viernes, 3 de octubre de 2014

LA GUERRA Y EL EJÉRCITO EN LOS RELIEVES DE LOS PALACIOS ASIRIOS. Breve historia de Asiria y de sus reyes.

La historia del estado asirio es la de un pueblo acostumbrado a vivir en una lucha constante. Al  estar en medio de vecinos poderosos y belicosos, se convirtieron en un pueblo guerrero sumamente violento y conquistador. Comprendieron que la mejor defensa contra sus enemigos era un ataque. La guerra será su orgullo y el tema principal de los relieves con los que decoraban sus palacios. Aquí debajo puedes contemplar algunos detalles de los relieves que se hallan repartidos por los principales museos del mundo, provenientes de los palacios de Nínive, JorsabadNimrudAsur.




Al menos desde la primera mitad del segundo milenio a. C. se tiene constancia de que el pueblo asirio habitaba el norte de Mesopotamia, en la actual Irak. La ciudad de Asur, de la que procede el nombre de la civilización, se convirtió en una importante ciudad-estado regional y centro religioso y comercial en las márgenes del río Tigris. Inicialmente, estuvo bajo el dominio de las ciudades-estado sumerias y posteriormente de los acadios, poco a poco se consolidó como un reino independiente, que a partir de mediados del siglo XIV a. C., tras independizarse del reino Mitani, variará su extensión según los momentos de esplendor (Imperios) o de decadencia. Habrá un núcleo del país asirio, entre Assur, Nínive, Nimrud y Arbil, que, pese a los momentos de crisis, permanecerá independiente hasta el año 612 a. C. en el que será conquistado y sometido definitivamente.

Extensión del Imperio asirio entre el 744 y el 612 a. C. También territorio original en morado.


El Imperio Medio Asirio. Durante los siglos XIV al XI (1356-1087 a.C.), Asiria comenzó a consolidarse como un poder regional, que llegó a dominar toda la región del norte de Mesopotamia, el Alto Éufrates y el Alto Tigris, extendiéndose en algunos reinados desde el Mediterráneo a las montañas de Armenia. Es esta la época de Salmanasar I (h. 1274-1245 a. C.) o Tiglatpiléser I (h. 1112-1074 a. C.). Las expediciones de pueblos caldeos y también arameos pusieron fin a esta época de esplendor asirio que no se recuperó hasta fines del siglo X a. C.

Extensión del Imperio Medio Asirio entre el 1365 y el 1000 a. C. con sus principales competidores.




Imperio Neoasirio. Entre los siglos IX y VIII a. C., Asiria llegó a desarrollar un gran poder territorial y militar. En este periodo los reyes asirios llevaron a cabo campañas de conquista que extendieron su dominio desde Egipto hasta Persia. Bajo Asurnasirpal II (883-859 a. C.) los asirios dominaron hasta el mar Negro por el norte y, tras unos años de crisis internas, en la época de Tiglatpiléser III (745-727 a. C.) llegó a su apogeo, dominando todo el territorio de Mesopotamia.

Conquista y formación del Imperio Nuevo Asirio entre el 912 y el 612 a. C.




Estas conquistas fueron posibles gracias a un ejército equipado con armas de hierro y bien organizado y a un sistema administrativo eficiente. El rey aparece como protagonista absoluto de las hazañas militares, jefe de su ejército pero también guerrero que tensa el arco en el asedio de las ciudades fortificadas. El rey, cuya autoridad era respaldada por los dioses, era el líder de todo el ejército del Imperio. En ocasiones específicas, nombraba a oficiales de alto rango para que lo representaran en las campañas, especialmente si su presencia en el campo de batalla debía ser evitada o no era necesaria.

Detalle de un panel en bajorrelieve de alabastro del Palacio del Noroeste de Nimrud. Muestra a Asurnasirpal II asediando una ciudad junto a un río, 883-859 a.C. El rey y sus arqueros disparan flechas contra sus enemigos. Una torre de asedio de madera que se ha erigido cerca de la muralla de la ciudad está siendo atacada. El enemigo ha alcanzado su palanca de ataque. Dos asirios la sujetan con una cadena y ganchos. Se lanzan antorchas desde la ciudad, pero se contrarresta el fuego con agua desde la máquina de asedio para apagar las llamas. Encontrado por Layard alrededor de mayo de 1846. Museo Británico, Londres.




El reinado de Sargón II (721-705 a. C.) marcó el momento culminante del imperio. Fue este rey quien construyó una nueva capital, Khorsabad o Dur-Sharrukin, testimonio de toda aquella grandeza. Su hijo Senaquerib (704-681 a.C.) no querrá habitar la casi sin estrenar ciudad de su padre y trasladará la capital a Nínive, ciudad provista de una monumental muralla y de un acueducto que recogía el agua de un canal de 50 kilómetros. Senaquerib dedicó todos sus esfuerzos a la conquista de Babilonia, contra la que combatió hasta asediarla y destruirla. Los reyes asirios impulsaron narrativas visuales de sus victorias utilizando los palacios reales como escenarios. Los paneles de sus nuevos palacios describen detalladamente preparaciones bélicas, asedios, batallas, toma de ciudades, ejecuciones de enemigos y deportaciones de prisioneros capturados.

Toma de una ciudad elamita y destrucción de sus murallas en tiempos de Asurbanipal (s. VII a. C.), Palacio del norote Nínive. Sala S, Museo Británico, Londres. Mientras unos soldados asirios saquean y escoltan a los prisioneros derrotados. Los adobes caen y las vigas de madera son arrancadas y la parte superior de las fortificaciones y la puerta son destruidas por las llamas.

El último gran rey asirio, refinado, literato y cruel a la vez, fue Asurbanipal (668-627 a.C.), quien completó la conquista de Egipto, destruyendo Tebas. También invadió el país de Elam y arrasó Susa. Este rey gustó ser representado también como un gran cazador, como un dios-héroe que abate a las fieras con sus flechas. Estas escenas tenían un valor simbólico y religioso. A través de ellas se ensalzaba al soberano como vencedor y protector del orden natural.

En el año 614, Babilonia y los medos formaron una coalición y se apoderaron de Asur, lo que supuso el fin del dominio asirio en Mesopotamia. En el 612 a. C. llegaría la destrucción de Nínive.

Relieve asirio de alabastro. Escena de una cacería de leones por el rey asirio Asurnasirpal II, procede del Palacio Noroeste de Nimrud (antigua Kalhu), entre 865-860 a. C. Museo Británico, Londres.


El poderío del ejército asirio. 

A pesar de su apogeo y dominio en vastas áreas del Cercano Oriente, la expansión de Asiria no se debió a ventajas intrínsecas, ya que su territorio era moderado en tamaño y su población no era significativamente más numerosa o productiva que la de sus rivales. Además, Asiria no se destacó por aportar nuevas ideas o ideologías, ni fue innovadora en tecnología productiva. Tampoco Asiria tuvo líderes militares excepcionales como Alejandro Magno, Julio César o Gengis Kan. Y, aunque los asirios creían que el apoyo de sus dioses era clave para su éxito, sus enemigos también contaban con deidades que los respaldaban. El éxito asirio se basó en factores contextuales en lugar de características únicas. El auge de Asiria desde finales del siglo X puede atribuirse a dos factores fundamentales. En primer lugar, que pese a no haber sido el estado más poderoso en épocas anteriores, logró sobrevivir a la crisis política que debilitó a otros reinos circundantes en el contexto de la Edad del Bronce Final. Y, en segundo lugar, que Asiria llevó a cabo un notable desarrollo de sus fuerzas armadas, superando tanto en tamaño como en experiencia a sus rivales, lo que le otorgó ventajas estratégicas que se prolongaron durante los tres siglos siguientes.  

Bajorrelieve de alabastro del Palacio del Noroeste de Nínive. Representa una procesión de soldados asirios portando lanzas y músicos. Reinado de Senaquerib, 704-681 a. C. Procedente de los muros laterales de una rampa que asciende (desde el Palacio Real) al Templo de Ishtar, Nínive, Irak. Museo de Pérgamo, Berlín, Alemania.



Finalidad y destinatario de los relieves. La representación gráfica de hechos gloriosos relacionados con la guerra tiene un origen remoto en Mesopotamia, como se puede observar en las estelas del III milenio a. C. o el estandarte de UrSin embargo, a partir del siglo IX a.C., coincidiendo con la expansión territorial del imperio, los reyes asirios impulsaron un grandioso programa visual de bajorrelieves en sus palacios, un esfuerzo sin igual de centenares de metros de esculturas que narraban la historia de sus conquistas. Estas representaciones no solo cumplían las funciones narrativas y decorativas, sino que también tenían un objetivo propagandístico: exaltar el poder de sus reyes y de su ejército.

Imagen de la izquierda, detalle de la estela de la victoria de Naram-Sin, Rey de Akkad, sobre los Lullubi de los montes Zagros, Período Acadio, c.2230 a.C (Museo del Louvre). Imagen de la derecha, detalle de soldados asirios asaltando posiblemente la ciudad de Upa, en los montes Zagros, que se encontró en el Palacio Central de Kalhu (Nimrud), reinado de Tiglat-pileser III, 730-727 a. C., Museo Británico.




Sin embargo, el tamaño de superficie escultórica, el valor artístico de la obra y la función propagandística de los relieves asirios pueden compararse sólo con los de los relieves históricos romanos, como, por ejemplo, los que se encuentran en la célebre Columna Trajana. En ambos se observan elementos comunes como la intención de hacer un relato visual del esfuerzo bélico usado para lograr la victoria o la idealización del vencedor y el uso del castigo sobre el vencido. Sin embargo, salvando la distancia estilística y el tiempo, existe una diferencia significativa entre ambos: el destinatario. Los relieves asirios estaban situados en el interior de los palacios, diseñados para impresionar a dignatarios y tributarios que visitaban al rey. En contraste, los relieves romanos se ubicaban en espacios públicos, con el objetivo de impactar a la población en general. Esta variación en la ubicación refleja las distintas intenciones detrás de estas obras: los asirios buscaban consolidar su poder ante una élite selecta (de amigos y potenciales enemigos), que es la que accedía a las salas en donde se exponían, mientras que los romanos pretendían glorificar sus victorias y fortalecer la identidad nacional entre las masas. 

Salvando las diferencias de civilizaciones, es muy significativo cómo los relieves asirios y romanos tienen similitudes estilísticas y propagandísticas. Ambos usan un estilo en el que se combina el detallismo realista de armas, cuerpos y objetos con la idealización canónica propia de los personajes representados. En esta doble imagen, vemos además cómo ambos pueblos utilizan el terror como medio de propaganda disuasoria. A pesar de la distancia de casi mil años entre estos dos relieves, se repite el mismo tema de cabezas cortadas exhibidas como triunfos de guerra. Este motivo nos ilustran sobre las drásticas represalias de las conflictos y sobre la crueldad como forma de intimidar a otros posibles enemigos. Arriba, detalle de soldados asirios sosteniendo las cabezas decapitadas de sus enemigos derrotados, procedente del Palacio Norte de Nimrud, sala B, parte de arriba del panel 6, 865-860 a. C. (Museo Británico, Londres). Abajo, detalle de soldados romanos mostrando a Trajano las cabezas cortadas de los dacios vencidos, Columna Conmemorativa de Trajano en el foro imperial, 113 d. C.

 
El ejército asirio y la guerra a través de sus relieves.

A continuación, exploraremos lo que estos relieves nos enseñan sobre el ejército asirio, centrándonos en los de los principales palacios de Asiria que se conservan hoy en día en diversos museos. Además, utilizaremos los dibujos de los relieves desaparecidos, pero que han sido preservados en las obras de los primeros arqueólogos asiriólogos, como Austen Henry LayardPaul Emille Botta y Victor Place. Estas representaciones gráficas son fundamentales para comprender la organización militar, las tácticas de combate y la vida cotidiana de los soldados asirios, así como el contexto histórico en el que se desarrollaron.

1. Evolución, estructura y armamento del ejército asirio.

La composición y operatividad del ejército asirio fueron fundamentales para su éxito y eficacia en las conquistas. A través de los relieves, se puede observar que el ejército estaba organizado en diversas divisiones y unidades, como la infantería, la caballería y los arqueros, cada una con funciones específicas en el campo de batalla. Además, se puede deducir que existía una jerarquía militar bien definida, donde líderes y oficiales supervisaban a las tropas, asegurando un mando eficiente durante las campañas.

La evolución del ejército asirio. El ejército asirio experimentó una notable evolución a lo largo de su historia. En el siglo IX a.C., los relieves de Asurnasirpal II una muestran un ejército de composición mayoritariamente homogénea, centrada en la infantería, que se dividía en infantería regular, compuesta por campesinos asirios, e infantería pesada, formada por arqueros y lanceros blindados. Sin embargo, en el siglo VIII a.C., tras las conquistas de Tiglat-Pileser III, el ejército adoptó un "nuevo modelo" que incorporaba auxiliares y mercenarios de los territorios conquistados, lo que se evidencia en los relieves que muestran a soldados asirios con cascos puntiagudos junto a soldados extranjeros con cascos con cresta y armamento variado. Conforme el imperio se expandía, aumentaba la proporción de tropas provinciales y ejércitos de reyes vasallos.

Las imágenes muestran dos asedios de ciudades fuertemente amuralladas, defendidas por arqueros. En la primera, los arqueros asirios, de casco puntiagudo disparan flechas al enemigo desde una «torre» de madera cerca de las murallas, mientras que en la parte inferior derriban las murallas con un ariete. Detrás de la torre se encuentra el rey Asurnasirpal II disparando al enemigo con su arco, y cerca de él están sus escuderos y un asistente. En la segunda, los arqueros asirios de Tiglat-pileser III, siglo VIII a.C., se encuentran a la derecha con una fuerte armadura, mientras que los que trepan por las escalas son tropas auxiliares de casco con cresta.







La composición del ejército asirio. Las unidades del ejército incluían arqueros, "portadores de escudo y lanza", caballería y carros ("ruedas"), cada una desempeñando funciones específicas en el campo de batalla. Según las inscripciones de Sargón II a finales del siglo VIII, la composición ideal de un cuerpo de ejército asirio incluía una numerosa infantería compuesta de 20.000 arqueros y 10.000 lanceros, así como de una tropa de caballería de 1500 caballos y 150 carros. A esta fuerza se sumaban tropas auxiliares extranjeras, cuya participación variaba en función de los lugares de combate y de las necesidades tácticas. Según las inscripciones, en la campaña contra Israel (732 a.C.), el rey Tiglat-Pileser III movilizó un ejército de aproximadamente 70.000 soldados, incluyendo infantería y caballería.

La infantería y sus armas. La infantería asiria, los soldados que combatían a pie, se caracterizaba por un equipo que incluía tanto armas ofensivas como defensivas. Los relieves del palacio muestran a los asirios bien armados y a sus enemigos mal equipados, lo que contradice las fuentes escritas que indican que ambos usaban armas similares. Las imágenes y textos no representan la realidad, sino que destacan episodios clave, retratando a los enemigos desarmados para asegurar un resultado favorable en las batallas. Entre las armas ofensivas se encontraban espadas, mazas, dagas, hondas, arcos y lanzas, mientras que las defensivas incluían escudos, cascos y armaduras. 

Las espadas, mazas y dagas eran armas cortas que los soldados asirios solían portar, pero que no eran muy representadas en los relieves de combates. Era más común verlas envainadas y sobresaliendo de las vestimentas, o en manos de algún oficial como símbolo de estatus. En contraste, armas como lanzas, arcos y, en menor medida, hondas eran frecuentemente exhibidas en los relieves. Por lo tanto, podemos concluir que el verdadero núcleo de la infantería asiria eran los arqueros/ honderos y los portadores de lanzas, que eran los que desempeñaban un papel fundamental tanto en la primera línea de batallas campales como en los asaltos de las ciudades asediadas.

Arqueros y honderos desempeñaban roles cruciales en el campo de batalla. El arco fue, con diferencia, el arma más prestigiosa. Un rey asirio conquistaba tierras extranjeras no con su espada ni su lanza, sino con su poderoso arco. La combinación de arqueros y honderos permitía a los asirios realizar tácticas de hostigamiento y debilitamiento del enemigo antes del combate cuerpo a cuerpo. Sus proyectiles, flechas o bolas de piedra o metal, se lanzaban en defensiva para causar bajas sobre un enemigo que avanzaba, lo que contribuía a desmoraliza y desorganizar sus filas. O en caso de pasar a la ofensiva, servían para cubrir el avance de los lanceros y hacer mella en una formación enemiga que defendía, ya fuera en campo abierto o detrás de las murallas. Su efectividad real para causar daño preciso en combate era de 50 a 100 metros para los arqueros y de hasta 150 metros para los honderos. Estos últimos, al usar proyectiles pesados, eran capaces de causar un daño considerable en armaduras y escudos, siendo especialmente efectivos desde posiciones elevadas.


Los portadores de lanzas se encargaban del combate directo, utilizando sus armas para mantener una distancia segura y atacar efectivamente al enemigo, especialmente si los enemigos estaban armados con espadas o hachas o en el asalto a fortificaciones. En defensiva, las lanzas eran utilizadas en formaciones cerradas, donde los soldados se alineaban en filas, creando una barrera de puntas que dificultaba el avance del enemigo. La formación, cohesión y coordinación en el combate de estas unidades con las de proyectiles hizo muy eficiente al ejército asirio y contribuyó a su éxito militar en la antigüedad.


La infantería podía clasificarse en dos categorías: ligera o pesada, basándose en el equipo defensivo que llevaban, el nivel de protección que brindaban y la calidad de los materiales utilizados. La infantería ligera estaba compuesta principalmente por arqueros y lanceros con defensas menos voluminosas y pesadas (escudos pequeños de madera, protecciones de pectorales de cuero y cascos ligeros), lo que les permitía moverse con mayor agilidad y rapidez en el campo de batalla o en los asaltos, hostigar al enemigo o atraer el fuego del adversario, mientras las unidades más pesadas se preparaban para el combate directo. Estos soldados no eran decisivos pero sí desestabilizaban las formaciones enemigas y mantenían la presión sobre el adversario.

Por otro lado, la infantería pesada o de élite estaba formada por lanceros y arqueros/honderos equipados con armaduras más robustas y con escudos y cascos grandes y pesados, capaces de ofrecer una mayor protección en combates cuerpo a cuerpo o en asaltos de ciudades. El apero más distinguible de la infantería pesada era la armadura metálica de cota de escamas metálicas, que era un bien costoso y, por tanto, reservado para estas unidades. Según las unidades y momentos, podía cubrir desde la cabeza hasta los pies o limitarse a la cintura, cota corta. Los escudos asirios estaban generalmente hechos de madera, a menudo recubiertos con cuero o metal para aumentar su resistencia. Algunos escudos también podían incluir elementos decorativos o simbólicos. Desde Salmanasar III se introdujo el escudo para proteger a los arqueros en asedios. A partir de Tiglat-pileser III, se mejoraron con una parte superior curvada para mayor defensa. Su diseño ancho permitía resguardar a varios arqueros, lo que redujo la necesidad de armadura.Tenían diversas formas desde circulares, a ovaladas y rectangulares. Estaban diseñados para ofrecer una protección amplia al portador. Su tamaño variaba, pero eran lo suficientemente grandes para cubrir el torso y los brazos de los soldados. En cuanto a los cascos asirios más resistentes eran de metal y tenían formas cónicas y puntiagudas. La infantería auxiliar se representa a menudo con un casco con cresta y con panoplia variada.


Los carros y la caballería asirios.


Carros de guerra: Utilizaban carros tirados por caballos, que permitían movilidad rápida y ataque sorpresa. El elemento más prestigioso del equipo era el carro, un vehículo de dos ruedas tirado por dos o tres caballos en el siglo IX, y posteriormente por cuatro. La tripulación mínima consistía en un arquero, comandante y, en ocasiones, incluso propietario del carro, y el conductor. Hasta el siglo IX, la cabina del carro carecía de protección contra proyectiles. En combate, tanto la tripulación como los caballos iban vestidos con armadura. La armadura de los tripulantes cubría todo el cuerpo hasta los tobillos y debía de ser extremadamente incómoda, sobre todo porque las operaciones militares solían desarrollarse bajo el calor abrasador del verano de Oriente Medio. Sin embargo, la resistencia protectora de la armadura reducía considerablemente el riesgo de resultar herido o muerto, lo que mitigaba todos estos inconvenientes. Para mayor protección, se añadió a la tripulación un escudero, que funcionaba como una armadura inteligente. Durante el siglo VIII, el carro aumentó de tamaño y pasó a ser tirado por cuatro caballos. Las sucesivas ampliaciones de las ruedas, hasta alcanzar una altura superior a la humana en el siglo VII, mejoraron la capacidad del vehículo para desplazarse en terrenos difíciles. La «armadura inteligente» se amplió añadiendo un segundo escudero al equipo. Los hombres sustituyeron sus largas camisas blindadas por otras más cortas y cómodas que les llegaban solo hasta la cintura, ya que las pantallas frontales y laterales de la cabina eran ahora lo suficientemente resistentes como para proteger la parte inferior del cuerpo. En esta fase tan tardía de su desarrollo, el carro se asemejaba en cierta medida a un tanque moderno.


Inicialmente, la caballería se representaba en parejas, con un jinete sosteniendo las riendas de dos caballos y el otro usando un arma (arco o lanza/escudo). Hacia el siglo VII, la caballería operaba de forma independiente, utilizando lanzas, arcos o ambos. En el siglo VII, los relieves del palacio de Asurbanipal muestran caballería pesada con caballos acorazados. En el siglo VIII, los arqueros montados aprendieron a controlar sus caballos sin ayuda adicional. Además de ellos, ahora encontramos otras tropas a caballo luchando con lanzas. A pesar de estos avances, los carros de guerra nunca fueron reemplazados por la caballería, sino que se complementaron, cada uno concentrándose en tareas específicas.

La caballería se estableció como un brazo militar independiente en Asiria durante el primer milenio a.C., aunque la equitación ya se conocía desde el segundo milenio a.C. Las primeras representaciones de la caballería como fuerza de combate aparecen en los relieves del palacio de Asurnasirpal II (883-859 a.C.). Los asirios desarrollaron varios usos de la caballería, dividiéndola en lanceros y arqueros montados, e introduciendo la caballería blindada. La caballería asiria finalmente reemplazó a los carros, que se volvió un arma obsoleta.


También existía una fuerza de élite conocida como los "Arqueros de élite" y la "Caballería pesada", que eran cruciales en las batallas.

Máquinas de guerra y otras unidades especiales.

Aunque es probable que no fueran los inventores de muchos de los medios recursos poliorcéticos de que hicieron gala, sí que consiguieron perfeccionar s comportamiento en combate y optimizar su empleo, hasta obtener de ellos un rendimiento sin parangón. Las primeras torres de asedio móviles con arietes (dimtum) en Mesopotamia, datadas a principios del segundo milenio a.C. gracias a los archivos de Mari, incluían la construcción de rampas de asedio para facilitar su movimiento hacia los muros enemigos. Los documentos especifican que los terraplenes debían alcanzar hasta 240 metros de longitud para salvar un desnivel de 22 metros. Aunque no se conoce el aspecto exacto de estas torres primitivas, se sugiere que podrían haber tenido similitudes con los ingenios representados en los relieves del Imperio Neoasirio. Ante la creciente urbanización y la necesidad de someter ciudades, la poliorcética (el arte de atacar y defender fortalezas) se volvió fundamental, superando la relevancia de las batallas en campo abierto. Los asirios invirtieron en el desarrollo de maquinaria y técnicas de asedio para doblegar la resistencia de ciudades amuralladas, lo que llevó a un aumento exponencial de los ataques a recintos urbanos fortificados. Gracias a estas innovaciones y la movilización de recursos sin precedentes, el Imperio Neoasirio se consolidó como la potencia dominante en Mesopotamia a partir del siglo IX a.C. 

Los relieves de Nimrud, datados en el siglo IX a.C., presentan las primeras representaciones explícitas de torres de asedio, que son ingenios móviles de construcción maciza. Aunque existen diversas tipologías de torres, todas comparten ciertas similitudes, como las torres rectangulares con torretas cuadradas y estructuras circulares, así como las estructuras verticales de madera con ruedas y varios pisos. Funcionalmente, el primer piso generalmente albergaba un ariete, mientras que los pisos superiores servían como plataformas de disparo para arqueros. Sin embargo, los relieves neoasirios no representan puentes levadizos en las torres, aunque se sugiere que el último piso podría haber contado con depósitos de agua para combatir incendios.

(a) Ariete blindado en acción, con arqueros en una torre de asedio al fondo: Detalle del panel 17 (registro superior) en la sala del trono (Sala B) del Palacio Noroeste de Assurnasirpal II en Kalhu, la actual Nimrud, Irak, siglo IX a. C. (Museo Británico, ME 124536). Si bien el interés por representar con precisión los detalles técnicos es evidente en este caso, el rey se muestra de forma idealizada, sin armadura.  (b) Una representación extraña de otro ariete: detalle del registro superior de la banda de bronce IX de las Puertas Balawat de Salmanasar III, antigua Dur-Imgur-Enlil, Irak (Museo Británico). En realidad, esta arma probablemente era similar a la representada en (a) arriba, pero aquí se asemeja a un cocodrilo hinchado sobre ruedas: parece como si el artista nunca hubiera visto ni comprendido el funcionamiento del dispositivo.


Operaciones navales
Como mera potencia terrestre, Asiria carecía de armada. Siempre que surgía la necesidad de combatir en el mar, los asirios debían recurrir a las flotas de sus reinos vasallos a lo largo de la costa mediterránea. Cuando Senaquerib planeó un ataque sorpresa a través del Golfo Pérsico contra la costa de Elam, su flota de transporte fue construida por constructores navales fenicios y tripulada por marineros fenicios. 

2.- La organización del ejército asirio. 

Los relieves palaciegos y sus inscripciones ofrecen una imagen muy sesgada de los monarcas asirios, presentándolos como reyes irresistibles, siempre victoriosos y heroicos. Se les retrata liderando ataques en persona, lanzándose a la batalla con entusiasmo y logrando gloriosas victorias. Sin embargo, el bajo número de reyes asirios que realmente murieron en combate sugiere que la realidad era distinta. La muerte de un rey asirio podía causar caos en el imperio. Aunque los reyes se presentaban como guerreros temerarios, actuar así en la realidad habría sido irresponsable. Lo que realmente sucedía es que los reyes probablemente luchaban desde una distancia segura. El rey, que no participó en la batalla y observó las operaciones de su ejército, está ahora presente al final de la narración: como representante de los dioses (Matthiae 1994: 37), aparece de nuevo frente a su ejército como guardián del orden cósmico que restableció con la guerra y la derrota del enemigo (Maul 1999: 202, 214); Los títulos que reivindica ya no son una prueba, sino una expresión real de su obra (Liverani 1981: 237; Garelli 1982: 16); de hecho, se le representa en su carro con los símbolos divinos y el arco, el arma del dios Asur.
En el siglo VII a. C., el rey aparece como quien promueve las campañas militares, pero no como el rey que lucha junto a sus soldados: sin embargo, su presencia al final de cada operación bélica legitima la conquista de nuevos territorios. Si bien no actúa directamente en la batalla, lucha mediante su ejército, el sab šarri, «las tropas del rey». La guerra que promovió estableció el orden, el derecho y la justicia asirios 

La lectura de datos militares, con especial referencia a los manuales de guerra, nos permitió reconocer en los relieves de Senaquerib y Asurbanipal planes estrictos para la disposición táctica de las tropas, correspondientes a las estrategias más efectivas y decisivas.

Sargón II continuó esta tendencia, alistando contingentes extranjeros en el cuerpo real de su ejército, como carros samarios, caballería y arqueros de diversas campañas. Los soldados asirios usaban cascos puntiagudos, mientras que los soldados extranjeros (del norte de Siria y el sureste de Anatolia) usaban cascos con cresta, lanza, espada, escudo redondo (de mimbre o madera) y una "placa de pecho" (kardio phylax) sujeta con bandas de cuero. Un tipo específico de lancero es el auxiliar que aparece bajo Tiglath-pileser III en el ejército asirio. Se distinguen por sus cascos con cresta , a diferencia de los soldados asirios típicos con cotas de malla pesadas y cascos puntiagudos.


3. Tácticas Militares. 

La marcha. Las representaciones de la marcha del ejército asirio son escasas; sin embargo, algunos ejemplos pueden ayudar a comprender la disposición real de cada unidad. Los ejemplos más importantes y claros que representan la marcha del ejército asirio proceden del Palacio Suroeste de Senaquerib, Sala XXXVIII (Fig. 1) y Sala XLVIII (Fig. 2). En ambas representaciones, el ejército asirio parece avanzar en columna, con los soldados formando uno tras otro en una formación amplia y espaciada. En las losas de la Sala XXXVIII se pueden reconocer grupos de soldados marchando en formación cerrada formando una columna, dispuesto de forma espaciada .
Generalmente, el rey se encuentra en su carro en medio de la procesión, escoltado por la infantería que lo precede y lo sigue. Normalmente, los soldados auxiliares, primero los lanceros y luego los arqueros, ocupan la primera línea, y por ello son los primeros en enfrentarse al enemigo. Los lanceros también llevan escudos, mientras que los arqueros carecen de armas defensivas, aunque algunos llevan armadura. Esta disposición destaca la verdadera importancia que asumen las tropas auxiliares que reemplazan a los soldados asirios. Durante el ataque, los auxiliares suelen ocupar la primera línea y son los primeros en afrontar los riesgos de la batalla.

Los soldados asirios están cerca del rey. Llevan cascos puntiagudos, empuñan lanzas y grandes escudos convexos. Probablemente pertenecen a la guardia real, ya que también preceden al carro durante la procesión de prisioneros. En la retaguardia, otros lanceros asirios con cascos puntiagudos, lanzas y escudos redondos y convexos cierran la marcha. El escultor probablemente quiere sugerir que la caballería, durante la marcha, ocupaba los flancos de la larga columna, flanqueando al rey en su carro. Esta formación tenía sin duda un propósito estratégico, ya que la caballería podía moverse con rapidez por los flancos, controlar con rapidez tanto el frente como la retaguardia de la columna, e incluso patrullar el territorio y alcanzar al enemigo


Los asirios eran expertos en asedios. Usaban maquinaria de guerra como torres de asedio y arietes para conquistar ciudades fortificadas.  El uso de rampas artificiales es característico del ejército de Senaquerib. En cuanto a la elevación de las rampas, por el contrario, algunas losas (2KK y 4KK) de la Sala XLIII del Palacio Suroeste (Barnett - Bleibtreu - Turner 1998: láms. 372-373) representan a algunos hombres de provincias o prisioneros occidentales (Russell 1991: 170, fig. 91) transportando pesados ​​ladrillos o losas hacia la derecha en mulas, en camellos (Mitchell 2000: 192) y a sus espaldas. En una losa sin numerar (Fig. 8) de la Sala XLIII, probablemente relacionada con las losas anteriores 2KK y 4KK, se representan figuras portando ladrillos. Los ladrillos son similares a los utilizados para construir rampas, como se aprecia en los relieves. Para eliminar o reducir las acciones del enemigo, los arqueros y honderos asirios al pie de las murallas golpean incesantemente la defensa enemiga en la parte superior de las fortificaciones, permitiendo así a los soldados subir las rampas Las rampas se diferencian de las escaleras en que también pueden soportar arietes para destruir las defensas enemigas. La construcción de rampas y el uso de arietes pertenecen a los planes tácticos de Senaquerib: los arietes, con uno o dos martillos de impacto puntiagudos, se introducen en las rampas, seguidos por el cuerpo de infantería, que así puede protegerse.

Los numerosos ejemplos de asedio registrados en las losas indican la habilidad y flexibilidad del ejército asirio: se enfrenta a los enemigos, aunque estos se adentren en sus fortalezas, mostrando un gran dominio de las técnicas tácticas y una planificación estratégica eficaz para cada situación, con una hábil cooperación entre hombres y máquinas de guerra. El ejército asirio se enfrenta a un enemigo que conoce bien su propio territorio, se mantiene dentro de una sólida línea de fortificaciones y no se arriesga a los peligros de una batalla campal. Por lo tanto, es probable que el asalto siempre siga a un largo asedio que, por un lado, busca debilitar y debilitar a las fuerzas enemigas y, por otro, permite al ejército asirio estudiar la mejor maniobra estratégica.

Formaciones: Utilizaban formaciones en línea para maximizar el impacto de sus arqueros y lanzadores de jabalina, así como tácticas de envolvimiento para rodear al enemigo.



 una batalla comenzaba con lluvias de flechas intercambiadas por las masas de arqueros a pie de ambos bandos, que lanzaban sus proyectiles contra las formaciones enemigas para debilitar sus defensas. En un momento dado —quizás cuando se veía que las líneas enemigas flaqueaban o después de que algunas unidades ya habían sido desorganizadas u obligadas a retirarse por la lentitud de los disparos— se enviaban los carros. Su carga decidía la batalla, poniendo finalmente al enemigo en fuga. La caballería podría haber apoyado a los carros, y los veloces jinetes sin duda ejercían un efecto letal al dar caza al enemigo que huía. El objetivo final, aunque rara vez logrado, en toda batalla no era solo derrotar a las fuerzas enemigas, sino aniquilarlas por completo.

 Batalla de Til-Tuba, uno de los enfrentamientos más conocidos del Imperio Neoasirio:
La batalla tuvo lugar en el año 655 a.C. en Til-Tuba, cerca del río Ulaya, como parte de la segunda campaña de Asurbanipal contra el reino de Elam.
Enfrentó a Asurbanipal y al soberano elamita Te-Umman (o Teuman).
Los bajorrelieves del Palacio de Senaquerib en Nínive revelan la táctica asiria: un movimiento de flanqueo con caballería asiria, crucial contra el ala izquierda elamita.
Esta táctica asiria provocó el repliegue de las fuerzas elamitas hasta el río y la derrota de Teuman.

4. Logística y Suministros. 

Suministros: Contaban con un sistema logístico bien desarrollado, que aseguraba que las tropas tuvieran acceso a alimentos y suministros durante las campañas. Campañas prolongadas: Eran capaces de llevar a cabo campañas militares prolongadas gracias a su capacidad para movilizar recursos. Por ejemplo, las tropas asirias que saquearon Tebas, en Egipto, en el año 664 operaban a 1800 km de su capital, Nínive. Ejemplo: La existencia de una burocracia compuesta por escribas y funcionarios, como se evidencia en las tablillas cuneiformes que registran impuestos y censos, permitió una gestión eficiente del imperio.

La complejidad del ejército asirio se caracteriza por la inclusión de profesionales y especialistas que desempeñaban funciones logísticas no exclusivamente relacionadas con el combate. Esto incluye médicos, ingenieros y otras categorías como sacerdotes, escribas, artesanos (carpinteros, herreros, armeros...) y trabajadores domésticos, que forman parte del sistema logístico militar. Formaban parte de un ejército que pocas veces aparece en los relieves, pero que alguna vez aparecen y eran necesarios para la construcción de puentes, fuertes y máquinas de guerra o para la asistencia al ejército en la preparación para la guerra en cualquier momento.

5. Estrategia y Psicología de la Guerra. 

Las tropas asirias y sus líderes utilizaban rituales y sacrificios para asegurar el apoyo divino durante sus campañas. Desde la salida hasta el regreso, cada etapa incluía ceremonias para complacer a los dioses, quienes esperaban una parte del botín como gratitud y anticipos por futuros servicios. Además, los dioses, representados en estandartes, acompañaban a los soldados en la marcha y en el campamento, luchando junto a ellos en batalla desde sus carros, visibles para todos. También la magia religiosa ofrecía ventajas sobre el enemigo sin combate. Eruditos en estas prácticas acompañaban al rey, interpretando señales, obteniendo respuestas divinas y provocando la ira de los dioses contra el enemigo, causando enfermedades y desastres.

Terror como táctica: Los asirios a menudo utilizaban el terror como una herramienta psicológica, llevando a cabo masacres y deportaciones para desmoralizar a sus enemigos.  las guerras del rey eran guerras de justicia. Al luchar contra los enemigos de sus dioses, tenía derecho a castigarlos y maltratarlos como criminales y pecadores con una brutalidad desenfrenada. Los reyes asirios se jactaban abiertamente de sus atrocidades y las exhibían. Recolectar las cabezas cercenadas de los soldados enemigos muertos en batalla era una costumbre común, pero comparativamente inofensiva. Peor aún, los soldados también cortaban la nariz, los labios, las orejas, las manos y los pies de sus víctimas en vida, o las cegaban, quemaban o decapitaban. El destino de los rebeldes capturados era especialmente duro. Los hacían desfilar por las calles de varias ciudades asirias y los exhibían en condiciones humillantes antes de empalarlos, destriparlos o desollarlos vivos en público; las pieles se exhibirían en las murallas de la ciudad. El miedo como estrategia para conquistar ciudades sin necesidad de combatir. Esta táctica les permitía expandir su territorio y reducir costos en términos de vidas y recursos. Sin embargo, el uso extremo de la violencia también presentaba riesgos, ya que podía provocar una resistencia feroz por parte de las poblaciones atacadas, quienes, al verse amenazadas, podían luchar hasta la muerte. En este contexto, la desesperanza se convertía en una poderosa arma de resistencia.

Sala XXXIII, detalle de la losa 4, Palacio del Suroeste de Nínive. Detalle dela  Batalla de Til Tuba. Dos soldados asirios que yacían desnudos, uno en el suelo y el otro de lado. En la parte inferior, dos soldados atacan brutalmente a un prisionero: el primero le golpea la cabeza con una maza, el segundo le tira de la barba; finalmente, un último cautivo yace de espaldas, probablemente ya muerto, mientras dos soldados del ejército asirio le extraen la lengua. El castigo ejemplar y la matanza de los enemigos es uno de los aspectos más documentados de la guerra asiria: no es sólo una advertencia a los estados y provincias vasallos, y a los estados independientes, sino que tiene significados más significativos, ya que simboliza la eliminación de los elementos caóticos y establece con ellos el orden donde una vez reinó el caos; la operación civilizadora dirigida por el rey asirio se ve aún más fortalecida por el retiro de las estatuas de los dioses de los santuarios de las ciudades derrotadas.
Propaganda: Las victorias eran celebradas y documentadas en relieves y estelas, lo que ayudaba a consolidar el poder del rey y a intimidar a otros pueblos.

 Después de conquistar una ciudad, los asirios a menudo deportaban a la población local y utilizaban a los sobrevivientes como mano de obra forzada en la construcción de infraestructuras, como los palacios de Nínive.
 Las ciudades conquistadas, como Babilonia, debían pagar tributos en forma de cereales, ganado y metales preciosos, lo que enriquecía al imperio.

La construcción de la carretera real que conectaba Nínive con otras ciudades facilitó el movimiento de tropas y mercancías, mejorando la logística militar.
Los asirios establecieron almacenes en ciudades estratégicas para almacenar grano y suministros, asegurando que sus ejércitos estuvieran bien abastecidos durante las campañas prolongadas.
La riqueza acumulada permitió la construcción de la Biblioteca de Nínive, que contenía miles de tablillas cuneiformes, contribuyendo al avance cultural y científico del imperio.


Bibliografía. Sin duda alguna, entre los trabajos del primer grupo he de destacar los escritos de Florence Malbran-Labat: L'armée et l'organisation militaire de l 'assyrie d 'après les lettres des Sargonides trouvées à Ninive, editada por Librairie Droz y publicada en 1982; y las dos partes de los libros de Giovanni Lanfranchi y Simo Parpola The Correspondence of Sargon II. Letters from the Northern and Northeastern provinces, editadas por la Universidad de Helsinki y publicadas en 1982. Ambas obras recogen numerosos testimonios de carácter epistolar procedentes, entre muchas otras, de las grandes colecciones de textos y cartas de Assyrian and Babylon Letters (ABL) o de los Cuneiform Texts procedentes de Babilonia y localizados en el Museo Británico (CT), lo que las convierte en referencias muy valiosas como materiales de fuente primaria. Estas dan cabida a extraer una visión holgada de interpretaciones sobre la estructura del ejército asirio, del aparato logístico, de los tamaños de los ejércitos, de la información geográfica de los territorios próximo-orientales, de las relaciones diplomáticas, o de la coyuntura en materia de política exterior del Imperio Neoasirio y sus objetivos geoestratégicos.


Por último, hay que mencionar los artículos de Davide Nadali como "Assyrians to war: positions, patterns and canons in the tactics of the Assyrian armies in the VII century BC", en Di Ludovic, Alessandro y Nadali, Davide (eds.) Studi in Onore Paolo Matthiae, publicado en 2005, pp. 167-205, o "Assyrian Open Field Battles. An Attempt at Reconstruction and Analysis", en Vidal, Jordi (ed.) Studies on War in the Ancient Near East. Collected Essays on Military History, publicado en 2010, pp. 117-152, en lo que atañe a la óptica del seguimiento de los bajorrelieves procedentes de los restos arqueológicos de los grandes palacios y de los diversos centros políticos del Imperio Neoasirio, que me han permitido conocer en detalle las averiguaciones y las hipótesis del desarrollo táctico de los ejércitos asirios. Asimismo, las detalladas monografías de Tamás Dezsó, como The Assyrian Army, I. The Structure of the Neo-Assyrian Army. 1. Infantry, editada por la Universidad de Eötvös y publicada en 2012, sobre la concepción y la evolución de las tropas del ejército asirio; o todo el material de apoyo proporcionado por instituciones como la del British Museum, que ostenta la mayor colección de relieves y bajorrelieves del periodo.

Importancia de diversas fuentes para el estudio y el Imperio Neoasirio:
Se mencionan obras clave y fuentes que han sido de gran ayuda para el estudio del ejército asirio.  Entre ellas, se destacan:
"L'armée et l'organisation militaire de l 'assyrie d 'après les lettres des Sargonides trouvées à Ninive": de Florence Malbran-Labat, publicada en 1982.
"The Correspondence of Sargon II. Letters from the Northern and Northeastern provinces": de Giovanni Lanfranchi y Simo Parpola, publicada en 1982.
Ambas obras se basan en testimonios epistolares, incluyendo las colecciones de textos y cartas de Assyrian and Babylon Letters (ABL). Los textos Cuneiformes del Museo Británico son fuentes primarias cruciales para entender la estructura, logística, tamaño, geografía y política exterior del Imperio Neoasirio.
Los artículos de Davide Nadali analizan las tácticas del ejército asirio en el siglo VII a.C., basándose en el estudio de bajorrelieves de palacios y centros políticos neoasirios.
Las monografías de Tamás Dezsó, como "The Assyrian Army, I. The Structure of the Neo-Assyrian Army. 1. Infantry", detallan la concepción y evolución de las tropas asirias.
El British Museum es una fuente fundamental de material de apoyo, albergando la mayor colección de relieves y bajorrelieves del periodo.


Las características artísticas en este otro artículo.

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