jueves, 2 de octubre de 2014

PEDRO DE RIBERA Y LA TRANSFORMACIÓN URBANÍSTICA DE MADRID. DEL PASEO DE LA ERMITA DE LA VIRGEN DEL PUERTO AL PUENTE DE TOLEDO.

Pedro de Ribera (1683- 1742) fue el principal representante del estilo churrigueresco en  Madrid. Fue discípulo deTeodoro Ardemans, al que siguió en el cargo de maestro de obras de la ciudad en un momento en que la construcción volvió a tomar auge después de más de medio siglo de parón. Su actuación en la capital tuvo una importancia notable, sólo por detrás de la obra realizada por Juan Gómez de Mora cien años antes. No obstante, su labor  no hubiera sido posible sin el patronazgo del corregidor de Madrid D. Francisco Antonio Salcedo y Aguirre, Marqués de Vadillo, que contó con el joven arquitecto para dar el empaque a la ciudad que la nueva dinastía borbónica demandaba.
El alcazar de Madrid y el puente de Segovia en 1688. Códice de Florencia.

La misma zona en 1752. Los nuevos edificios: a la izquierda la puerta de San Vicente, arriba el palacio de Oriente, junto al río la ermita de la Virgen del Puerto. Detalle del cuadro de Antonio Joli.

En este artículo vamos a tratar su labor inicial vinculada al urbanismo de un espacio de la ciudad hasta esos momentos un tanto abandonado, la fachada de la ciudad que se volcaba sobre la margen izquierda del río Manzanares.

La primera de las obras de fecha conocida que realizó Pedro de Ribera en Madrid fue la ermita de Nuestra Señora del Puerto,  terminada el año 1718. La fundó y costeó  el Marqués de Vadillo, un hombre muy devoto de la virgen del Puerto de Plasencia, lugar en donde había sido corregidor antes de ser nombrado de Madrid.

Pedro de Ribera. Ermita de la Virgen del Puerto.

Esta capilla formó parte del conjunto urbanístico conocido como el paseo de la ermita, que se extendía desde el Puente de Segovia, salida del carretera de Extremadura, hasta la entrada del camino del Pardo. En esta zona del Campo del Moro del antiguo Alcázar se diseñó un hermoso paseo junto al río con jardines, fuentes y puertas monumentales que desgraciadamente ha desaparecido. En la vista de 1753 de  Antonio Joli ya había desaparecido el Alcázar y se estaba rematando el nuevo palacio de Oriente.

La traza primitiva de la ermita ha sufrido ampliaciones y reformas en distintas épocas. La más importante es la reconstrucción finalizada entre 1945-51 después de que hubiera sido parcialmente destruida durante la guerra civil.

Pedro de Ribera. Ermita de la Virgen del Puerto. A comienzos del siglo XX,  se aprecia las viviendas añadidas.

La capilla propiamente dicha está constituida por un cuerpo octogonal, ampliado con cuatro nichos adosados a él, que  forman  una planta de cruz griega.

El motivo arquitectónico más bello es su cimborrio adaptado al octógono que alza un elegante tejado revestido de pizarra y plomo al estilo de los Austrias. La fachada principal, con sus torres angulares coronadas por chapiteles empizarrados, recuerda a los palacios madrileños del siglo XVII. Contribuye a este recuerdo la presencia de balcones.

Los detalles ornamentales barrocos del exterior no son abundantes, contrastando con otras construcciones de este mismo arquitecto seguidor de Churriguera. Se reducen a las molduras o baquetones de los vanos del cuerpo central, talladas en granito, que contrastan con el ladrillo del resto del macizo. Unas pequeñas ventanitas ovales laterales también nos recuerdan que estamos en el siglo XVIII.

Pese a las pequeñas dimensiones, su conjunto interior aparenta grandiosidad, conseguida al disminuir exageradamente las dimensiones de las tribunas y puertas accesorias. El espacio único creado se eleva hasta ser cerrado por una cúpula encamonada. Esta es una construcción de madera, revestida interiormente de yeso y exteriormente de pizarra y plomo es otra de las características que unen este edificio con las construcciones realizadas en el siglo XVII (véase la cúpula de la colegiata de San Isidro de Madrid).

La decoración interior es toda de yeso imitando a piedra. Contrastan las superficies lisas con los rehundidos y los resaltes de las pilastras a la manera herreriana. Los únicos ornatos barrocos son las pinturas de los medallones y lunetos, las placas recortadas y los modillones. Barroca es también la libertad de cortar el entablamento con los huecos de las tribunas, dejando sobre ellos cimacios de modillones.

El problema de iluminación de la capilla está resuelto con lunetos abiertos en la bóveda y las  ventanas en la linterna.
Terminada esta ermita, Pedro de Ribera continuará su labor de reestructuración de la fachada de la ciudad que da hacia el  río Manzanares.

Pedro de Ribera. Puente de Toledo.

El puente de Toledo, construido entre 1719 y 1726, es su principal obra de ingeniería en Madrid. Hasta dos puentes  habían sido destrozados repetidamente en el siglo XVII por riadas de este río aparentemente mortecino. El puente, por tanto, se edificó a conciencia, con gran solidez y con una traza absolutamente clásica y sobria. La factura es de sillares de granito que conforman 9 anchos vanos de medio punto sostenidos por gruesos pilares con contrafuertes y tajamares.

La decoración barroca se concentra en los "obeliscos" y fuentes de las entradas y en los dos templetes centrales en donde se guardan las estatuas de los patrones de Madrid, San Isidro y Santa María de la Cabeza. Aquí es donde se acumula todo el repertorio de motivos ornamentales empleados por Ribera y por el estilo churrigueresco: estípites, querubines con las alas abiertas, volutas de diversos tamaños y vestidas de hojas de acanto, cartelas,  óvalos verticales, gemas, guirnaldas florales, vasos o jarrones...

Pedro de Ribera. Puente de Toledo. Detalle del templete de San Isidro.

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