viernes, 17 de octubre de 2014

LA ESTATUARIA GRIEGA DE ÉPOCA ARCAICA. EL SER HUMANO: EL KOURÓS Y LA KORÉ.

En Grecia, como en todas las civilizaciones de la antigüedad, la escultura surgió de las creencias religiosas, del culto, de la mitología. La estatua o escultura exenta pretendía representar a la divinidad o bien y consagrar la imagen de un fiel como una ofrenda a los dioses. En cuanto al relieve que decoraba los templos, se destinaba, como el de nuestras iglesias medievales, a la instrucción de los fieles. Incluso las representaciones esculpidas en las estelas funerarias eran también un acto de fe, en el sentido en que lo entendían los griegos y con el espíritu especialmente cívico de su religión; pues exaltar la figura del desaparecido, era rendir homenaje a los dioses protectores de la ciudad.

Kouros Anavyssos, estatua de Kroisos, mármol, altura 1,94 m. Hacia el 520 a. C.


Parece que fue desde el siglo VII cuando los dorios del Peloponeso y de Creta iniciaron el tránsito de la figurilla de bronce delgada, casi filiforme, del periodo geométrico (900-700 a. C.) a la efigie de piedra del periodo arcaico (700-500/480 a. C.). Las esculturas más antiguas (las xoanas) no se han conservado. Eran de madera y de formas muy estilizadas. Ellas fueron el precedente de las típicas imágenes arcaicas, los kuroi y las korai, que se esculpirían en piedra caliza y mármol más tarde y que serán el objeto de este artículo. Los kouroi (kouros en singular) representaban a atletas desnudos que habían vencido en una prueba atlética; y las korai (koré en singular) a damas vestidas que ofrecían su efigie a una diosa. Dejamos para otro artículo la representación de los dioses y demás seres mitológicos.

Koré 682, entre el 520 y el 510 a. C., Acrópolis de Atenas. Mármol. Altura 1.82 m. Kouros, estatua de Kroisos, Anavyssos, en torno a 520 a. C. Mármol. Altura 1.94 m.


Características de la figuración griega de época arcaica.

En el paso de la figurilla a la imagen de tamaño natural o colosal en piedra intervino la influencia de los modelos egipcios difundidos por el Mediterráneo Oriental. De ellos aprendieron las técnicas escultóricas en piedra y adoptaron muchas de sus características y convencionalismos que se mantendrían, pero evolucionando, durante los siglos VII y VI a. C., la etapa que conocemos como arcaica. Estos son los elementos más significativos de este estilo arcaico:
  • La concepción de la figura humana como canon o conjunto de equivalencias matemáticas de partes significativas del cuerpo (el puño, el pie, el brazo o la medida que cada escultor elija), lo que da lugar a una imagen ideal o estereotipo del griego. Los kouroi, desde luego, representaban a personajes reales, como sabemos por las inscripciones, pero es inútil buscar rasgos personales del sujeto pues la figura terminaba reducida a medidas y convencionalismos.
  • El concepto de estatua-bloque, según el cual la figura venía a ser una suma de cuatro vistas, es decir de frente, de espaldas y de los dos costados. Se trabajaba desde un bloque cuadrangular, tallando el relieve que correspondía a cada vista. Al final se empalmaba las uniones en las esquinas. En Egipto a menudo el bloque se conservaba en la columna trasera y en la base, lo que no era frecuente en Grecia.
  • La posición estática, erguida o sentada (para los dioses griegos), con los brazos pegados al cuerpo y a las piernas. Los plantas de los pies se encuentran también adheridas al suelo aunque parezca que se disponen en plan de marcha. Esta rigidez es uno de los rasgos arcaicos que más tarda en desaparecer.
  • La observancia de la ley de frontalidad, que se cumple especialmente en las estatuas varoniles. Según esta ley, el cuerpo queda dividido en dos mitades simétricas, pero libres en sus movimientos, de manera que la escultura puede indicar un desplazamiento de atrás hacia adelante, pero no en sentido lateral. Brazos y piernas pueden estar en distinto plano, pero sin quebrantar la simetría desde el frente.
Estatua egipcia de Ranofer, datada hacia el 2450 a. C., proveniente de Saqqara y que se encuentra en el Museo Egipcio de El Cairo. Y al lado un kouros ático del Metropolitan de Nueva York datado hacia el 600 a. C. He puesto por encima un entramado reticular para ver que su concepción se basan en la  geometría, la simetría y la matemática. Los dos son representaciones ideales o estereotipos del egipcio y del griego.

  • El desnudo masculino, no así el femenino, es importante en ambas civilizaciones. En Egipto, sin embargo, las figuras masculinas tapan sus órganos sexuales con un faldellín y, en cambio, en Grecia se exhiben sin ningún pudor, aunque algunos Kouroi, sobre todo áticos, pueden llevar finos ropajes. Las Korai, en cambio, visten siempre una larga y ceñida túnica (jiton), encima de la cual hay un ancho manto (himation) o un corto chal (peplos). Estas prendas forman infinidad de pliegues, ya dispuestos en paralelo, zigzag o en abanico. El pelo largo en coletas rizadas también es un elemento distintivo de la civilización griega.
  • Sus rostros son inexpresivos, aunque en algunos se puede percibir una ligera sonrisa forzada, conocida como eginética o arcaica. Esta sonrisa es un rasgo convencional, más que un rasgo de realismo o de expresividad, puesto que posiblemente el artista griego interpretase la sonrisa como expresión de la vida en cuanto tal, pues una persona muerta no sonríe.
Koré de la acrópolis de Atenas, 520-510 a. C.

  • El gusto por lo colosal fue muy fuerte hasta comienzos del VI a. C., donde podemos encontrar figuras de kouros de hasta 4,80 metros de altura como el del santuario de Hera en la isla de Samos. Estos tamaños nos recuerdan las imágenes de  faraones que se colocaban delante de los templos egipcios. El tamaño natural se irá imponiendo a partir de la segunda mitad del siglo VI.
Kouros de Samos, descubierto en 1981 en el Herarion de Samos, probablemente formaba parte junto con otros 5 más de un conjunto. La obra se data en torno al 570 a. C. Samos, Archaeological Museum. He dejado la figura del turista de abajo para que nos hagamos idea de las dimensiones de la figura.

  • Las figuras, si estaban esculpidas en piedra, se encontraban todas policromadas. Tal cosa nos parece hoy increíble y sorprendente, acostumbrados a ver las estatuas en crudo mármol, pero algunas conservan todavía pigmentos que han permitido hacer reconstrucciones, un tanto atrevidas, de cómo debieron ser en el pasado. Os ofrezco un ejemplo.
Koré del peplos, 530 a. C., Museo Arqueológico de Atenas.


La evolución del kuros y de la koré en la época arcaica.

Una pequeña estatua conocida como el Apolo de Mánticlo, de hacia el 700 a. C., constituye un excelente ejemplo de enlace en la historia de las artes plásticas entre el periodo geométrico y el posterior. No llega a ser exactamente un kouros por su tamaño y por no ser exactamente de un atleta, aunque también se le podía denominar así, puesto que su finalidad votiva aparece grabada en la parte anterior del muslo. Allí dice que un individuo llamado Mánticlo la adquirió utilizando la décima parte de sus beneficios para dedicársela al dios Apolo con la petición de que cumpliera sus deseos. También es significativa la figurilla porque refleja la visión del hombre que tenían los griegos. El amplio tórax triangular, el estrecho talle y las poderosas y esquemáticas piernas proceden del repertorio de formas del arte geométrico e incluso micénico. La cabellera larga y bien cuidada demuestran que es un hombre rico y su cuerpo ejercitado indica la importancia que se da en esta civilización al desnudo y a la fortaleza anatómica.

Estatuilla de Apolo de Mánticlo de Tebas, principios del s. VII a. C. Bronce; altura 20,3 cms. Boston, Museum of Fine Arts. El brazo izquierdo doblado en ángulo podía sujetar un arco o una flecha. Llevaba un casco en la cabeza, según se desprende del agujero taladrado en la frente; los ojos eran de un material distinto.


Durante el siglo VII el principal refugio de la escultura fue Creta. Allí según la tradición mítica  trabajó un arquitecto-escultor, llamado Dédalo, que parece haber existido realmente y al que se le considera el padre de todos los artistas plásticos griegos. De ahí que los estudiosos califiquen de "dedálico" el estilo de las primeras esculturas en piedra. Las encontradas en Creta son de tamaño pequeño, de una frontalidad rigurosa y muy geométricas: el rostro presenta forma triangular y el cuerpo cilíndrico. El mejor ejemplo es la Dama de Auxerre, una de las primeras korai. De evidentes desproporciones, es muy rígida y simple, casi una columna en su parte inferior. Esta koré está relacionada con la Kore Nikandre de Delos, también de hacia el 650 a. C.

Dama o koré de Auxerre. Mediados del siglo VII a. C. Piedra caliza. Altura, 65 cms. Museo del Louvre.


A comienzos del siglo VI a. C., se trasladó la creación escultórica de Creta y de las islas Cícladas -como Delos, Paros o Naxos-  al Ática y el Peloponeso. Es a partir de entonces cuando empiezan a ser más frecuentes las representaciones masculinas de los típicos Kouroi. Ellos, que simbolizan el ideal de belleza masculino, nos muestran los valores y la forma de vida que defienden la aristocracia de las ciudades. Como seres favorecidos por los dioses se exponían solemnes en los santuarios o como señales conmemorativas sobre las tumbas.

El estilo jónico y el estilo dórico.

Uno de los kouros más antiguo (hacia el 600 a. C.) y en magnífico estado de conservación, es el Kouros del Metropolitan Museum de Nueva York que se encontró en la carretera que enlaza Atenas con el cabo Sunion, cerca de la aldea de Anavyssos. La estatua no era una ofrenda depositada en un templo, sino sobre el sepulcro de un joven prematuramente muerto o caído en combate. La esbeltez y la delicadeza del diseño muscular, e incluso el detallismo de su peinado, marcan la seña de identidad de un estilo ático-jónico.

Kouros del Metropolitam de Nueva York, entre el 600-590 a.C. Mármol. Altura, 1,85 m. Vistas frontal (arriba) y de perfil y posterior (la siguiente).


Llama la atención su óvalo facial, homogéneamente alargado, y su alta frente. Su larga y densa caballera cubre la nuca y sus perlados rizos, esmeradamente trabajados, se sujetan con una cinta artísticamente anudada por detrás. Un aro rodea el cuello del difunto. El escultor, pese a las formas abstractas de los músculos, supo visualizar las relaciones funcionales del cuerpo humano. Todavía conserva algunos restos de pintura roja en la cinta del pelo.


La elegancia del kouros del Metropolitam contrasta con la robustez de otras de las obras hechas en otras polis de Grecia. Los Gemelos Kleobis y Bitón (580 a. C.), eran kouros ofrecidos por la ciudad de Argos en el santuario de Delfos. Las formas de los gemelos denotan el mejor ejemplo de estilo dórico. Las figuras están trazadas de una forma mucho más tosca, los detalles se resuelve de forma más esquemática y las formas anatómicas se adaptan a la geometría. El artista que los realizó puso especial interés en aplicar un canon matemático y orgánico antes que buscar la elegancia o la belleza formal que se puede apreciar en los kouroi jónicos.

Gemelos de Argos (Kleobis y Biton), Kuroi en Delfos, 580 a. C. Mármol. Altura 1,97 m. Museo Arqueológico de Delfos.


La segunda mitad del siglo VI a. C.

Desde mediados del siglo VI a. C. la escultura griega se fue apartando cada vez más de sus remotos orígenes y empezó a centrarse en representar imágenes humanas más naturales, pero a la vez ideales. La búsqueda de la belleza y de la armonía se imponía; se mejorará la anatomía y la sensación de vitalidad de los cuerpos; los pliegues de los vestidos serán más naturales... pero los rostros seguirán mostrando inexpresión. En el Ática el Kouros de Volomandra (560-50 a. C.) o en Corinto el Kouros de Tenea (hacia el 550 a. C.) reflejan estas nuevas ideas, además de una sensación de movimiento latente. Pero la evolución aún se muestra más radical en la imagen del Kouros de Anavyssos (540/520 a. C.), encontrado coronando un túmulo de un joven caído en combate llamado Kroisos. El cuerpo ya muestra una marcada plasticidad: el tronco, los brazos y las piernas son carnosos.

Kouros de Anavyssos, conocido como Kroisos. Mármol. Altura 1.94 m. Entre el 540/520 a. C.


El sello jónico se acusa en las estatuas de las korai mucho más claramente que en la esculturas masculinas y se reconoce sobre todo en el estilo de los ropajes y del peinado. Los modelos como la Dama de Auxerre rígidos, simples y geométricos, son sustituidos por mujeres de finos chitones de lino que modelan su figura a través de los pliegues. Sus vestidos se realzan con colores vivos, adornados de motivos pintados imitando los bordados del tejido,  y sus cabezas y brazos se enriquecían con toda clase de joyas (diademas, pendientes, brazaletes...). Los cabellos se tratan como si fueran un adorno precioso más. En sus rostros se acentúa la sonrisa casi como un asomo de coquetería.

Koré 670, Hacia el 520 a. C. Acrópolis de Atenas, Mármol, Altura 1,15 m.


Otros modelos de estatuas arcaicas.

Al margen de la abundante producción de las esculturas de kouroi korai sometidos a la ley de la frontalidad, algunos artistas crearon tipos nuevos de composición más compleja. Vamos a destacar dos: el de portador de animal para ofrenda y el de la estatua ecuestre.
  • El primero tiene su mejor ejemplo en la figura conocida como el Moscóforo (570 a. C.). Es la estatua de un joven aristócrata llevando sobre sus espaldas un ternero como ofrenda a la divinidad. Sus ojos aparecen vacíos porque tendría una pasta vítrea para darle viveza. Sobre su cuerpo viste una fina túnica que deja transparentar su cuerpo. La imagen está hecha para ser vista frontalmente, puesto que el artista apenas es capaz de obtener un volumen creíble. Con el  animal se rompe la simetría de la figura.
Moscóforo, 570 a.c., Museo Arqueológico de Atenas. Mármol, 1.65 m de altura.

  • La segunda obra es el conocido como Jinete Rampin,(550 a. C.). Imagen de un joven montando su caballo, quizá un aristócrata heroizado, que porta sobre su pelo minucioso la corona de vencedor. LA composición estaba destinada a ser vista a la vez de frente y de perfil puesto que el caballero vuelve ligeramente la cabeza hacia su hombro izquierdo, primera infracción de la frontalidad.
Jinete Rampin. 550 a. C.. La obra se encuentra entre el Museo del Louvre (cabeza original) y el  M. Arqueológico de Atenas (torso y parte del caballo original).


Como vemos, la revolución estética que condujo a la formación del tipo clásico estaba ya en germen.

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Puedes continuar la evolución de la escultura exenta griega a través de los siguientes enlaces.
  1. El Kouros y el canon  clásico. Entre el Doríforo de Policleto y el Apoxiómeno de Lisipo.
  2. Fidias, el escultor de los dioses.
  3. - Praxíteles, el escultor que humanizó a los dioses.
  4. Sobre la representación masculina en el helenismo. Del príncipe helenístico al boxeador de las termas.

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