sábado, 4 de octubre de 2014

JEAN-LÉON GÉRÔME EN MADRID. UN ACADEMICISTA RESCATADO. LA EXPOSICIÓN DEL MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA.

Desde el 15 de febrero al 22 de mayo de 2011 el Museo Thyssen-Bornemisza presentará por primera vez en España una exposición monográfica sobre la obra del francés Jean-Léon Gérôme (1824-1904). La muestra es un proyecto conjunto de este museo con el Musée d'Orsay, la Réunion des musées nationaux y el Paul Getty Museum, aunque -todo hay que decirlo- se trata de una versión reducida de la gran retrospectiva mostrada en Los Ángeles y en París a lo largo de 2010. Su intención ha sido rememorar la primera exposición monográfica dedicada al pintor y escultor francés celebrada en 1972 en el Dayton Art Institute, Ohio, Estados Unidos. Como muestra de lo que nos espera aquí tenéis el video promocional de la exposición recientemente cerrada en París.


En otro artículo ya he hecho semblanza de la biografía de Gérôme y de su obra, junto con la de Boguereau, otro de los pintores "malditos" desde que se impuso la pintura de las vanguardias. Por ello, este artículo lo desarrollaré sobre dos ejes: en entender la paradoja del éxito y del olvido de nuestro pintor en cuestión de apenas décadas  y, claro está, en la exposición que podremos ver en el museo Thyssen.

Gerome. Napoleón y sus generales en Egipto, 1863.

De alabado a denostado. La crítica artística contemporánea y Gerome.

Ha tenido que pasar mucho tiempo para que se reivindique la contribución que tuvo Jean-Léon Gérôme al arte contemporáneo. En 1904, año de su muerte, estaba en la cumbre y se puede decir que era uno de los artistas preferidos de la burguesía y de la aristocracia parisina; quince años después su nombre era borrado y olvidado por los clientes y el mercado del arte. A este rápido descenso a los "infiernos del arte" contribuyeron varios motivos:

1.- Su actitud crítica contra los impresionistas y especialmente por el papel que tuvo al erigirse en el líder de los academicistas que se oponían a admitir en las colecciones estatales el legado Caillibotte. Este pintor, muerto en 1894, legó al estado francés una completísima colección de sus cuadros y de otros pintores impresionistas. La Academia, que ya se había opuesto frontalmente al movimiento desde los años 60, se negó durante años a aceptarlos por considerar que “derivaban de un arte malsano”. Pocos años después el establishment artístico había cambiado y le devolverá el desprecio.

Pollice Verso (1872)

2.- Su visión de la historia de la antigüedad y de Oriente en dos vertientes contradictorias, por un lado, la intimista y de lo cotidiano y, en el otro extremo, la excesivamente teatral o escenográfica. Este apego a lo grandilocuente o a lo costumbrista no encajaba en los planteamientos académicos ortodoxos, pero tampoco en la nueva pintura del siglo XX. Sin embargo, su evocación de otras épocas tendría su acomodo indirectamente en otro arte contemporáneo más narrativo y sugeridor de imágenes, el cine. De hecho, los directores de las grandes producciones históricas de Hollywood de los años 30 a 60 se inspiraron en su obra para realizar filmes como Cleopatra (1934) o los Diez Mandamientos (1956) de Cecil B. DeMille ; Quo Vadis (1951) de Mervyn LeRoy; oBen-Hur (1959) de William Wyler. Muchas escenas de estas películas muestran un paralelismo evidente con óleos como La muerte de César (1867), Pollice Verso (1872), Carreras de carros (1876), La última oración de los mártires cristianos (1883). o sus paisajes de Egipto… No olvidemos también la semejanza entre aquellas películas  y cuadros de Gérôme que se ambientaban en el reinado de Luis XIV (Los Tres Mosqueteros deGeorge Sidney, 1948) o el exótico Oriente Medio (Simbad el marino de Richard Wallace, 1947).  Lo que demuestra que este pintor ha ejercido indirectamente una gran influencia  sobre nuestro imaginario colectivo.

La última oración de los mártires cristianos (1883

3.- Su concepción de la pintura  como objeto de consumo. Su suegro era Adolphe Goupil, algo más que un marchante de arte, podríamos decir que fue un pionero en la comercialización de reproducciones de arte en masa por medio del grabado y la fotografía. Así fue como se hicieron tan famosas muchas de sus obras.

El encantador de serpientes, 1870.

4.- Y, en definitiva, por el desprecio generalizado de los historiadores del arte contra aquello que supuso la pintura academicista a partir del comienzo del siglo XX. El triunfo de las vanguardias exigía rechazar totalmente todo lo anterior como anacrónico, retrógrado o propio de un “arte muerto”. Gerome, como representante de este tipo de pintores, era considerado la definición negativa de los nuevos valores del arte.

Desde los años 70 este planteamiento tan injusto y dogmático comenzó a ser revisado, pero hemos tenido que esperar a 2010-2011 para poder disfrutar sin complejos de esta exposición en museos de acreditado prestigio. Bienvenida sea la reparación que la Historia de la pintura tiene con este artista.

Napoleón y la Esfinge de Gizeh. 1886.

La exposición.

Se presentan 55 obras que abarcan toda la trayectoria artística de Gérôme y todos los ámbitos en que trabajó: pintura, dibujo y escultura. Destacan entre ellas las que marcaron un hito en el academicismo francés y las que le acreditan como uno de los grandes creadores de imágenes que más influyeron sobre otras artes visuales, la fotografía y el cine.

Pelea de gallos (1846). Belleza, pero a la vez afectación e intrascendencia.

La exposición del Thyssen arranca en el taller de Delaroche, donde el joven Jean-Léon Gérôme se educó bajo los preceptos académicos de Jean-Dominque Ingres. En estos inicios, el pintor francés cultivó tanto el género de la pintura histórica como el del retrato. Con el cuadro Pelea de gallos (1846), que se presentó en el Salón de 1847 y que le hizo ganar una medalla de tercera clase, comenzó a recibir sus primeros encargos oficiales.

Recepción del Gran Condé en Versalles, 1878. ¿No podría pasar por una escena de los Tres Mosqueteros?

El núcleo central de la muestra del Thyssen lo constituye la pintura de historia y los tres grandes temas que abordó en este género: la Roma antigua, las escenas napoleónicas y las del reinado de Luis XIV. Son momentos heroicos y muy dignos para la pintura "grande" de historia, mas nuestro pintor denota en ellos una tendencia que no termina de agradar a todos los académicos: en lugar de centrarse en el hecho culminante del momento histórico, lo trascendente, el artista prefiere representar en sus cuadros la anécdota, la escena inmediatamente anterior o posterior. Esta representación trivial o costumbrista de la Historia creó seguidores en otros pintores más jóvenes como Alma Tadema, del que ya hemos hablado en otros dos artículos (1) y (2).

La muerte de César, 1867El momento ideal para un académico hubiese sido el momento en el que se comete el magnicidio, no lo que sucede un minuto después. Sorprende además en este óleo que la luz y la composición  no se centra sobre el cadáver de Julio César, sino sobre las espaldas de los asesinos que abandonan la escena. 


A la calidad del dibujo y el dominio del color unió su interés por plasmar la veracidad arqueológica en sus obras.Se basaba rigurosamente en las investigaciones científicas y arqueológicas de la época para crear sus escenarios; coleccionaba objetos a lo largo de sus viajes a Italia, Turquía o Egipto; tomaba apuntes del natural en sus viajes; es de los primeros pintores que utiliza la fotografía para recrear con mejor exactitud sus cuadros.

Paseo del Harem, 1869. Bellas entonaciones del atardecer, que recuerdan los de los paisajes de otro orientalista como Roberts. El Egipto arqueológico de los faraones y el Egipto musulmán en la misma imagen.

Las representaciones orientales son bastante singulares. Bajo la apariencia de exactitud, Gérôme inventó escenas orientales inspirándose en la literatura de su tiempo. En cierta manera es el oriente que soñó un romántico como Victor Hugo en Les Orientales (1829), enriquecido con el color de Delacroix. Pese a su conocimiento real del "verdadero" Oriente de su tiempo, sus imágenes se manifiestan en clave fantasiosa y  sobre todo con gran erotismo. En este tipo de obras se camufla el desnudo femenino que no podría ser admitido en ningún caso por la "sociedad bien" en  otro contexto. Aún así, cuadros como el que tenemos debajo tienen que enmascarar la finalidad de recrearse en un sensual desnudo femenino, contextualizando el cuadro con el título bíblico de Betsabé.

Bethseba o Betsabé, 1889. El desnudo femenino es el objetivo del cuadro. Si sólo contemplamos la primera imagen es  una escena de baño típica de Gérôme de una mujer en un harem, aunque extrañamente ubicada en el exterior. Pero si miramos el cuadro entero y leemos su título comprendemos que nos narra el episodio bíblico del rey David cuando descubre bañándose a Betsabé, la esposa de su general Urías, y la siguiente historia de adulterio y asesinato. 

Por último, la exposición dedica una atención especial a la escultura de Gérôme, disciplinan que emprendió con mucha dedicación e ilusión a partir de 1878, ya con 54 años, con motivo de la Exposición Universal. Sus primeras obras son meros traslados de sus obras pictóricas al bronce o al mármol (Los gladiadores, 1878). Pero a partir de 1890 dio la espalda al dogma dominante en la escultura moderna y utilizó el color en sus obras en mármol, como se hacía en la Antigüedad clásica. De estos momentos data el busto de Sarah Bernhardt, (1895) o la inquietante obra de abajo, Corinthe (1903-04), que es su último trabajo antes de morir. Recientemente (2008) fue adquirida por  el Museo de Orsay de París en subasta de Sotheby's por 456.750 euros.

Corinthe, 1903-04. 47,5 x 33 x 30 cmLa personificación de la ciudad de Corinto como una mujer enigmática de ojos penetrantes, muy al gusto de los simbolistas del cambio de siglo. 


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