viernes, 14 de noviembre de 2014

UN ESCRIBA DEL IMPERIO ANTIGUO EN VENTA. SEKHEMKA, EL DE ALMA FUERTE.

Preparad la chequera porque el 10 de Julio de 2014 se va a celebrar una subasta en Christie’s de Londres de una pieza excepcional del Imperio Antiguo. Se trata de la estatua policromada del escriba conocido como Sekhemka de Northampton de una antigüedad de 4500 años y de una belleza comparable a los escribas más conocidos del Louvre o del Museo de El Cairo.



Sekhemka es una escultura que ha pertenecido a la familia de los marqueses de Northampton desde que lo adquiriera en Egipto (entre diciembre 1849 y abril de 1850) el segundo marqués de este título, y que ha estado en depósito en el Museo Guildhall de Northampton.



La obra ahora se subasta por un precio de salida de entre 5 y 7,5 millones de euros (4,000,000£- 6,000,000£ libras esterlinas o, lo que es lo mismo, 6,784,000 - 10,176,000 dólares). Ahí es nada. Habrá que romper las huchas y rascarse los bolsillos para recuperar hasta la última moneda y entrar en la puja.


Los datos técnicos de la obra son los siguientes:

Estatua sedente del escriba Sekhemka, inspector de escribas.

2400-2300 a. C., V Dinastía.

Caliza policromada. Dimensiones: 75 cm. de alto x 31.2 cm.de ancho x 44.1 cm. de fondo.

Procedencia posible: la necrópolis real de Saqqara.




La escultura es realmente bella y paradigmática. Es una típica estatua cubo hecha para ser uno de los soportes del alma que encargaría este escriba, Sekhemka, para su tumba, posiblemente levantada en la necrópolis de Saqqara. Su función era ser la "imagen viva" de la persona fallecida y se instalaría en el serdab de la mastaba, una capilla accesible sólo para los sacerdotes y miembros de la familia que honraban a sus antepasados. Allí recibiría de éstos las ofrendas en forma de incienso y de alimento que le sustentaría en el más allá.


Su rostro es muy sereno. Bajo una peluca de rizos en hileras cuidadosamente cortados, podemos ver unas cejas sutilmente talladas y unos ojos inteligentes a la espera de las órdenes de su faraón. La boca esboza una leve sonrisa del que se sabe eterno. Posee rasgos personales como la corta nariz o unos mofletes y una forma de cara muy redondeados, aunque podría ser una característica estilística del escultor, ya que su mujer, de la que luego hablaremos, muestra un rostro igual.


Su poderoso pecho desnudo y sus musculosos brazos y piernas nos hablan de un hombre fuerte. Es la imagen del ideal de perfección que se desea a sí mismo el difunto en la otra vida. Puesto que esta estatua es el doble que le posibilita la existencia en el más allá... ¿Por qué no hacerse perfecto?


Viste una falda corta plisada que se anuda a su cintura con un lazo y sostiene un rollo de papiro parcialmente desenrollado en su regazo.


En el documento podemos leer una inscripción jeroglífica que no es otra cosa que una lista con veintidós objetos. La mentalidad del egipcio y del escriba se dan de la mano en esta detallada lista, donde se ha anotado el tipo y la cantidad de productos que Sekhemka necesita para subsistir cómodamente en la otra vida. En ella se incluyen alimentos, bebidas, ungüentos y líquidos, incienso y cosméticos, ajuar funerario y regalos reales. El poder mágico de los jeroglíficos hará que estas ofrendas cobren vida cuando los sacerdotes reciten las fórmulas rituales para la alimentación de los difuntos en el más allá.


En el asiento se puede leer: "Sekhemka ("el de alma fuerte"), inspector de los escribas de la casa del maestro de la generosidad, un orante ante el gran dios". Y en donde apoya sus pies la inscripción sigue e identifica a su mujer: "Sitmeret ("la hija de Meret"), la interesada por los asuntos del rey, una que venera al gran dios".


Y es que a su derecha aparece su esposa representada de rodillas. La posición del cuerpo de Sitmerit es lo que le da armonía a este retrato de familia. Está representada en una escala mucho menor, como corresponde a una ley arcaica que jerarquiza al marido sobre su cónyuge o hijos cuando aparecen conjuntamente. El menor tamaño no debe ser interpretado como un símbolo del lugar de la mujer en la sociedad. Es un convencionalismo artístico, ya que las mujeres tenían un estatus de igualdad con los hombres. Por otro lado, la intimidad que refleja la postura forma parte de la imitación que la élite aristocrática hacía de la representación de los faraones, ya que desde Micerinos la esposa del rey aparecía abrazándole. Mostrar afecto conyugal era, por tanto, un convencionalismo más, pero no así la suave caricia que se aprecia en los dedos de la esposa. Esto demuestra la estrecha relación entre marido y mujer y el apego a su familia. Ella le ofrece el amor y vela por su marido.


La imagen de la mujer es primorosa. Su rostro es estereotipado como el de su marido, pero su cara redonda se enmarca entre la peluca resulta aún más atractiva. Dobla la pierna izquierda elegantemente por debajo de la derecha y abraza con ternura una pantorrilla de Sekhemka. Su vestido es largo, le llega hasta los tobillos, pero a la vez es sensual, ciñéndose al cuerpo y dejando transparentar sus formas femeninas. La ropa estaba policromada de azul y naranja, como demuestran los restos de pigmentos hallados detrás de sus hombros. Portaba brazaletes esculpidos en muñeca y tobillo y quizás un collar real, que ha desaparecido.


A la izquierda, aparece un relieve con un joven, muy probablemente su hijo, caminando y con una inscripción que dice: "escriba del maestro de la generosidad, Seshemnefer". Seshemnefer, puede ser su nombre o del chaty (ṯȝty), el más alto funcionario del Antiguo Egipto o primer magistrado después del faraón, al que servían tanto padre como hijo. Este nombre es común de una saga de funcionarios que administraron Egipto entre el 2500 y el 2300 a. C. La figura, aún más diminuta que su madre, porta una flor de loto, símbolo de la inmortalidad o la resurrección que le desea a su padre. Se le representa desnudo, un signo de la juventud idealizada. Su presencia refuerza la imagen cuidadosamente construida de una familia ideal.


Los tres lados del asiento cúbico están esculpidos con bajorrelieves que representan a sirvientes en procesión ceremonial que portan algunas de las ofrendas apuntadas en el pergamino: un pato, gansos, un becerro, ungüentos e incienso.


La escena de la parte izquierda que vemos en la foto inferior muestra a dos portadores. El primero lleva un ganso asido por las alas en la mano izquierda y dos flores de loto en la mano derecha; el segundo sostiene cuidadosamente un becerro. La talla tan realista de los animales muestra la gran maestría de los escultores de la quinta dinastía. Que las alas del ave estén rompiendo un poco el marco muestra una gran habilidad y confianza. Esta licencia artística hace la escena más dinámica.


Para más información sobre las características e iconografía del arte egipcio os dirijo a este enlace con todos los artículos que sobre esta civilización hay en este blog.

http://algargosarte.lacoctelera.net/post/2011/10/10/esquema-ndice-del-arte-egipcio

Epílogo. 16 de noviembre de 2014.

Escribí este artículo allá por antes del verano y me desentendí de cuál fue el resultado final de la subasta. Pero un lector de este blog, muy amablemente me lo ha recordado hoy y me ha continuado el artículo.  Transcribo sus palabras porque yo no puedo añadir más que un ¡Amén!:

"Realmente es una obra fantástica y una de la mayores polémicas del mundo de la cultura en Reino Unido de los últimos años. Para finalizar la historia, la obra fue vendida por 15, 8 millones de libras, pero este dinero que debería ir a parar al museo hubo de dividirse con el Marqués de Northampton, descendiente del donante (creo que era una donación no un depósito) de la obra, por no poder por lo visto vender obras donadas o por no quedar claro realmente como llego la obra al museo, sea como sea Lord Northampton se llevó 6 millones de lo recaudado. Además la violación del código ético en lo referente a la venta de obras de propiedad pública ha supuesto la exclusión del museo de Museums Association y la imposibilidad de acceder a determinadas fuentes de financiación entre las que se encontraba la de la loteria, bastante generosa en Reino Unido con la cultura. También ha supuesto la disolución los Amigos del Museo después más de 50 años."

"Es para plantearse hasta que punto unos gestores municipales y temporales (como todos los cargos públicos) pueden vender la pieza más importante de un museo público sin ningún problema." 

3 comentarios:

  1. Realmente es una obra fantástica y una de la mayores polémicas del mundo de la cultura en Reino Unido de los últimos años. Parea finalizar la historia, la obra fue vendida por 15, 8 millones de libras, pero este dinero que debería ir a parar al museo hubo de dividirse con el Marqués de Northampton, descendiente del donante (creo que era una donación no un depósito) de la obra, por no poder por lo visto vender obras donadas o por no quedar claro realmente como llego la obra al museo, sea como sea Lord Northampton se llevó 6 millones de lo recaudado. Además la violación del código ético en lo referente a la venta de obras de propiedad pública ha supuesto la exclusión del museo de Museums Association y la imposibilidad de acceder a determinadas fuentes de financiación entre las que se encontraba la de la loteria, bastante generosa en Reino Unido con la cultura. También ha supuesto la disolución los Amigos del Museo después más de 50 años.
    Es para plantearse hasta que punto unos gestores municipales y temporales (como todos los cargos públicos) pueden vender la pieza más importante de un museo público sin ningún problema.

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    1. Muy interesante tu aporte, Boro, si me lo permites lo añadiré como epílogo al artículo.

      En verdad que me enteré de la subasta, pero no de la polémica de su puesta a la venta y todo lo que ha venido posteriormente. Un negocio ruinoso para el museo y su público.

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  2. En este enlace puedes seguir el desarrollo de todo el culebrón http://lootingmatters.blogspot.com.es/search/label/Northampton
    En EEUU es relativamente normal que los museos vendan obras para financiar nuevas compras, en Europa, incluso en Reino Unido con sistema similar al estadounidense estas cosas no están muy bien vistas. Particularmente, yo agradezco que la ley haga inalienables los bienes de los museos públicos. En el Prado hay muchas obras que no valen nada, son obras de tercera o cuarta fila que vinieron de la desamortización y que solo ocupan espacio, pero por si acaso prefiero que se queden como están, porque nunca sabes las sorpresas que te pueden dar, caso del Bautista de Tiziano (aunque el resultado final de la intervención me pareció nefasto, especialmente visto la obra sin barniz ni repintes y antes de la reintegración de faltas).
    Un saludo.

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