La escritura de los antiguos egipcios ha fascinado siempre a la humanidad. La forma y la variedad de los signos dieron pie durante mucho tiempo a diversas tentativas de interpretación, después de que su significado cayera en el olvido tras la clausura del último templo pagano en el siglo VI de nuestra era (año 535, Templo de Isis en Philae). Los primeros intentos de descifrar la escritura jeroglífica fracasaron po el error fundamental de considerar que todos los signos tenían un significado sagrado. El filósofo griego Plotino (s, II d.C.), por ejemplo, pensaba que cada dibujo expresaban un concepto complejo, y el jesuita Athanasius Kirchner (1602-1680) decía que se trataba de símbolos que "permiten transmitir (...) grandes ideas y profundos misterios.
Relieves rehundidos y pintados del templo de Khonsu. Cartuchos.
La situación cambió radicalmente en 1799. Durante la campaña egipcia de Napoleón Bonaparte, uno de sus oficiales realizó el hallazgo de una piedra con inscripciones que contenía un decreto sacerdotal del noveno año del reinado de Ptolomeo V (196 a.C.) en escritura jeroglífica, demótica (escritura egipcia simplificada) y griega. Esta podía ser la clave para descifrar los jeroglíficos del Antiguo Egipto. Se la denominó piedra de Rosetta por la localidad al este de Alejandría en donde se encontró. La losa en cuestión incautada por los ingleses en 1801 tras derrotar al ejército francés en Egipto y fue mandada a Londres para ser expuesta donde actualmente puede verse, el Museo Británico.
Piedra Rossetta, Museo Británico. 112,3 cm de alto (máximo), 75,7 cm de ancho, 28,4 cm de grosor.
El texto griego era perfectamente legible y comprensible, por lo que se trató de descifrar las otras dos escrituras comparando los nombres de lugares y personas. El inglés Thomas Young, el sueco David Akerblad y el francésSilvestre de Sacy se enzarzaron en una reñida competición por hacerlo en primer lugar, pero fue finalmente Jean-François Champollion (1790-1832) quien desentrañó el problema.
Leon Cogniet. Retrato de Jean-Francois Champollion.
Champollion se sentía subyugado por Egipto desde que era un niño. A los 13 años comenzó a estudiar diversas lenguas orientales, además de griego y latín. Más tarde se dedicó al estudio del copto, la última variante lingüística del egipcio antiguo. Con tan sólo 19 años fue nombrado profesor suplente de historia antigua en Grenoble, pero tuvo que renunciar al cargo poco después por motivos políticos. En 1821 visitó en París a su hermano mayor que trabajaba como secretario particular del filólogo clásico Bon Joseph Dacier. Allí se consagró al estudio de la "Piedra Rosetta" sobre las copias grabadas de la piedra Rosetta y acabó por encontrar la clave para descifrar la estructura elemental de la escritura jeroglífica, o lo que es lo mismo, descubrió que se trataba de una combinación de signos fonéticos y semánticos. En septiembre de 1822 informó del éxito de sus primeros intentos por descifrar la escritura. En concreto, la grafía del nombre del rey Ptolomeo, resaltada en el texto jeroglífico mediante un marco orbicular denominado cartucho, le permitió averiguar los primeros valores fonéticos del alfabeto. Al transferir el valor fonético de los signos griegos a los jeroglíficos, logró hallar su significado. Una vez descubierta la clave,Champollion pudo leer y entender otros textos, en parte gracias a su dominio del copto. Procuró abarcar la mayor cantidad posible de textos escritos y en 1824 obtuvo el permiso necesario para estudiar los objetos egipcios de la colección Drovetti de Turín (hoy Museo Egipcio) donde perfeccionó su método de traducción. En 1828-1829 viajó a Egipto y a Nubia con un equipo de dibujantes y copió todas las inscripciones que le fue posible, para que su lectura convenciera incluso a los más escépticos.
Piedra Rosetta. Detalle de textos demóticos y griegos.
A pesar de que la lengua egipcia evolucionó notablemente a lo largo de los milenios, se puede apreciar una continuidad en el vocabulario y en determinadas estructuras gramaticales. En la actualidad se distinguen cuatro variantes de escrituras imbricadas en el tiempo. Los testimonios escritos más antiguos son jeroglíficos que se remontan al año 3.100. A lo largo del Imperio Antiguo convivirán la escritura jeroglífica y la hierática. A partir del Primer milenio la influencia griega y de los pueblos del Mediterráneo fue haciendo evolucionar la escritura hierática hacia fórmulas más sencillas, primero al demótico y más tarde a la variante más moderna, el copto.
Piedra Rosseta con escritura jeroglífica (arriba) y demótica (abajo).
- La escritura jeroglífica es la más antigua y duró hasta el siglo VI d. C. Se empleaba al comienzo en todos los ámbitos, aunque con el tiempo se la reservó para los textos de carácter religioso, monumental o conmemorativo. Sus signos se esculpían o se gravaban en piedra, tanto en relieve como en hueco en las paredes de los templos, tumbas y palacios, así como en estelas, estatuas, utensilios, cofres, sarcófagos, joyas y amuletos. El egipcio no renunció a este complejo sistema durante más de 3000 años por el carácter tradicional y sagrado de este tipo de escritura, pero también porque supo apreciar el potencial decorativo del mismo.
Vasos canopos de alabastro en su cofre de piedra. Tumba de Tutankamon.
- La escritura hierática fue la versión simplificada de la escritura jeroglífica durante el Imperio Antiguo y Medio para poder ganar velocidad en los textos comunes privados y en los de la administración. Se trazaba a mano con junco y tinta sobre los soportes más diversos: papiro, tablilla, cerámicas, muro...
Escritura hierática papiro Edwin Smith, dinastía XVII, hacia el 1600 a. C. En zoom detalle.
- El término demótico proviene del griego ("popular"). Se trata de un tipo de escritura que simplificó aún más el hierático, sin guardar ya apenas similitud alguna con la forma jeroglífica original. Poco a poco fue desplazando a la escritura hierática: al principio, aparecía sólo en los textos de carácter legal y administrativo, pero después se extendió a los textos literarios y religiosos.
Texto demótico sobre papiro.
- Durante la época grecorromana, el griego sustituyó definitivamente al egipcio como lengua administrativa, y la escritua griega fue adquiriendo poco a poco mayor importancia. La fonética egipcia se transcribió al alfabeto griego más 6 letras adicionales procedentes del demótico constituyéndose el copto, la última variante idiomática del egipcio. Por primera vez la lengua de los antiguos faraones incluía vocales que nos permiten reconstruir mejor el sonido de los antiguos escritos. Los primeros textos son rituales máginos destinados a asegurar la correcta pronunciación de determinadas palabras, frases y pasajes. Luego lo utilizó la iglesia ortodoxa egipcia que lo ha conservado hasta nuestros días.
Estela funeraria del arquitecto Euprepios, siglos V-VI d. C.
El sistema jeroglífico está integrado por una combinación de signos fonéticos e ideográficos. Las imágenes más frecuentes son las de los denominados signos que representan sonidos consonánticos, que forman una especie de alfabeto o fonograma. Las vocales no se escribían. Algunos signos tienen un significado simbólico y representan un único concepto o varios más complejos, como por ejemplo, el "disco solar", que suele ser la imagen del dios sol, pero también puede ser utilizado para indicar las horas del día. La disposición de los jeroglíficos depende de factores prácticos y estéticos, en función de los cuales pueden variar también el tamaño de los signos y su posición con respecto al resto. La escritura se podía leer de izquierda a derecha o viceversa, y también en sentido vertical de columnas. El número, la forma y la ejecución tanto de los signos jeroglíficos como de los hieráticos fueron cambiando con el paso de los siglos. La complejidad del sistema no impidió que se escribiera acerca de casi todas las cuestiones, de tal modo que los antiguos egipcios están más cerca de nosotros que los pueblos de otras culturas antiguas.
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