viernes, 18 de abril de 2025

BABILONIA. FUENTES ANTIGUAS Y FUENTES ARQUEOLÓGICAS. Del mito a la realidad arqueológica. (2/4)

 Fuentes escritas antiguas y fuentes arqueológicas de Babilonia. 

Herodoto, la tradición bíblica, textos cuneiformes, Koldewey y los investigadores modernos.


Habíamos dejado la historia de Babilonia en el siglo XIX, pero... ¿realmente qué se sabía de esta ciudad hasta ese momento?

Las principales fuentes de información sobre Babilonia son múltiples. Hasta el siglo XX, las fuentes antiguas que construyeron el mito de la ciudad en Occidente, eran limitadas y sesgadas. Las primeras menciones llegaron a través de las descripciones de escritores griegos y romanos, que la presentaron como una ciudad grandiosa y admirable. Con la implantación del cristianismo en el Imperio Romano, se añadieron las referencias de la Biblia, que reflejaban el resentimiento de sus autores hacia Nabucodonosor II, mostrando a Babilonia como un símbolo de vanagloria, idolatría y opresión. Al contrastar las fuentes clásicas y las bíblicas se obtenía una imagen incompleta y, a veces, contradictoria de la ciudad. Hubo que esperar al desciframiento del cuneiforme en el siglo XIX y a las excavaciones arqueológicas del siglo XX para dar sentido a todo. 

Analicemos las fuentes...

Cuadro-síntesis de las fuentes sobre Babilonia.



Fuentes clásicas

Herodoto de Halicarnaso (c. 484-425/413 a.C.) , quien pudo visitar Babilonia hacia el 460 a. de C., contribuyó con una detallada descripción en sus Historias, pero también con exageraciones y errores a la creación del mito clásico de la ciudad. Por ejemplo, se puede decir que conocía perfectamente la topografía de la ciudad y cómo se construyó, pero anotó dimensiones totalmente desproporcionadas: una longitud perimetral de 480 estadios (más de 91 kilómetros) y una altura de 200 codos reales (102 metros). La arqueológica demostrará que las dimensiones de su muralla, sin ser despreciables, eran mucho más cortas y su altura más baja. 

(...) Después de la destrucción de Ninive los reyes tenían establecida la Corte en Babilonia, una ciudad que es como sigue. Está situada en una gran llanura, forma un cuadrado y, en cada lado, tiene una extensión de ciento veinte estadios; así, el perímetro de la ciudad tiene en total cuatrocientos ochenta estadios. Ésta es, por consiguiente, la enorme extensión de la capital de Babilonia y, que nosotros sepamos, su trazado no era comparable al de ninguna otra ciudad. Primero la circunda un foso profundo y ancho, lleno de agua, y luego un muro que tiene una anchura de cincuenta codos reales y una altura de doscientos codos (el codo real es tres dedos más largo que el ordinario). Aparte de esto, debo además explicar en qué se empleó la tierra procedente del foso y cómo se construyó el muro. A medida que abrían el foso, iban convirtiendo en ladrillos la tierra extraída de la excavación, y cuando hubieron moldeado un número suficiente de ladrillos, los cocieron en hornos; posteriormente utilizando asfalto caliente como argamasa e intercalando cada treinta hileras de ladrillos las esteras de cañas, construyeron primero los paramentos del foso y después, de la misma manera, el muro mismo. En lo alto del muro también levantaron, a lo largo de sus arcenes, unas casamatas de un solo piso, situadas las unas frentes a las otras; y entre ellas dejaron espacio para el paso de una cuádriga. En el circuito del muro hay, además, cien puertas, todas ellas de bronce, lo mismo que sus quicios y dinteles. (...)      
Historiae, I 178-186. 

Filón de Bizancio (siglo III a. C.) continuó aportando nuevas imprecisiones y alimentando la imagen de Babilonia como una ciudad de "maravillas" arquitectónicas. A él, tradicionalmente, se le atribuye un listado de las maravillas del mundo antiguo en las que incluyó las murallas y los jardines colgantes de Babilonia. La arqueología demostraría que las murallas existían, lo que no pudo decirse claramente de los jardines. Los escritores de época romana, como Diodoro de Sicilia, Estrabón y Quinto Curcio, ofrecieron nuevas descripciones de las edificaciones de Babilonia entre los siglos I antes y después de Cristo, a pesar de no haber visitado la ciudad. La influencia de estos escritores clásicos perduró a lo largo de los siglos, alimentando la fascinación por Babilonia en la literatura y el arte. Su narrativa contribuyó a la creación de un ideal romántico de la ciudad, que perduró en la cultura occidental.

Visión moderna de la antigua Babilonia que se acerca mucho a la visión mítica creada por los escritores clásicos. Dimensiones exageradas, exotismo y suntuosidad de materiales y colores.


Fuentes bíblicas. 

Sin embargo, el conocimiento más popular del pasado de esta ciudad en Occidente provino de la Biblia. Incluso llevando siglos desparecida, Babilonia tuvo un protagonismo en las escrituras sagradas y trascendió en el imaginario judeocristiano desde entonces. Mientras que las fuentes clásicas pintan a Babilonia como una ciudad de maravillas, grandeza y poder, las fuentes bíblicas ofrecían una perspectiva negativa, resaltando su arrogancia, corrupción y eventual destrucción. En el Génesis se menciona la ciudad y la confusión de lenguas causada por Yahvé cuando se le desafió al construir la "Torre de Babel" (Génesis, 10.10 y 11.9). Los profetas de Israel (Isaías, Jeremías, Habacuc...), sometidos al imperio neobabilónico, criticaron a Babilonia por su soberbia y corrupción y predijeron su destrucción. Muchos siglos después y cuando Babilonia había dejado de ser relevante políticamente, el libro del Apocalipsis en el Nuevo Testamento la recuerda como la "gran prostituta", el símbolo del mal y de la depravación. En los siglos siguientes, la pintura y la literatura occidental la siguió evocando y enfatizando los pasajes de la Biblia en los que más se la denostaba. 

Pieter Bruegel "El Viejo, 1563. La Torre de Babel. Kunsthistorisches Museum, Vienna. Recreación de la Babilonia del Éufrates y la mítica torre con la que se desafió a Yahvé.



Tal vez, el nombre de Babilonia y de su rey más importante, Nabucodonosor II, hubieran sido en gran medida olvidados por el gran público en el siglo XIX, si no fuera por la ópera Nabucco de Verdi. Estrenada en 1842, esta obra popularizó la historia bíblica del exilio babilónico del pueblo hebreo, despertando un gran interés por la historia y la cultura de Babilonia. Este fenómeno, unido al Romanticismo y al Imperialismo, impulsó en las décadas siguientes una serie de viajes y excavaciones arqueológicas en la región, lo que condujo al redescubrimiento de la antigua Babilonia y de su legado. 







Fuentes arqueológicas. 

A pesar de que la escritura cuneiforme se utilizó durante milenios, se conocimiento se había perdido con el tiempo. Su revelación en la era moderna comenzó en el siglo XIX, gracias al trabajo de exploradores y arqueólogos europeos como Henry Rawlinson, quien jugó un papel crucial en el desciframiento de este sistema de escritura. Un hito importante en este proceso fue la inscripción en la Roca de Behistún, descubierta en 1835, que contenía textos en cuneiforme en varias lenguas antiguas. Este hallazgo es comparable al más conocido de la Piedra Rosetta, que permitió descifrar los jeroglíficos egipcios. Su decodificación por Rawlinson en la década de 1850 facilitó la traducción de los numerosos textos cuneiformes que ya se almacenaban y otros que se encontrarían en las nuevas excavaciones científicas. Así, se abrió la posibilidad de trabajar con las numerosas fuentes documentales primarias y revelar la rica historia de las civilizaciones mesopotámicas.

La inscripción de Behistún mide aproximadamente 15 m de alto por 25 m de ancho y que se encuentra a 100 m de altura sobre un acantilado de piedra caliza. Está ubicado en una antigua carretera que conectaba Babilonia y Ecbatana (Media). El texto repite en tres lenguas (persa, meda y babilónico), bajo la grafía cuneiforme, la biografía del rey persa Darío I el Grande. La inscripción está ilustrada con un bajorrelieve de tamaño natural de Darío I, el Grande.




Los documentos en cuneiforme han proporcionado una invaluable fuente de información sobre la antigua Babilonia. Desde las imponentes estelas de piedra de los reyes hasta las pequeñas tablillas de arcilla y los sellos cilíndricos, estos hallazgos han jugado un papel crucial en la reconstrucción de diferentes aspectos de la civilización babilónica. Estos textos revelan detalles sobre su historia, la organización de la ciudad, las leyes, el funcionamiento de su sociedad, la economía, así como las creencias y valores de su gente. Por ejemplo, la traducción de la famosa estela del Código de Hammurabi, encontrada en 1901, nos desveló una visión clara de la justicia y la moralidad en Babilonia. Por su parte, recientes descubrimientos (1990) como la Estela de la colección Martin Schøyen (ver en el cuarto capítulo) nos permitieron confirmar como Nabucodonosor II reconstruyó el zigurat de la ciudad. Artefactos menores como tablillas y sellos no solo documentan transacciones comerciales y actividades administrativas, sino que también ofrecen perspectivas sobre la vida social, las prácticas religiosas e incluso los edificios. 

Veamos algunos de los que más han servido para conocer la ciudad de Babilonia desde el punto de vista arquitectónico y topográfico.

En la imagen de la izquierda, estela votiva de Hammurabi descubierta en 1882 en las excavaciones de Sippar. Caliza, 39 x 40,6 cm. En la imagen de la derecha, cilindro cuneiforme en arcilla del reinado de Nabucodonosor II, que conmemora la reconstrucción del zigurat Etemenanki, alrededor del 604–562 a. C. Dimensiones 8,89 x 7,92 x 3 cm. Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.



La principal fuente primaria escrita en cuneiforme para conocer la topografía de la ciudad de Babilonia es una serie de textos conocida como Tintir Babilonia. Este documento, compuesto por cinco tablillas de arcilla del siglo VI a. C., es una copia de un original posiblemente del siglo XII a.C. En concreto, las dos últimas tablillas de esta serie han sido muy útiles para reconstruir, con la ayuda de los datos conocidos por las excavaciones, un plano bastante preciso de la urbe, en particular del sector oriental. Gracias a ellas, ha sido posible situar los barrios, las puertas, los principales templos y los ejes de circulación. Las tablillas, en realidad, son como un inventario de templos, capillas, altares, barrios y calles utilizados en procesiones religiosas, así como de murallas y puertas protegidas por los dioses. Sin embargo, no incluye información sobre la arquitectura civil y privada, puesto que el propósito del Tintir fue, sin duda, glorificar a Babilonia como un gran centro religioso. La descripción de la ciudad tal como era durante los reinados de los últimos reyes casitas del siglo XII a. C. y la comparación con el plano de Babilonia del siglo VI proporcionado por la expedición arqueológica alemana desprende que el trazado de la ciudad cambió poco.

El Tintir IV, tablilla en arcilla, anverso y reverso. Presenta una lista de los 43 principales centros de culto de Babilonia y las deidades a las que pertenecían. Museo Británico, nº 40480.




La descripción topográfico-religiosa  de las tablillas del Tintir se compagina con la visión geográfica que tenían los babilonios del lugar que ocupaban en el mundo que conocían, según la tablilla de Sippar. Muestra un mapa con la visión de cómo creían los babilónios que se originó y ordenó el Universo según la cosmovisión de Mesopotamia. El mapa está centrado en el Éufrates, fluyendo desde el norte hacia el sur. La ciudad de Babilonia se muestra en el Éufrates, en la mitad norte del mapa. La desembocadura del Éufrates está etiquetada como «pantano» y «desagüe». Susa, la capital de Elam, se muestra hacia el sur, Urartu al noreste, y Habban, la capital de los casitas, se muestra (incorrectamente) al noroeste. Mesopotamia está rodeada por un «río amargo» u océano circular, y ocho «regiones», representadas como secciones triangulares, se muestran más allá del océano. Las 11 líneas de texto sobre el mapa  describen la creación mítica del mundo por Marduk.

Tablilla babilónica de Sippar. Es la representación más antigua del mundo conocido, en aquel momento. Un mapamundi esquemático del siglo IX al VI a. C. Tablilla de arcilla, acadio escrita en cuneiforme. Dimensiones 12,2 x 8,2 cm. Museo Británico. La tableta fue descubierta en Sippar,  a unos 60 km al norte de Babilonia. El texto se tradujo por primera vez en 1889.

No podemos olvidar, la tablilla de Esagil, un texto cuneiforme en lengua acadia, que permitió reconstruir los principales edificios religiosos de Babilonia. Está fechado en el año 229 a. C. y es en realidad una copia de un texto más antiguo, que puede remontarse a los siglos VIII y VII a. C. Es al mismo tiempo un texto religioso y un ejercicio matemático docente de cálculo y conversión de medidas de área en diferentes unidades. Se llama "Tabla de Esagil" porque contiene una descripción de parte del santuario del dios Marduk en Babilonia. También incluye una descripción del zigurat y sus dimensiones que se alzaba en este santuario, el Etemenanki. 

Anverso y reverso de la tablilla de arcilla de Esagil. Dimensiones, 18 x 10 x 1,80 cm. Museo del Louvre, Paris. Fue encontrado en Uruk.




E
En el ámbito arqueológico, propiamente dicho. 

Habrá que esperar hasta el siglo XX para descubrir el esplendor de esta ciudad. 

Hoy en día podemos conocer los principales monumentos de Babilonia gracias a la labor de excavación y reconstrucción que hizo, desde 1899 hasta 1917, el arqueólogo y arquitecto alemán Robert Koldewey, bajo los auspicios de la Sociedad Alemana para el Estudio del Antiguo Oriente. La ciudad que sacó a la luz fue fundamentalmente la de época neo-babilónica; aunque también obtuviera datos sobre el yacimiento en el II milenio a.C. Se hizo imposible excavar en los niveles arqueológicos más antiguos por el nivel freático alto. Koldewey llevaba un meticuloso diario de excavación en el que dejaba de lado la literatura de aventuras y se limitaba a explicar los descubrimientos de una forma analítica y muy profesional, alejada de los pintorescos y románticos relatos anteriores. 

La Babilonia resucitada, por Robert Koldewey. Monografía final que sintetizan los resultados de las excavaciones hasta 1913. Texto en alemán.



Koldewey comenzó las excavaciones en una zona conocida entre los árabes como el Kasr (el Castillo), donde la tradición local ubicaba los palacios de la ciudad. Al realizar una cata de 10 por 15 metros, descubrió dos muros paralelos separados por 41 metros. Aunque inicialmente pensó que eran los muros del palacio real, resultaron ser la gran avenida procesional de la ciudad, adornada con ladrillos esmaltados. Luego llegaron muchos más monumentos. La excavación del yacimiento planteó varios desafíos para Koldewey, entre ellos, el clima. Trabajar durante todo el año resultó ser una tarea agotadora, ya que las temperaturas a la sombra en verano a menudo alcanzaban los 50 °C. El río y los niveles del agua también complicaron su tarea. Pero, tal vez lo más difícil fue el tamaño del yacimiento y la coordinación del equipo técnico investigador y de los casi 250 trabajadores locales que participaban en el desescombro. En la memoria de 1913 escribía en su prefacio.
"Hasta la fecha, solo se ha completado la mitad del trabajo, aunque desde su inicio hemos trabajado diariamente, tanto en verano como en invierno, con entre 200 y 250 obreros. Esto es fácilmente comprensible considerando la magnitud de la tarea. Las murallas de la ciudad, por ejemplo, que en otras ciudades antiguas miden 3 metros, o como máximo 6 o 7 metros, en Babilonia tienen un grosor de entre 17 y 22 metros. En muchos yacimientos antiguos, los montículos apilados sobre los restos no superan los 2, 3 o 6 metros de altura, mientras que aquí tenemos que lidiar con entre 12 y 24 metros, y la vasta extensión del área que una vez estuvo habitada se refleja en la grandiosidad de las ruinas."
Dos imágenes muestran la ingente tarea de excavación en Babilonia. En la fotografía superior, posiblemente datada en 1902, se observan cómo emergen las primeras estructuras en ladrillos de la puerta de Ishtar. Los trabajadores locales utilizan un sistema de vías férreas y vagonetas para despejar los escombros. En la imagen inferior, se muestra el conjunto completamente excavado de las estructuras que permanecen en pie y en su lugar original de la puerta de Ishtar, con una fecha que podría ser posterior a 1917. 


Su meticuloso trabajo permitió desenterrar y documentar los restos arquitectónicos, que fueron representados en planos, fotografías y dibujos por él y sus colaboradores científicos. Entre estos se encontraba un joven arquitecto llamado Walter Andrae que trabajó con Koldewey entre 1899 y 1903. Andrae fue quien, en 1921, le sucedió como conservador del Departamento de Oriente Próximo de los Museos de Berlín y logró que se trasladaran a Berlín los hallazgos de Babilonia que Koldewey se había visto obligado a abandonar allí en 1917 durante la Gran Guerra. Sus ideas como restaurador permitieron rescatar en el laboratorio miles de fragmentos de azulejos y volver a ensamblarlos en un complejo rompecabezas. 

La fotografía superior muestra una de las cajas en las que se empaquetaron los ladrillos de Babilonia. La de abajo, la sala de ensamblaje de estas piezas en 1927, donde cientos de miles de fragmentos de ladrillo vidriado fueron clasificados bajo las columnatas del Neues Museum de Berlín.





Reconstrucciones. La fuerza de la imagen. 

En 1928, Walter Andrae fue nombrado director del Departamento de Oriente Próximo de los Museos de Berlín. Con una visión renovadora, emprendió la tarea de ensamblar todas estas piezas de ladrillos rescatadas. También creó maquetas que expusieran la grandiosidad de los monumentos encontrados. Sin embargo, Andrae no se detuvo ahí; con un ingenio admirable, combinó los fragmentos antiguos con ladrillos modernos para reconstruir, casi a tamaño original, las majestuosas fachadas de la Puerta de Ishtar, la Vía Procesional y la Sala del Trono en el Museo de Pérgamo de Berlín. Estas impresionantes reconstrucciones fueron presentadas al público por primera vez en 1930, ofreciendo un asomo a la magnificencia de una civilización que había permanecido oculta durante siglos. 

Acuarelas de Walter Andrae (1928) para el proyecto de reconstruir los edificios de Babilonia en Berlín.



Desde entonces, arqueólogos alemanes, italianos y, sobre todo, iraquíes siguieron haciendo excavaciones a menor escala y monografías sobre la ciudad de Babilonia, convirtiendo a los edificios descubiertos en paradigmas de las características arquitectónicas mesopotámicas y reflejando la sofisticación técnica y cultural de esta antigua civilización.

Reconstrucciones en Irak. La propaganda política. Durante las décadas de 1960 y 1970, el nuevo estado iraquí impulsó nuevas excavaciones y comenzó un proyecto de restauración y de reconstrucción en tamaño real de algunos de los edificios en la propia zona de excavación, ya que Babilonia se convirtió en símbolo de Irak. Los equipos arqueológicos iraquíes comenzaron a restaurar monumentos antiguos, especialmente el templo de Ninmah. A partir de 1978, el programa de reconstrucción se intensificó bajo el régimen del dictador Saddam Hussein, quien buscaba legitimar su poder a través de la asociación de su persona con la historia esplendorosa y antigua de Mesopotamia. Se presentaba a sí mismo como el digno sucesor de grandes líderes "nacionales" como Hammurabi y Nabucodonosor II, buscando así tejer un vínculo entre su autoridad contemporánea y el esplendor de épocas pasadas.

Mural propagandístico del partido baaz iraquí en los años 80 que muestra a Saddam Hussein y al rey Hammurabi sobre Babilonia. Un relieve de piedra en el centro muestra al rey recibiendo su insignia real de manos del dios Shamash, mientras que la Puerta de Ishtar, de color azul, es visible debajo.



En este contexto, los intereses políticos se entrelazaron con los turísticos, resurgiendo Babilonia resurgió como un escenario emblemático de manifestación del poder. Este renovado interés por el patrimonio cultural incluyó la restauración de los muros de monumentos emblemáticos, incluyendo la famosa Puerta de Ishtar, varios templos, el palacio del Sur y el teatro griego, donde se celebraban espectáculos y actos oficiales, convirtiendo el antiguo esplendor en un telón de fondo para la política moderna. Sadam Hussein, además, buscó dejar su huella, tanto literal como figurativamente, en el sitio. Estas reconstrucciones no siempre fueron históricamente exactas, sino que se priorizó la grandeza y el simbolismo sobre la fidelidad arqueológica. El uso de materiales y métodos modernos a menudo contrastaba con el patrimonio antiguo del sitio, lo que planteaba dudas sobre la autenticidad e integridad de las reconstrucciones. Otro ejemplo, son los cientos de ladrillos donde el dictador dejó atestiguada su obra como, en su día hizo, Nabucodonosor II. Y en un acto de ostentación que evocaba tanto admiración como crítica, Saddam Hussein construyó un palacio en una de las tres colinas artificiales erigidas en el sitio, fusionando la grandeza del pasado con la ambición del presente, y creando así un curioso diálogo entre la historia y la megalomanía.

El complejo de visita turística actualmente de Babilonia. Al fondo el palacio de Sadam Husein, en medio el palacio sur de Nabucodonosor y, abajo, la réplica de la puerta de Ishtar desplazada del lugar que le correspondería.


Estas acciones fueron criticadas por los arqueólogos, ya que obstaculizaron las excavaciones y aceleraban la degradación de los monumentos. Pero todo podía empeorar. Y entre 2003-05, a raíz de la invasión de Irak, las fuerzas estadounidenses utilizaron las proximidades de la antigua Babilonia como base militar, lo que causó daños significativos a la infraestructura arqueológica. Las críticas llevaron a las autoridades militares a devolver el sitio a Irak en 2005.

Aunque las autoridades norteamericanas hicieron campaña para concienciar a sus soldados sobre el valor inmaterial de donde se encontraban, la magnitud de la degradación y la falta de mantenimiento de las ruinas y edificios restaurados fue muy evidente.


Hoy en día, para salvar sus restos arqueológicos de la destrucción, la UNESCO declaró a Babilonia Patrimonio de la Humanidad en 2019. El turismo ha vuelto a recorrer este lugar.

Reconstrucción actual del palacio de Nabucodonosor II, Babilonia, Iraq. Vista aérea y panorámica desde el sur.



F
Babilonia. La imagen 3D y la inteligencia artificial en el siglo XXI.

El siglo XXI ha planteado nuevos retos ilusionantes de reconstrucción científica de la ciudad, pero también nuevos problemas sobre la divulgación de la imagen de Babilonia. La ciudad cubierta de arena puede volver a resurgir virtualmente porque hay herramientas de software que lo permiten, pero estamos de nuevo ante el dilema de recrear un mito o una realidad científica. Ante nosotros se nos ofrecen un abanico de posibilidades tecnológicas que suponen una avance en la ilustración, diseño 3D, realidad virtual, realidad aumentada, impresión 3D, inteligencia artificial... , que pueden ser utilizadas para crear documentos que nos permitan conocer mejor la ciudad o para deformar la realidad científica.

Malas recreaciones de Babilonia corren por las redes fruto de solicitar a la IA que trabaje para un consumo rápido y ahistórico o, incluso antihistórico. 


Luego están las reconstrucciones que ponen voluntad, pero que se estrellan ante un reto tan difícil como es reconstruir la ciudad de Babilonia.



Proyectos científicos. Desde mi punto de vista, el intento más acertado para reconstruir arquitectónicamente Babilonia ha sido el de Olof Pedersén, profesor emérito de Asiriología en la Universidad de Uppsala. Él ha utilizado el programa Archicad para crear una representación detallada del sitio arqueológico en 3D, basándose en los datos aportados por las excavaciones arqueológicas realizadas en el siglo XX. Este software ofrece varias ventajas, como la incorporación de puntos georreferenciados para obtener una ubicación precisa de Babilonia, la posibilidad de realizar revisiones con la adición o corrección de nuevos datos y la colaboración en tiempo real entre múltiples usuarios, lo cual es especialmente útil en proyectos de investigación arqueológica que involucran a equipos multidisciplinarios. Sin embargo, los modelos creados por Pedersén carecen de un toque artístico, lo que limita su capacidad para captar el interés del público general.

La monografía actual más completa sobre la ciudad de Babilonia por Olof Pedersén.  Pedersén,O.2021.Babylon:TheGreatCity.Zaphon.Münster.Openaccess:https://www.zaphon.de/Babylon/en.


La combinación de datos precisos con una presentación visual evocadora es crucial para hacer que la historia y la cultura de Babilonia sean accesibles y cautivadoras para todos. Mucho más atractivas resultan las reconstrucciones realizadas por profesionales que vienen del ámbito de la arquitectura o de la ilustración, quienes trabajan para revistas de divulgación histórica o para aportar vida a exposiciones contemporáneas. Ellos son los que consiguen acercar el pasado al público. De entre los creadores gráficos que más ha aportado hasta ahora a la representación de la ciudad de Babilonia destacaría dos trabajos excepcionales: los de Byzantium 1200 y los de J.R. Casals.

Byzantium 1200 reconstruyó la antigua ciudad de Babilonia en 2013 para la exposición sobre Mesopotamia del Museo Real de Ontario. Trabajo con dos de las aplicaciones para la creación y la animación de estructuras mejores en su momento, 3ds Max 2010 (Autodesk) y Photoshop CS4 (Adobe). He utilizado algunas de sus imágenes por su loable rigor histórico.



Pero, por su belleza, sobresale el trabajo de Josep R. Casals para National Geographic 2018 y en 2016 para la revista histórica Arqueología e Historia DespertaFerro n.º 10 "Babilonia y los Jardines Colgantes". Sus herramientas básicas de software son como las de Byzantium1200, pero aplica una panoplia de herramientas asociadas, como Unreal Engine, para las texturas y materiales o recrear objetos concretos que le dan una acabado ideal. Casals explica que el secreto está en trabajar con buena documentación científica, basada en la investigación arqueológica, y contar con expertos asesores/supervisores que garanticen un acercamiento veraz a lo que pudo ser la ciudad. Lo que no dice Casals, es que para ser el mejor ilustrador, el autor no sólo debe reproducir datos, sino que también ha de ser capaz de evocar atmósferas con talento artístico como hace él.

Imagen de J.R. Casals de la avenida procesional y la puerta de Ishtar.










E

Este artículo forma parte de un conjunto:


- BABILONIA. FUENTES ANTIGUAS Y FUENTES ARQUEOLÓGICAS. Del mito a la realidad arqueológica. (2/4)

 - BABILONIA. LA CIUDAD Y SUS SISTEMAS DEFENSIVOS: MURALLAS, FOSOS, PUENTES Y PUERTAS MONUMENTALES.  La puerta de Ishtar. (3/4)






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