Vincent Van Gogh (1853-1890), uno de los artistas menos afortunado de todos los tiempos, tuvo tras su muerte un destino excepcional. En vida no vendió ni un solo cuadro, salvo a su hermano Theo y al doctor Gachet, que le cuidó en sus meses finales. Sin embargo, a partir de comienzos de siglo XX su obra será sublimada convirtiéndose en un referente de las vanguardias como el expresionismo alemán y uno de los pilares del arte moderno.
Van Gogh. Autorretrato a lo oriental o a lo bonzo. Arlés, septiembre de 1888.
Se le incluye en el postimpresionismo, un término que agrupa a una serie de pintores (Paul Cezanne, Georges-Pierre Seurat, Paul Gauguin, Paul Signac y Henri de Toulouse-Lautrec) que tomaron el relevo de los impresionistas a partir de la segunda mitad de los años 80. Sin embargo, estos artistas ni formaron un grupo o movimiento cohesionado ni compartieron un objetivo o estilo común.
El objeto de este artículo es el de acercarse a Van Gogh a través de uno de sus cuadros que más me gustan,Terraza de café por la noche, Arlés, 1888. Una de esas obras alucinantes por el color y por rebosar optimismo y ganas de vivir. También veremos otros óleos relacionados de esa misma etapa que nos ayuden a entender el cuadro en su contexto.
Van Gogh, Terraza de café por la noche. Arlés, Septiembre de 1888.
Ficha técnica.
Título. Terraza de café por la noche, Place du Forum de Arlés.
Fecha. Septiembre de 1888.
Datos técnicos. Óleo sobre lienzo, 81 x 65,5 cm.
Ubicación. Rijksmuseum Kröller-Müller, Otterlo, Paises Bajos.
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El contexto artístico.
No toda su obra fue así de vitalista. Su ánimo se debatía por una extraña enfermedad entre la euforia y la desesperación que le llevaría al suicidio. En el siguiente documento de Scrib puedes encontrar una esquemática biografía del artista que te ayude rápidamente a conocer algunos datos necesarios de su vida y obra.
En 1886 Van Gogh, pese a sus 33 años, todavía era un aprendiz de pintor que no tiene definido su estilo. Admira la obra de Millet y también, como todos los pintores de su tiempo, las estampas japonesas. En marzo de ese año deja las clases de pintura que tomaba en Amberes y se traslada a París para continuar su aprendizaje. Allí se enriquece técnicamente y se relaciona con un círculo de pintores jóvenes que ya trabajan en superar las conquistas del impresionismo. Vincent no se adhiere a las nuevas tendencias, ya que sigue en la búsqueda de un estilo personal, aunque no podemos negar que hace suyas algunas de sus ideas. De los sintetistas como Bernard o Gauguin toma el uso del color arbitrario; mientras que de los divisionistas o puntillistas como Seurat o Signac le interesa la aplicación del óleo con pequeñas pinceladas separadas.
Van Gogh. La cosecha o la llanura de Crau en Arlés. Junio de 1888.
París, no obstante, se le hace insoportable y en febrero de 1888 decide trasladarse a la ciudad de Arlés en la Provenza. Allí es donde forjará su estilo en interminables sesiones de trabajo experimentando con nuevas técnicas inspiradas en el arte japonés y proponiéndose retos atrevidos. Pinta puentes, campos de cultivo, interiores, retratos...No tiene descanso. En poco menos de un año pinta 200 cuadros y escribe otras tantas cartas. Intenta contagiar su entusiasmo por el lugar a otros amigos pintores a los que invita a viajar hasta allí, haciéndose eco sólo Paul Gauguin con el que trabajará entre octubre y diciembre.
El tema.
El cuadro refleja varios temas que encajan en las tendencias temáticas del impresionismo y en los retos que se impone Van Gogh ese verano de 1888:
- Reflejar una escena casual. El instante real de una tranquila noche en una terraza de uno de los cafés más concurridos de la ciudad de Arlés, donde unos clientes disfrutan de una consumición mientras contemplan a los vecinos que pasean.
- Captar los matices de la luz artificial. Un farol de gas ilumina la escena y provoca el colorido fantástico: lo iluminado se trasforma en varios tonos de amarillo intenso, mientras que las sombras se transforman en azules, verdes y malvas. Días antes había realizado un lienzo con las mismas intenciones, pero ubicando la escena en el interior de otro café.
Van Gogh. El café de l´Alcazar de noche, interior, Septiembre de 1888.
- Lo que hace especial a la nueva vista es que ya aparece uno de los retos que le obsesionan, como así se lo hace saber por carta a su hermano: pintar la oscuridad de la noche del natural sin utilizar el color negro. En nuestro Café de noche, exterior, el cielo azul estrellado todavía no tiene el protagonismo que tendrá en Noche estrellada sobre el Ródano, cuadro realizado pocos días después. pero ya se adelanta lo que será. Un cielo plasmado en gamas de azules en el que las estrellas se abren como flores creando un halo de luz.
Van Gogh. Noche estrellada sobre el Ródano. Arlés, Septiembre de 1888.
La técnica sobre los detalles del cuadro.
Van Gogh interpreta la luz reluciente del farol y se recrea utilizando los tonos de amarillo, su color favorito, sobre el toldo y las paredes. Los reflejos sobre el caballo del carruaje y sobre los transeúntes tornan verdes o rojos puros. El color es exagerado para conseguir un efecto decorativo y expresivo que preconiza el fauvismo y el expresionismo.
Las siluetas de las personas y de las mesas y las sillas están perfectamente contorneadas con trazo ágil, pero no detalladas. Resultan esquemáticas pero a la vez dinámicas y realistas.
El artista se sirve de una perspectiva desconcertante para dirigir la mirada del espectador hacia el interior de la composición. La mitad inferior de la pintura está repleta de líneas convergentes. La que forma la canaleta del centro señala directamente al camarero, que se convierte en el personaje principal y atrae la luz sobre su mandil.
El efecto de la luz sobre el empedrado viene dado por el uso de unas pinceladas de diferentes colores que no se mezclan, sino que se yuxtaponen unas junto a las otras como los divisionistas.
Pinceladas de color azul oscuro sobre azul claro se disponen vertical y horizontalmente en el cielo de la noche. La pintura está aplicada en capas muy gruesas, sin alisar después la superficie creando relieve. Es un cielo rugoso, matérico cargado de expresividad abstracta.
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