La catedral gótica no se entendería sin las vidrieras. No se trata sólo de una forma de cierre que sustituye al muro y deja pasar más claridad del exterior, sino que sus piezas coloreadas y unidas con tiras de plomo llenan el interior de las iglesias con una luz que parece venir de otro mundo. Es la manera de crear un lugar mágico. Lo que hace especial a la vidriera gótica es el apabullante espectáculo de luz y furor narrativo que nos ofrece cada uno de los vitrales.
La vidriera no es un invento gótico, se remonta a los tiempos carolingios:
- su dibujo es el de las telas coptas o bizantinas que se colgaban frecuentemente delante de la abertura de las ventanas para taparlas y que encerraban en círculos escenas religiosas;
- su técnica es la de la orfebrería cloisonnée, reemplazando el oro por plomo y las piedras preciosas por el vidrio.
- el proceso de fabricación de la vidriera ya estaba plenamente establecido en el románico, hacia 1100, época en que el monje Teófilo lo describió en su tratado De diversis artibus.
Partiendo de un boceto, el pintor de vidrio trazaba sobre una tabla blanqueada con tiza, la estructura de plomo de una o varias piezas, incluyendo indicaciones de color, y cualquier otra acerca de aspectos concretos del dibujo. ello permitía al artista artesano eligir los vidrios y cortarlos de la forma que cada pieza requería. A continuación éstas se ensamblaban provisionalmente para ser pintadas. La manera de pintar los vidrios tenía importancia puesto que había que dar forma a los rostros, los pliegues o cualquier otro motivo de la escena. Para fijar la pintura al vidrio había que meter a continuación la pieza en un horno a 600 º. Tras la cocción se procedía al emplome y a la sujeción al panel y bastidor metálico de hierro.
Las vidrieras góticas.
Las vidrieras góticas más antiguas que existen son las de la iglesia de Saint-Denis. Los paneles preciosos, que proyectó en el nuevo estilo hacia 1140 el propio abad Suger, tuvieron una influencia tan grande que, desde 1145, sus artistas fueron llamados a la catedral de Chartres, a unos cien kilómetros al suroeste, para hacer las tres grandes vidrieras de la fachada principal. La iglesia se había levantado inicialmente en estilo románico, pero un incendio en 1194 destruyó casi todo el edificio. Milagrosamente se salvó la fachada mencionada. Es decir, se salvaron los arranques de las dos torres que enmarcan los tres pórticos abocinados de entrada y los ventanales que hay encima.
Fachada occidental de la catedral de Chartres. Por encima de la portada de tres pórticos esculpidos (elpórtico real) arrancan los tres vitrales salvados del incendio.
Tras el desastre, se tomó la determinación de construir una catedral mayor y mejor en el nuevo estilo gótico. Del edificio ya hemos hablado en otro artículo de este blog, por lo que aquí nos centraremos tan sólo en sus ventanales. No obstante, deberíamos recordar un aspecto arquitectónico clave para entender el artículo presente: que gracias a la innovación de utilizar arbotantes en las iglesias góticas se hizo posible prescindir de los muros como elemento necesario para sostener el peso de la bóveda. Así, en los huecos ganados, se abrirán grandes ventanales y se desarrollará sobre ellos un nuevo medio de expresión iconográfico en vidrio de colores. El resultado fue una explosión de creatividad mágica que alcanzó su culminación en las catedrales francesas del siglo XIII, en particular en las de Bourges, Reims, Amiens, París y, sobre todo, Chartres.
Detalle de una de las ventanas salvadas por el incendio de finales del siglo XII en la que se narra la Historia de la virgen y la Infancia de Cristo.
La importancia de las vidrieras de Chartres.
Los ventanales de mediados del siglo XII fueron el comienzo de un conjunto continuado en la nueva catedral del siglo XIII (los más importantes) y completados hasta el siglo XV. Se les suele comparar, por su complejidad iconográfica, con otros hitos figurativos de la Historia del Arte que hemos tratado ya en este blog: la Capilla Sixtina de Miguel Ángel y la capilla de los Scrovegni de Giotto. Y en verdad es un conjunto único del Gótico por varias razones:
1.- Por la cantidad. En ningún otro lugar ha sobrevivido tanto vidrio medieval a las guerras, las tormentas, la intolerancia religiosa o la desidia de los siglos. De las 173 ventanas originales, 143 se encuentran en su mayor parte intactas. Y en total se calcula que hay casi 1500 escenas.
Interior de la catedral de Chartres desde los pies y hacia la cabecera.
2.- Por la calidad. La belleza de los diseños y la variedad del colores, puestos de manifiesto con toda su intensidad después de la limpieza y restauración de 1975, convierte el efecto de la luz entrando en las naves en algo palpitante y vivo. En un día soleado el espacio interior se anima con una atmósfera refulgente, como de piedras preciosas de distintos e intensos colores rojos, azules, amarillos y verdes, y en menor cantidad, morados, marrones y unos centelleantes blancos. Destaca especialmente, para mi gusto y para el de muchos, el azul que es el principal causante del efecto mágico. Seguramente en el siglo XIII la coloración fuera más uniforme.
Chartres. Detalle de la vidriera de la Vida de Santo Tomás.
3.- Por el aporte iconográfico. Como ya he apuntado, las vidrieras componen una biblioteca en imágenes prácticamente sin igual sobre la vida, las leyendas, los símbolos y las creencias medievales, que podrían entretener a peregrinos y visitantes durante días enteros. No hay que olvidar, que para el fiel las escenas que se percibían en las ventanas eran lecciones de historia religiosa y profana.
Chartres. Detalle de la vidriera de la Historia de José. Aquí vemos algunos aspectos de la historia, pero también a los donantes, el gremio de banqueros, que aparecen representados en su oficio en las pestañas de abajo realizando labores de pesaje y cambio de monedas.
La iconografía de Chartres.
Tras el incendio de 1194, la instalación de las vidrieras para la nueva catedral gótica de Chartres comenzó hacia el 1205 y se prolongó durante cuarenta años.
La preeminencia concedida a la figura de María en Chartres no sólo se debe a que la catedral le estaba dedicada, sino también al hecho de que la reliquia más famosa que en ella se guardaba era su túnica -la "sancta camisa"-, que había sobrevivido milagrosamente al incendio, al igual que el célebre vitral conocido como Notre-Dame de la Belle Verrère ("Nuestra Señora de la bella vidriera"). Esta devoción particular coincidió con el interés generalizado por la Virgen desde el siglo XII.
Notre-Dame de la Belle Verrère es una de las vidrieras que sobrevivieron al incendio de 1194. Está datada en torno a 1180.
Los donantes.
Todas fueron sufragadas con donaciones. Los reyes, los grandes señores, los clérigos y los artesanos no cesaron de contribuir y de dejar constancia de ello con su propia presencia en los vitrales. Poderosos y humildes aparecen representados haciendo aquello que les corresponde: los nobles cabalgando con sus hermosas armaduras y los obreros trabajando en sus talleres. Podemos ver en rosetones y vitrales los escudos nobiliarios y hasta los mismos donantes, entre otros al mismo Felipe Hurepel, hijo del rey Felipe Augusto o a Thibaut IV, conde de Chartres.
Lancetas de debajo del Rosetón Sur, h. 1225. La Virgen en el centro y en las ventanas laterales los Evangelistas sobre hombros de los cuatro Profetas mayores. En la parte inferior de la ojiva está el donante, el duque de Bretaña, Pierre Mauclerc, que aparece arrodillado con su mujer e hijos. Le identifican su escudo y colores nobiliarios.
En las vidrieras altas del presbiterio y del transepto aparecen los signos heráldicos de la alta aristocracia. Y, en cambio, en las vidrieras bajs de las naves laterales aparecen gente anónima, de cofradías y de gremios, realizando sus oficios: panaderos, aguadores, albañiles, peleteros, zapateros, cambistas, pañeros, armeros, herreros, carniceros y toneleros. Estos últimos, no sin sentido del humor, escogieron para su ventana le tema de la embriaguez de Noé, su patrono.
Detalle del vitral de la Vida de Noé. Toneleros y ruederos fueron sus donantes.
Interpretación del programa iconográfico.
Vistos desde el interior del edificio, las vidrieras presentan un programa iconográfico que se lee desde la parte norte hacia la sur. El punto de partida de cada uno de los lados y lo más llamativo son los tres grandes rosetones situados sobre las puertas de entrada. Estos maravillosos despliegues de luz, color y geometría celebran la vida de Jesucristo y de la Virgen María y marcan la pauta para el resto de las vidrieras.
Rosetón norte de Chartres. Exterior e interior.
El rosetón norte tiene en el centro a la Virgen María con el Niño Jesús. A su alrededor se dispone un primer círculo con cuatro palomas, por los dones del Espíritu Santo que se desbordan en ella, y ángeles que sostienen incensarios y candelabros. A continuación, en un segundo círculo con forma de rombo, se incluye al linaje de losreyes de Judá. En un tercer círculo en el borde de la rosa, los doce profetas menores del Antiguo Testamento. Entre el segundo y tercer círculo, cuatrifolias con las armas de Francia. En la parte inferior y exterior al rosetón se disponen los escudos de Castilla (por su donante en 1230, la reina consorte Blanca de Castilla, mujer de Luis VIII) y por la flor de Lis de Francia (por su hijo el rey Luis IX).
En los cinco ventanales lanceolados inferiores se muestran dos figuras en cada uno: Melquisedec y Saúl, David yJeroboam, Santa Ana y la Virgen Niña sobre las armas de Francia, Salomón y Nabucodonosor y por último Aaróny el faraón.
Tres de las figuras de los lancetes inferiores del rosetón septentrional.
Las ventanas del deambulatorio, tras el altar mayor, reflejan los intereses de los canónigos del capítulo catedralicio. Ellos elegían los temas movidos por un objetivo pedagógico, lo que revela la importante deriva que se produce en la Iglesia occidental a principios del siglo XIII desde los grandes temas místicos hacia las ilustraciones de la vida cristiana activa. Porque si este importante lugar tradicionalmente se reservaba al árbol de Jesé (con la genealogía de Cristo) o la Pasión, en Chartres lo ocupan las vidas de los Apóstoles. Aquellos a quienes Cristo enviara para predicar su palabra.
La leyenda de Santiago el Mayor, h. 1220. Esta ventana, donada por los peleteros, que se ven abajo, narra la leyenda del apóstol, centrada en la conversión del mago Almógenes y sus demonios. Las nueve escenas superiores relatan la muerte del santo a manos de Herodes.
Por la misma razón, casi todas las ventanas que circundan el edificio al nivel del suelo -las más visibles para los fieles laicos- muestran vidas y relatos de santos relacionados con Chartres (por ejemplo, de San Lifardo, el evangelizador de la región, San Lubin, San Martin o San Eustaquio) y parábolas evangélicas. Estas ventanas son obras maestras de la narrativa que organizan los episodios para dar pie a paralelismos teológicos. Se puede decir que hay diferentes registros de lectura, la teológica y la puramente humana; las narraciones orales y las tradiciones escritas. Los milagros abundan en estas escenas, algo sin duda alentador para los peregrinos del siglo XIII que acudían a Chartres a pedirlos. Las ventanas elevadas del nivel superior continúan dicha temática, mostrando en su mayoría figuras gigantes de santos.
La leyenda de San Martín, h. 1220. Este santo, muy popular en Francia, aparece en varias ventanas. En ésta, donada por los zapateros, se cuentan su vida y milagros en treinta y ocho escenas.
Estos relatos de vidas de santos nos dicen también mucho sobre la vida cotidiana en la Edad Media: la realeza, los caballeros, los campesinos, los caballos, los barcos, los carros y trasportes, los edificios, los animales, las aves y la naturaleza, las comidas, los vestidos, las ceremonias, todo esto y más está a la vista. Cada vitral representa una escena con la mayor economía, de modo que puede apreciarse lo que ocurre de un solo vistazo y reconocer a los protagonistas al instante; así, los santos tienen halo, los árboles, ciudades y edificios se ilustran de forma rudimentaria, y las actitudes y el lenguaje corporal de los personajes se representa de modo que sus pensamientos, palabras y acciones se descifran asimismo con rapidez. Y pese a ello, hay una especie de lenguaje oculto, cuyo significado hoy quizá no seamos ya capaces de comprender y que se manifiesta especialmente en las señas que hacen las manos algunos personajes que conversan o actúan. La frecuente aparición de demonios, ángeles y la mano de Dios indica la presencia de fuerzas sobrenaturales o la intervención divina.
Detalle del vitral de la parábola del buen samaritano. Chartres. El buen Samaritano, h. 1220. La parábola del buen samaritano ocupa la mitad inferior de la ventana, y el pecado original de Adán y Eva, la superior. A través de la buena acción del samaritano, el pecado de Adán queda redimido. Esta ventana también fue donada por los zapateros, que aparecen abajo.
Para mayor deleite.
Mi nombre es Juan maría garcía Otero, he sido el director y editor de las revistas R&R (Restauración &Rehabilitación) y de Restauro, estoy investigando si el vitral del Árbol de Jese de Charches es anterior a la terminación del Pórtico de la gloria de santiago (1168-1188). Gracias, si alguién tiene la respuesta agradecería me la dieran.
ResponderEliminarGenial, gracias
ResponderEliminarMuy buen artículo. Estoy estudiando arte y ha sido de gran ayuda, muy profesinal.
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Me has ayudado mucho.
ResponderEliminarHola Alfredo. tu blog es una maravilla. las "lecciones", ajustadas, claras, ordenadas, bien ilustradas....con tu permiso, te linko a tuit de hoy. Gracias.
ResponderEliminarGracias, Anna. Sírvete como desees.
EliminarMuy bueno!
ResponderEliminarGenial me sirvio para mi tarea
ResponderEliminarbuen
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