jueves, 16 de octubre de 2014

EL KOUROS Y EL CANON CLÁSICO. COMPARACIÓN ENTRE EL DORÍFORO DE POLICLETO Y EL APOXIÓMENO DE LISIPO.

Desde época arcaica, se extendió en la civilización griega la tradición de realizar estatuas de jóvenes desnudos, lo que conocemos como "kouros" (en singular) o “kouroi” (en plural).  Estas esculturas podían cumplir  tanto la función de ser exvotos, es decir, ofrendas personales realizadas a los dioses por los atletas vencedores de una prueba olímpica o de cualquier certamen deportivo-religioso y, por ello, eran depositadas en los templos; o coronar su tumba y tener la finalidad de recordar a un difunto con su representación idealizada. En cualquier caso, únicamente quien dispusiera de suficientes recursos económicos podía encargarlas y, por tanto, podemos suponer  que no representaban una imagen realista del hombre, sino los ideales físicos y sociales cultivados en los círculos aristocráticos de esta civilización.

Kouros de Anavyssos (hacia 540-30 a. C.), uno de los mejores ejemplos de kouros de etapa arcaica y el kouros o Apoxiomeno de Croacia (hacia el siglo I a. C.), es uno de los más recientes descubrimientos de kouros en bronce de etapa helenística.

En este artículo voy a centrarme en el periodo clásico, momento en el que se fijó el paradigma de la belleza ideal griega y en dónde los kouroi, junto con la representación de los dioses, fueron los protagonistas de la escultura griega. Como en este blog ya he analizado suficientemente la obra de Fidias y Praxíteles, los escultores que más influyeron en la creación de los ideales clásicos de los dioses;  me centraré, esta vez, en la obra de Policleto y Lisipo, para precisar su aportación a la imagen de los kouroi. Dejo para artículos posteriores explicar cómo comenzó esta tradición en época arcaica y cómo se desarrolló en etapa helenística.

Diadumenos de Policleto (c. 420 a.C.). Réplica Romana.  Dresde, Skulpturensammlun Staatliche Kunstsammlungen.

Policleto (activo entre el 460 y el 420-10 a. C.).

Policleto está considerado como el representante del clasicismo griego que más ha influido en la historia del arte. Dos son las razones para esta afirmación. Por un lado, porque fue el primer escultor que escribió un tratado de teoría del arte, el “Canon”, que viene a significar “norma, regla”. Y, por otro lado, porque no se quedó en el plano teórico sino que también creó dos kouroi que se convirtieron en el modelo humano que sirvió de inspiración al resto de los escultores de la época: el Doríforo y el Diadúmeno. Se desconoce la finalidad originaria y para qué lugar se erigieron, aunque en parte se puede suponer, ya que el primero, el Doríforo o portador de lanza,  representa a un atleta desnudo que sostiene en un brazo una lanza, en concentración, como si midiese con su mirada la distancia a la que va a lanzarla y a punto de comenzar su carrera. Es la estatua que mejor refleja los principios del canon. Mientras que el segundo, el Diadúmeno, representa a un atleta ciñendo en su cabeza la cinta de la victoria.

Torso del Discóforo de Policleto, (original griego 460 a. C). Otro ejemplo de kouros del artista de Argos. Réplica romana c. 130-140 a.C.Museo del Prado.

Al formarse en la tradición de los broncistas de Argos, Policleto realizó casi todas sus obras en este mismo material, por lo que podemos saber que las distintas versiones en mármol que nos han llegado sólo son copias helenísticas y romanas.

Doríforo de Policleto, entre los años 450 y 445 a. C.. Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

Desgraciadamente, son escasísimos los extractos del Canon facilitados por los autores antiguos, aunque conocemos lo esencial de su contenido. Para Policleto el principio supremo de una representación bella era, en la línea de los principios pitagóricos, el de la precisión y de la medida. Según esta teoría, para que algo fuera perfecto nada podía quedar en manos del azar y todo debía estar regido por leyes matemáticas. En consecuencia, definía la imagen ideal del hombre mediante números y relaciones numéricas proporcionales: la medida de un dedo determinaba la de los otros cuatro de la mano y las del  metacarpo y el carpo; la mano con el antebrazo; éste con el brazo entero..., en resumen, no había ningún miembro del cuerpo, ningún músculo, ningún rizo del pelo, que no se integrase en un sistema superior. El tópico por el que se le conoce en relación con el canon es el de considerar la altura de un individuo como la equivalencia de siete veces la medida de su cabeza.

Doríforo de Policleto, entre los años 450 y 445 a. C.. Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. El canon de las 7 cabezas.

La medida llevaba inevitablemente a una idealización del representado, a plasmar una imagen estereotipada y no la de una persona concreta. Así y aunque los kouroi representados son hombres particulares, reconocidos por sus nombres, sus cuerpos son siempre perfectos: atléticos, bellos, jóvenes y sin defectos.

Policleto, como todos los artistas griegos de la época, estaba también convencido de que una representación artística del hombre debía transmitir también valores morales. El ideal físico debía ir parejo a la perfección del espíritu, pero también de la acción y del momento escogido para ser representado.
  • Es decir, para ser perfecto el hombre representado debía reflejar en su rostro que una mirada firme y serena que trasmitiese autodominio. La expresividad, los sentimientos o las pasiones estaban descartadas porque mostraban desequilibrio mortal y le alejaba de la perfección. Ni siquiera debía reflejar esfuerzo o tensión física.
Diadumenos de Policleto (c. 420 a.C.). Réplica Romana.  Dresde, Skulpturensammlun Staatliche Kunstsammlungen. Detalles de la cabeza.

  • Su movimiento debía ser evidente, demostrando que el artista era capaz de desarrollarlo, pero contenido. Estar en posibilidad de iniciarse, pero sin ser su momento extremo, es decir, mostrarse pero sin violencia. 
  • Y ya, para que la perfección fuera total, el hombre debía ser representado en un momento glorioso. Los instantes más dignos de pasar a la posterioridad eran el momento previo de realizar su hazaña atlética o aquel en el que era coronado por su victoria.
Policleto, además, llevó al extremo la novedad más revolucionaria de la representación de la etapa clásica, el “contrapposto” o “ponderación”: la forma de combinar la tensión con el reposo de cada parte del cuerpo. Se trataba de tomar en consideración que en la representación natural de un organismo humano que adopta una posición determinada existe una "contraposición" entre los músculos tensos y relajados o entre la pierna de apoyo y la pierna libre de carga o entre los movimientos de los brazos y las piernas.

Apoxiomenos de Croacia (hacia el siglo I a. C.). Las piernas de esta figura y las del Doríforo son casi iguales y buen ejemplo de contraposto.

En el Doríforo podemos verlo a la perfección. La pierna derecha se adelanta y tensa recogiendo el peso del cuerpo, mientras que la izquierda queda atrás y no soporta ninguna carga.  Frente al pie derecho, firmemente apoyado en el suelo, está el izquierdo, cuyos dedos apenas rozan el suelo con los dedos. La pierna libre se corresponde con el lado del brazo que sostiene la lanza, mientras que la que soporta el peso lo hace con el brazo relajado. El hundimiento de la pelvis originado por el motivo del equilibrio tiene su contrapartida en la representación opuesta del pecho y de los hombros hasta llegar a la cabeza, que está ligeramente vuelta hacia la derecha.

Doríforo de Policleto. copia romana en bronce del Museo Pushkin en Moscú.

No se sabe cuando desapareció el original en bronce del Doríforo, pero existen unas 70 reproducciones o versiones del cuerpo y de la cabeza de época romana de la estatua, señal evidente de su estimación en la Antigüedad y de que se convirtió en el paradigma de la belleza masculina griega. No es extraño que, al concebir sus retratos oficiales, el emperador Augusto se inspirase en el ideal clásico de esta estatua.

Lisipo (activo entre el 370 y el 318 a. C.).

Se puede considerar a Lisipo como el continuador de la obra y del estilo de Policleto. Y, en verdad, que hay muchos nexos de conexión entre ellos, pero también, al compararlos se puede entender la evolución que estaba experimentando la escultura griega en el siglo IV a. C. hacia otros presupuestos estéticos que explotarán en el helenismo.

El Apoxiomeno de Lisipo (hacia el 325 a. C.). Museo Pío Clementino, Vaticano, Roma.

Lisipo es conocido por haber sido el artista predilecto de Alejandro Magno, para el que trabajó como retratista, pero también por la cantidad de obras que realizó. Se decía que de su taller habían salido más de 1500 escultura de dioses y vencedores de pruebas olímpicas. Pero por encima de todas Lisipo, como Policleto, es especialmente famoso por crear un modelo de representación masculina, un kouros, el Apoxiómeno o atleta con estrígila.

El Apoxiomeno de Lisipo (hacia el 325 a. C.). Museo Pío Clementino, Vaticano, Roma.

Lisipo comparte, además, con el escultor del siglo V el interés por el canon. En efecto, uno de sus mayores méritos, fue el de modificar el canon de proporción para la representación del cuerpo humano de Policleto aumentándolo a ocho cabezas. De esa manera la figura humana se estilizó.

El Apoxiomeno de Lisipo (hacia el 325 a. C.). Museo Pío Clementino, Vaticano, Roma. El canon de las 8 cabezas.
En el Apoxiomeno se aprecia la familiaridad con el Doríforo de Policleto. El cuerpo del atleta refleja el ideal de belleza griego e incluso la serenidad clásica se refleja en su rostro.

El Apoxiomeno de Lisipo (hacia el 325 a. C.). Museo Pío Clementino, Vaticano, Roma.

El contraposto es evidente en las piernas y también recoge un momento del movimiento que no es violento. Pero..., no se representa el momento en el que el atleta se coloca en la cabeza la cinta del vencedor ni tampoco aparece en la actitud típica del que triunfa ni lleva un símbolo de su prueba atlética, por ejemplo, una lanza. Lisipofija para la posteridad el "glorioso" momento inmediatamente posterior al triunfo obtenido en la palestra; agotado por el esfuerzo de la competición y con la mirada perdida en la lejanía, el atleta se quita el aceite y la arena con la raedera, la "estrigila". Al escoger ese momento podemos comprobar de qué manera tan sutil están cambiando los ideales clásicos.

El Apoxiomeno de Croacia (hacia el siglo I a. C.). Museo de Zadar, Croacia. Detalle de su rostro. La obra fue rescatada del Adriático en 1999.

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