En el siglo IV a. C., los escultores griegos empezaron a experimentar una estética nueva que mostrase una preocupación más humana, más realista o, por ser más exactos, menos idealizada. No buscan mostrar tipos aislados en su perfección, sino seres vivos ocupados en una acción determinada con una estética nueva.Praxíteles será el escultor más conocido de esta época que sucede al clasicismo puro de Mirón, Policleto o Fidias. Es también el único en el que se puede entrever la evolución del arte generando, no imitando, nuevas formas.
Praxíteles. Cabeza de Afrodita de Cnido.
Praxíteles (aproximadamente, del 400 al 330 a.C.) consagró su obra casi exclusivamente a la estatuaria, individual o de grupo, y prefirió el mármol al bronce. Su temática fundamental fue la de los dioses, como el gran Fidias,aunque a diferencia de éste los representó como seres humanos, alejados de la pose trascendente.
Nació su vocación e hizo su aprendizaje en el taller de su padre Cefisodoto de Atenas, escultor de renombre, de quien conocemos al menos una obra importante: Eirene elevando en sus brazos a su hijo Pluto (La Paz y La Riqueza). Esta escultura es la traducción plástica de una alegoría que conmemoraba el tratado de paz entre Esparta y Atenas (374 a. C.), pero, sobre todo, es la obra que supuso una nueva mentalidad a la hora de concebir la escultura, alejada de la escuela de Fidias.
Cefisodoto de Atenas. Eirene elevando en sus brazos a su hijo Pluto, 374 a. C. Glyptotheka Munich.
- La figura de Eirene sigue modelándose siguiendo el tipo clásico de mujer, vestida incluso con el peplos, moda ya en desuso en el siglo IV, pero Cefisodoto busca en el ropaje el efecto ornamental de más flexibilidad y riqueza y, sobre todo, concentra el atractivo en el contacto psicológico del cruce de miradas, en captar un sentimiento maternal y dulce hacia el niño.
- El niño, por su parte, tiene, aunque sólo sea parcialmente, formas realmente infantiles, rompiendo con la tradición que hacía representar a los niños como jóvenes en tamaño reducido.
Praxíteles, influido sin duda por la especulación platónica, se dedicó a la escultura con la ambición de definir la idea de la belleza humana de una forma más accesible a los hombres de su tiempo. Su punto de partida es el tipo de Policleto del Diadúmeno, del que conserva el principio de equilibrio y el ritmo esencial. Pero, como demuestra una de sus primeras obras, El Sátiro Escanciador, alarga las proporciones, hace más flexibles las formas y estira las líneas. Con el ondular de las formas da una sensación absolutamente nueva: el gesto de verter el vino desde la jarra de la mano derecha a la vasija de la izquierda hace que nuestra mirada ascienda por todo el perfil de la figura hasta el codo y la mano levantada, para después bajar por la cara hasta la otra mano: en una palabra, Praxíteles sugiere la preeminencia de los perfiles y la ligereza de las formas allí donde Policleto afirmaba las masas musculares y su estabilidad.
Praxíteles. Satiro escanciador 370-60 a.C. Copia romana. Museo arqueológico de Palermo.
Estas primeras búsquedas figurativas le conducen a su Apolo Sauróctono. El ritmo de Policleto adquiere entonces un valor musical infinitamente sutil, gracias a la continuidad de la línea que parte del pie derecho y se prolonga en amplias ondulaciones hasta la extremidad de la mano izquierda. El suave torso, por vez primera en la estatuaria griega, se desequilibra hasta no poderse sostener por sí solo: la ondulación del cuerpo se deshace en una bella curva continua, la curva praxitélica, que un árbol debe soportar. Por otra parte, la actividad adquiere un nuevo significado. Praxíteles tuvo en cuenta los resultados de sus predecesores inmediatos: el gesto y la mirada son naturales, y Apolo se dispone realmente a herir al lagarto con la flecha que sostendría en la mano derecha. ¿Qué significa el lagarto? Posiblemente el mal, pero hay en el rostro del dios un deje de deleite sádico en pinchar al animal. Falta todo sentido heroico, todo carácter épico: ¿Apolo matando a un pobre lagarto?
Praxíteles. Apolo sauróctono.
Otra novedad: la imagen de Apolo no es la de un adulto atlético, sino la de un adolescente, alejado de toda actividad física que haya dejado huella de esfuerzo en su cuerpo. El significado religioso del tema se revela en la antítesis que forma la resplandeciente y suave belleza del dios de la luz con el reptil miserable que simboliza el genio malhechor de las divinidades subterráneas.
Praxíteles. Hermes y Dionisos niño. Hermes de Olimpia.
Este naturalismo simbólico aparece aún más claro en el Hermes de Olimpia o también conocido como Hermes con Dionisos niño, que está considerado por los especialistas como original. Esta obra pertenece al último periodo de su carrera, pero se inspira en la obra de su padre que ya he analizado. El dios Hermes, el adulto, le ofrece desde su brazo desaparecido un racimo de uvas a Dionisos niño, que sintiendo la atracción por la fruta de la que se saca el vino se abalanza a cogerlo. Hermes sonríe maliciosamente ¿Qué lección moral hay en la escena? ¿Qué sonrisa irónica nos aparece en el rostro al comprender la situación que están viviendo estos dioses? Esta es la mejor prueba de la desmitificación que hace Praxíteles de los dioses.
Praxíteles. Afrodita de Arlés o Afrodita Tespia.
Y por si fuera poco, queda por comentar la obra maestra que despertó en la antigüedad más viva admiración y más dura controversia. Me refiero a la Afrodita de Cnido (460-450). Le precedió otra Afrodita, la Afrodita Tespia, que posiblemente sea la copia romana conocida como Venus de Arlés, que se conserva en el Museo del Louvre. Esta sería un primer ensayo hacia el 470 del canon femenino y, por tanto, la primera aproximación al desnudo.
Praxíteles. Afrodita de Cnido.
De una a otra Afrodita se ha verificado una verdadera metamorfosis: las piernas se alargan, la pelvis y el busto se ensanchan; y, sobre todo, Praxíteles definió su ideal femenino diseñando curvas armoniosas: plenitud sin pesadez, flexibilidad sin blandura. En la Afrodita de Cnido, por primera vez, un escultor se atreve a representar en plena desnudez a una divinidad femenina. Para permitirse esta licencia, Praxíteles escogió como pretexto el momento en que ésta sale del baño, haciendo un acto plenamente humano. Afrodita se convierte en el modelo ideal y de la que arranca el desnudo femenino en el arte griego. Sin embargo, sabemos, además, que el escultor tenía ante sus ojos una maravillosa modelo, la célebre prostituta Friné lo que escandalizó a la sociedad ateniense del momento. Las copias y versiones encontradas son numerosísimas.
Praxíteles. Afrodita de Cnido. CarlsbergGlyptothek, Copenhague.
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