domingo, 11 de noviembre de 2018

EL BIZANTINISMO EN LA PINTURA GÓTICA ITALIANA. Un icono de virgen con niño de Filippo Rusuti, siglo XIII

Uno de los iconos más apreciados por los romanos, La Virgen de San Luca o de Santa María del Popolo, permanece expuesta en la Biblioteca del Museo Nacional de Castel Sant'Angelo hasta el 18 de noviembre de este año 2018. Esta es una de las vírgenes más veneradas en Roma al considerar que hace milagros sobre la salud y al presidir el altar mayor de esta iglesia.

La imagen es pequeña y humilde, sobrevolando sobre el ampuloso marco arquitectónico barroco, pero magnética.


Gracias a la espectacular restauración a la que ha sido sometida la tabla ha desvelado un fragmento de la firma de Filippo Rusuti, uno de los principales pintores y artistas del mosaico que trabajaron en Roma a finales del siglo XIII.


Esta tabla me sirve como excusa para reivindicar la pintura bizantinista en el gótico italiano. La obra es un magnífico ejemplo de este estilo del Duocento que, a menudo, ha sido tratado muy injustamente por la Historia del Arte, que lo ha postergado, cuando no denostado, para ensalzar la obra de los protorrenacentistas del Trecento como Giotto.

Veamos la obra.

Hasta hace unos pocos meses la obra se atribuía a un supuesto Maestro de San Saba, por similitudes estilísticas con los frescos de esa iglesia romana. Una restauración, que comenzó en 2017, utilizó la última tecnología para analizar la pintura del panel. Así fue como se descubrió la firma previamente invisible del artista.

Recuperación parcial de la firma del artista en letras mayúsculas góticas '(PHILIP)PUS RU(S)UTI PINX(IT)' sobre el marco pictórico superior.



El icono es de estilo bizantino. Muestra la imagen de una Virgen como madre de Dios Niño (Madonna o Theotokos) con le sostiene con su brazo izquierdo mientras que con el otro le presenta. El niño está rígidamente erguido, completamente vestido y bendiciendo. Sus características iconográfícas son las de la tradicional virgen Odigitria (Ὁδηγήτρια"la que muestra el camino, la verdad"). Su interpretación teológica es que la Virgen muestra a la humanidad el camino para su salvación, que es su Hijo. La Virgen tiene en ambas manos un anillo, uno como novia de José y el otro como novia de la Iglesia, según la iconografía tradicional.

Filippo Rusuti. Virgen de San Luca o Madona con niño. Tres tablas de nogal. posiblemente de finales del siglo XIII.



La obra quizás está enriquecida por un patetismo diferente a las figuras típicas de la iconografía de la época. Se aprecia en ella el afecto familiar: la Madre vuelve la cabeza hacia su hijo, dirigiéndole una mirada llena de ternura, mientras que el Hijo pone su mano izquierda sobre la de la Madre, confirmando su apego. La obra, por lo tanto, a través de la vivacidad gestual muestra ese carácter de intimidad que busca la empatía del usuario, un lenguaje figurativo más humano y realista, incluso antes que las escuelas sienesa y florentina.


Aún así las figuras responden a estereotipos bizantinos en sus cánones humanos y vestimentas. Sus rasgos artísticos son también bizantinos: posturas rígidas, volúmenes y pliegues artificiales. El simbolismo dorado del fondo refuerza el espíritu del icono bizantino. También los colores de la vestimenta poseen un significado profundamente teológico. El color del manto azul ultramar de la virgen se identifica con la divinidad de su hijo. Mientras el niño Jesús viste los colores verde y naranja. El naranja representa la Verdad, el fuego del Espíritu Santo.

El pintor.

Filippo Rusuti fue, junto con Jacopo Torriti y Pietro Cavallini, uno de los principales pintores romanos del Duocento y comienzos del Trecento. Se le conocía mayormente porque firmó los mosaicos de la antigua fachada de la Basílica de Santa María la Mayor, hoy en día en gran parte oculta por la logia del siglo XVIII. Allí representó motivos típicamente bizantinos y románicos como un Cristo Pantocrátor en el trono, que podemos ver justo debajo.

Filippo Rusuti. Detalle del mosaico de la fachada medieval de Santa María la Mayor de Roma. La obra formó parte de la campaña para modernizar la basílica promovida por el papa franciscano Nicolás IV. Representa a un Cristo Pantocrátor rodeado de ángeles. Se puede datar la obra entre 1288 y 1297. La firma se encuentra en el borde inferior del clipeo que circunscribe la figura de la bendición de Cristo en el trono. La inscripción en letra dorada mayúsculas dice: "Philipp [us] Rusuti fecit hoc or [p] us".  Delante tenemos la loggia barroca de Fuga.


De su carrera artística se sabe que en su juventud también participó en la decoración con frescos de la basílica de San Francisco de Asis. Y que en la primera y segunda década del siglo XIV trabajó para el rey de Francia Felipe IV en el palaicio real de Poitiers (donde se le conoció como Philippus Bizuti)y para el papado en Avignon. Se le conocen las últimas obras en Nápoles, alrededor de 1319-20, donde participó junto a Pietro Cavallini en la decoración de frescos de la iglesia de Santa Maria Donnaregina y en la capilla Brancaccio de la iglesia de San Domenico.

Rusuti y Cavallini. Frescos del coro de la iglesia de Santa Maria Donnaregina, contrafachada es con el Apocalipsis, dividido en tres registros: a la izquierda el Paraíso, en el medio el Juicio Final y a la derecha el Infierno,



En definitiva, aunque se tienen pocos registros documentales de Rusuti y ni Lorenzo Ghiberti ni Giorgio Vasari prácticamente le nombraron en sus historias, debió ser indudablemente muy importante en su época, ya que:

  • - Participó en la decoración de los edificios más importantes llevados a cabo en la transición entre los siglos XIII al XIV, tanto en Italia como en Francia.
  • - Colaboró con los principales pintores de su época.
  • - En Francia llegó a tener gran consideración, puesto que se le dieron los nombres de "magister" y "pictor regis". Los escritos dicen que tuvo derecho a un salario anual de por vida, vestimenta adecuada para el papel desempeñado y una posición reconocida dentro de de la jerarquía real. Tal consideración constituye uno de los primeros reconocimientos de la figura del artista que nos dejó la Edad Media.
  • - Fue un maestro muy completo ya que dominó el fresco, la pintura sobre tabla y así como el  trabajo del mosaico.

El contexto romano del Duecento al Trecento pictórico.

La escuela romana de pintura entre los siglos XIII y XIV fue una de las corrientes más importantes activas en Italia y en Occidente en general. Allí coincidieron varios pintores de talento junto a Rusuti. El declive vino con el traslado de la sede pontificia a Avignon en 1309. Aún así esta escuela dio un impulso inestimable a la liberación de la pintura italiana del dominio de las formas bizantinas.

Pietro Cavallini (1240-1330). Es el más conocido de los pintores de esta época. Se formó en la tradición del arte bizantino, pero abandonó la estilización de aquel y buscó en el arte de la Antiguedad clásica su modelo. Se convirtió de este modo en el primer artista que plasmó las formas de la escultura clásica en el mosaico y la pintura. Después de pintar en Asis como Rusuti, en plena madurez realizó los mosaicos del ábside de Santa Maria in Transtevere (1291). En ellos fundió la pintura de la tradición local y del arte paleocristiano con las convenciones bizantinas mediante una ordenación y un ritmo claro de las figuras, así como expresando un inicio de perspectiva en los edificios del fondo.

Pietro Cavallini. Mosaicos del ábside de Santa Maria in Transtevere (1291)



Posteriormente, en el fresco del Juicio Final de Santa Cecilia in Transtevere (hacia 1293), sobre una composición donde todavía es patente la influencia bizantina o románica, aunque desarrolla una innovadora riqueza de empastes de color en las figuras de los ángeles y los apóstoles reunidos en torno a Cristo. El empleo dramático del color y la sencillez monumental es lo más imponente de las obras del artista que ha llegado hasta nosotros.

Pietro Cavallini. Juicio final (Parte.) Santa Cecilia en Trastevere




La obra de Cavallini que influyo poderosamente en la escuela Florentina, tuvo su madurez en las obras napolitanas de Santa Maria Donnaregina, Santa Maria de Aracoeli, Santo Domingo el Mayor y en la Catedral de Nápoles.

Pietro Cavallini. Frescos de la Iglesia de San Domenico Maggiore, Capilla Brancaccio, pared derecha. Historias de la Magdalena, Noli me tangere, 1308.




Jacopo Torriti. Su nombre aparece  en el mosaico del ábside de S. Giovanni de Letrán (1291) y además compuso el mosaico con la Coronación de la Virgen y escenas de la vida de la Virgen en el ábside de S. Maria Maggiore (1295). El esquema bizantino y en el estudio cuidadoso del naturalismo paleocristiano (giros de acanto en la parte superior) y el río, abajo, con aves, peces, botes y pescadores, que probablemente se refieren a un mosaico preexistente del siglo V, logra un nuevo efecto, especialmente basado en el color.

Jacopo Torriti. Mosaico con la Coronación de la Virgen y escenas de la vida de la Virgen en el ábside de S. Maria Maggiore (1295)



2 comentarios:

  1. La pintura y mosaicos del Duocento han empezado a adquirir valor por sí mismos y no solo como un momento de transición entre la pintura bizantina y románica hacia el Renacimiento. Tanto en la Toscana como en Roma tenemos obras de este periodo que van desde Berlingheri, Giunta Pisano y Margaritone de Arezo, todavía muy influenciada por el arte bizantino (maniera greca), hasta los que ya anticipan el inicio del Renacimiento, sobre todo Pietro Cavallini.

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    1. Cierto. Es un periodo que merece más atención por la Historia del Arte. De ahí mi reivindicación con este artículo. Tomé como escusa la restauración de la Madonna de San Luca para incidir en el Duocento romano y en otro momento, publicaré algo sobre el Toscano.

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