Este artículo será el primero de los que dedicaré al Impresionismo, el movimiento artístico, fundamentalmente pictórico, que se desarrolla en el último tercio del siglo XIX y que revolucionó el mundo del arte. Para conocer sobre el origen, la historia, el contexto y la trascendencia de este movimiento pincha aquí.
A través de la presentación podremos ver que este movimiento tiene precedentes, pintores que en el pasado reflexionaron por separado sobre problemas pictóricos de luz, pincelada o temática y que pudieron servir de inspiración para desarrollar su técnica a Eduard Manet, Claude Monet, Edgar Degas, Auguste Renoir, etc. Entre estos antecedentes vamos a destacar las figuras de Diego Velázquez, Francisco de Goya, William Turner y Camille Corot.
Pero también podríamos haber señalado a Rembrandt, Hals, Vermeer, los maestros venecianos (Tiziano y Giogione) o más cercanos los paisajistas de la escuela de Barbizon (Rousseau) o el inglés Constable.
Tampoco debemos olvidar que este es un arte de su tiempo y que sólo a partir de esta época se dieron a conocer nuevas culturas como la japonesa. A mediados del siglo XIX Japón rompió su aislamiento comercial con Occidente y con ello comenzaron a circular productos y grabados de aquel país. Tanto deslumbró a la sociedad europea, que el mismo Zola, como lo retrata Eduard Manet, se rodeaba de estampas y biombos en su habitación. Nombres como Utamaro, Hiroshige o Hokusai se hacen populares entre los marchantes de arte. Los pintores impresionistas aún estaban más seducidos por el arte japonés porque en sus estampas populares, conocidas como Ukiyo-e, se representaban escenas de la vida cotidiana, perspectivas insólitas, colores planos, ambientes luminosos y una ausencia absoluta de los valores compositivos de la tradición pictórica europea. Una manera de captar la realidad muy afín a sus presupuestos teóricos.
Si seguimos fijándonos en la foto, que podemos ver ampliada sobre la presentación de abajo, el escritor admira también a Velázquez (posee un dibujo del Triunfo de Baco) y a su amigo Manet (posee una fotografía de Olimpia). La fotografía había nacido en 1839 con Daguerrre, que inventó la primera máquina fotográfica. Al comienzo era una técnica inferior subordinada a la pintura por el gran tiempo de exposición que necesitaba. Sin embargo, en poco tiempo evolucionó y a la altura de los años 60 ya era un poderoso rival para la pintura, puesto que captaba el detalle con una perfección que no podía hacer el pintor. Los pintores impresionistas comprenden que no pueden competir con la fotografía en captar la realidad exacta de las cosas, de ahí que éste sea uno de los motivos para que se decidan a indagar nuevos caminos de expresión pictórica. Es más buscan sacar partido a este adelanto técnico utilizándolo como medio para captar el instante y el movimiento o inspirándose en sus encuadres o en los defectos de enfoque. Comprenden además que, igual que el fotógrafo saca su cámara a la calle para captar el mundo, el pintor debe hacerlo con su caballete.
Extrae más ideas y ejemplos de la presentación que te ofrezco a continuación.
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sábado, 27 de septiembre de 2014
EL IMPRESIONISMO FRANCÉS. PRECEDENTES ARTÍSTICOS E INFLUENCIAS DE LA ESTAMPA JAPONESA Y DE LA FOTOGRAFÍA. EL RETRATO DE ZOLA POR MANET.
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