Los rasgos de la plástica egipcia son tan propios que hasta un público en absoluto entendido es capaz de reconocer una obra y atribuirla a esta civilización. Otra cosa es saber explicar en qué consisten esas características artísticas. En este artículo vamos a tratar de hacerlo con algunas de ellas como: la finalidad de la figuración egipcia; los materiales, el soporte y las técnicas utilizados por los artesanos egipcios; y la importancia del canon humano. En siguientes artículos trataremos de otras características de la figuración egipcia, de la iconografía y de las excepciones a la norma.
CARACTERÍSTICAS ARTÍSTICAS DE LA FIGURACIÓN EGIPCIA.
La función.
Muy pocas obras egipcias fueron producto del "arte por el arte", si acaso algunos objetos de uso cotidiano. Incluso éstos si los analizamos en el contexto de que eran parte del ajuar de una tumba también tuvieron una función religiosa o funeraria. Son los templos y las tumbas, por tanto, los lugares que nos han suministrado las figuras de Egipto. En los templos se representaba a la divinidad para atraerse su protección. En las tumbas se depositaban los dobles escultóricos o se decoraban con relieves y pinturas las tumbas para obtener la eternidad de ultratumba.
En la representación del faraón además hay implícita la función política. Cuanto más colosal se erija la figura del faraón o más imágenes se realicen de él o más se imiten las poses de los grandes soberanos del pasado mayor será su grandeza frente a sus súbditos y frente a la historia. Qué sentido tienen las monumentales figuras de Ramses II en el speo de Abú Simbel, sino es exaltar su propia imagen.
Los materiales, las técnicas y el soporte.
Los artesanos egipcios son especialistas en cualquier material.
En escultura exenta y en altorrelieve prefieren la piedra por su especial resistencia, lo que contribuye a la perduración de la obra. Las rocas duras como la diorita, el granito o el basalto son muy costosas de trabajar, por lo que su posesión es un signo de status social y no suelen policromarse después. La caliza, la roca más común, recibe una capa preparatoria de estuco sobre la que después se pinta para embellecerla. Se utilizan también materiales preciosos como la madera, el oro, el marfil o el vidrio.
Detalle del doble funerario de Rahotep y su esposa Nofret. 2550 a. C.
Las dificultades técnicas de la escultura variaban notablemente según los materiales empleados o el tamaño de la obra. Los escultores partían de bloques paralelepípedos ortogonales, en cuyos lados se hacía una cuadrícula y un dibujo guía que servían para dirigir los golpes. En las grandes obras, los problemas técnicos se convertían en problemas de ingeniería. Las primeras fases de la labra de una estatua tenían más que ver con la obra de un cantero que con la de un artista.
Coloso de Ramses II en Menfis.
La dificultad continuaba con el transporte, que se realizaba en una fase próxima a su terminación para aligerar su peso en la medida de lo posible y para las que a veces se necesitaba caminos o transportes especiales. En la foto de abajo podemos ver una pintura de la tumba de Dyehutihotep (XI Dinastía), que nos ilustra acerca de cómo se realizaba el transporte de una escultura que se calcula de cerca de 7 metros desde las canteras a su emplazamiento definitivo a una distancia de 50 kilómetros.
Los relieves suelen ser muy planos y cuando se realizan para soportes en exterior (muros o columnas de templos) suelen estar rehundidos para evitar el desgaste de la erosión de la arena del desierto. Las principales construcciones religiosas y las mejores tumbas estaban decoradas con relieves pintados. La pintura sólo se empleaba en la decoración de edificios cuando la roca era de mala calidad o bien para economizar.
Detalle relieves pintados de la mastaba de Ti, Saqqara.
La pintura se aplica sobre las obras escultóricas o directamente sobre la pared preparada, sobre la madera estucada (sarcófagos o cajas) o sobre los papiros. En todos los casos la técnica aplicada es la pintura al temple.
El canon humano. Idealización y realidad.
Para un egipcio una estatua o una pintura de un ser humano tiene tanta vida como cualquier ser vivo y, por supuesto, es mucho más que un recuerdo hecho imagen. Por esta razón es tan importante la figuración en esta civilización y que se inscriban en ella las cualidades que la persona representa en vida. Pero para que en ultratumba el ser humano mejore su estatus no debe sólo "asemejarse" al original, sino que debe ser perfecta. En su afán de buscar la esencia perfecta del ser humano, lo que para ellos es inmutable o eterno, les hace deformar la realidad u omitir el detalle. Les hace crear un ser humano estereotípico o esencialmente perfecto. De esta idea emanan muchas otras:
- El canon orgánico. Para el artista egipcio el hombre perfecto radica en la mediada y debe tener unas proporciones basadas en el propio cuerpo (un canon orgánico). Así la altura de un hombre de pie equivalía a la medida de 18 de sus puños o a 4 de sus codos o a 24 veces el ancho de su mano. El ancho de los hombros de un hombre era igual a seis medidas de sus puños o cinco en el caso de las mujeres.
- Perfección anatómica. El representado para vivir en la eternidad y en plenitud debía conjugar en sí el sumum de las perfecciones: debía ser joven (aunque el difunto muriera anciano), de musculatura fuerte o atlética (aunque nunca lo hubiera tenido en vida) y sin ninguna deformidad (aunque fuera feo, alto o bajo, tuviera una malformación, etc.).
- Solemnidad. El difunto además deber ser representado con expresión seria o hierática, sin expresar sentimientos humanos, puesto que como alma que pasa la otro mundo no debe tener sensaciones humanas.
Este patrón es aplicado al pie de la letra en la representación del faraón, que ha de ser la perfección. Tan sólo los rasgos faciales varían de un faraón a otro, pero tan levemente que son difíciles de distinguir. La nobleza tenderá a imitar al faraón, pero según bajamos en la escala social (funcionarios y escribas) vemos que la individualización empieza a asomar en los cuerpos y en los rostros. En ellos pueden aparecer rasgos realistas: las arrugas, la calvicie, la obesidad o la deformidad.
El conocido como Cheik el Beled. Sacerdote o funcionario
Al llegar al pueblo llano volvemos a encontrarnos modelos humanos estereotipados. Estas obras, que no están pagadas por los representados sino por sus amos, buscan la esencia de un sirviente que acompañe a sus dueños al otro mundo.
Sirvienta portando un cesto. Rostro y cuerpo estereotipado.
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