Este artículo nace de la propuesta que hace una semana le hice a Enrique Aguilella, colaborador habitual con sus comentarios en este blog, de que si lo deseaba podía publicar un artículo. Ha escogido una bella iglesia de su ciudad, que creo que es todo un acierto, porque ejemplifica con nitidez en el mismo edificio dos momentos magníficos del arte valenciano: el gótico y el barroco. Espero que os guste.
La iglesia de Santa Catalina, Virgen y mártir, es una buena muestra de la arquitectura gótica de la época de Jaime I. Fue construida en 1245, al poco de ser reconquistada la ciudad, sobre el solar de la mezquita mayor. Su traza refleja una mezcla de influencias francesas: por una parte, del Languedoc, que dejará otros ejemplos en la antigua Corona de Aragón como Santa María del Mar de Barcelona, ya en el siglo XIV; y por otra, del gótico meridional de tanta influencia en la Corona de Castilla.
Historia del edificio.
Ha sufrido numerosas aportaciones desde su construcción a nuestros días. Tras el incendio de 1548 fue reconstruida parcialmente. Sufrió una nueva reforma en el siglo XVII y una ampliación en el XVIII que le dan su aspecto actual externo. En la década de 1950, se llevaron restauraciones para devolverla a su imagen gótica original despojando todo ornamento barroco y neoclásico.
La fachada y la torre.
Posee tres puertas de acceso. La principal da a la Plaza Lope de Vega. Su estilo es de un barroco sobrio. En ella se sentaba el tribunal encargado del control de las pesas y medidas de la ciudad, quedando restos de algún arco apuntado que junto con un rosetón muy simple por encima de la puerta es indicativo del estilo gótico. No posee ni arbotantes ni pináculos que la identifiquen desde el exterior como gótica. Una segunda puerta da a la calle de Tapinería y la tercera a la plaza de Santa Catalina. Esta última está situada justo a los pies de la torre.
El campanario se construyó entre 1688 y 1705 por Juan Bautista Viñes en un estilo barroco recargado o churrigueresco, sin llegar al desbordamiento decorativo del palacio del Marqués de Dos Aguas. Es una torre de planta hexagonal y muestra cinco pisos mediante el recurso de modulaciones horizontales. Está ricamente decorada en las ventanas de todos sus pisos. Destaca el último de ellos con semicolumnas salomónicas de orden compuesto en los ángulos.
El conjunto finaliza con un templete cubierto por un pequeña cúpula de piedra labrada en forma de escama de pez, con columnas salomónicas y grandes volutas de a modo de contrafuertes que lo unen al cuerpo de las campanas. Sobre la cúpula y como remate, una bola que representa al globo terráqueo y una veleta con los símbolos de la santa permiten alcanzar los 56,12 metros de altura.
La planta y el interior.
La planta consta de tres naves, con contrafuertes laterales que fueron aprovechados para levantar capillas, como es frecuente en el gótico mediterráneo. Posee un ábside poligonal rodeado de una girola que servía para que los fieles deambularan libremente tras el altar para visitar las reliquias que aquí se veneraban.
La iglesia, de no mucha altura, se cubre con bóvedas de crucería simples entre arcos fajones. Pilares cruciformes, con columnas adosadas, recogen los empujes de las bóvedas, lo que es habitual en el gótico castellano y no tanto en el gótico mediterráneo. La nave central es de gran anchura como corresponde a este último estilo. La iluminación es escasa debido a la estrechez de las ventanas.
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