Su verdadero nombre era Paolo Caliari, il Veronese (El Veronés) fue el apodo que recibió por haber nacido en Verona hacia 1528. Su padre era escultor. Fue discípulo del pintor local Antonio Badile, de quien aprendió el uso de colores fríos, plateados y los amarillos suaves que utilizó a lo largo de su carrera. Posteriormente, se formó con Gian Francesco Caroto.
El Veronés. La Conversión de María Magdalena, 1547. Uno de los primeros cuadros de juventud en Verona. El manierismo es manifiesto: en la gesticulación de los personajes; en la composición abigarrada y desequilibrada de la escena, con un punto de fuga de perspectiva y de luz que nos lleva a un extremo; y en el color ácido y contrapuesto de todos los tonos del arco iris: azules, verdes, amarillos, rosas, malvas...
Hacia 1553 se sabe que ya se había establecido en Venecia, la ciudad más importante para entender la pintura manierista, donde empezó a ser conocido y donde vivirá casi de continuo hasta su muerte en 1588. Es muy notable que con tan sólo veintisiete años tuviese un éxito tan rápido en esta ciudad, porque tuvo que competir nada menos que con los consagrados pintores venecianos Tiziano y Tintoretto, que estaban en pleno auge de su popularidad: sesenta años tenía Tiziano y treinta y cinco Tintoretto.
El Veronés. Júpiter y los vicios. Realizado para la Sala del Consiglio dei Dieci del Palacio Ducal de Venecia, 1554. Óleo sobre lienzo, 560 x 330 cm. Museo del Louvre, París.
Su primer encargo en la ciudad fueron unos óleos gigantes (1554) para el techo de las salas del Consiglio dei Dieci, en el Palacio Ducal. Actualmente se encuentran repartidos entre el Museo del Louvre y el mismo palacio. Estas pinturas le permitieron darse a conocer como un virtuoso del ilusionismo y le abrieron las puertas a la aristocracia veneciana. Su estilo enamoró a sus potenciales clientes:
- por el uso de perspectivas arquitectónicas, inclinadas y calculadas con esmero sobre ejes divergentes;
- por el dominio audaz del escorzo del cuerpo humano;
- y, sobre todo, porque eran obras con mucha luz y atractivos colores.
El Veronés. Banquete en la casa de Simón, 1560. Óleo sobre lienzo, 315 x 451 cm. Galleria Sabauda, Turin. Casi lo de menos es la imagen de Cristo que se sitúa en el lateral derecho.

Al dominio técnico,
El Veronés supo unir el sentido práctico y captar los deseos de la clientela. La ciudad necesitaba rodearse de elementos que mostraran su esencia y nuestro pintor dio con una forma muy apropiada: los cuadros de gran formato en los que pudiera trazar espectaculares edificios que recordaban a los de
Andrea Palladio, por entonces en el cenit de su fama. En este escenario se desarrollarían composiciones bulliciosas de aparente tema religioso, pero donde lo que de verdad se representaba era el lujo de los ciudadanos principales de Venecia.
Tiziano o
Tintoretto ya habían realizado algo parecido, sin embargo, en ellos el tema religioso no se supeditaba al escenario y en
El Veronés ocurre todo lo contrario, la arquitectura y los personajes secundarios se imponen sobre la narración bíblica. Por otro lado, el gran formato en tela también era exigido, en parte, por el clima tan húmedo de Venecia que hacía extremadamente difícil la conservación de los frescos.
El Veronés. Detalle del Banquete en la casa de Simón, 1560. Óleo sobre lienzo, 315 x 451 cm. Galleria Sabauda, Turín. Estructuras clásicas, retratos, telas hermosas y trajes deslumbrantes y animales exóticos. Balaustradas desde donde asomarse al espectáculo ciudadano.
Su iconografía, muy original y que no se adaptaba a lo que imponía el Concilio de Trento, también le ayudó para destacar entre los pintores favoritos de los venecianos. Aquí podéis ver una selección de su obra.
Dicen que hay un autorretrato del autor en esta obra....
ResponderEliminarEs cierto?
Qué personaje es?
En el centro de la composición. Es el músico que toca la viola. El resto de los músicos son Tintorero, Bassani y Tiziano.
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