Fue construido en la cima de un cerro, aprovechando las irregularidades del terreno. La excavación reveló una planta rectangular de 29 x 12 m, con un pasillo central de casi 1,5 m de ancho que organizaba varias habitaciones a ambos lados. Este pasillo terminaba en un corredor perpendicular, posiblemente a cielo abierto, que daba acceso a una habitación "sagrada" con exvotos. Los contornos norte y sur se alineaban con afloraciones calizas, lo que proporcionaba inaccesibilidad intencionada. Su ubicación elevada ofrecía una notable preponderancia visual en el entorno. El acceso al edificio se limitaba al lado este, facilitado por una rampa que lo conectaba con el área del poblado.




Los santuarios en cavernas de época ibérica representan una vertiente más de los lugares de culto. Los fieles ascendían hacia un lugar sagrado donde se daba culto a un dios o diosa buscando ayuda por motivos de salud, fertilidad y asuntos nupciales. A la entrada del santuario, se agrupaban construcciones cuadrangulares, pequeñas tiendas donde se vendían productos para las ofrendas. En las terrazas cercanas, la comunidad depositaba exvotos y ofrendas.

Castellar de Santisteban, Jaén. Abrigo santuario.
Reconstrucción ideal del santuario de Collado de los Jardines (Jaén).

- Las tumbas. La tipología de las tumbas es muy variada:
  • - enterramientos de simples urnas con cenizas y escaso ajuar.
  • - pilares o estelas rematadas con figuras mitológicas protectoras.
  • - cámaras subterráneas con túmulo en el exterior que aparecen sobre todo en la Bastetania, como la de Toya (Peal del Becerro, Jaén) o la de Tutugi en Galera (Granada).La más representativa de estas cámaras es, sin duda alguna, la sepultura de la Dama de Baza (Granada) excavada en la roca de un cerro en una necrópolis del siglo IV.
Reconstrucción ideal de la necrópolis del Cigarralejo (Murcia), con pilares y estelas.

Tumba-túmulo de Peal del Becerro, Jaén. Interior.



Enterramiento de la Dama de Baza.


  • - monumentos turriformes como el de Pozomoro, Chinchilla (Albacete) o de Porcuna (Jaén) destinado a albergar el cuerpo de algún príncipe o personaje de elevado rango. Estaban decoradas con relieves con leyendas heroicas del difunto, hechos mitológicos y figuras de animales protectores. A su alrededor se disponían el resto de las tumbas.
Tumba torre de Pozomoro, Chinchilla (Albacete). Reconstrucción hipotética.