sábado, 8 de marzo de 2025

LAS TUMBAS REALES DE UR (2700-2350 a.C.). AJUARES FUNERARIOS Y CARACTERÍSTICAS ARQUITECTÓNICAS.

Las Tumbas Reales de Ur (2700-2350 a.C.).

El conocimiento que hoy tenemos de Sumeria no hubiera sido tan completo sin los descubrimientos realizados por Leonard Woolley (1880-1960). Este arqueólogo ingles, con el apoyo del Museo Británico y de la Universidad de Pensilvania, llevó a cabo campañas arqueológicas en la ciudad de Ur desde 1922 hasta 1934, durante las cuales se recuperaron numerosos restos que han ayudado a entender la historia, cultura y religión de los sumerios. Además, su legado es aún más significativo, ya que su método de excavación y documentación estableció estándares en la arqueología moderna. También destacó por su capacidad didáctica en su escritos y conferencias, lo que permitió comunicar de manera efectiva la realidad de esta civilización.

C. Leonard Woolley desenterrando una pieza durante la excavación (campaña 1930-1931) de una capilla de época paleobabilónica dedicada a la diosa Hendursag, cuya estatua se encontró in situ.


En las primeras excavaciones realizadas entre 1922 a 1926, Woolley se centró en descubrir el zigurat, asociado con el patriarca bíblico Abraham, y en delimitar el témenos o área sagrada de la ciudad de Ur. A través de una zanja que realizó durante estas campañas, fue consciente de que había un lugar bajo el muro del témenos sur que albergaba un prometedor tesoro de joyas y tumbas, conocido como "la trinchera del oro". Sin embargo, decidió posponer los trabajos en esa área hasta que su equipo, compuesto por casi 300 trabajadores locales, adquiriera la experiencia necesaria. Woolley temía que, sin la preparación adecuada, pudieran causar daños irreparables al abrir las tumbas. 

Plano general de la zona del témenos, zona sagrada delimitada por un muro, de la ciudad de Ur según Woolley. Se muestran varios templos y palacios, todos ellos posteriores a las Tumbas Reales, que aparecen señaladas por un óvalo rojo. Las tumbas de la primera dinastía de Ur habían sido olvidadas cuando se construyó sobre ellas la ciudad del segundo milenio a.C.
Sería a partir de noviembre de 1926, y en 4 temporadas más, cuando Woolley acometió la excavación de la necrópolis donde encontró los restos más espectaculares, los del cementerio de la ciudad de Ur entre el año 2.700 y el 2.350 (Ur I). Descubrió más de 2.000 tumbas, que representaban toda la diversidad social de la ciudad. La mayoría contenían cuerpos ubicados en el fondo de pozos verticales tendidos de lado, envueltos en esteras o en ataúdes con unas pocas pertenencias personales. Sin embargo, dieciséis de ellas eran excepcionalmente suntuosas porque tenían una cámara funeraria de piedra o ladrillo y porque tenían más de un cadáver (entre 6 a 80 personas), por lo que pasó a denominarlas Tumbas Reales. Aunque la mayoría habían sido saqueadas en tiempos antiguos, lo que permanecía era extraordinario, especialmente en aquellas que se encontraron intactas.

Numeración de las tumbas reales de la necrópolis de Ur (PG) y atribución a sus posibles propietarios por alguna inscripción o sellos encontrados en ellas. Debajo, el plano del Cementerio Real de Ur que muestra las dieciséis tumbas consideradas “reales” por Woolley (1934, pl. 273).






A continuación la memoria gráfica de la excavación de la "Tumbas Reales", que el arqueólogo publicó en 1934 y de donde proceden planos, plantas y fotografías de la excavación.


Las "Tumbas Reales" destacaron inmediatamente por tres aspectos significativos:
  1.  por sus opulentos ajuares funerarios,
  2.  por su arquitectura y, sobre todo, 
  3.  por las decenas de cadáveres que acompañaban al difunto principal.

1.- Los ajuares funerarios. 

Los hallazgos realizados por Woolley en las tumbas revelaron una visión fascinante de la cultura material de la antigua Mesopotamia. Por un lado, descubrió objetos de calidad excepcional que evidenciaban el refinamiento y el lujo de sus propietarios. Por otro, que la amplia variedad de materias primas utilizadas para fabricar estos artefactos, en buena parte inexistentes en la llanura aluvial de Mesopotamia, indicaba que la ciudad de Ur tuvo que importarlos de lugares lejanos. Entre los materiales se incluye oro, que probablemente provenía de Afganistán, Irán, Anatolia, Egipto o Nubia. También se encontraron cuentas de cornalina procedentes del valle del Indo y muchas piedras, como el lapislázuli, que tal vez llegaron principalmente desde el este de Irán. A pesar de que estos materiales eran importados, la mayoría de ellos fueron trabajados hasta alcanzar su forma final por artesanos sumerios, que crearon algunas de las obras de arte más espectaculares que se conservan de Mesopotamia. Este proceso de importación y manufactura no solo refleja el nivel de sofisticación técnica de la época, sino también la interconexión cultural y económica que caracterizaba a las civilizaciones antiguas.

Reconstrucción moderna de PG 755, la tumba de Meskalam-dug (o su nieto). Debajo, las réplicas de todos los objetos de ajuar encontrados en la tumba. Armas, un casco de electrun, vasijas de oro, plata, bronce y alabastro... El nombre del rey aparecía en cuneiforme en algunos objetos.


Los propietarios. Conocemos el nombre de algunos propietarios de las tumbas gracias a ciertos objetos encontrados en ellas tenían inscritos sus nombres o porque se han hallado en la tumba cilindros/sellos con sus nombres. Por ejemplo, la tumba más lujosa, conocida como PG 800, perteneció a la reina Pu Abi, ya que se hallaron tres sellos en su interior. Por otro lado, una de las tumbas de menor tamaño, PG 755, se atribuye sin duda a Meskalam-dug debido a los objetos que contenían inscripciones de su nombre. Woolley consideraba que los objetos hallados en estas tumbas eran propiedades destinadas al uso del difunto en la otra vida. Sin embargo, algunos de estos nombres no aparecen en las versiones supervivientes de la Lista de Reyes Sumerios. 

Lámpara y cuencos de oro de la tumba de Meskalam-dug (PG 755) con inscripción lateral des su nombre en cuneiforme. Los originales se encuentran en el Museo arqueológico de Bagdad.


a) Armas. Las tumbas sacaron a la luz armas tanto del propietario como del séquito que acompañaba a los reyes guerreros. Evidentemente las armas de oro pertenecían a los monarcas y eran claramente ceremoniales, para demostrar su riqueza y estatus social. Por su parte, las de bronce eran funcionales y diseñadas para el combate, lo que refleja la importancia de la guerra y de la defensa en us sociedad.

Veamos algunos de los ejemplos más significativos. 

Daga ceremonial con su funda, hallada en la tumba PG 580 en el Cementerio Real de Ur. Las dimensiones de la daga son 38,5 cm de largo x 5,5 cm de ancho y los de la vaina 25,2 cm x 5,6 cm. La daga está decorada con filigrana y técnicas de granulación de orfebres, en lapislázuli azul y oro, el mango de lapislázuli con tachones de oro. Se data en el siglo XXVI a.C. Sin duda es una de las dagas más hermosas de la antigüedad. Actualmente en el Museo Iraquí de Antigüedades de Bagdad. Además de esta pieza, se han encontrado muchas más dagas de oro y bronce, así como espadas con puntas en forma de hoz, puntas de lanza y hachas. 


Casco de la tumba PG 755, atribuido al rey Meskalamdug. Hecho en electro (una aleación de oro y plata de 15 quilates). Altura 23 cm. Museo de Antigüedades de Bagdad. Este casco imita el propio cabello del portador, presentando un moño anudado en la parte posterior y una banda tejida en la parte superior. Un forro de tela, unido por los agujeros del borde inferior, serviría para acolchar el casco de la cabeza. El casco era ceremonial, pero también podía ser ostentado en combate, porque es un modelo que ya hemos visto en la imagen de Eannatum de Lagash en la Estela de los Buitres, con el mismo moño en la parte posterior de la cabeza. 
Se han encontrado numerosos restos de carros, aunque la madera con la que estaban construidas la mayoría de las piezas ha desaparecido. Sin embargo, se han conservado protecciones y objetos metálicos. En la fotografía, se observa un detalle de carro de guerra sumerio del Estandarte de Ur. El carro era un vehículo para dos personas, un auriga y un guerrero. A la derecha, se encuentra un porta riendas sencillo con anillas que se colocaba sobre una viga de madera entre los dos caballos o bueyes. Este porta riendas, de dimensiones 9,6 cm x 10 cm, fue encontrado en la Tumba PG 789 y es un ejemplo de la simplicidad y funcionalidad de los carros de guerra de la época.



b) Objetos de lujo y poder. 

- Los sellos eran pequeños cilindros redondos de piedra dura. Estaban grabados con escenas figurativas y/o caracteres escritos. Se utilizaban para realizar impresiones sobre arcilla húmeda. Como su nombre sugiere, los sellos cumplían principalmente la función de identificar a su propietario, quien los empleaba para autenticar o legalizar documentos con su "firma", lo que significa que sólo ciertos individuos de alto status los poseían. Los diseños y símbolos grabados en los sellos a menudo representaban deidades, mitos o escenas de poder, reflejando tanto la autoridad del propietario como su conexión con lo divino. Entre los encontrados en los ajuares funerarios del cementerio de Ur, destacan los tres encontrados junto a los restos de la reina Pu Abi, uno de los cuales lleva su nombre escrito en cuneiforme. Este sello representa una escena de banquete presidido por la reina, posiblemente como parte de su papel principal en un ritual sagrado.

Sello cilíndrico de la "Reina" Pu Abi y la impresión. Cementerio Real de Ur, c. 2600 a. C. Lapislázuli , 4,9 cm de alto x 2,5 de ancho. Escena de banquete con la inscripción Pu-A-Bi- Nin "Reina Pu Abi".



- La presencia de varias liras sugieren que los habitantes de Ur apreciaban la música y el lujo, ya que estos instrumentos estaban ornamentados con oro, plata y lapislázuli. Entre los hallazgos, se descubrieron varias liras en el foso principal asociado con cuatro mujeres. La mayoría de estos instrumentos eran de madera con revestimiento de plata, junto con otros detalles como cabezas de animales, como una vaca, un ciervo o un toro barbado. Algunas se encontraron junto con los cuerpos de las mujeres que las tocaban. Woolley informa que una mujer yacía con el brazo sobre su lira, con los huesos de su mano donde habían estado las cuerdas, como si aún la estuviera tocando.

Gran Lira de la "Tumba del Rey", encontrada en PG 789 (izquierda) y detalle del panel frontal  (derecha), ca. 2650–2550 a. C. Oro, plata, lapislázuli, concha, betún y madera. Altura: 35,6 cm (cabeza), 33 cm (placa). Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania. La cabeza, el rostro y los cuernos están cubiertos con una lámina de oro envuelta sobre una forma de madera. El cabello y la barba son de lapislázuli, al igual que los ojos, incrustados en concha. El panel frontal es de concha incrustada en betún. 
La imagen de abajo muestra otra lira con cabeza de vaca de bronce de la tumba PG 1151, así como el detalle de una de estas liras siendo tañidas en el Estandarte de Ur. La fotografía de la excavación ilustra el proceso para obtener la lira. Woolley recurrió al método de Pompeya para capturar el vacío dejado por la descomposición de la madera de los palos y de la caja de resonancia, usando yeso para crear un molde. En la foto, el molde aún continúa en el suelo. El yeso logró reproducir incluso las diez cuerdas del instrumento.



-Además, se encontraron delicados ornamentos de metalistería y orfebrería, especialmente de carácter femenino, que incluyen diademas, collares, pendientes, anillos y brazaletes. También se hallaron juegos de mesaobjetos de culto (posibles estatuas de deidades) y vasos artísticos elaborados en metal, alfarería y piedra de una sola pieza. Algunos de estos objetos podrían haber sido ofrendas destinadas a los dioses, mientras que otros estaban claramente destinados a ser utilizados por los difuntos en la otra vida. Esta variedad de hallazgos refleja no solo la riqueza material de la cultura sumeria, sino también sus creencias y prácticas en relación con la vida después de la muerte.

La reina Pu Abi aún lucía su elaborado tocado cuando fue encontrada por Leonard Woolley, 4.500 años después de ser enterrada en la tumba PG 800. La parte superior de su cuerpo estaba cubierta con una capa compuesta por más de 50 tiras de cuentas de cornalina, ágata, lapislázuli, oro y plata, que en total pesaban casi 3,5 kilogramos. El cinturón de Pu Abi estaba confeccionado con diez tiras de cuentas alternadas de lapislázuli, cornalina y anillos de oro. Su tocado, inspirado en la naturaleza, estaba formado de cintas y hojas de sauce y de olmo elaboradas en oro, así como cuentas de lapislázuli y cornalina, y flores de oro. Este impresionante adorno pesaba 2,5 kilos. La reinterpretación actual de la mayoría del atuendo de Pu Abi en el Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania: a) Adornos para la cabeza reconstruidos en maniquí y separados en piezas individuales. b) Peineta, c-e) tres coronas con hojas de sauce (c) y olmo (d-e) y, f) adorno de cuentas de la capa. Estos elementos no sólo destacan la riqueza y sofisticación del vestuario de Pu Abi, sino también la habilidad artesanal de la época.






Algunos objetos más donde apreciar la sofisticación de los objetos encontrados en los ajuares.  De la Tumba Pu Abi (PG 800) son los pendientes con forma de luna (izquierda), la peineta de rosetas (abajo a la izquierda), un broche para la ropa (abajo a la izquierda), un recipiente probablemente para cosméticos en forma de concha con pigmento verde (derecha) y un kit de oro de pinzas y estilete para las uñas (debajo de la concha). De la tumba PG 1068 es el segundo broche para ropa (oro y lapislázuli, abajo a la derecha). Y de la tumba PG 1237 es el anillo para el dedo (abajo a la derecha). Los objetos no están a escala.


- Para la otra vida, no sólo se llevaban joyas, sino también objetos de entretenimiento con los que disfrutar momentos agradables. 

Un ejemplo de ello es este tablero de juego de mesa, encontrado en la tumba PG 513. Está elaborado con concha, caliza roja y lapislázuli, con dimensiones de 30,1 cm de largo x 11 cm de ancho y 2,4 cm de alto. Museo Británico, Londres. Este tablero de veinte casillas es uno de los varios con diseños similares encontrados por Leonard Woolley en el Cementerio Real de Ur. Los componentes de madera se habían descompuesto, pero las incrustaciones de concha, caliza roja y lapislázuli sobrevivieron en sus posiciones originales para que el tablero pudiera restaurarse en su forma y configuración correctas. Las catorce fichas son de otro juego.


- La escultura de carnero atrapado en un matorral es un ejemplo destacado de la cultura material de las tumbas reales de Ur, destacándose por la belleza y el lujo de los materiales con los que fue hecho. Sin embargo, su significado simbólico no está completamente comprendido, y se desconoce si está relacionado con los ritos funerarios de Ur, lo que la convierte en un enigma que aún espera ser desvelado.

Carnero atrapado en un matorral. Ur, Irak, ca. 2650–2550 a. C. Oro, plata, lapislázuli, cobre, conchas, piedra caliza roja y betún. Altura: 42,6 cm. Encontrada en PG 1237, el "Gran Pozo de la Muerte". Actualmente en el Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania. Leonard Woolley encontró dos de estas esculturas en el Gran Pozo de la Muerte y les dio este nombre en alusión a la historia bíblica de Abraham. Representa con mayor precisión a una cabra que se levanta sobre sus patas traseras para comer las hojas de las ramas altas de un árbol. Esta estatua no fue concebida como escultura independiente, sino que constituyó la base de un objeto cuyo elemento superior no se conservó. Aún así su función práctica o religiosa aún es enigmática.



Las tumbas reales de Ur revelaron una variedad de objetos, incluyendo vasijas metálicas, alfarería y alabastro, que evidencian la sofisticación de la cultura sumeria. Estos artefactos reflejan el estatus de la élite sumeria y ofrecen información sobre sus prácticas rituales y habilidades artesanales.

Vaso de electrun de 15,2 cm y cuenco de oro (derecha abajo). A la derecha, copa con pico de oro de 12,4 cm. El primero en el Museo Británico, el segundo en el Museo de Arqueología de la Universidad de Pensilvania, Filadelfia. Estas son tres de las cuatro vasijas de metales preciosos encontradas en el suelo de la fosa de la Tumba de la Reina Pu Abi, PG 800, ca. 2550-2400 a. C. Mantienen una estética similar con aristas para el cuerpo y decoraciones incisas de zigzag y rosetas.




Otros artefactos de distintas tumbas que incluyen una piedra de afilar de lapislázuli, una daga de oro, una vasija de alabastro, una caja de cosméticos que representa un león devorando un carnero y un cuenco de plata.



- El Estandarte de Ur. 

El objeto más significativo para la historia del arte figurativo mesopotámico es el conocido como estandarte de Ur, que analizamos en otro artículo en este blog, y que fue encontrado en la tumba PG 779.



2.- El valor arquitectónico de las Tumbas Reales de Ur . 

El cementerio real de Ur es notable porque en sus pequeñas tumbas podemos apreciar las características arquitectónicas distintivas de la antigua Mesopotamia. A continuación, presento los detalles arquitectónicos de las Tumbas Reales que me parecen más significativos, según la observación de las fotografías y los informes de excavación de Woolley (especialmente sus imágenes, el volumen II ya expuesto), así como sus artículos anuales publicados en el Antiquaries Jornal del Museo de Pennsilvania. También es muy importante en este apartado la tesis doctoral de Paul C. Zimmerman.
  • En cuanto a la planificación de la necrópolis. Las tumbas no están trazadas siguiendo un plan sistemático. De hecho, muchas de ellas se superponen e hicieron muy difícil su excavación y comprensión. Esto sugiere un proceso dinámico, a lo largo del tiempo, en lugar de una disposición cuidadosamente organizada, que refleja la evolución de las prácticas funerarias y la creciente importancia de la necrópolis como un espacio de memoria colectiva. Las familias o grupos de estatus similar elegían ubicaciones cercanas a sus antepasados, creando así un sentido de continuidad y conexión con el pasado. Además, la disposición de numerosas tumbas "normales" alrededor de las de individuos de mayor estatus indica la importancia del estatus social en la vida y en la muerte, evidenciando cómo la necrópolis de Ur funcionaba no solo como un lugar de descanso final, sino también como un espacio de afirmación social y cultural.
Ubicación del conjunto total de las más de dos mil tumbas excavadas, incluyendo la Tumbas Reales, según Woolley. Todas las tumbas fueron registradas según una enumeración secuencial y tenían el prefijo "PG", de "Private Ground" o "tumba privada". Es probable que algunas tumbas no fueran registradas debido a límites mal definidos, por haber sido la zona destrozada durante milenios objeto de los saqueadores y de distintos momentos de ocupación. Woolley calculó que en sus orígenes pudo haber hasta tres veces más tumbas que las documentadas.. 

  • En cuanto al tipo de enterramiento. Es importante destacar que, aunque no hay dos tumbas reales idénticas, se pueden establecer ciertas generalizaciones sobre su diseño y construcción. Las tumbas estaban ubicadas bajo el nivel del suelo, lo que indica una intención deliberada de crear espacios funerarios que ofrecieran protección y reverencia a los difuntos. El proceso de construcción comenzaba con la excavación de un foso profundo o zanja, que servía como base para la tumba. Para facilitar el acceso al fondo en las más complejas, se construía una rampa-pasillo escalonada y/o lisa ("dromos" lo llamó Woolley). Este diseño no solo proporcionaba una entrada funcional, sino que también simbolizaba el tránsito entre el mundo de los vivos y el de los muertos. En la parte inferior, se podían diferenciar dos áreas: una parte que se dejaba como zanja abierta o patio delantero (Woolley se refería a esta área como "pozo de la muerte" y no todas las tumbas lo tienen), donde se depositan cadáveres y ajuar, y otra que se edificaba y techaba, convirtiéndose en la cámara o cámaras principales. Por tanto, tipológicamente, estas tumbas del cementerio real de Ur no se pueden clasificar como hipogeos o tumbas excavadas en la roca como las egipcias, ni como inhumaciones normales. La combinación de pozo, rampas de acceso y cámaras funerarias edificadas sugiere un enfoque más simbólico y ceremonial en el proceso de enterramiento.
Plano de la tumba de la reina Pu Abui (PG 800), del cementerio real de Ur. La tumba constaba de una gran fosa a la que se accedía por una rampa o "dromos". Al final de ésta se situaba un espacio irregular o "pozo de la muerte", de aproximadamente 12 x 4 metros, que se abría a derecha e izquierda. En el extremo nordeste de la fosa se encontraba una cámara funeraria simple, construida en piedra, y en cuyo interior se hallaron los restos de cuatro personas, entre ellas la reina. Su piso de barro compacto se encontraba 0,40 metros por debajo del piso del foso de la PG 789, por lo que es un tumba de problemática excavación y atribución. 
  • La planta de la cámara. El espacio principal, cuidadosamente construido, servía como el lugar de descanso final del rey o reina y sus asistentes más personales, donde se colocaban los objetos personales y las ofrendas que acompañarían al fallecido en la otra vida. No eran de gran tamaño ni complejas. Algunas consisten en una sola habitación, mientras que las más complejas pueden tener hasta cuatro. Su forma era rectangular, con unas dimensiones habitacionales interiores de 4,35 x 2,80 metros, en el caso de la más sencilla o de una sola cámara como la PG 800. En el caso de las más complejas y grandes, como la tumba PG 779, podían ser de 3 o 4 cámaras con una superficie cubierta de 119 metros cuadrados y de dimensiones exteriores del conjunto de 12 x 9 metros.
Planta y sección longitudinal de la tumba PG 779. La rampa de entrada se conserva en una longitud de unos 4,00 metros y un ascenso de unos 2,30 metros, con 1,5 metros de escalones en su extremo superior. En la parte inferior de la rampa había un pequeño patio delantero de unos 1,1 x 2,6 metros que no podemos considerar "foso de la muerte". La entrada a la cámara de la tumba se realizaba a través de una puerta arqueada por aproximación de hiladas que daba acceso a tres cámaras (A, C y D) comunicándose por un pasillo abierto en las paredes medianeras (B). Los espacios cubiertos no tenían más de dos metros de altura, pero el lamentable estado del muro que separaba las cámaras interiores hizo caer gran parte de sus techos. 




  • Elemento de sostén. Los muros y el material. El elemento de sostén de las cámara funerarias eran gruesos muros de mampostería de más de un metro de espesor, construidos con materiales autóctonos como ladrillos (barro cocido) y adobes (barro sin cocer) y/o, a veces, con piedras calizas toscas traídas de canteras a decenas de kilómetros de distancia. Según Woolley, estas piedras probablemente provenían de Gebel Sinam, al sur de la actual  ciudad de Az Zubayir (distrito de Basora), a una distancia de 170 km en línea recta de Ur. En cuanto a la amalgama de unión, era mortero de barro muy similar al hormigón. Además, las paredes podían estar enlucidas cara vista, tanto en el exterior como en su interior, utilizando un enlucido de arcilla o cemento fino a base de cal. Por último, es importante señalar que algunas cámaras también podrían haber contado con techos de madera (desaparecida), puesto que se encontraron agujeros para vigas en los muros situados a una altura de unos 1,30/1,40 metros del suelo.
Tumba 779. Muros y arranque de las primeras hiladas de una falsa bóveda de la cámara D.


  • Elementos de sostenidos. Encontramos sistemas adintelados y abovedados
- La mayor parte de las techumbres de las cámaras estaban construidas adinteladamente, ya fuera con techos planos (PG 1050 y PG 1054), o con un sistema de falsos arcos y falsas bóvedas/cúpulas de ladrillo/piedra (PG 777, PG 779 y PG 1236). Este último método -conocido en inglés como arcos, bóvedas y cúpulas de ménsulas- se utilizaba para crear espacios aparentemente abovedados por encima de sus jambas/muros. Esto se lograba al ir desplazando sucesivas hiladas horizontales de piedra o ladrillo, que se iban aproximando progresivamente hasta el vértice superior. Para cerrar el último hueco se cubría con una pieza plana, completando así la estructura y permitiendo la creación de un espacio que, aunque técnicamente no era un arco ni una bóveda o una cúpula, ofrecía la impresión visual de serlo. Este recurso constructivo contribuía significativamente a la estética y funcionalidad de las cámaras funerarias. 

Entrada al mausoleo de Shulgi, rey de la III Dinastía. Una tumba donde los ladrillos se van poco a poco aproximando a su vértice de contacto, creando un breve pasillo falsamente abovedado. 



- También en ciertas cámaras de las tumbas reales de Ur (PG 789, PG 800 y PG 1631) hay evidencias del uso pionero del sistema abovedado mediante dovelas. Es decir, por primera vez, la existencia de un verdadero arco, el de medio punto, y de una verdadera bóveda, la de cañón, hechos con ladrillos. La técnica consiste en colocar adosados los bloques en ángulo radial, de manera que el peso se distribuya lateralmente, formando una curva semicircular uniforme. El bloque central, conocido como clave, juega un papel crucial en la estabilidad de la estructura,  ya que cierra el arco y permite que el peso se reparta hacia los extremos. Si el arco de medio punto se prolonga a lo largo de un eje longitudinal, se crea un espacio interior techado de forma semicircular o bóveda de cañón. El resultado es que la cámara ofrece ventajas estructurales: un espacio amplio y continuo sin apoyos sustentantes interiores. Sin embargo, para hacer efectivo este sistema, necesita que sus muros sean lo suficientemente gruesos como para soportar el peso de la bóveda y de los cascotes con el que se rellena la tumba. Esta consideración estructural es esencial para garantizar la integridad y durabilidad de la cámara funeraria.

Debajo dos fotografías de la excavación de la tumba PG 789. En la marcada como "a", se ve todavía en pie el arco de medio punto, hecho con ladrillos, con el que se creó la bóveda de cañón que cubría esta cámara. En los extremos de la cámara, en lugar de que el arco quede a ras de la pared corta, se adaptan los ladrillos para producir una forma absidial. También se aprecia la pared noreste de la que arranca la bóveda, hecha con mampostería de piedra caliza. La fotografía "b" muestra la cámara vista desde el muro exterior. La pared sureste de la cámara muestra el arco de medio punto de ladrillo, que era la puerta de entrada. Esta entrada fue cegada con escombros de ladrillo y piedra. Por detrás del muro de la puerta se ve la bóveda de cañón que hemos descrito en "a". En las dos fotografías se puede apreciar como el grueso muro de la cámara estaba enlucido con arcilla tanto en el interior como en el exterior.


3.- Los cadáveres que acompañaban al difunto real 

Las tumbas reales de Ur también destacaron morbosamente desde su descubrimiento porque en ellas se evidenciaron sacrificios colectivos rituales de centenas de supuestos asistentes de la corte, músicos y dolientes junto con los primeros gobernantes de Ur. Titulares de The Illustrated London News como "El arte sumerio y el sacrificio humano" o recreaciones del ritual de enterramiento que en la misma revista realizó el dibujante A. Forestier en 1928, sirvieron para fascinar al público lector con las excavaciones de Woolley. Ayudándonos de las mismas fuentes primarias de la excavación, ya enlazadas, y del artículo de 2012 de Aubrey Baadsgaard (y otros) vamos a hacer rápidamente una descripción que sirva para zanjar este tema. Soy consciente que desenfoca el objetivo artístico de este artículo de blog, pero sin su mención  parecería que el tratamiento de las tumbas reales de Ur estaría incompleto.

Los periódicos recogieron historias sobre las excavaciones de Ur, en particular después del descubrimiento del Cementerio Real. La reina Pu Abi (su nombre entonces era Shubad) era una fuente de especulaciones. A menudo, por sus joyas y tocado, se la comparaba con las “jóvenes glamurosas” de la época, pero también se unía su nombre a los suicidios colectivos. En este periódico vemos el titular sensacionalista: "La terrible tragedia de los 100 esclavos envenenados de la malvada reina Shubad. La ciencia por fin relata cómo se llevó a cabo el mayor pacto suicida de la historia en la tumba de la bella gobernante oriental que murió hace 5500 años".
Un caso particularmente significativo es el impacto que tuvo la expresiva descripción de los sacrificios rituales funerarios que hizo Woolley, así como los dibujos bastante certeros que recrearon la escena. Se trata de los de la tumba PG 789. Woolley nos explica que, a pesar de que la cámara propiamente dicha había sido saqueada en la antigüedad, su "foso de muerte" se había mantenido intacto, albergando los cuerpos de 63 sirvientes. Entre ellos se encontraban seis soldados situados en la entrada del foso, dos carretas tiradas por bueyes con sus conductores y mozos de cuadra, así como hombres y mujeres alineados en un estrecho pasaje que conducía a la cámara de la tumba. Una vez depositado el difunto y su ajuar en la cámara, la ceremonia funeraria continuaba con el suicidio colectivo de todas estas personas que había acompañado al difunto. Con los medios de la época, Woolley no pudo identificar signos de violencia, por lo que supuso que cada miembro del séquito y cada animal bebieron veneno de algunas de las copas que encontraron en el foso. 

Reconstrucción de Forestier del cortejo fúnebre de los entierros de los gobernantes sumerios de Ur, en concreto el de la tumba PG 789, para The Illustrated London News del 23 de junio de 1928. El dibujo satisfizo tanto a Woolley que lo recogió en su memoria de excavación.












"Imaginemos la cámara funeraria ya ocupada y su puerta sellada, mientras que la fosa permanecía abierta, cubiertos su suelo y sus paredes de esteras, aún vacía. Entonces, una procesión de gente bajó por la rampa de acceso, miembros de la corte, soldados, servidores, las mujeres engalanadas con sus vestidos de brillantes colores y sus tocados de lapislázuli, plata y oro, y con ellas músicos llevando arpas o liras, címbalos y sistros. Se situaron todos al fondo de la estancia, mientras que otros criados introducían carros tirados por bueyes y asnos, guiándolos hacia atrás por la rampa, para después quedarse también ellos en la fosa. Cada hombre y cada mujer llevaba una pequeña copa de arcilla, piedra o metal, el único objeto necesario para el ritual que había de seguir. Mientras que algún tipo de ceremonia tenía lugar, pues resulta evidente que los músicos estuvieron tocando hasta el final, todos bebieron de su copa [...] y se colocaron para recibir a la muerte. A continuación, alguien bajó y sacrificó a los animales, quizás dispuso adecuadamente los cuerpos drogados, y a continuación se echó tierra desde arriba hasta rellenar la fosa."
Un segundo dibujo, que no llegó a publicarse reflejaba el resultado final del rito.






Planta de la tumba PG 789 con su rampa, "pozo de la muerte" y cámara. En ella se ubican los restos humanos y objetos encontrados con los que hizo esta descripción.





El descubrimiento en el siglo XXI de patrones de fragmentación en los cráneos que conserva el Museo Penn altera la percepción idílica del relato de Woolley. Este hallazgo sugiere que estos individuos pudieron ser víctimas de sacrificios humanos, pero no precisamente por medio de envenenamiento, sino más bien por un impacto contundente en el cráneo causado por un arma afilada y pesada.


OTROS ARTÍCULOS RELACIONADOS.



- El zigurat de Ur y el recinto sagrado.


En X.

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