jueves, 10 de abril de 2025

BABILONIA, LA CIUDAD DE NABUCODONOSOR II. LA MARAVILLA QUE ASOMBRÓ A LOS GRIEGOS. (1/4)

Como hemos visto en otros artículos de este blog, los núcleos urbanos de las primeras civilizaciones mesopotámicas se convirtieron en el centro de la actividad política, económica y cultural de una región circundante, que acogía campos de cultivo y pequeñas aldeas agrícolas. Babilonia fue más allá y se convirtió durante dos importantes periodos en la capital de grandes imperios de la antigüedad, el Imperio Babilónico Antiguo (siglos XIX-XVI a. C.) y el Imperio Neobabilónico (siglos VII-VI a. C.). Sin embargo, la ciudad no sólo fue importante en Mesopotamia, sino que trascendió mas allá, dejando una huella profunda en el imaginario colectivo de Occidente que sigue vigente hasta nuestros días. 
La ciudad de Babilonia por JR. Casals





A través de cuatro artículos, exploraremos su historia y, sobre todo, descubriremos cómo y porqué Babilonia se transformó en un mito y en un referente de urbanismo y arquitectura. 
  • 1.- En este primer artículo, haremos un breve recorrido por la historia milenaria de la ciudad de Babilonia y reflexionaremos sobre porqué se convirtió en un mito para Occidente y el Próximo Oriente. (1/4)
  • 2.- En el segundo artículo, desvelaremos qué nos transmitieron las fuentes antiguas, tanto clásicas como bíblicas, y cómo los trabajos lingüísticos y arqueológicos, desde el siglo XIX, nos han permitido completar y contrastar los relatos de la Antigüedad con fuentes primarias, brindándonos de esa manera un conocimiento científico de la ciudad. (2/4)
  • 3.- En un tercer artículo, analizaremos la estructura de la ciudad y sus sistemas defensivos bajo el reinado de Nabucodonosor II. Aquí tiene especial importancia, el estudio del plano y de las murallas, destacando la puerta de Ishtar, reconstruida en la isla de los museos de Berlín. (3/4)
  • 4.- Finalmente, en el cuarto artículo, nos centraremos en los edificios más significativos de la ciudad:  los palacios y los templos. Ellos fueron los que contribuyeron a crear la leyenda de Babilonia como ciudad de "Maravillas" para el mundo grecorromano (palacios/"Jardines colgantes") y de símbolo de perdición y de la soberbia humana para la tradición judeocristiana (zigurat/"Torre de Babel"). (4/4)
Detalle de la estela de basalto de Nabodio, el último rey independiente de Babilonia, 542 a. C.-540 a. C. Relieve que representa al rey con símbolos de deidades astronómicas. El texto inscrito en la estela, celebra el regreso de la abundancia a Babilonia después de una sequía, tras ser bendecida por los dioses y protegida por su mediador el rey. La estrella (planeta Venus) es el símbolo de Ishtar, el disco alado es el del dios solar Shamash y la media luna el del dios lunar Sin, todos ellos con culto en Babilonia. Extraña que la estela no mencione al dios principal Marduk. Dimensiones de la estela completa: altura 58 cm; ancho 46 cm; y profundidad 25 cm. Museo Británico.



Babilonia, cuyo nombre se traduce como "la puerta de los dioses", fue el centro de culto del dios Marduk en Mesopotamia. Probablemente, fundada por Sargón de Acad (c. 2360 a. C.-2279 a. C.), permaneció como una oscura ciudad provincial durante mucho tiempo. Sin embargo, bajo el dominio amorreo, fundamentalmente del  rey Hammurabi (1792-1750 a. C.), Babilonia se convirtió en la capital de un gran imperio en la Mesopotamia Baja y Media, desplazando a la ciudad de Ur como hegemónica de la zona.

Mapa de la Babilonia de Hammurabi, mostrando el territorio entre su ascenso en 1792 a. C. y su muerte en 1750 a. C. La línea de costa y los cursos de los ríos son los de ese período.



Se estima que la ciudad, como capital del imperio en el siglo XVIII a. C., pudo haber tenido 60.000 habitantes, aunque hoy en día quedan pocos restos arqueológicos de ella. No obstante, del rey Hammurabi nos ha llegado el célebre código de leyes, que se conserva en el museo del Louvre. En su prólogo el rey nos presenta los dos pilares sobre los que construyó su imperio, Babilonia y el dios Marduk, lo que continuará siendo una constante en los posteriores monarcas.

Detalle del remate superior de la estela de Hammurabi, 1750 a. C. El rey (de pie) es representado en el momento que recibe sus insignias reales de manos de Šamaš, dios del sol y de la justicia. El rey babilonio tiene una mano sobre su boca en señal de oración. En esta estela se hallan grabadas 282 leyes de Babilonia. La estela fue encontrada en Susa, a donde fue transportada en 1200 a. C. como botín de guerra por el rey de Elam, Shutruk-Nakhunte.​ Está expuesta en el Museo del Louvre (París). Basalto, 225 cm de alto.


El primer gran Imperio de Babilonia terminó cuando los hititas saquearon la ciudad hacia el 1595 a. C. A este suceso, le siguió un periodo oscuro y convulso de aproximadamente mil años, de los que tenemos pocas certezas. Se sabe que la ciudad estuvo bajo dinastías kasitas, arameas, asirias y elamitas y que pocos años le duró un estatus independiente. Gobernada brevemente por los caldeos en el siglo IX a.C., su nombre se convirtió en sinónimo de babilonios para los escritores griegos posteriores (sobre todo Heródoto) y los escribas bíblicos. A pesar de esta inestabilidad, Babilonia fue para todos una ciudad santa y de peregrinación, puesto que su dios, Marduk, se convirtió en el dios principal del panteón mesopotámico

Recreación de procesión atravesando la puerta de Ishtar. La puerta es la erigida por Nabucodonosor II, s. VI a. C. Los cultos más destacados que se celebraban en la ciudad incluían la fiesta del Año Nuevo, conocida como Akitu o Bib-akitu. Esta conmemoración anual se llevaba a cabo durante el equinoccio de primavera y era la festividad más concurrida en Babilonia en honor a Marduk. Su duración abarcaba desde el día 1 hasta el 11 de Nisan, que es el primer mes del calendario babilónico. Entre los actos de los últimos días, tenía lugar la procesión del Marduk y del resto de los dioses hacia el Akitu o Bit-akitu, un templo ubicado al norte de la ciudad probablemente en el campo y aún no localizado. Las procesiones, de ida y vuelta, se realizaban por la vía Procesional y salían y entraban a la ciudad por la puerta de Ishtar.  







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La ciudad sufrió varias destrucciones durante este periodo de mil años. Especialmente fue importante la que tuvo lugar bajo los asirios hacia el año 689 a. C. El rey Senaquerib, después de varias rebeliones previas y lleno de odio contra Babilonia por haber asesinado a su hijo durante una de ellas, masacró su población y destruyó gran parte de la ciudad, desviando hacia ella las aguas del río y arrasando luego sus murallas, así como el santuario de Marduk, cuya estatua se llevó.
"Avancé rápidamente contra Babilonia, que planeaba conquistar. Soplé como el asalto de una tormenta, la envolví como una niebla. Asedié la ciudad y la conquisté mediante brechas y escaleras. (…) No perdoné a nadie, llené las plazas de la ciudad con sus cuerpos. (…); Mi pueblo se apoderó de los dioses que había allí y los destruyó. (…); Destruí la ciudad y sus casas de arriba abajo, desde los cimientos hasta el tejado, y la incendié. Arrasé las murallas, por dentro y por fuera, de la ciudad, nivelé la tierra por sus costados inundándola. Incluso destruí el plano de sus cimientos. La arrasé más de lo que lo habría hecho una inundación para que esta ciudad y sus templos nunca fueran recordados: la devasté con una inundación, de modo que quedó como un prado."
Extracto de los Anales de Senaquerib que informa sobre la captura de Babilonia

Asalto de la muralla a través del Éufrates.


Sin embargo, poco tiempo después, una dinastía de reyes independientes creada por Nabopolasar (626 a 605 a.C.) logró deshacerse del yugo asirio en una nueva revuelta y restaurar el esplendor de Babilonia. El imperio que levantó, conocido como el imperio neobabilónico, sustituyó al asirio durante casi un siglo. Será su hijo, Nabucodonosor II (605 a. C.-562 a. C.) -en inglés Nebuchadnezzar II-, el que expanda el poder de Babilonia a gran parte del Cercano Oriente, desde las fronteras de Egipto hasta el Tauro en Anatolia, y hacia el este hasta Persia. Los sucesores de este rey lograron conservar su reino hasta el 539 a. C., cuando el reino fue conquistado por el rey persa Ciro II.

Extensión aproximada del Imperio Neobabilónico durante el reinado de Nabucodonosor II (605-562 a.C.), que rivalizaba con el Egipto de la dinastía XXVI y el imperio medo-persa. Su reinado es muy conocido por la toma y saqueo de Jerusalén en 597 y 587-586 a.C., eventos que son narrados en varios libros del Antiguo Testamento.











tLos monarcas de esta dinastía dedicaron mucho esfuerzo a las actividades constructivas, pero fue Nabucodonosor II quien más empeño puso en crear una urbe extraordinaria. Accedió al trono en una ciudad devastada por las guerras asirias y la reconstruyó y embelleció movilizando recursos de todo su imperio. Bajo su reinado, Babilonia se convirtió en un símbolo de esplendor y sofisticación de la antigüedad. Su obra fue tan notable, que los griegos incluyeron sus imponentes murallas y sus legendarios jardines "Colgantes" en las listas que elaboraban de las Maravillas del Mundo Antiguo

Babilonia, 550 a. C. Recreación realizada por j. R. Casal para la revista histórica Arqueología e Historia DespertaFerro, nº 10, "Babilonia y los Jardines Colgantes". Aún en la actualidad, Babilonia sigue fascinando nuestra imaginación y generando numerosos estudios académicos y de divulgación, así como inspirando representaciones virtuales de esta ciudad. En la imagen se pueden observar asombrosas murallas, canales y puentes. En el centro destaca la puerta de Isthar, construida con ladrillos vidriados azules, junto al palacio. Al fondo, ese encuentra el recinto templario con el zigurat.


El fin de la independencia política de Babilonia bajo los persas no significó su decadencia. Aunque no fuera la capital del Imperio aqueménida (550-330 a.C.), siguió siendo capital de una satrapía importante y mantuvo la fama, especialmente entre los griegos. Diversas razones sedujeron a escritores, como Herodoto de Halicarnaso en el siglo V a. C., algunas de ellas muy reales y otras infladas por la imaginación y por la leyenda. Babilonia era admirada por ser una ciudad antiquísima, con más de mil años de historia registrada. Poseía impresionantes edificaciones, como templo, palacios y murallas, y, a su vez, era un centro de conocimiento, donde se cultivaban la astronomía y la literatura. Pero, sobre todo, era misteriosa y exótica, profundamente diferente a lo que conocían. Por eso, cuando en el año 331 a.C., la población de Babilonia acogió con alborozo a los macedonios, que habían derrotado en Gaugamela al rey persa Darío, Alejandro Magno vislumbró que la ciudad fuese la capital de un gran imperio que fusionara las culturas griega y oriental. Reconociendo su importancia estratégica y simbólica, se convirtió en el mecenas de ambiciosos proyectos de restauraciones de canales y del Esagil o templo de Marduk,. Y fue aquí, donde murió en junio del año 323 a. C., unos meses después de su expedición a la India, marcando el fin de una era y el inicio de nuevas leyendas. 

Fotograma de la película Alejando Magno (2004) en la que se recrea la entrada de Alejandro en una fantasiosa Babilonia hecha en Hollywood, 22 de octubre de l año 331 a. C. Pinchando sobre la fotografía se accede al fragmento de la película.



Babilonia continuó siendo un centro comercial notable bajo el Imperio seléucida (312-63 a.C.), el Imperio parto (247 a.C. a 224 a.C.) y el Imperio sasánida (224-651 d.C.), pero nunca alcanzó el nivel que había alcanzado bajo Hammurabi o Nabucodonosor II. Paulatinamente se fue despoblando, mientras los principales centros de poder se desplazaban más al norte (Seleucia, Ctesifonte y, mucho más tarde, Bagdad). La ciudad decayó definitivamente tras la conquista árabe en el siglo VII de la nueva era y fue finalmente abandonada. Pese a todo, la ubicación del sitio de Babilonia nunca se perdió realmente, puesto que parte de él conservó su antiguo nombre en un pequeño poblado llamado Babil, como se la menciona en los textos del geógrafo Ibn Hawqal en el siglo X.

Desde entonces varios viajeros procedentes de Europa visitaron sus ruinas, constatando que la admirada ciudad había sido convertida en escombros en donde proliferaban "alacranes y saqueadores". El primero fue el sefardí Benjamín de Tudela en el siglo XII, al que siguieron otros.

Vista de las ruinas de Babilonia a comienzos del siglo XIX, según Rich.



El primero visitante con interés seudocientífico fue el británico Claudius James Rich, quien en 1811, como administrador de la Compañía de la Indias Orientales en Bagdad y aficionado a las antigüedades, realizó a principios del siglo XIX  la primera cartografía del sitio (obra planimétrica fue realmente del mayor James Renell) y publicó "A journey to the site of Babylon" (1815). 

Detalle del primer plano de las ruinas de Babilonia según la obra de Rich. 


Atraídos por esta publicación de Rich, que se reeditó en 1837, varios de sus compatriotas visitaron el lugar, especialmente Austen Henry Layard en 1850 y Henry Rawlinson en 1854, dos de los principales descubridores del yacimiento de Nínive, la capital asiria, y del cuneiforme. Seguramente el sitio de Babilonia no les tentó lo suficiente porque sus montones de ladrillos no tenían la suficiente espectacularidad frente a los relieves de piedra asirios del norte. Por tanto, la ciudad hubo de esperar unos años más para ser rescatada de la arena y continuó envuelta en ese halo de ruina romántica y leyenda.

El Kasr Mound, (Montículo de Kasr). El Kasr de Rich (1811), o montículo del Palacio; pero que los árabes lo llaman "Mujelibe", o el derrocado. Vista de la fachada occidental.







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2 comentarios:

  1. Nuestra imaginación vuela ante el realismo de la narración y de las pinturas, cuan intrigante fue nuestro origen, increible concebir tanto desarrollo en esos tiempos, el manejo del agua, de los multimencionados Jardines, es maravilloso lo que el hombre a creado, sueño con un dia conocer esos lugares que me subyugan, que me atraen, que me hicieron soñar de niño. Gracias por compartir. Saludos desde Nuevo Laredo Tamaulipas, Mexico.

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  2. La verdad todo eso es una maravilla el pensar que en esos tiempoa habia gente con una mente muy avanzada para poder desarrollar esas estructuras espacialmente los Jardenes colgantes muy simbolies a esos tiempos.

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